Esteban Morales.
Universidad de La habana.
En realidad, no debiéramos educar a las personas para otorgar preferencias a ningún color; pero si al educar, dentro de una sociedad multicolor como la cubana, con la sobrevivencia de los lastres del colonialismo y de una cultura racista, dejamos el color fuera de la educación y ni siquiera lo mencionamos, en la práctica estamos educando para el color que aún ostenta la hegemonía: el blanco. Este no es un fenómeno exclusivamente nuestro, sino de toda la humanidad, en la que aún priman tales valores.
Cuba, a pesar de estar viviendo un profundo proceso de transformaciones sociales, que ya data de más de 50 años, no escapa todavía de los valores inculcados por el dominio imperial transnacional de los medios de información, donde un 90% de estos son controlados por Estados Unidos y Europa. Las modas que se imponen, los patrones de consumo y los controles de una cultura imperial dominante, que trata todos los días de decirnos como debemos vivir, con que valores debemos autoevaluarnos y a quien debemos parecernos; por medio de un continuo ataque a las culturas nacionales, que trata de mantenerlas como subalternas de la cultura imperial consumista transnacional que pretenden imponernos.
En realidad, la variable “color de la piel”, aunque imperfecta es una variable de diferenciación social en Cuba. Si solo lográsemos asumir esta variable en todo lo que nos puede aportar y reflejarla en nuestras estadísticas sociales y económicas, no estaríamos, como ahora, lanzando al cesto de la basura casi 500 años de historia. Es cierto que no se trata solo del color de la piel, es algo mucho más complejo; pero de esta manera, estamos dejándonos estandarizar estadísticamente, convirtiéndonos en una sociedad cuyos parámetros de caracterización no se diferencian para nada de los de aquellas sociedades en las que la homogenización capitalista disuelve las diferencias étnicas, culturales y a múltiples matices diferenciadores, los que al final no cuentan para nada.
Las estadísticas de naciones Unidas nunca nos van a exigir que nos definamos como nación en todos nuestros rasgos. Somos nosotros los que tenemos que imponer nuestra imagen verdadera, evitando que nuestros ciudadanos aparezcan como simples números dentro de un cuadro estadístico que nos despersonaliza y nos desnacionaliza.
Lograr este proceso se hace muy difícil, sobre todo si tomamos en consideración, que aún existen otros asuntos que conspiran contra una educación equilibrada de las personas teniendo en cuenta el color de la piel. En tal sentido es preciso señalar, entre otros, el excesivo occidentalismo (por supuesto, no la apreciación correcta de los valores de la cultura occidental, que es otra cosa).
No es difícil percatarnos de que resulta muy poco, o casi nada, lo que se enseña sobre la cuestión racial en nuestras escuelas. Desde esta perspectiva, se repiten algunas frases de José Marti, como “hombre es más que blanco, más que mulato, más que negro. Cubano es más que blanco, más que mulato, más que negro”... sin ir al fondo de lo que esto significa, y dejándolo todo en una cuestión ética; y sabemos, que ética no es política.
José Marti pensó y lucho¨por una nación “con todos y para el bien de todos”, por lo que el complemento político de esa inmensa reserva ética que esta en su pensamiento sobre la raza, tiene que ser buscado dentro de su pensamiento sobre la nación que soñaba.
Como resultado de ese tratamiento incompleto de nuestra escuela, el pensamiento de José Marti, respecto a la raza, que nos ayudaría mucho a superar los problemas que aun padecemos, está menos presente en nuestra educación , que las tesis racistas de José A. Saco, con su no aceptación del negro y su famosa idea de “...blanquear, blanquear, blanquear y luego hacernos respetar”.
Por lo que lamento tener que reconocer, que el pensamiento racista de Saco se sentiría apoyado, dentro de nuestro ambiente social actual, al existir aun entre nosotros el fenómeno del “blanqueamiento”, la famosa tesis del “adelanto de la raza “y la fuerte tendencia a “no auto asumirse como negro o negarlo “.
Si no atacamos con toda la fuerza que debiéramos hacerlo, los estereotipos, la discriminación y el racismo, estamos debilitándonos como nación. Enfrentar la necesidad de asumirnos como lo que somos, lleva implícito la necesidad de superar ese pensamiento que demerita al negro y al mestizo, heredado de la colonia, enriquecido y sobredimensionado políticamente en la república y aún no superado en la etapa revolucionaria.
Si no asumimos todavía el tema en la educación de nuestras nuevas generaciones, ¿cuáles son entonces las ideas de mayor presencia dentro de nuestra realidad, respecto a los problemas de la “raza”?
Es evidente que en las escuelas no se menciona el color de la piel, el estudio de la esclavitud, dentro de nuestro sistema de educacional llega apenas hasta finales del siglo XIX, sin reflejar profundamente sus consecuencias; en nuestra enseñanza abordamos muy poco las culturas de África, Asia y Medio Oriente; los estudios raciales apenas forman parte de nuestros currículos académicos universitarios y dentro de nuestro trabajo científico, apenas asumimos la investigación de esos temas; de este modo, ¿Cómo sería posible con esas insuficiencias llegar al fondo de nuestras raíces culturales, y mucho más, terminar de superar los problemas del racismo y la discriminación?
La conclusión es bien evidente: no sólo no asumimos el tema racial en nuestra educación, sino que es algo peor, el pensamiento dominante sobre la raza en la Cuba de hoy, es aquel que dentro del siglo XIX, asumieron los liberales del periodo, liderados por José A. Saco. Este pensamiento coincide con el de algunos de nuestros contemporáneos, en lo que al tema racial se refiere, y le hemos permitido irse por encima de aquel pensamiento nacionalista y antirracista que combatió contra la colonia y el racismo, por la abolición de la esclavitud y la independencia de Cuba, desde la segunda mitad del siglo XIX. Por tanto, las consecuencias de no abordar el tema racial son más negativas de lo que hubiéramos podido imaginar. Se trata de una serie de impactos negativos que obstaculizan la comprensión, por parte de nuestro pueblo, de la historia del país y de la formación de nuestra cultura nacional.
Hace falta explicar, dentro de nuestro sistema educacional a todos los niveles, de manera transparente y con lujo de detalles históricos, de donde vienen esas diferencias de color, que generan estereotipos, discriminación y racismo; desmitificarlas, explicando a fondo, que se trata de una “construcción social”, en particular, diseñada por las clases dominantes, para ejercer el poder y la explotación sobre la masa fundamental de nuestra población, no solo negra y mestiza, sino también blanca y pobre, las que lamentablemente también tienden a asumir ese pensamiento racista, afectando la unidad que debe existir entre todos los cubanos, de todos los colores, para enfrentar la lucha contra los explotadores.
Que los cubanos seamos diferentes, en cuanto al color de la piel e incluso en nuestra posición frente a la riqueza no es solo el problema. La dificultad mayor estriba en que dejemos que esas diferencias se las trate de elevar y adoptarlas como instrumento para dividirnos, cuando debemos estar unidos en la lucha contra todo lo que nos divide y evitar que las élites de poder nos exploten. Lo cual no es solo un problema para Cuba, sino también para esa masa de “afrodescendientes”, a la cual aun le es negado su espacio en las estadísticas de Naciones Unidas.
De esta forma debemos enfocar la necesidad que tenemos de hacer conciencia racial, condición indispensable para poder luchar contra el racismo y la discriminación. Sin conciencia racial no es posible desplegar las tareas de la lucha contra el racismo. Las clases explotadoras en Cuba trabajaron muy fuerte siempre, para que las simples diferencias físicas superficiales, fueran proyectadas en función de mantenernos divididos desde el punto de vista clasista y racialmente y por tanto, ser más fácilmente explotables. Lograr conciencia racial, por tanto, no es retroceder, todo lo contrario, es adquirir valores sin los cuales no será posible liberarnos definitivamente del racismo.
Abril 27 del 2010.
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