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viernes, 18 de agosto de 2017

El llamado trabajo por cuenta propia y sus derivaciones raciales.

Esteban Morales Domínguez

Esta historia comenzó, cuando se racionalizarían 500,000 empleos sobrantes del sector estatal, y casi “poniendo la carreta delante de los bueyes”, entonces no se sabía a donde irían a parar esos trabajadores, que después de un periodo de gracia de 3 meses con salario, se quedarían finalmente sin empleo.
Por fin, llego la solución del “cuentapropismo” y hoy existen más de 400,000 que solucionan su subsistencia por la vía del trabajo no estatal. A pesar de que la actividad tuvo que sufrir y aún sufre de muchos prejuicios.
Siendo solo las palabras del presidente Raul, en la Asamblea nacional, las que los han rescatado de un ambiente en el que no pocas veces se les trata como a gente no revolucionaria. Lógico prejuicio sembrado y padecido durante muchos años, con posterioridad a la llamada “Ofensiva Revolucionaria, en que se acabó con toda la actividad privada”. Quedando solo los pequeños campesinos, agrupados en la ANAP y los choferes de alquiler reunidos en el ANCHAR.
Todo ello dentro de un gran eufemismo; porque ese cuentapropismo, económicamente hablando, no lo es tal, sino que debiera terminar de considerársele como pequeña y mediana empresa, que es lo que realmente son. Pero no, se sigue llamándoles “cuentapropistas”, con todo las inconsecuencias teóricas y enredos sociales que eso crea.
No se les otorga el reconocimiento que de hecho ya tienen, como parte de una realidad, que, aunque no guste a muchos, está solucionando un conjunto de problemas que el estado no puede, ni debe encargarse de solucionar. Además, con niveles de salarios, que el estado no está en condiciones de asumir. Por lo que el estímulo a trabajar en el sector, es más que evidente. No pocos abandonan su empleo estatal, incluso de alta calificación, pobremente remunerado, para pasarse al sector privado.
Cuantas personas calificadas nos podemos encontrar de choferes, maleteros, empleados en paladares, restoranes, cafeterías y otras actividades, que están muy por debajo de sus calificaciones reales.
¿Por qué no acabamos de considerarlos como lo que son, les reconocemos jurídicamente y les damos su lugar dentro del modelo económico?
Para complicar aún más las cosas hablamos ahora de cooperativas no agropecuarias. Que lo que son es, pequeñas y medianas empresas, que se dedican a las actividades no agropecuarias. Lo que abarca un conjunto de actividades productivas que amplían sobremanera el llamado trabajo por cuenta propia.
Entonces, el problema lo hemos creado nosotros mismos, sobre todo, si tenemos en cuenta lo que se ha demorado introducir un mercado al por mayor. Causa fundamental de que, con el crecimiento del llamado cuentapropismo, este también proliferando la corrupción. Porque si el cuentapropista no tiene materias primas para trabajar, va a encontrar siempre, quien las robe de los almacenes estatales y se las venda. Por lo que el inusitado incremento del desvío de recursos y del robo en los almacenes estatales, se debe, en primer lugar, a que no acabamos de “poner los huevos en la canasta”, con la organización del trabajo privado. Creo que hay que reconocer que el trabajo privado llego para quedarse y no hay otra forma de asimilarlo, que como parte de nuestra economía socialista.
Sobre lo que ahora está ocurriendo con las medidas propuestas, habría que preguntarse, ¿Por qué se ha tenido que suspender el otorgamiento de nuevas licencias? ¿Era indispensable hacerlo para poner orden? ¿O que es lo que hay detrás de esa suspensión? Sobre todo, cuando sabemos que respecto al cuentapropismo, se ha estado en un “atrás y adelante” sin descanso.
Sin dudas, son esperables nuevas medidas de control y requisitos para poder ejercer la actividad privada. Pero aún existe la preocupación de cuanto se va a demorar el proceso. Porque antecedentes de lamentables y molestas demoras existen. Por eso se ha hecho tan evidente la masiva preocupación de ¿cuánto se va a demorar la administración estatal en volver a la normalidad?
Personalmente no me preocupa que el estado quiera regular fuertemente el llamado cuentapropismo. Debemos cerrar todas las brechas a que este devenga en fenómenos de ilegalidades económicas, afectando la implantación del modelo.
Pero son los funcionarios estatales, los organismos estatales, en primer lugar, los que tienen que cargar con las culpas del robo y la malversación. No los cuentapropistas, que lo único que hacen es tratar de sobrevivir en los marcos de las limitaciones burocráticas que la administración estatal les ha impuesto.
Cuando vemos que, a las puertas de un supermercado, hay individuos que son capaces hasta de venderte un “elefante blanco”; este sin dudas sale de los almacenes estatales, porque aquí nadie importa elefantes blancos. Ni vienen en los paquetes de Miami.
Luego, apretemos a la administración estatal, en primer lugar y veremos como todo lo demás entra en la legalidad.
La sociedad cubana, con la proliferación del negocio privado, había entrado en una dinámica, en que muchos estaban haciendo sus planes.
Además, el dinero está fluyendo, viene principalmente del exterior y el país se beneficia, cuando, sin recibir capital oficialmente, de hecho, lo está recibiendo por medio del simple flujo de las remesas que entran y no solo por la vía de Western Unión, sino por las llamadas “mulas”. Que traen más dinero a las familias en Cuba, del que la Isla puede contabilizar.
¿Vamos a desaprovechar o a desperdiciar ese flujo monetario que entra controlado y a veces sin control?
En el país, aunque no lo queramos, ni podamos controlarlo, entra bastante dinero. Pero en definitiva todo va a parar al mismo lugar: la inversión familiar, el gasto de consumo y el que realizan muchas familias para mejorar sus condiciones de vida. Para lo cual siempre pagan a un carpintero, pintor, mecánico, plomero etc. Vacacionan, compran casas, automóviles y otros bienes. Lo cual hace circular el dinero por las manos de muchos que no lo reciben como remesa, pero si, por brindar algún servicio o simplemente vender algo.
No se trata de los 5,000 millones que necesitamos en inversiones, pero sí de cantidades nada despreciables, que a veces sectores muy humildes de la población lo reciben. Se dice que las remesas oficiales sobrepasan los 3,000 millones de dólares anuales y continúan creciendo.
Entonces, todo freno que pongamos a la pequeña y mediana actividad empresarial privada, está desestimulando una erogación monetaria que favorece a la población, beneficiando aquella parte de ella, que no recibe la remesa; la que principalmente, como sabemos, es recibida por intelectuales, clase media con familiares en el exterior y blancos, casi en su totalidad; porque los negros emigraron tarde, sin apoyo, como marielitos y llegaron cuando ya lo mejor estaba repartido. Cuando Estados Unidos, principal receptor de emigrantes cubanos, ya no era el país de las oportunidades. Por eso, los negros y mestizos cubanos en los Estados Unidos, no tienen los mejores empleos, los mejores niveles de vida y en su aplastante mayoría, no disfrutan de la oportunidad de viajar a Cuba, ni de enviar paquetes o dinero a sus familiares en la Isla. Mucho menos gozan de la oportunidad de enviar dinero para que los negros y mestizos en Cuba, puedan aparecer como dueños de restoranes, cafeterías, paladares y acondicionar sus viviendas para rentarlas y disponer de una vía tan lucrativa para incrementar sus niveles de vida.
Por lo que las medidas adoptadas tienen también un trasfondo racial que no puede dejar de ser tomado en consideración. Pues tales medidas afectan principalmente a obreros, artesanos, trabajadores simples, negros y mestizos en primer lugar, que no tienen acceso la remesa, pues casi no la reciben, aunque se beneficien de ella, cuando esta genera empleos y actividad de servicio por diferentes vías.
¿Quiénes han sido históricamente en Cuba los obreros, artesanos, vendedores ambulantes; sino negros y mestizos? Que el trabajo en las ciudades los rescato de la plantación y de la esclavitud.
Esa estructura social no ha cambiado substancialmente aún. Es cierto que hay muchos negros doctores, profesores, científicos, artistas, escritores, etc. Pero aún muchos, más de los que quisiéramos, nutren la masa de trabajadores simples, artesanos, vendedores ambulantes, recogedores de basura y otros empleos humildes y mal pagados. No hay que profundizar mucho para percatarnos, de que la medida que ahora se adopta de suspender licencias nuevas a carretilleros, afectara principalmente a personas negras y mestizas.
Por lo que para cualquier medida económica que adoptemos, debemos tomar en consideración que nuestra población no es homogénea y que la variable “color de la piel “continúa siendo una variable de diferenciación social.
Pero la historia no termina aquí, aun debemos preocuparnos mucho, por la tendencia que se observa a no dar empleo a personas negras y mestizas en cafeterías, restoranes y paladares, principalmente propiedad de personas blancas. Pero esta es otra historia. De la que nos encargaremos más adelante.



Agosto 15 del 2017.




Universidad y política. Disputas pasadas y presentes

Por Julio César Guanche y Ariel Dacal
No es posible conocer a cabalidad el devenir de la nación cubana desde el siglo XVIII, su ciencia, su cultura y su política, sin mirar a la universidad. Tampoco es posible abordar las disputas de sentido actuales y sus alcances sin mirar hacia y desde ella.
La relación entre universidad y política tiene dimensiones obvias y también otras que son necesarios hacer más visibles. Por entender que el debate sobre la educación universitaria en particular debe partir de comprensiones integradoras, hemos invitado a varias personas vinculadas a ella por una larga trayectoria profesional (Esteban Morales, Narciso Cobo Roura, Luis Carlos Silva Aycaguer, Julio Antonio Fernández Estrada, José Ramón Vidal, Raúl Garcés, Julia María Fernández y René Fidel Gónzalez) para que contribuyan a conformar un mapa ampliado del lugar político, científico y cultural de la universidad cubana, de los matices y particularidades de su historia y los datos que hoy tensan la disputa de sentidos que vive Cuba en general, y la universidad como espacio privilegiado de esta en particular.
La conexión específica entre universidad y democracia hace parte de las indagaciones motivadoras de este dossier. Luego, el sentido que anima estas intervenciones es explícitamente político: busca insertar la problemática universitaria en el horizonte mayor de las apuestas de la Cuba de hoy por el socialismo democrático, frente a las resistencias que este encuentra fuera y dentro de la nación, en el horizonte de lograr una educación que, siendo más libre intelectualmente, haga a la vez más libre política y culturalmente a la sociedad cubana, a la que se debe por entero.
 
Primera parte
Esteban Morales
En la historia nacional, ¿qué relación ha existido entre la vida universitaria, la vida cultural, el pensamiento social crítico y la política cubanas?
No me resulta difícil escribir sobre la Universidad de La Habana y de los estudios universitarios en general; sobre todo de la mencionada, a la que ingresé en 1962 y de la que me jubilé en 2010. Soy maestro desde 1960, cuando me incorporé al primer contingente de Maestros Voluntarios de Minas del Frío, en la Sierra Maestra, y para mí el magisterio ha sido mi vida toda.
La Universidad de La Habana cuenta con una bellísima historia. Fidel ha dicho que en ella se hizo revolucionario. Fue siempre una institución en la que ciencia, política y lucha revolucionaria se coaligaron para hacer de ella un símbolo paradigmático de nuestra historia cultural y política.
No se puede escribir la historia de Cuba sin mencionar la Universidad de La Habana, fundada en 1728. Fue la primera. Mucho después se crearon otras dos: en Santiago de Cuba y Villa Clara, como universidades públicas, para sumar tres en todo el país antes de 1959. Por ello, para muchos jóvenes resultaba prácticamente imposible realizar estudios universitarios si no disponían de recursos para vivir en esas capitales de provincia. Esta situación fue resuelta a partir del plan de becas universitarias creado con posterioridad al triunfo de la Revolución, una decisión que coronó la importancia que la Revolución cubana siempre le ha dado a la educación.
Hasta el comienzo de la segunda mitad de los años 70 del pasado siglo, la Universidad de La Habana albergó en su seno todas las carreras, desde las ciencias naturales y exactas, hasta las humanidades, las ciencias sociales, agropecuarias y las médicas, incluidas las veterinarias.
Durante los años 60 y los 70, la Universidad se vistió de obreros, campesinos y sus hijos, quienes, por primera vez de manera masiva, tuvieron oportunidad de acceder a estos estudios. Con ello varió sustancialmente su composición social. Se puede decir que desde entonces fue para los revolucionarios, tanto por su alumnado como por el claustro, engrosado a partir del fuerte Movimiento de Alumnos Ayudantes. Este movimiento desempeñó una función fundamental al suplir la ausencia de muchos profesores que se marcharon del país.
Hacia la segunda mitad de los años 70 se produce un cambio estructural de la organización académica universitaria que generó las modificaciones generales siguientes:
Casi todas las antiguas escuelas se transformaron en facultades universitarias. De la Facultad de Humanidades, que contaba con siete escuelas, emergieron, como facultades independientes, Ciencias de la Información o Periodismo, Lenguas Extranjeras, Derecho, Filosofía e Historia, Artes y Letras, y un nuevo Departamento de Sociología.
Al reformular la estructura de la antigua Facultad de Humanidades, en mi opinión, se cometieron dos errores básicos que afectaron el desarrollo de las ciencias sociales en general, incluidas las humanidades. El primero fue eliminar el antiguo departamento de Sociología, que ya tenía las condiciones para convertirse en facultad. Más de veinte años después, cometíamos con Sociología el mismo error en que incurrieron los soviéticos en la década de los 50. También, en 1976, sería eliminado el entonces Departamento de Antropología.
Posteriormente, se fundaría otro departamento de Sociología, que aún hoy no ha logrado acumular la experiencia académica del primero. Estas decisiones estuvieron vinculadas a concepciones dogmáticas subyacentes en el llamado Departamento de Marxismo-Leninismo, del Ministerio de Educación Superior (MES) y cierta corriente ideológica, compartida entonces dentro de la estructura partidaria y alimentada por un grupo de viejos e ilustres profesores de la propia Universidad habanera, apoyados por instancias externas, las mismas que preconizaron la liquidación del primer departamento de Filosofía y la eliminación de la revista Pensamiento Crítico. Se trataba de una lucha ideológica que se libraba entre los que pretendíamos ir más allá del llamado” marxismo clásico” importado de Europa socialista, y los que pretendían, sin negar ese marxismo, tomarlo para asentar más la teoría en nuestras experiencias nacionales.
El segundo error se cometió al unir a la antigua Escuela de Historia con el nuevo Departamento de Filosofía (llamado entonces de Marxismo Leninismo), a lo que se sumó también la antigua Escuela de Ciencias Políticas. Se sacrificó así el nivel ya alcanzado por la primera, que estando entre las que más se destacaba por su claustro, hubiera podido convertirse en una facultad, uniéndola con Filosofía y Ciencias Políticas, que pudieron haber quedado como simples departamentos de servicio docente.
Para esa época dominaba en la mayoría de las áreas de Ciencias Sociales y Humanidades, excepto en Economía, lo que podemos llamar una corriente “docentista” que priorizaba a ultranza la docencia y ponía muchos obstáculos teóricos y estructurales a la investigación. Fue el periodo en el que el compañero Fidel fundó los conocidos Equipos de Investigaciones Económicas, en el Instituto de Economía de la Universidad de La Habana.
Por su parte, dentro del vicedecanato de investigaciones de la antigua Facultad de Humanidades, se crearon varios Grupos de investigación, como el de América Latina, Religión, Estudios cubanos, África y Medio Oriente, y Estados Unidos, que en su mayoría devendrían Centros de Investigación.
Para entonces, la confrontación entre docencia e investigación llenó un espacio importante en la lucha ideológica dentro de la antigua facultad de Humanidades y de la Universidad de La Habana en general. No pocos defendían la absolutización de la docencia como la única tarea fundamental; otros defendían la idea de que sin investigación la docencia no tendría la calidad necesaria para cumplir con el cometido científico que debía desempeñar la universidad.
Como mencioné anteriormente, el primer error histórico fue disolver el Departamento de Filosofía y la revista Pensamiento Crítico, dos acciones de las que nunca podremos arrepentirnos lo suficiente, pues tanto el departamento como la revista habían servido para llevar por un camino propio e independiente a las ciencias sociales y humanísticas cubanas. Esta decisión respondió más a ciertas actitudes de dogmatismo, ortodoxia negativa y de enfrentamiento político-ideológico mal interpretado y comprendido, que a necesidades reales de defender la ideología de la Revolución.
La Revolución estaba en peligro entonces, como lo ha estado siempre; pero, para la época, el riesgo ideológico provenía de la confusión entre la defensa de un marxismo importado o trabajar inteligentemente para generar nuestra propia versión.
La corriente dogmática triunfó como resultado de la influencia soviética, con no pocos representantes entre nosotros. La experiencia particular que habría de conducirnos por los ya exigidos caminos propios, se frustró. A esto siguió una época de confusión ideológica y hasta de cierto “oscurantismo”, que comenzaríamos a superar con posterioridad a la implosión de la URSS y el resto del llamado campo socialista. No tuvimos más remedio entonces que tratar de andar por nuestros propios caminos, aunque ello no hubiera significado nunca una renuncia al marxismo verdadero.
Se trató de una historia, que, en el contexto político-ideológico entonces prevaleciente, siempre sería posible repetir, como ocurrió pocos años después, cuando fueron desmembrados otros centros de estudio: CEA, CENTRO DE ESTUDIOS DE ASIA Y OCEANIA, Europa y África más tarde. Solo se mantuvo el Centro de Estudios sobre Estados Unidos. Más tarde desaparecería también el Departamento América, a cargo de los asuntos de los Estados Unidos, dentro de la estructura del Partido.
 
Ahora, mirando al escenario cubano actual y los desafíos de futuro (científicos, culturales y políticos) que plantea para el espacio universitario, ¿cuáles son las virtudes y problemas de la universidad cubana de hoy?, ¿cuáles son sus propias esperanzas en la universidad cubana para el futuro inmediato?
Hoy pretendemos restañar los errores y solucionar las ausencias, pero de un modo que no considero acertado. Tratar de gestionar y formular la política exterior solo desde las instituciones del gobierno no resulta un buen método para enfrentar la experiencia de siglos que se nos viene encima. Además, la experiencia acumulada, en mi opinión exitosa, no dice que las instituciones de investigación vinculadas a los temas de política exterior deban estar dentro de los organismos gubernamentales. Esto se convierte en una trampa, porque el enemigo, afanoso por acercarse a las interioridades de nuestro proceso de formulación de política, conoce de antemano dónde buscarlo; sabe dónde está, de dónde sale, quiénes participan. Años atrás, eran tantos los centros participantes, las correlaciones gobierno-instituciones académicas, “bajo cuerda”, que no era posible saber dónde estaba la verdad y dónde la “mascarada”.
Así, desaparecieron áreas del campo de las ciencias sociales y humanísticas y del campo de las Relaciones Internacionales que habían logrado un nivel de desarrollo que indicaba que, dentro de la Isla, el marxismo leninismo y la formación de política lograrían tomar sus propios caminos, y se evitaría la copia del marxismo soviético, que lamentablemente prevaleció por muchos años y produjo un retraso en las ciencias sociales y humanísticas en Cuba que solo recientemente hemos comenzado a superar. Creo que ahora necesitaríamos mucho de casi todo eso que eliminamos.
Esta recuperación, en parte, se va logrando sobre la base de un proceso de producción científica de nuestras Ciencias Sociales y Humanísticas, e internacionales, que en ciertas instituciones académicas miran mucho más hacia nuestras realidades propias y sus particularidades históricas, que a las experiencias ajenas; aunque no es posible despreciar lo que estas experiencias contribuyeron a nuestra actual formación, que nos enseñó a formular política, sin que nos la adivinaran tan fácil. Aunque solo fuera ello necesario para no repetir las cuestiones negativas del periodo analizado.
No estoy en condiciones de explicar cómo fue este proceso en el resto de las universidades, pero sí puedo afirmar que lo ocurrido en la Universidad de La Habana y otros centros de La Habana afectó a todo el país, tanto por las instancias y niveles de donde provinieron los errores cometidos, como por las afectaciones a La Universidad habanera que siempre fue una institución líder en los campos mencionados.
Sin dudas, aquellas decisiones produjeron un daño casi irreparable al desarrollo de las Ciencias Sociales y Humanísticas y de las Relaciones Internacionales, particularmente, en la Universidad de La Habana, pero también en el país, de lo que no ha sido posible aún recuperarnos totalmente.
No hay más que observar detenidamente las dificultades en que se encuentran las Ciencias Sociales y Humanísticas en el resto de nuestros centros de educación superior. No se ve que necesitaríamos campos del conocimiento que aún están en pañales, como son los estudios raciales y los de Estados Unidos. Hace ya tiempo se ha alertado acerca de la necesidad de que en cada universidad exista al menos un Grupo de Trabajo que le haga frente a estos temas para dar atención a la avalancha de visitantes que ahora exploran nuestras Universidades.
Adicionalmente, me pregunto ¿cuánto de lo valioso que se publicaba y se publica en Cuba hoy, será utilizado en las aulas?; y pienso en los libros de muchos de esos profesores de los que se ha prescindido, o de revistas especializadas que incluyen la ensayística histórico-social y el debate actual, como TemasCasa de las Américas, Caminos, Catauro, La Gaceta, Unión y otras. He constatado que muchos estudiantes conocen nuestros trabajos solo después de que se gradúan, o porque los descubren casualmente en Internet. Claro, no es algo que pueda demostrarse estadísticamente, pero estoy seguro que la producción en materia de literatura llega a las aulas de las Facultades de Artes y Letras más fluidamente que la de la problemática política, social y de relaciones internacionales, relaciones raciales y sobre los Estados Unidos, a las áreas académicas de Filosofía, Derecho, Historia, Sociología y Comunicación social y otras.
Mención especial merece, que trabajos enfocados al tratamiento de la problemática de las relaciones raciales en Cuba apenas circulan en nuestras universidades. Por lo que ese lado complejo y “oscuro” de nuestra cultura, apenas es enfocado en nuestros estudios universitarios.
¿Cuánto de lo positivamente crítico para el desarrollo de la Revolución y del país se pierde para la lectura de nuestros estudiantes y nuestro pueblo?., sobre todo si tomamos en consideración que la prensa nacional apenas lo publica de manera sistemática, y que, en años recientes y aun hoy, se adoptan decisiones políticas que limitan sobremanera la relativa independencia que se debe tener en estos campos de las ciencias para hacer avanzar la creación científica. Son varios los ejemplos de profesores que han sido objeto de represalias administrativas y políticas por criterios expresados, o por las publicaciones donde los han expresado. Creo que valdría la pena analizar esto detenidamente.
Tales acontecimientos son relativamente recientes, por lo que, en medio de las situaciones que hoy vivimos, no es posible pensar que las Ciencias Sociales y Humanísticas, e Internacionales, al menos en nuestras universidades, estén en condiciones de enfrentar fuertemente los nuevos desafíos, ante la guerra cultural con los Estados Unidos en la que ya estamos inmersos.
Solo la facultad de Economía pudo, en cierto modo, librarse de los errores, al contar con una fuerte tradición curricular, un profesorado más cercano a la investigación, y un claustro que no pudo ser llevado a seguir la línea que si fue impuesta en otras áreas. Allí, por iniciativa del Comandante en Jefe Fidel Castro, docencia e investigación tendieron siempre a marchar juntas.
En particular, la Universidad de La Habana, que cuenta todavía con un fuerte potencial científico en las ciencias sociales y humanísticas, hoy atraviesa una situación en la que la mayoría de sus profesores en esos campos, apenas aparecen en los eventos científicos o en los medios, apenas producen resultados de alta calidad, y casi no escriben ni opinan sobre los fenómenos actuales del país. La inmensa mayoría de los que logran hacerlo, es porque han buscado refugio para la creatividad en otras instituciones fuera de las universidades para evadir la madeja burocrática académica y de cierta intolerancia hacia la crítica que a veces domina nuestras instituciones universitarias. Así, las personas que más se destacan en el campo de las ciencias sociales y humanísticas en nuestro país, por lo general, ya no están dentro de las plantillas universitarias. Historiadores, economistas, sociólogos, politólogos, internacionalistas, etc., van buscando un espacio para la creatividad, la labor crítica y la creación científica, que por lo general no encuentran en las universidades.
No es difícil percatarnos de que, políticamente hablando, no se ha sido capaz de generar un ambiente de verdadera libertad de pensamiento, independencia académica y creatividad, que tan necesarios son para el avance de las ciencias sociales y humanísticas. Solo al margen de un ambiente viciado por el dogmatismo, la persecución del pensamiento propio e independiente y la sanción de toda idea que no comulgue con lo que es considerado por algunos como lo establecido, ha dado como resultado posible en estos años, la emergencia paulatina de un pensamiento saludable, crítico, creativo y salvador.
La enseñanza universitaria se va quedando sin sus mejores cuadros en el campo de las ciencias sociales y humanísticas, imposibilitados de sobrevivir en el ambiente que se ha generado para el pensamiento creador y la crítica revolucionaria de la realidad que nos rodea.
No me refiero a otros campos de la ciencia universitaria, como las Naturales y las Exactas, que no domino; aunque viví la realidad de que en ellas se está logrando mucho más. 
Con respecto a las Ciencias sociales y Humanísticas, de manera inmediata, dentro de la Universidad de La Habana, no tengo esperanza alguna de que la situación pueda solucionarse. Considero que urge investigar a fondo la situación y adoptar las medidas necesarias para que el potencial científico e intelectual, en el campo de las ciencias sociales y humanísticas, no se afecte y para que se pueda disfrutar, cuanto antes, de un ambiente de confianza, respeto y consideración política, que les permita a nuestros científicos sociales, desplegar la crítica revolucionaria, tal y como la ha reclamado el presidente Raúl Castro, y como lo necesita el país en estos momentos de sumo peligro para la supervivencia de la Revolución.
 
Nota: La segunda parte de estas entrevistas está disponible en http://bit.ly/2tcc1X3.  

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Algunos enemigos potenciales de las ciencias sociales en cuba.


Esteban Morales Domínguez
UNEAC



Hace algún tiempo que no escribo sobre fenómenos internos. Ahora volveré sobre ellos, para hablar de algunas ideas que me inspiro el último “Dialogar Dialogar”, dedicado al debate sobre las “Ciencias Sociales y Humanísticas en Cuba”. Tema inagotable, sobre el cual debemos continuar discutiendo de manera incansable. Debate al que debemos incorporar masivamente a todo el que nos sea posible.
Estas últimas ciencias tienen algunos enemigos potenciales. Y digo potenciales, porque solamente pueden actuar si nosotros se lo permitimos. Aunque alguno de ellos puede disponer de fuerzas suficientes para tratar de aplastarnos. Estas últimas fuerzas son aquellas que pretendan limitarnos en nuestras opiniones, o amedrentarnos para que solo digamos lo que es del agrado de algún sector de poder.
Estos potenciales enemigos pueden, ser entre otros, los siguientes.
1-   La burocracia. Que siempre contiene gente prejuiciada e ignorante, que oculta sus miedos, limitaciones e incapacidades intelectuales, bajo la sombrilla del ejercicio del poder. El “burócrata”, que es una categoría muy específica y experimenta una animosidad casi genética contra el científico, y el intelectual en general.
2-   La autosuficiencia. Siempre presta a hacernos creer que nos lo sabemos todo y que no es necesario aprender de nada ni de nadie.
3-   El prejuicio. Que no deja al pensamiento volar.
4-   La cobardía. Siempre tratando de frenarnos frente a la necesidad de trabajar con las verdades.
Nuestras Ciencias Sociales y Humanísticas han padecido y padecen aun de todos esos males.
“Las ciencias sociales pertenecen a un tipo de actividad diferente de la política. No solo diferente sino independiente de la actividad política, aun cuando están en estrecha interacción.” (Revista Contracorriente…).
“Pero ello no significa que tenga que haber coincidencia entre las ciencias sociales y los puntos de vista de la política”. (Contracorriente…).
“La política está muy entrelazada con la coyuntura, por tanto, su lenguaje está vinculado a unos códigos que permanecen mucho tiempo y se desfasan en ocasiones del estado real que alcanza el desarrollo de las relaciones políticas. Pero las ciencias sociales pueden ayudar mucho a buscar alternativas, nuevos lenguajes y códigos, para en función de objetivos estratégicos, sacar a la política del atolladero”.
Razones por las cuales, hay que defender las diferencias entre Ciencias Sociales y política y sobre todo, la independencia relativa de la primera respecto de la segunda.
Dentro de esa relativa independencia de las Sociales de la política, hay que defender que los resultados de las ciencias sociales y humanísticas tienen varios canales de entrada a la vida social.
Entre ellos, como los más importantes, los siguientes:
-La publicación y divulgación de sus resultados.
-La formulación de política y la toma de decisiones.
-El consumo social de sus resultados.
No obstante, no existe un divorcio, pero aun lamentablemente, estamos muy lejos de haber alcanzado una articulación adecuada entre ciencias sociales y política, asunto que consideramos como vital para la supervivencia del proyecto social cubano. Sobre todo, encontrándonos a la entrada de un periodo histórico, donde la guerra a librar es esencialmente cultural.
El papel más frecuente de nuestras ciencias ha sido el de diagnosticar y no el de pronosticar. Claro, que ello tiene mucho que ver aun con la cobardía y el oportunismo, en no pocos de nuestros científicos sociales, de esperar por el discurso político, para no equivocarse, o no ser objeto de represalias. Lo cual nos queda muy mal, sobre todo, cuando resulta que es el discurso político el que se ha equivocado.
La ciencia tiene que prever, adelantarse, ciencia que no pronostica no es ciencia. Pero esto último resulta mucho más difícil en las Ciencias Sociales, más cercanas de la política y donde el factor subjetivo tiene una función de primer orden.
Las ciencias sociales y humanísticas tropiezan con dificultades muy particulares y específicas, por su cercanía de la política, que es también decir del poder.
Además, cuando como resultado de su propia naturaleza y juventud, las ciencias sociales y humanísticas presentan un menor desarrollo relativo que el resto de las ciencias en el país. Compleja situación que hay que tratar de solucionar. Dado que se trata de un muy serio problema para un país que pretende una dirección consciente de los procesos en lo social. Y cuando históricamente hemos padecido el estereotipo, de que, en nuestro país, cuando se habla de ciencia, salvo que se especifique, se está hablando solo de las ciencias naturales y exactas.
Por ello se necesita de una ciencia social que pronostique y contra ella conspiran un conjunto de fenómenos de orden del nivel de nuestras propias ciencias sociales, pero también de orden político-ideológico y cultural.
¿De que modo avanzar, todo lo rápido que necesitamos, si los políticos ejercen, no pocas veces, una presión burocrática, engavetando el resultado de las investigaciones, frenando su publicación y conocimiento, o tomando represalias contra opiniones emitidas por las ciencias sociales, sobre todo si sus noticias no son buenas?
Además, ha habido entre nosotros una confusión excesiva entre ciencia y política, que se traduce en la confusión entre discurso político y discurso científico, lo cual ha traído como resultado, más su contraposición, que su complementación.
Los científicos no pocas veces se acobardan y se auto limitan en decir las verdades; los políticos utilizan no pocas veces su poder, para tratar de imponer a las ciencias sociales discursos que no contradigan a la política. Lo que a su vez ha traído como resultado esa gran confusión entre discurso político y discurso científico. Que termina por afectar el vínculo entre la ciencia y la política. (Ver en mi blog. Ciencia y Política: un duo complejo. )
Durante estos años, hemos avanzado, yo diría que bastante, en la investigación sobre Cuba, que debe ser el centro de nuestro quehacer científico, pero todavía restan asuntos que ni siquiera son apenas abordados. Como la problemática de las relaciones raciales. Uno de los temas en que presentamos mas atraso en su tratamiento científico. De modo que en nuestra educación superior no existe un abordaje de las relaciones raciales en Cuba, que nos diga que disponemos de un “techo científico” que permita asesorar seriamente a la política. Existen trabajos aislados, individualidadades brillantes, resultados investigativos relevantes, pero falta aun la masiva atención y sistematicidad en el tratamiento del tema. Mucho menos un abordaje que nos permita pronosticar en el tema.
Debemos tener claridad en que no vale la pena recrear el conocimiento científico si ello no es útil para proyectarse en el futuro. Si no sirve para adelantarse a lo que pueda ocurrir. Lo cual en el caso de Cuba es cuestión de vida o muerte. Sobre todo, tratándose de temas referidos a la realidad interna cubana, a su economía en particular y a la confrontación con Estados Unidos.
Si ese trabajo científico no es de utilidad para construir herramientas, que tanta falta nos hacen, para pronosticar los acontecimientos y tenerlos agarrados antes de que ocurran. Para lo cual, no basta con el análisis de la coyuntura, sino que se hace necesario “modelar” la realidad, para lograr pronosticar su posible comportamiento. Asunto muy difícil en nuestras actuales ciencias sociales, aunque no imposible de lograr.
Nuestras ciencias sociales tampoco avanzan lo suficiente por su falta de integralidad; que para mí es lograr la capacidad de apropiarse de los instrumentos de análisis que se desarrollan por otras ciencias .En lo cual nuestras ciencias sociales están muy atrasadas .Las ciencias sociales cubanas ganarían mucho en integralidad, cuando sean capaces de apropiarse del instrumental analítico desplegados por otras ciencias y alrededor de las ciencias matemáticas en particular: Programación Lineal, Estadística Matemática, Procesos estocásticos en general, Redes Neuronales.etc.
La insuficiencia anterior que aun no logramos superar, tiene que ver con un mal casi endémico dentro de nuestra educación, en particular dentro de la educación superior. En la que muchos estudiantes seleccionan como campo de su formación a las ciencias sociales y humanistias por considerarlas más fáciles; craso error. O por la tendencia a introducirle a los muchachos en la cabeza, que las Ciencias Naturales y Exactas son las más difíciles. O simplemente huyéndole a las matemáticas. Por lo cual, nuestro modelo de enseñanza en ese aspecto, esta torcido. Pues ello nos limita mucho para la formación de investigadores, que vean a la ciencia como una sola y que no establezcan compartimentos estancos y prejuiciados dentro de ellas.
Si el estudiante es preparado con esa deformación que le introduce el propio sistema educacional, estamos simplemente comprometiendo el futuro de nuestras ciencias. Pues la investigación científica recibirá un producto no idóneo para avanzar.
En resumen, hay que alcanzar la preparación y el dominio del instrumental que nos permita “modelar” en las ciencias sociales, porque en definitiva, lo más importante que puede hacer la ciencia,  en cualquier campo del conocimiento, es aportar algoritmos, leyes, métodos de comprensión de la realidad. Pues es lo único que nos  permitiría  ser predictivos,   cuando nos movamos en el campo de las ciencias sociales y humanísticas, dentro de las cuales el factor subjetivo tiene tanta importancia. Ese factor subjetivo tan difícil de aprehender .Pero que desempeña un papel vital en estas ciencias.
Las Ciencias Sociales en realidad son las más difíciles, por el papel del factor subjetivo en ellas, el fenómeno de la conciencia; porque su laboratorio es la propia sociedad y porque este ultimo solo puede ser construido a escala y de manera artificial, para lo cual hace falta la selección de muestra, la Estadística Matemática y otros métodos. Razón por la cual, las ciencias sociales son las más complejas, difíciles, más atrasadas y por además, nuevas. Incluso, porque se requiere para el trabajo dentro de ellas, de una acumulación de lecturas, revisiones bibliográficas e informativas, conocimientos acumulados durante años, e integralidad en el proceso de autoformación, como no se exige para ninguna otra ciencia particular.
Lo último a lo que me quiero referirme ahora, es a la cierta relación “incestuosa” de las Ciencias Sociales y Humanísticas con la política y entre los científicos sociales y los políticos. Lo que tanto nos ha abrumado y retrasado en estos años. Ha provocado tantas equivocaciones y tanto sufrimiento le ha traído aparejado a muchos de nuestros científicos sociales.

Recordemos la historia del Departamento de Filosofía y la desaparición de la Revista pensamiento Crítico así como la eliminación del Departamento-Escuela de Sociología, todos en La Universidad de La Habana, durante los años setenta. O la “Historia del llamado “Cubanologo sin Carnet”, cuando fueron desmembrados los Centros de Estudios de América y el Centro de Estudios Europeos. Lo que sin dudas provoco un retraso de más de 10 años en el desarrollo de nuestras Ciencias Sociales y Humanísticas en nuestro País.1[1]
La Humanidades, la literatura y las artes en particular, tuvieron también su llamado “quinquenio gris”, historia ya recogida, en lo cual sería imposible aquí adentrarnos. Pues haría demasiado largo este ensayo.

Todo lo cual estuvo muy ligado al sectarismo, el dogmatismo, la ignorancia y la polémica con la enseñanza del marxismo; ciertos métodos de trabajo partidario de entonces, la búsqueda del camino del socialismo, la penetración dogmatica soviética en nuestras ciencias sociales y humanísticas; el alejamiento de las raíces culturales históricas; el desdén por los resultados de las ciencias sociales y humanísticas que no vinieran del campo socialista; todo lo cual generaba un tipo de lucha ideológica interna, que tendía a confundir ciencia, política e ideología, dentro de un discurso por el que siempre se esperaba para no equivocarnos. Lo cual tendía a generar un quietismo que paralizaba el estudio crítico de nuestra realidad concreta, lo que en definitiva frenaba aquello que debía ser la búsqueda perenne para producir la mescla dialéctica de lo nacional y lo internacional en la búsqueda de nuestro modelo propio de socialismo.

En la Sociología en particular, estaríamos más avanzados, si no hubiéramos cometido los errores de la segunda mitad de los año setenta. Cuando volamos en pedazos al antiguo Departamento de Sociología, con 15 años de experiencia. Repitiendo así los errores cometidos en la URSS 20 años antes.
Además, creamos el engendro de una Facultad de Filosofía E Historia, solo por una cuestión burocrática de no agregar más facultades. Errores todos a los que no pocos trataron de oponerse, pero que el Ministerio de Educación Superior Y el Departamento de Educación y de Educación Interna del Comité Central del Partido contribuyeron a cometer, haciendo caso omiso a los que sabían que se trataba de un craso error contra el futuro desarrollo de las ciencias sociales cubanas.

También ha operado, con mucha fuerza, la confusión entre Marxismo Leninismo y Ciencias Sociales; entre discurso científico e ideología revolucionaria, confundiéndola con el Marxismo leninismo y el discurso político, lo que produjo durante mucho tiempo, el fenómeno de que equivocarse en las ciencias sociales era prácticamente equivalente a equivocarse con la ideología del partido. Lo cual no se ha independizado aun totalmente. Sobre todo, cuando se ha tratado de criticar asuntos de la economía u otros aspectos de la realidad interna, como fueron recientemente los problemas con la corrupción.

Se ha avanzado mucho durante estos años, pero esclarecer en la práctica política cotidiana las diferencias y correlaciones entre marxismo-leninismo, ciencias sociales, ideología y discurso político, es un reto que aun esta por ser vencido en su totalidad. Pues aun produce sus víctimas.

Continua existiendo políticos que creen que pueden “ordenar”, pedir a los científicos sociales su opinión para justificar las políticas;   han monopolizado lo que se investiga, teniéndolo en  una gaveta todo el tiempo que desean, como tuvo lugar con las investigaciones del Centro de Antropología; olvidándose continuamente de que la producción de nuestras ciencias es también y en primer lugar para la sociedad. Criticándonos cuando no decimos lo que les gusta, o mandando a “sancionarnos” cuando decimos lo que no les gusta.
Ese control de la Ciencias Sociales, heredado de los ex países socialistas, en particular de la antigua URSS, y que tanto daño nos ha hecho en estos años, tiene que terminar de desaparecer. Porque en realidad la ciencia solo produce de verdad, para hacer avanzar la economía, la política y todo lo demás, cuando esta se hace dentro de un ambiente de confianza, libertad y democracia. Esa relación incestuosa, de que hablamos, tiene que terminar.
Además, eso de que las ciencias sociales sirven solo si solucionan algún problema práctico, tiene que acabar. Las ciencias Sociales tienen que trabajar desde el origen de los proyectos investigativos y también para sí mismas. De lo contario como se van a desarrollar. ¿Prestándole atención solo a las investigaciones para la práctica social? ¿Y sus investigaciones fundamentales, donde quedan? Esto último ha terminado entendiéndose bastante  bien para el resto de las ciencias, pero en las Ciencias Sociales, aun es un problema sin resolver de manera total y que compromete el desarrollo de las Ciencias Sociales.
Tal vez se piensa aun por algunos, que manteniendo un férreo control sobre la producción científica de las Ciencias Sociales, es como más se avanza. Lo cual es un absurdo. Si el científico social no tiene la libertad de producir y esta siempre acosado por el miedo de decir algo que no sea del agrado de algunas estructuras de poder, o que contradiga a la política; sus resultados no servirán para nada. ¿Cómo hallar alternativas para superar los errores de la política, si el científico social siempre debe equivocarse solo cuando la política también equivoca? ¿Cuál es la alternativa? ¿Equivocarnos todos y hundir al país?
Me parece ver ya una importante superación de estos problemas planteados, se observa, desde hace algunos años, un ambiente más abierto y propiciatorio para la creación, pero aun a niveles que resultan todavía insuficientes.
Un ejemplo de lo anterior es nuestra propia prensa, en la que la critica está bastante ausente. No aprovechando casi nada, el amplio y atractivo caudal de análisis crítico que está en buena parte de nuestra intelectualidad revolucionaria.
La prensa nacional sigue sin publicarle a la inmensa mayoría de los intelectuales cubanos, desaprovechando también un extraordinario potencial para su propio mejoramiento y ampliación del interés de nuestra población por leerla. Y como si fuera poco, regalándole a la prensa extranjera muchas de nuestras producciones intelectuales.
Se prefiere el artículo de un intelectual extranjero, en lugar de darle espacio al que se escribe en Cuba.
Creo que todo ello es resultado de que hace más de cuarenta años asumimos una estructura para la conducción de nuestra prensa, que ya resulta obsoleta. Por lo cual, hasta que no “volemos en pedazos” esa estructura, junto con los que se acostumbraron a ella, no solucionaremos el problema.
O nuestra prensa alcanza el nivel que ya le están exigiendo las condiciones en que ahora se desenvuelve el país, o será una de las responsables de que no logremos lo que nos hemos propuesto.
De los problemas planteados al principio solo nos quedaría rendir cuentas con los prejuicios y la autosuficiencia. Males que están presentes, tanto en los políticos como en los científicos, pero que entre los científicos ocupan un lugar prominente.
He visto a no pocos científicos que presentan prejuicios con determinados temas; por ejemplo, con el tema racial, lo cual les limita para echar a volar su pensamiento. A un científico nada le debe ser ajeno y el científico con prejuicio para lo primero que no sirve es para la ciencia. Un científico debe siempre estar dispuesto y preparado para que su pensamiento vuele hacia los rincones más apartados. Un científico que no se asume o le tiene miedo a un tema, está incapacitado para asumir las complejidades del trabajo científico.
Un científico autosuficiente, que cree saberlo todo y piensa que no necesita aprender de nada, está anulado para la adquisición de nuevos conocimiento y por tanto para la ciencia. Porque el conocimiento es infinito; comienza con el nacimiento y termina con la muerte.
Julio del 2017.





1[1] Lo de los 10 años, viene de haber comprobado en nuestra experiencia del CESEU, que solo después de ese periodo de preparación, es que un investigador adquiere la experiencia necesaria para comenzar a producir intelectualmente. ( Nota del Autor )

Cuba: algunos desafios de su desarrollo cientifico.

Dr. C. Esteban Morales Dominguez.
UNEAC

Cualquier reto de nuestra sociedad 
que no atendamos en nuestro pensamiento, 
se vuelve contra nosotros.
 



Las ciencias sociales y humanísticas cubanas, arrastran ciertos desafíos que no son exclusivamente nuestros, y otros, que sí parecen tener sello de ciudadanía.
Algunos de esos retos tienen que ver con asuntos tales como: las relaciones entre política y ciencias sociales; las ciencias sociales y la cultura política, la coyuntura y el largo plazo en el análisis de las ciencias sociales. A esos asuntos nos referiremos en otros trabajos, en éste abordaremos lo relativo al vínculo entre las ciencias sociales y las ciencias naturales, especialmente con las matemáticas. Así como también dedicaremos algún espacio al enfoque científico de la educación superior.

Cuántos de los que ejercen su actividad en el campo de las ciencias sociales y humanísticas, lo han seleccionado huyéndole a las llamadas ciencias naturales y exactas, en particular a las Matemáticas. Si se trata de un profesor, trasmitirá esta herencia a sus alumnos, con la consiguiente reproducción en los mismos de la separación entre las ciencias y de otros prejuicios que nos aquejan. No poco de lo que hoy sufrimos, viene de esos orígenes, así como también de considerar a las ciencias naturales y exactas, erróneamente, como las ciencias “duras”, por lo que el resto serían entonces las “blandas “.

Resulta del todo imposible hacer esa clasificación, nada científica y bastante peyorativa, por cierto. Pero no creo necesario emplear tiempo introduciéndonos a fondo en una polémica sobre la validez o no de esta clasificación, aunque creemos que no es válida.

Sin embargo, de lo que sí estamos seguros, es de qué ciencias como la Historia, la Economía Política, la Sicología o la Sociología, para sólo mencionar algunas de las más representativas y básicas, son más dificiles que algunas de las ciencias naturales y exactas. Habiendo sustanciosas razones para decir esto.

Entre otras importantes razones, porque se trata de ciencias más jóvenes, cuyo cuerpo de conocimientos se estructuró hace apenas 300 años; por no disponer éstas de un laboratorio construible de manera artificial, que les permita comprobar a escalas menores sus experimentos; por tener un gran vínculo con los problemas relativos a la conciencia y la subjetividad, así como un vínculo muy estrecho con la política, y por exigir de una acumulación de conocimientos, investigaciones y comprobaciones múltiples, antes de producir un resultado que sea aceptable científicamente y pueda tener utilidad social.

Por el contrario, las ciencias naturales y exactas trabajan directamente con la realidad objetiva. Aunque ésta pueda no ser apreciable a simple vista. Es posible con relativa facilidad dentro de un laboratorio, reproducir a escala sus actividades y recopilar una información que les permita adelantar los posibles resultados de sus experimentos, antes de que éstos sean llevados a escalas mayores. Es por eso que estas ciencias reciben el calificativo de exactas. Su capacidad de pronosticar los resultados a obtener en sus investigaciones es muy alta, algo muy diferente a lo que ocurre con las ciencias sociales y humanísticas.
No quiere decir lo anterior, que las ciencias sociales y humanisticas, no puedan tambien construir sus laboratorios (planes pilotos) pero se trataria de una muestra o segmento de la realidad misma y ello resulta mucho más complejo. Que no es posible continuar profundizando en el limitado espacio con que ahora contamos.

La responsabilidad exigida por ambos campos de la ciencia es igual de grande, pero la connotacion de sus posibles errores, es muy diferente. No hay dudas de que, si a un ingeniero se le cae un puente o a un físico nuclear le falla un experimento, se podrían producir pérdidas, incluso humanas, irreparables. Sin embargo, si un cientifico social comete errores al asesorar una política, sus consecuencias negativas no serían tal vez inmediatas, ni tan evidentes, aunque si es probable que puedan sentirse sus consecuencias por un periodo de tiempo bastante más prolongado.
La ciencia en su desarrollo impone retos nuevos de manera continua. Tanto al campo de las ciencias como totalidad, como a la sociedad.

Por ejemplo, ahora, el desarrollo de la llamada Nanotecnología, nos permite conocer que no es lo mismo observar en el macro que al micromundo. Ahora sabemos que un componente cualquiera de la “Tabla de Mendeleiev”, puede variar sus propiedades, según se le estudie en la medida macro o en la nano. Lo cual es un descubrimiento que tiende ya a revolucionar la ciencia, pero que también resulta un reto importante a enfrentar, no solo científica, sino también socialmente. Sobre todo, si tomamos en consideracion lo que eso representa, entre otros potenciales impactos, para los productores de materias primas de origen natural.

Una de las manifestaciones de las diferencias en los distintos campos de la ciencia, es que, por ejemplo, un físico con un descubrimiento importante, puede obtener el grado de doctor a los 25 años; sin embargo, a un científico social ello le resulta prácticamente imposible.

Tal diferencia no puede ser equilibrada solo a partir de la capacidad individual, sino que tendrá que ser resuelta tomando como base el desarrollo de las propias ciencias sociales, sus instrumentos de análisis y la velocidad a la que viaja la información; aspecto en el cual, con el desarrollo de la informática, se ha avanzado considerablemente. Todas las ciencias han logrado avanzar mucho en el campo de la obtención y procesamiento de la información, pero para las ciencias sociales y humanisticas, dado el carácter de su objeto de estudio, las ciencias informáticas, han significado una verdadera revolución en sus posibilidades. Sin que podamos decir aun, que hayamos alcanzado el potencial de aprovechamiento que estas ciencias posibilitan.

Por otra parte, nuestras ciencias sociales enfrentan tambien el reto de prestar mucha más atención a sus cuerpos científicos básicos, como la historia y la economía política, entre otras, tomando ejemplo de las ciencias naturales y exactas, que tienen una interconexión mucho mayor con sus ciencias básicas; las matemáticas, la física, la química y la biología. No existe entre estas últimas y el resto de las ciencias naturales y exactas, la desconexión con que frecuentemente nos tropezamos dentro de las ciencias sociales y humanisticas, con sus ciencias basicas, a pesar de que en éstas el tratamiento holístico, multidisciplinario e interdisciplinario y transdisciplinario resulta más necesario y hasta se podría decir que es ineludible.

Es más, facil encontrar entre nosotros a un “científico social” que desconozca la Economía Política, e incluso sienta temor de acercarse al contenido de esta ciencia, que a un “científico natural” que soslaye a las matemáticas u otras de su campo básico. Al parecer, esto tiene que ver con que un científico natural no puede sobrevivir, por ejemplo, sin las Matemáticas; mientras que un científico social cree que puede arreglárselas sin la Economía Política. Siendo la Historia la menos posible de soslayaren el campo de las ciencias sociales y humanísticas.

Quiere decir, que hay una mayor conciencia de la conexión que existe entre ciencias básicas y el resto de las ciencias en el campo de las ciencias naturales y exactas, que la que existe en el de las ciencias sociales y humanísticas. Lo cual representa un reto de consideración estratégica, porque descuidar a las ciencias básicas, es como descuidar la piedra angular del edificio de las ciencias y más que ello, su necesaria retroalimentación con los procesos dialécticos de integración y desintegración del conocimiento científico, la producción y aplicación de la ciencia.

Dice el filosofo ruso A. Meliujin, que la ciencia avanza vertical y horizontalmente, en un proceso dialéctico indetenible. No es posible entonces, avanzar en el conocimiento científico, si no es retroalimentando continuamente los campos básicos de la ciencia, las que a su vez reaccionarán produciendo nuevos conocimientos fundamentales. Además, porque estos campos básicos o llamadas ciencias basicas, constituyen la piedra angular de la formacion científica de aquellos que despues, al arrivar a las universidades y los centros de investigación, se dedicaran al trabajo científico. Siendo aquí entonces donde broten las deficiencias en la formación básica, evitando avanzar en el campo concreto de investigacion seleccionado.

Salta a la vista, por lo tanto, la importancia de la correlacion entre investigaciones fundamentales y aplicadas. Cosa ésta que comprenden muy bien los científicos de las ciencias naturales y exactas, pero aun insuficientemente los de las ciencias sociales y humanísticas.
Esta comprensión se complica aún más, debido a que hasta hace poco tiempo, se cometían con frecuencia, en nuestra politica cientifica, dos errores básicos: realizar en el campo de las Ciencias Sociales y Humanisticas, solo investigaciones aplicadas, o en ocasiones, poner a estas ultimas solo como simples complementos de las investigaciones a realizar en otros campos de la ciencia; ignorando que en las ciencias sociales y humanísticas, también se hace indispensable una adecuada correlación entre las investigaciones fundamentales y las aplicadas.Y que las ciencias sociales y humanisticas, pueden complementar los resultados obtenidos por otras ciencias, solo si ellas mismas participan, desde el principio, en la concepción y planeamiento de las investigaciones. Por lo contrario, tienen las ciencias sociales y humanísticas tanta personalidad como las otras ciencias, para concebir y desarrollar sus propias investigaciones, basicas o aplicadas.

Un aspecto específico dentro del cual se pone de manifiesto con especial agudeza los fenómenos arriba mencionados, es en el de las insuficientes relaciones existentes aun entre las ciencias matemáticas y las ciencias sociales y humanísticas; lo que es una de las razones por las cuales , por ejemplo, la modelación política , la linguística matemática y otras disciplinas, en las que las ciencias sociales y humanisticas utilizan, hace ya mucho tiempo a las ciencias matemáticas, presentan tan poco desarrollo en nuestro pais.

Ello tiene no poca relación, con los prejuicios que se desarrollaron en los ex paises socialistas, la URSS en particular, donde las aplicaciones matemáticas a las ciencias sociales, durante mucho tiempo, no gozaron de “simpatía”; particularmente, la Modelación Económico-Matemática, que se consideraba un mero intento por introducir el análisis marginal burgués neoclásico en el campo de la economía. Similar prejuicio existía con la Sociología, que fue considerada durante mucho tiempo, como una simple respuesta al Materialismo Histórico. Estas situaciones, por suerte, ya han sido superadas en nuestro país, pues trajeron como resultado, entre otros, un modo de abordar los problemas sociales en Cuba, a partir de modelos de análisis del llamado Comunismo Científico, con muy poca o ninguna relación con nuestras realidades concretas. (.1)

No puede olvidarse que el socialismo es concreto, por su propia naturaleza, por lo que no admite el traslado de modelos analíticos, que nada tienen que ver con la sociedad específica que se desea construir en nuestro país. Por otra parte, durante mucho tiempo en Cuba, no fuimos partidarios de investigar fenómenos de nuestra realidad que, según criterios prevalecientes, no tenían cabida en nuestra sociedad, tales como: prostitución, racismo, etc. La crisis económica de finales de los ochenta y principios de los años noventa, contribuyó mucho a esclarecer estos criterios.

De modo que las Ciencias Matemática, en particular, tienen hoy en Cuba una amplia utilización, pero sólo en ciencias como la Economía, la Sociología, la Psicología la Demografía y la Geografía, entre otras. Mientras que, en la Historia, las Ciencias Jurídicas, la Filosofía y las Relaciones Políticas Internacionales, apenas se aplican.

Entonces, se hace necesario, por lo tanto, valorar el desarrollo de las ciencias sociales y humanísticas hoy en Cuba, no sólo por sus resultados, sino también por el desarrollo de sus capacidades para apropiarse instrumentalmente de los adelantos científico-técnicos que se hayan obtenido en otros campos de la ciencia, poniéndolos al servicio de la investigación de la sociedad cubana. En particular también, por su capacidad para utilizar a las Ciencias Matemáticas como instrumentos de prolongación de las capacidades analíticas de las ciencias sociales y humanísticas. En este campo es mucho lo que debemos aprender aún en las llamadas ciencias sociales burguesas, amén del carácter a veces un poco árido y superficial que adoptan en las mismas sus aplicaciones matemáticas.

Ese criterio que tienen los físicos --aunque no son los únicos-- de que todos los análisis deben terminar en un número, en una cantidad, puede ser muy válido para esa ciencia, e incluso, para el resto de las ciencias naturales y exactas, pero no necesariamente para las ciencias sociales y humanisticas, en las que las matemáticas, presentan todavía un muy limitado campo de aplicación, al menos en nuestro país.

Decía ese genio mundial, que respondía al nombre de Albert Einstein, que, “... no todo lo que cuenta puede ser cuantificado, ni todo lo cuantificable cuenta...”; aunque es cierto que la cantidad es lo que cuestiona y transforma la calidad, trocándola a veces en su contrario y por eso la cuantificación es tan importante. Pero, sin embargo, ello no quiere decir, que esa sola (cuantificar) sea la función de las Matemáticas, ya que ellas tienen que ver sólo con la cantidad y pueden jugar un papel fundamental como instrumento de análisis de las ciencias sociales y humanisticas. Las ciencias matemáticas ofrecen una capacidad analógica, que no puede ser despreciada por las ciencias sociales y humanisticas.

No basta con utilizar a las Matemáticas como simples “pinceles” de pura ilustración cuantitativa, sino que, sobre la base del conocimiento a fondo del objeto de investigación y con una formación matemática adecuada ser así, le es posible al investigador detectar aquellos algoritmos, conexiones, isomorfísmos e interrelaciones, biunívocas o no, dentro del objeto de estudio, que le permiten determinar en qué momentos o planos del análisis esta ciencia puede desempeñar un papel importante como instrumento de prolongación de las capacidades analíticas de las ciencias sociales y humanísticas.

La abstracción es y será aún, el método por excelencia de las ciencias sociales y humanísticas, pero auxiliándose de las Ciencias Matemáticas, es posible descubrir conexiones dentro de los fenómenos estudiados, que nos pueden aportar mucho para lograr resultados, que solo un análisis cualitativo puro no aportaría. Se trata de la relación entre lo cuantitativo y lo cualitativo, que se expresa aquí con particular fuerza.

El comportamiento de la relación entre cantidad y calidad, en las ciencias sociales y humanísticas, está determinado por el campo específico de su aplicación. El potencial cuantitativo no absolutizado del análisis deviene en un instrumento que sirve para descubrir nuevas cualidades. Se trata de la ley de la transformación de la cantidad en calidad y viceversa, o llamada ley de los cambios cualitativos y cuantitativos.

Las propias leyes matemáticas toman sus expresiones particulares en el campo de las ciencias sociales y humanísticas. Ningún instrumento lo es por sí mismo, sino por el campo de su aplicación; es el campo concreto de aplicación, lo que hace del instrumento lo que es, y así se comportan las Matemáticas dentro de las ciencias sociales y humanisticas.

No hace mucho discutiamos con los físicos en nuestra Universidad sobre estos problemas y se ponía de manifiesto la limitación, de que para ellos el análisis matemático significa que todo debe terminar en una cantidad, en un número.

Algunos matematicos y físicos, con los que hemos hablado, comprenden esto bien, pero otros tienden a pensar que las leyes matemáticas y sus principios, por ser “simplemente” universales, no pueden sufrir ninguna modificación en sus formas de expresión. Es cierto que se trata de principios universales, pero esa universalidad es sumamente compleja, teniendo variados campos específicos de manifestación. Pero, además, porque dialécticamente la cantidad se niega reafirmándose y se reafirma negándose, pues el universo es uno, pero extraordinariamente diverso al mismo tiempo.

En cuanto a la morfología, las ciencias matemáticas, cuando son aplicadas a otros campos del conocimiento, tan diferente al de las ciencias naturales y exactas, como lo son los del campo de las ciencias sociales y humanísticas, estas producen fenómenos, formas de manifestacion de sus leyes y de sus principios generales, que, en el campo de las ciencias naturales y exactas, a veces, no tendrían sentido. Pues se trata de formas de expresión, cuyo significado solo podría hallárselo un científico del campo concreto de investigación en que están siendo aplicadas.

No es algo posible de discutir a fondo, en el breve espacio de este artículo, pero defendemos la tesis, de que las ciencias sociales y humanisticas en Cuba, tienen mucho que decir aún en el campo de la aplicación de las Ciencias Matemáticas a sus objetos de investigacion; que van, desde el hecho que las relaciones económicas no están situadas exclusivamente en el primer cuadrante del eje de coordenadas, hasta el que una variable --dependiente e independiente al mismo tiempo-- puede reaccionar sobre sí misma, lo que visto de manera puramente matemática podria parecer un absurdo, pero que, por ejemplo, en el campo de la Modelacion Politica, tendria total sentido.

Pueden surgir aportes a las propias Ciencias Matemáticas, cuando éstas son aplicadas a los fenómenos sociales.Lo cual no hace sino poner de manifiesto, que en definitiva, la ciencia es una sola --y diversa al mismo tiempo--, por cuanto todo el resultado de la ciencia va a dar al mismo lugar; el hombre, su entorno natural y social y el campo de su subjetividad, reafirmando que si el universo es uno solo, la ciencia también lo es; pues las ciencias particulares y sus multiples interpenetraciones, no son mas que planos del conocimiento de la realidad y de la subjetividad que siempre le acompañan.

Son muchos los retos que aún enfrentamos, pero con lo dicho hasta aquí, creo que se hace necesario reaccionar sobre los currículos de nuestros procesos de formación académica, para comenzar a resolverlos.
Por último, existe un asunto al cual deberemos prestar atención detenida. Se trata de la formación universitaria, la que no puede ser enfocada, prioritariamente, sobre la base de una formación para el empleo, sino el de una formación educacional para la ciencia. Es la ciencia la que debe ser el centro de la formación educacional y no el empleo. Siendo lo único que nos salvaría de estar siempre en condiciones de responder a una dinámica, donde la técnica, cambiando continuamente, nos exige estar siempre preparados para asimilar continuamente la dinámica del desarrollo tecnológico.

Julio 17 del 2017.