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domingo, 30 de septiembre de 2018

TRUMP: ¿UN DISCURSO PREDECIBLE?


Esteban Morales Domínguez

El discurso del Presidente de los Estados Unidos, no ha sido inesperado. Por suerte, Trump es predecible.
Su discurso fue coherente con la visión que tiene de lo que debe ser el mundo. Un mundo para Estados Unidos, por encima de todo y de todos.
Muy pocas veces es posible ver a un Jefe de estado ser tan cínicamente coherente en lo que dice. Que diga tantas verdades a medias y una colección de mentiras, sin inmutarse y en tan poco tiempo. El actual presidente de Estados Unidos, es capaz de eso y de mucho más. Como tirar paquetes de papel sanitario a las víctimas del huracán María que acabó con Puerto Rico.
Les faltó el respeto a todos los presentes, considerándolos como tontos. Menos a la embajadora de Estados Unidos en la ONU, que lo miraba con admiración. Muchos miembros del Departamento de Estado, sentirían no poca vergüenza ajena, al darse cuenta de que el Presidente hacia el ridículo ante los cientos de espectadores, nada menos que jefes de Estado y representantes de sus países, que llenaban la sala de Naciones Unidas.
Al decir, “En menos de dos años mi administración ha conseguido más que cualquier otra en la historia del Pais””, las carcajadas generalizadas fueron el sonido predominante en la sala, aunque no deben haber faltado algunas discretas trompetillas.
Pero ese es Trump, por suerte, no está duplicado.
Es larga la lista de mentiras, ofensas y medias verdades, que repitió en esta ocasión.
-No acepta, según dijo, el Acuerdo del Cambio Climático, de Paris, porque tendría que contribuir con recursos monetarios para alejar un mal en el que no cree y del cual parece pensar que podrá liberarse.
-No acepta el Acuerdo Nuclear con Irán, que dice beneficia a este último en más de un 40%. El resto de sus Aliados que lo aceptan son tontos.
-Ha declarado una guerra comercial que parece no tener fin.
-Mantiene las sanciones contra Corea del Norte, a pesar de lo que han avanzado las dos coreas en sus relaciones pacíficas.
-No acepta las reglas de la Organización Mundial de Comercio que según él, no benefician en nada a Estados Unidos.
-No acepta la Comisión Internacional de Derechos Humanos. Y no volverá a ella, hasta que no la vea cambiar en la dirección de sus intereses.
-No acepta la Corte Penal Internacional.
-Presiona para cambiar las reglas del tratado de libre comercio
con México y Canadá.
-No acepta ningún cambio de las reglas de Naciones Unidas y en
particular de su Consejo de Seguridad.
-Se retiró del Acuerdo Asia-Pacifico.
-Según su versión, no está dispuesto a que le roben más el dinero a Estados Unidos.
Para Trump, estos organismos constituyen una burocracia internacional, que quiere dirigir a Estados Unidos y según dijo, no quiere que le dirijan el país desde afuera.
Todo ello lo hizo amenazando con sancionar y cortar relaciones con todo aquel país, que se niegue a seguirlo en su política, por lo que solo los amigos de su política podrán contar con Estados Unidos.
Critica a Alemania por caer en las manos de Rusia con el acuerdo firmado para la construcción del gasoducto.
Agrede fuertemente a China incrementando continuamente las sanciones en el comercio.
Agrede continuamente a Rusia incrementando las sanciones de todo tipo.
Presiona sobre Cuba y Venezuela, amenazando a esta última con la agresión militar.
Mantiene la política de bloqueo contra Cuba, destinando millones de dólares para la subversión interna. Ha reafirmado la Ley de Comercio con el Enemigo de 1917, que ahora solo ha quedado vigente para Cuba.
Presiona contra Cuba con regulaciones migratorias, usando como instrumento una acusación de “ataques sónicos” que nadie ha podido demostrar. Complica sobremanera las relaciones migratorias, con las cuales afecta a todos los cubanos de cualquier lado.
Sigue con la idea del muro y de votar de Estados Unidos a todos los ilegales y también a los llamados Dreamers.
Tal política exterior, sobre todo la exterior, cuenta internamente con el apoyo de los peores sectores de extrema derecha dentro de la política norteamericana, a los que se suma la exigua y ya fracasada derecha cubano-americana liderada por el senador Marcos Rubio, quien hace todo lo posible por frustrar cualquier intento de acercamiento a Cuba.
Sin embargo, los intentos por acercarse a Cuba cuentan con el apoyo de no menos del 70% de la sociedad estadounidense y con esfuerzos bipartidistas y empresariales, como ha sido el caso de los contactos de Google con el gobierno cubano y de otros congresistas que adoptan posiciones bipartidistas positivas sobre la política hacia Cuba. Proceso que va acelerándose según se acercan las elecciones de medio término, en noviembre del 2018.
Pero Trump, quien está jugando a una agresiva política exterior, afronta los retos políticos de un ambiente interno que no le beneficia y en el que no puede acumular más problemas.
Supuestamente para Trump, la economía norteamericana va bien. Sin embargo premios nobel de economía como P. Krugman y Ztigliz, consideran que puede haber sorpresas muy negativas según se agudiza la guerra comercial sobre todo con China, que pronto hará sentir sus efectos negativos dentro de la propia economía norteamericana. Las presiones sobre el comercio interno, con la afectación a las ganancias y la inflación se harán sentir.
China y Rusia, parecen estar actuando de manera muy inteligente y Estados Unidos no puede estar seguro que ganará la pulseada de las tarifas arancelarias, pues el déficit comercial norteamericano no baja y China parece resistir respondiendo con ataques similares.
En el corto plazo, Trump se siente muy esperanzado con los resultados económicos, proclamándolos como los mejores en largo tiempo.
Pero la política de Trump tiene otra parte débil y complicada, sobre todo porque los aliados no comparten su política económica, que consideran como un peligro, no solo para los interesas de China y Rusia, sino también contra sus propios intereses económicos. Se trata entonces, de una guerra a la que Estados Unidos tiene que responder solo y es que los aliados, no se están beneficiando de la guerra comercial que Trump ha provocado. Todo lo contrario.
En el aspecto político, Estados Unidos no cuenta ya con el apoyo de sus aliados, en el proceso de abandono provocado por Trump que los aísla del mundo.
Por primera vez no existe coincidencia entre la política exterior norteamericana y la de sus aliados, sobre quienes presiona para que lo secunden sin lograrlo. Los aliados tienden a desmarcarse de una política que no es conveniente a sus intereses, habiendo expresiones claras, como por ejemplo la actitud con relación al acuerdo con Irán.
Uno de los más graves errores de Trump está, en provocar que sus aliados no sigan ni defiendan sus políticas como si fueran propias, como ocurría anteriormente. Por lo que en su interés de llevar a Estados Unidos al primer lugar, lo que está consiguiendo es quedarse solo.
En su afán de mirar solo para sí, para Estados Unidos como potencia, parece no percatarse de lo que significaron siempre los aliados en el propósito de que ese país alcanzara el lugar predominante que logró con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial y hasta principios de los ochenta.
Ese tipo de egoísmo exacerbado, lleva a Trump a la ruina y algunos que siempre lo apoyaron en todo ahora se acercan a Rusia, China y otros, lo que unos años atrás podía considerarse como algo no imaginable. El acuerdo para un gasoducto entre Putin y Merkel es una señal que Trump no acaba de descifrar.
En su reciente discurso Trump en Naciones Unidas, ratifica las preocupaciones que sus antiguos fieles aliados ya tienen sobre un Estados Unidos no confiable a sus intereses, púes tal discurso es la más completa confirmación de que su gobierno va contra el mundo todo. Confirma qué Estados Unidos no tiene amigos, solo socios qué lo son si comparten su política. El resto podrían llegar a ser tratados, incluso como enemigos.
La confirmación de la Doctrina Monroe, considerada ya hace tiempo como obsoleta, que no quiere decir otra cosa que “América para Estados Unidos”, pone en alerta no solo a las fuerzas revolucionarias en el mundo, de modo particular en América Latina y el caribe, sino incluso a muchos aliados que antes pensaron que podían compartir intereses con Estados Unidos. Se puede casi concluir ahora, que con Trump están frente a un Estados Unidos que quiere el mundo solo para sí y no lo va a compartir con nadie.
Pero no estamos ante una batalla fácil, pues son muchos dentro y fuera de Estados Unidos, los que comparten esa política con Trump.
Una política de ese tipo es compartida por el gran capital, que en sus áreas geográficas o dentro de determinados países tampoco quieren compartir el poder con nadie. Por lo que las reglas que Trump trata de aplicar, también son de su conveniencia y de ellas podrán beneficiarse solo las clases subalternas que, dentro de cada país, les ayuden a cumplir las tareas de la subordinación.
Luego Trump tiene muchos aliados, especialmente dentro de la sociedad norteamericana, que no son pocos y a la vez son los más poderosos.
Por ello las elecciones del próximo noviembre, serán una extraordinaria prueba.
Si el Partido Demócrata logra la mayoría en el congreso, ello puede representar un peligro para Trump, porque su forma de gobernar y sus “meteduras de pata” han sido tan grandes, que estará a un centímetro del “juicio político”. De no ser así lo tendremos dos años más, envalentonado con la “brillantez” de sus políticas y más cerca de que tengamos que soportarlo cuatro años más.
El sabe que tiene que jugar fuerte y sin escrúpulos en estas elecciones, por lo que su discurso en ONU no está separado de la confianza que tiene que imprimirles a las fuerzas internas que deben apoyarlo en el próximo noviembre. Es por eso que su discurso, fue también un discurso electoral.
Confiemos entonces en que el extraordinario dinamismo de la política norteamericana lo pueda sacar del poder.
Septiembre 25 del 2018.