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martes, 21 de abril de 2020

¿QUE EL CORONAVIRUS NO HACE DISTINCIONES DE CLASE?

Esteban Morales Domínguez
UNEAC

Eso, en principio, no es cierto. Las distinciones de clase están presentes y se expresan de una manera, a veces catastrófica, bajo la pandemia del Coronavirus. Constituyéndose en la base misma de las condiciones bajo las cuales el individuo está obligado a enfrentar la pandemia
Es cierto que cualquiera puede enfermarse, en términos biológicos, pero ni la manera de enfermarse, ni la de enfrentar la enfermedad, es la misma para todos los individuos. Ello está determinado por las condiciones sociales en que este vive, momento en que su status de clase es determinante.
Cualquiera puede adquirir el virus, biológicamente hablando, pero más allá de sufrir determinadas enfermedades crónicas, como pueden ser hipertensión, diabetes, problemas respiratorios, etc; en ello desempeñan un papel determinante circunstancias de clase que el capitalismo las ha predeterminado muy fuertemente.
Estas, preexistentes a la pandemia, son las siguientes:
  1. Los ingresos monetarios que se reciben, determinan, sobre todo, las condiciones en que se vive. La barriada, la calidad de la casa, el ambiente social y material y el tipo de ambiente y personas que nos rodean.
  2. Los servicios médicos que recibes, sean gratuitos o no, son determinantes, porque contribuyen fuertemente a las condiciones, mejores o peores, en que cada persona se enfrenta al virus y a una posible enfermedad en general.
  3. La alimentación y su calidad, por lo general es determinante, en las condiciones con que cada persona enfrenta cualquier enfermedad. Si estás bien alimentado, dispones de energías que son determinantes para recuperarse.
  4. No es lo mismo desplazarte en auto, que en transporte colectivo. Difieren fuertemente los riesgos con que te debes enfrentar ante un posible contagio.
  5. Por último, la cultura del individuo también es determinante ante la realidad de la enfermedad. Pues la conciencia individual ante la posibilidad de enfermarse o para enfrentar la enfermedad como tal, están determinadas por el nivel de cultura que posea el individuo, resultado en primer lugar, de la procedencia social, el acceso a la educación y las condiciones de vida.
En todas las sociedades conocidas, hasta ahora, los individuos difieren en sus condiciones de vida, lo cual es determinante al momento de enfrentar la enfermedad.
La pandemia del Coronavirus ha servido para hacer aún más evidentes, diferencias sustanciales, de como un individuo se enfrenta la enfermedad dentro de la sociedad cubana y la mayoría de las sociedades existentes en el mundo.
No obstante, la pandemia también ha mostrado con claridad, que esta se desenvuelve con mayor o menor agresividad, en dependencia de la política de salud seguida por los países que la sufren. Poniéndose de manifiesto que en tales circunstancias ha influido la voluntad política de los gobiernos, para enfrentar a la pandemia. Haciéndose evidente lo siguiente:
  1. Países, que, al priorizar la economía, por encima de la salud, como Estados Unidos, han comenzado a sufrir la pandemia, por falta de una política de salud eficiente, por medio del contagio, la desatención a la detección temprana del virus y la falta de condiciones materiales para la atención de los enfermos.
  2. La pandemia ha puesto claramente de manifiesto también, como la política neoliberal, seguida en estos años, ha afectado los presupuestos de salud, sistemáticamente rebajados, trayendo como resultado, un conjunto de países que carecen de políticas, presupuestos y recursos de salud para enfrentar la situación.
  3. La pandemia ha evidenciado también, que solo con la colaboración internacional y la solidaridad, es posible enfrentarla. Pero, la feroz competencia que han traído las políticas neoliberales, el duro enfrentamiento comercial, los enfrentamientos militares, las políticas de sanciones internacionales, las usurpaciones territoriales y el robo de recursos, han conformado un ambiente internacional, negativo para el enfrentamiento de la pandemia. El ambiente preponderante hoy en las relaciones internacionales, es incompatible con el tipo de relaciones que se necesita para enfrentar la pandemia.
  4. En particular, la política seguida por Estados Unidos, no ha logrado ser más negativa, respecto al comportamiento del Presidente. Según el Washington Post, del 8 de abril, del 2020, “el 3 de enero ya Trump había recibido notificación formal de la existencia del virus. Trump, también fue informado por el Secretario de Salud y Servicios Humanos Alex Azar, el 18 de enero. Pero cuando se le pregunto públicamente sobre el virus, el 22 de enero, dijo: lo tenemos totalmente bajo control es una persona que viene de China”.
Trump, después de ser alertado sobre el virus, hablo en 8 mítines y en seis ocasiones jugo Golf, como si no tuviera nada de qué preocuparse. Comenzó a hablar del “Virus Chino”, descargando sobre esta nación la responsabilidad de la pandemia. Al caracterizarla de este modo, nos obliga a discutir que se trata de algo racista y tipo “chivo expiatorio”. Eso es precisamente lo que persigue, porqué le permite desviar nuestra atención, de las que debieran ser ahora mismo las preguntas fundamentales: ¿Dónde están las camas que faltan? ¿Dónde están las mascarillas y los tests? ¿Dónde está la política federal que se debiera seguir para contrarrestar la pandemia? Mientras que Trump lo hace, además, logrando una caja de resonancia dentro de la sociedad norteamericana, entre muchas personas, racistas, xenofóbicas y neoliberales, que lo siguen y que no miden las consecuencias de sus políticas.
No bastándole con ello, actúa incluso en contra de la OMS (Organización Mundial de la Salud) amenazándola y chantajeándola con rebajar su aporte financiero a la organización. Se niega rotundamente, a dejar a un lado la política de sanciones contra países como Cuba, Irán, Nicaragua, Venezuela, etc.; asumiendo en todo momento una actitud anticientífica, burlándose de las predicciones y recomendaciones de la ciencia. Tratándose además, de una política que niega la colaboración, incluso con sus históricos aliados, mientras que cínicamente, recibe y acepta la ayuda solidaria que le ha llegado de China y Rusia. Sin dudas que más cínico no puede ser.
    Estados Unidos no puede ser coherente en su política sobre la atención de la pandemia a nivel internacional, porque no lo es a nivel interno. Consecuencia de todo lo cual, ha devenido en la nación más afectada por el Coronavirus. Los valores ideológicos preponderantes en la sociedad norteamericana ponen también hoy en crítica situación a la ciudadanía, al representar un peligro para su propia supervivencia.
    En el orden externo, la consigna de “América Primero”, e internamente, el individualismo, el consumismo, el mesianismo y otros valores muy negativos que le son propios, ponen en la peor situación a la sociedad norteamericana, para lograr el grado de coherencia política que se necesita para vencer a la pandemia. Por lo que todo ello deviene en situaciones muy difíciles de superar. Siendo la proyección más optimista de Trump, que el virus podrá matar entre 100,000 y 240,000 ciudadanos.
Pero, además, el Global Sachs ha calculado, que las medidas de distanciamiento social, ya provocaran una contracción del PIB del 34%. Como si fuera poco, un 33% de los hogares, con ingresos inferiores a 50,000 dólares al año, tienen algún miembro desempleado. Hay 16,7 millones de ciudadanos sin cobertura médica.
Según un estudio del Profesor Mark, director del Instituto Brookings, los 50 condados más golpeados por el Coronavirus, aportan el 30% del empleo y el 36 % del PIB del País”. Lo cual es un serio problema a enfrentar en la perspectiva de una posible recuperacion. Se insiste,en que Trump debe clasificar las muertes de la Covid, según color de la piel, pues serios estudios han arrojado, que la pandemia afecta al 70% de los afrodescendientes en Estados Unidos.
Trump, en realidad, no concibió la polarización que se ha producido, con su política, tanto en el mundo como dentro de Estados Unidos, pero la ha utilizado incrementándola dramáticamente. Siendo esa polarización, actualmente, uno de los peligros mayores que enfrenta la sociedad norteamericana.
Estados Unidos, Trump en particular, no aprendió las lecciones del 2008-2009 cuando Wall Street fue rescatado, momento en el que, como ahora, se lanzaron fuertes fondos de dinero. Sin embargo, no se tomaron entonces medidas para evitar que ciertos sectores de alto nivel se beneficiaran, así como tampoco se impusieron limites a los bancos de inversión de cómo debían utilizar el rescate. Por lo cual, el actual rescate, es percibido como una nueva oportunidad para las empresas hacer negocios y obtener dinero fácil.
La actitud de la administración de Donald Trump, pone en un serio peligro, tanto a Estados Unidos, como al mundo para superar la pandemia del Coronavirus.
Es que, para estados Unidos, lo primero es el dinero y después todo lo demás. Lo cual se ha puesto claramente de manifiesto en su política de priorizar las cuestiones financieras y la atención de la economía por encima de todo. De aquí su insistencia a considerar que, para las pascuas de abril ya el país y la economía en general, debía estarse recuperando, cuando hasta ahora la situación no ha hecho más que empeorar, sin que pueda apreciarse ninguna luz al final del túnel.
Son necesarios de manera evidente, ingentes recursos y dinero para superar la pandemia, que de modo especial está resultando muy costosa, de manera particular, dentro de Estados Unidos, sin que sea posible calcular aun cuanto será el costo de superar la Covid-19.
En realidad, no hay en el planeta, escasez de dinero ni de recursos, lo que hay es un orden de prioridades que, exigido por la política neoliberal seguida, dirigida al beneficio, los gastos en armamentos, el despilfarro, o la concentración en pocas manos de los recursos, por encima de la satisfacción de las básicas necesidades humanas. Razones que explican como la pandemia ha sobrepasado con mucho las capacidades disponibles de hospitalización y recursos para la atención médica en general, dentro de un país rico como Estados Unidos.
Mientras tanto, Cuba, Rusia y China, principalmente, sé están destacando por un comportamiento político ante la pandemia, que se gana el respeto de los pueblos del mundo, mostrando una gran solidaridad en esta batalla y poniendo además en evidencia el carácter profundamente negativo de la política exterior norteamericana, ante el interés del presidente Trump por sacar provecho de la pandemia, con el objetivo de avanzar en sus intenciones de controlar al mundo.
Al tratarse de un problema global, la pandemia exige un enfoque global, colaboración global y soluciones del mismo carácter. Por cuanto se requiere compartir el equipamiento médico, así como acordar no imponer controles de exportación de medicamentos, alimentos y otros productos esenciales.
Sin embargo, Estados Unidos no reacciona con una política que lo mueva acorde con la situación que el país enfrenta y mucho menos el mundo. Por lo que su tan evidente capacidad de recursos y dinero, para ayudar al mundo y ayudarse, asimismo, están ausentes. Representando ello un peligro incalculable, por cuanto, no es posible suponer que la pandemia pueda ser globalmente superada, si Estados Unidos no termina por colaborar a su superación.
De modo, que hasta hoy, la posibilidad de superar la pandemia se nos presenta como algo plagado de incertidumbres, peligros y potencialmente negativas predicciones.
La experiencia que la pandemia aporta hasta hoy, no es positiva para el capitalismo. Por cuanto ha puesto en evidencia las incapacidades de un sistema, que ante el peligro que afecta al mundo, parece no estar en condiciones de asumir políticas adecuadas, aunque en ello le vaya su propia salvación.
Todo lo cual es consecuencia de un modelo de acumulación, en el que se priorizan solo los beneficios del capital, las grandes corporaciones, los grandes bancos y el de una sola parte de la sociedad. De modo que el resto de la humanidad, puede desaparecer, sin que ello provocase la más mínima preocupación.
Solo que ahora, la Covid -19, ha demostrado, que los principios económicos y valores del capitalismo, son causas potenciales de su posible destrucción. Por cuanto, como nunca antes, queda demostrado que el mundo es uno solo y que su supervivencia no depende únicamente de una sola parte de él, sino de todos los que tengan la verdadera voluntad de salvarlo.
Dialécticamente confirma, que también es cierto que el Coronavirus, no hace distinciones de clase, sobre todo, a la hora de considerar como debiéramos salvarnos de la pandemia. Porqué todos compartimos la misma nave espacial.






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