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miércoles, 20 de mayo de 2020

EL ATAQUE A LA EMBAJADA CUBANA EN WASHINGTON Y LA CULTURA DE LA AGRESIVIDAD CONTRA CUBA.

Esteban Morales Domínguez
UNEAC


El 30 de abril de este año 2020, con alevosía y nocturnidad, un individuo de origen cubano, hizo fuego con un fusil AK-47, sobre nuestra embajada en Washington. Existiendo antecedentes de actos, en que diplomáticos cubanos han perdido la vida en los propios Estados Unidos.
La línea de argumentación, con que nuestro Canciller Bruno Rodríguez Parrilla, en la posterior conferencia de Prensa, critica al Gobierno de los Estados Unidos, es de un lógica férrea, impecable e implacable. La lógica de nuestro canciller tiene su base, en la historia de cómo ha sido la actitud y política del gobierno de los Estados Unidos en sus relaciones con Cuba.
En el año de 1958, ya el presidente Eisenhower, hacia planes para frustrar el triunfo de la revolución cubana. Había infiltrado las filas revolucionarias, con varios agentes de la CIA, trabajando desde dentro, para evitar a toda costa que revolución llegara al poder.
Ante el fracaso, ya en 1959 se estaban fraguando en la oficina de la Casa Blanca, los planes para asesinar a los líderes de la revolución: Fidel, Raúl y El Che. Se trata de una historia muy larga hasta hoy, que después de más de sesenta años, no ha dejado de contener las mismas intenciones.
Miles de actos de terrorismo desde el propio año de 1959. Asesinatos, bandas terroristas en el Escambray, asaltos a poblados costeros, la invasión por Giron, Plan Mangosta, ataques a nuestras sedes diplomáticas, intentos de invasión a Cuba, ataques biológicos y otros.
Todo ello se ha complementado con las agresiones radiales, televisivas e informativas en general. Las acciones abiertas y encubiertas contra Cuba, tienen un largo expediente imposible de abarcar. Las perdidas de vidas humanas se cuentan por miles y los materiales por cientos de miles de millones de dólares.
Entonces, ¿Cómo no tomar en cuenta todas estas acciones de la política norteamericana, durante más de 60 años?
No se trata solo de agresiones y mucho menos aisladas. Trátese de que las administraciones norteamericanas, al permitirlas y planificar ellas mismas todas estas acciones contra Cuba, han contribuido a generar una cultura, en la que agredir a Cuba cuenta siempre con el apoyo de los gobiernos estadounidenses. O que es el bloqueo, sino tratar de generar alrededor de Cuba un cerco internacional, para impedir que nuestro país ocupe el lugar, que por derecho propio, le corresponde en las relaciones internacionales.
Del mismo modo en que Cuba ha sido siempre vista, en la cultura política norteamericana, como parte del territorio continental de los Estados Unidos; así también, todo lo que se ha hecho contra Cuba se justifica, siendo esa la cultura que todas las administraciones norteamericanas ha pretendido mantener y alimentar con relación a la isla. Agredir a Cuba, ha llegado a formar parte de la cultura política de ciertos sectores dentro de la sociedad norteamericana y de prácticamente todas las administraciones de Estados Unidos.
Por supuesto, que hay mucha gente, tanto fuera como dentro de los Estados Unidos que no aceptan ni comparten esa lógica agresiva. Pero por muchos años, las administraciones norteamericanas, se han encargado de crear los grupos que la sustentan. Tanto dentro de la comunidad cubana en los Estados Unidos, como entre sus aliados a nivel internacional y en algunos sectores de la sociedad norteamericana, en particular dentro del partido republicano, así como también dentro de otros sectores, que se identifican con los intereses de una política agresiva contra Cuba.
Cuando Trump llega a la presidencia, se encuentra con que la lógica agresiva para tratar a Cuba está muy deteriorada. La administración Obama había contribuido a cierto desmontaje y se había logrado avanzar en positivas relaciones. Entonces trata de reconstruirla a partir de su discurso de toma de posesión en Miami, recibiendo el aliento de los sectores más agresivos y reaccionarios dentro de la comunidad cubana en los estados Unidos.
Desde entonces, Trump se compromete, a dar marcha atrás a todo lo que con la administración Obama se había logrado avanzar. Volviendo a los cánones de agresividad, existente antes de Obama, e incluso mas atrás. El asalto de abril de este año contra la embajada cubana en Washington, se puede considerar como parte de esa revitalización de la cultura de la agresión contra Cuba, por demás claramente alimentada por la política agresiva de Trump contra nuestro país.
Trump o Pompeo, no pueden dar respuesta a las preguntas formuladas por nuestro canciller, porque tendrían que atreverse a negar un conjunto de argumentos históricos irrefutables, lo que solo les haría caer en el ridículo. Sobre todo, porque lo que señala el Canciller, ha formado parte de los discursos más estúpidamente agresivos, por parte de ambos.
La administración de Donald Trump, esta agarrada en una trampa, alimentada por su propia actitud de agresividad contra Cuba, que un conjunto de grupúsculos y personalidades contrarrevolucionarias, como Marco Rubio, Diaz balart y otros de poca monta, utilizan, sintiéndose parte de una política, que los apoya y les concede sotto voce, el derecho de realizar acciones contra Cuba, que saben tienen el apoyo de Trump y su administración.
Es posible asegurar, que mientras Trump esté en la Presidencia, son esperables acciones de ese tipo, tanto dentro como fuera de los Estados Unidos. Debiéndose contar también, con el estímulo que ello representa para gente, qué habiéndose sentido sin empleo, quieran volver a utilizar la actividad contrarrevolucionaria como lo que ha sido siempre, un modo de enriquecerse haciéndole daño a Cuba.
Trump no se cansa de acusar a Cuba, ahora la vuelve a llevar a la lista de países que no colaboran con la lucha contra el terrorismo. Pompeo por su parte, no puede hacer más para tratar de desprestigiar la labor médica internacionalista y solidaria de Cuba.
Por lo que nuestras embajadas en el exterior y otras misiones internacionales, como nuestras Brigadas médicas en particular, deben cuidarse mucho, para no ser objeto de esos actos terroristas, a los que la administración de Trump, tratan de crearles el contexto más favorable posible.


14 de mayo del 2020.








LA PANDEMIA DE TRUMP

Esteban Morales Domínguez.
UNEAC
Según varios medios estadounidenses, en la Ciudad de Nueva York (epicentro de la pandemia del Covid-19), la enfermedad es dos veces más mortal para las personas negras y latinas que para las blancas, por lo que resulta necesario explorar, cuales son las causas más notables de esta realidad.
Nueva York, es como una parte del mundo en los Estados Unidos. No solo por la cantidad de personas que se aglomeran, sino también por las diferentes culturas que en ella conviven. Se dice que la vacuna más efectiva contra la covid-19 es la dispersión social de las personas, lo qué se mide por evitar las aglomeraciones y lograr que exista al menos de uno a dos metros entre personas. Aunque la ciudad es inmensa, esa dispersión se hace casi imposible. La forma mejor de transportarse es el metro, donde la gente tiene que viajar como “sardinas dentro de una lata”.
El contacto personal en la ciudad es casi inevitable, físicamente esta no ayuda. Si todas las personas, o solo una parte de las que viajan en el metro, lo hicieran en sus carros personales, el movimiento se haría imposible. Debido a la cantidad de vehículos que circularían y la masa de personas que competirían dentro de ese movimiento. Si vamos a las barriadas más populosas, en las que viven la gente más pobre, negros e hispanos sobre todo, la aglomeración es mayor, las condiciones para el movimiento son peores y los edificios de vivienda presentan no pocas veces, las peores condiciones.
Los servicios de salud en esos barrios, son los peores, además de costosos e ineficientes. Durante mucho tiempo el sistema de salud en la ciudad fue muy desatendido, como en todo el país. Viéndose muy claramente como los servicios médicos y de enterramiento han sido dramáticamente sobrepasados. Todo ello explica, porque la pandemia ha sido terrible para la ciudad. El ciudadano, sobre todo sí es pobre, se mueve dentro de las peores condiciones, los espacios más aglomerados y condiciones sanitarias que más promueven el contagio. Sí se tratará del Ebola, tal vez una treintena de miles de ciudadanos morirían todos los días. Pero el contagio con la covid-19 parece ser más controlable.
No obstante, en medio de las condiciones explicadas y agravado por la política de Trump con la pandemia, los negros e hispanos y las personas pobres en general, son las que más sufren, sé contagian y mueren. Entonces, la pandemia ha demostrado la fragilidad del sistema sanitario norteamericano. Pero, ¿cómo se explica lo anterior en un país que es presentado por los medios de comunicación como el paradigma de los derechos humanos?
El sistema sanitario general en los Estados Unidos, no es bueno, es costoso y no está al alcance de todos los que lo necesitan. Sus servicios y los medicamentos son muy caros y como cuestión esencial, el carácter privado de los sistemas de salud, no contribuyen a la protección del ciudadano, sobre todo de los más pobres. Más de 40 millones de personas no tienen seguro médico. Recursos existen, pero al tener que pagar por ellos, hace que muchos ciudadanos no tengan acceso a los servicios médicos.
Al principio de la pandemia, cientos de miles de personas no se hacían la prueba, porque debían pagarlas. Además, miles de inmigrantes hispanos tampoco, porque al ser muchos indocumentados, temían que esa condición los perjudicara, facilitando al gobierno de Trump la persecución migratoria que existe sobre ellos. Trump tuvo entonces que hablar, dándoles flexibilidad, para quitarles el miedo que la situación explicada provocaba.
En el ejercicio de las pruebas además, existen barriadas privilegiadas. Por supuesto, se trata de las barriadas ricas y de clase media alta. Qué contratan los servicios para que les hagan las pruebas. El sistema de salud, además, se ha visto afectado, en los años de Trump como presidente, por la tendencia a la reducción de sus presupuestos.
Ni hablar de la prevención, muy importante contra las epidemias. Porque prevenir significa invertir para defenderse de algo que no existe aún, de algo que esta solo por llegar y el capital ahorra en prevención, no gasta para prevenir, como trata también de ahorrar en equipos para la protección del trabajo, porque todo eso va contra la ganancia. Entonces, prevención e instrumentos de protección laboral, son gastos que el capital trata de ahorrar a toda costa, pues son muy difíciles de recuperar ello afectan la cuantía de su ganancia.
En los estados Unidos, dado el carácter privado de los servicios de salud, los mismos se hacen esencialmente inasequibles para una buena parte de la población. El presupuesto federal y estadual para la salud, no alcanza para satisfacer las necesidades de la población. La participación privada dentro del mismo, le arranca una tajada muy grande. O sea que no se trata solo de un presupuesto de salud insuficiente, sino que el juego del sistema con el sector privado, le quita una parte de lo que correspondería al ciudadano.
Se habla así de la “Mafia Blanca”, que no es otra cosa que el carácter monopólico de los servicios de salud y de los productos farmacéuticos, que hacen del mismo uno de los sectores más corrompidos y de más altas ganancias, dentro de la sociedad norteamericana. Cómo buscar salud es prevenirse contra la muerte, los monopolios farmacéuticos se aprovechan de ello para hacer negocios y recibir las más altas ganancias. Sitúando los precios de las medicinas en un nivel inasequible para el común de la población.
Obama trato de introducir un sistema mejor, el llamado Obamacare, pero este ha sido bombardeado por Trump y sus acólitos republicanos. Por lo que no es posible entonces esperar, qué dentro de la administración de Trump ello mejore, se trata de una incapacidad sistémica agravada, por la política de salud.
La política de la Casa Blanca en medio de la pandemia, parece más centrada en encontrar los supuestos culpables del surgimiento del virus, según ellos China, que en articular una cooperación médica, financiera y de recursos humanos para detener la enfermedad. Trump no mira hacia la salud, sino hacia la economía, por ello ha insistido en la vuelta al trabajo, en acortar los plazos para acabar con el aislamiento y poner en movimiento la economía, aunque ello represente mayor riesgo de contagio, e incrementar los enfermos y las muertes.
La pandemia ha afectado los mecanismos de incremento de la ganancia del capital. En una ciudad, como son las grandes ciudades norteamericanas, pensar que de pronto mueran una cantidad de gentes que sobrepasen las capacidades hospitalarias y de enterramiento, para el medio, es impensable. Nunca han padecido una guerra en su territorio, a diferencia de los europeos, que es lo que les hubiera permitido pensar de otro modo. Se trata, entonces de un problema incluso cultural.
Dentro de la cultura estadounidense no existe la posibilidad de enfrentar una situación como la que les ha sorprendido. El sistema imperante, niega esa posibilidad. Si a ello agregamos la incapacidad de Trump para entender y atender la situación, la cantidad de mentiras que ha dicho, sus estupideces, como creer que la gente se puede inyectar cloro, e incluso pretender dar recursos solo a aquellos estados gobernados por demócratas, ya sería más que suficiente para comprender, porque los Estados Unidos ha arribado a ser el centro de la pandemia del coronavirus, en poco menos de dos meses.
Ante su fracaso en el control de la pandemia, junto a sus fracasos también en política exterior, Trump trata de culpar a China; buscando un “chivo expiatorio”, al decir que el virus es una invención biotecnológica de los chinos. Lo cual ha sido negado por varios hombres de ciencia, incluso norteamericanos.
Que el coronavirus fue una consecuencia de China, que se trata del “virus chino”, con lo cual Trump pretende quitarse de encima la responsabilidad de hacer de Estados Unidos su centro, cuando China ya la está terminando de controlar. Es muestra fehaciente del cinismo peligroso, con que el Presidente maneja todas sus políticas.
Ello responde, además, al miedo que les inspira a los republicanos y a Trump en particular, que China haya superado la pandemia y su economía este levantando; mientras que en los Estados Unidos la situación de la pandemia sea cada día mas grave y la economía vaya peor; con 14 millones de desempleados, un crecimiento económico raquítico y la amenaza de una recesión, que ya ha comenzado a desplegarse.
Tal situación le estimula una actitud de competencia, no de cooperación, negándose a intercambiar recursos y unir fuerzas para combatir la pandemia a nivel mundial, en lo que incluye a sus aliados. Lo cual casi todo el mundo entiende, qué es muy peligroso, porqué si los Estados Unidos no supera la pandemia y se hunde en una crisis económica desastrosa, el mundo también sufrirá las consecuencias de las brutalidades de Trump.
Lo ocurrido con los migrantes es también una consecuencia de la política de la administración Trump. Aunque tiene sus causas con anterioridad; incluso Obama fue el que, hasta ahora, más inmigrantes ha botado de los Estados Unidos, la política de Trump ha agravado la situación. Desde el principio, le declaro la guerra a los inmigrantes, considerándolos ciudadanos de segunda y tercera clase; construye el muro fronterizo con México, para evitar que lleguen a los Estados Unidos, su actitud ante los dreamers, considerar a los inmigrantes como delincuentes, drogadictos, que afectan la seguridad ciudadana.
Todo lo cual genera hacia ellos, directa e indirectamente, una política, en la que les corresponde lo menos posible de la riqueza social, el mayor desempleo, lo menores beneficios de la salud, las peores escuelas, las peores viviendas, los peores empleos, etc. Constituyéndose un submundo dentro de la sociedad norteamericana, del que muy pocos pueden escapar. Ahora Trump se percata de que los inmigrantes son los que, a pesar de los peligros de la pandemia, van a trabajar y eso es lo que Trump quiere. Por lo cual, con una actitud muy cínica, parece estar aflojándoles un poco el dogal.
¿En qué medida sectores afroamericanos se encuentran en estado de mayor vulnerabilidad en una situación sanitaria como esta?
Hay que decir, que los afroamericanos, sufren más fuertemente el problema racial y de la discriminación. Muchas veces no están mejor que los hispanos, sino en condiciones similares o peores. Pero su historia dentro de la sociedad norteamericana los ha dotado de una cierta capacidad, cómo estadounidenses que son, para sobrevivir, mejor que los hispanos.
La Lucha por los Derechos Civiles y la política del “Black capitalism” del presidente Johnson, les propiciaron algunas ventajas. No obstante, se ha mostrado que, en medio de la pandemia, las proporciones en que mueren o se contagian, son mayores. Dentro de una ciudad como Nueva York, ello se hace evidente, aunque también en otras grandes ciudades como Chicago, Atlanta, etc.
De todos modos, los hispanos presentan mejor comportamiento estadístico en niveles generales de vida, pues dentro de la pirámide poblacional de la nación, los negros están más abajo que los hispanos y más cerca de los pueblos originarios, que ocupan el ultimo lugar. Entonces, es posible afirmar que la pandemia ha puesto en crisis el modelo capitalista neoliberal; mientras que las naciones socialistas y otros gobiernos, de corte progresista, están manejando mejor la situación.
El modelo capitalista neoliberal ya había mostrado su crisis, por el conjunto de problemas que ha desatado, entre ellos la incapacidad para solucionar los problemas del crecimiento económico sin equidad y la resistencia creciente que va enfrentando ese modelo, sobre todo en los países de América Latina y en algunos de Europa. La situación en Chile, ecuador, Bolivia, Brasil, son expresión de esa resistencia al modelo neoliberal.
 No obstante, la pandemia ha exacerbado la crisis del modelo neoliberal, haciéndola más evidente. En casi todos los países capitalistas desarrollados y en otros de América Latina, Europa y el Caribe, lo anterior se ha puesto de manifiesto, con la crisis de los sistemas de salud y la incapacidad de estos para controlar la pandemia. Pocos países se han salvado de ello; ejemplos, como los de Alemania y Suecia, en Europa y algunos asiáticos, sobre todo socialistas, como China, Vietnam y Corea del Norte. También en Corea del Sur y Japón.
Dentro del tal situación, Cuba, con su consecuente política solidaria y a petición de más de una veintena de países, ha enviado Brigadas médicas para ayudar con la pandemia. Países desarrollados, como Italia, otros de América Latina y el Caribe, han recibido la ayuda de Cuba. Lo cual contrasta fuertemente con la actitud de Estados Unidos, que arrecia el bloqueo sobre la Isla, e incluso ha impedido que le llegue ayuda solidaria para combatir la covid-19.
La pandemia ha exacerbado la crisis del neoliberalismo y no es esperable que pueda retornar, con la fuerza que emergió, después de su punto de partida, en la política económica de Ronald Reagan y Margaret Thacher en los años ochenta.
Con una política exterior que exacerba la crisis económica que padecen los Estados Unidos, las agresiones contra el medio Oriente; las sanciones contra países del hemisferio, como Cuba, Venezuela y Nicaragua, la política militarista que hace asomar el peligro de una guerra global, la crisis comercial, los ataques a la política medioambiental, las actitudes agresivas hacia China y Rusia, la actitud mesiánica de convertir de nuevo América en el centro hegemónico mundial, se ha hecho evidente para muchos en el mundo, en medio de la pandemia, la gran peligrosidad que encierra la politica de Trump.
Que el 2020 sea un año electoral presidencial, en el que Trump debe dar la impresión de fortaleza, resulta un contexto sumamente peligroso, pues en su afán de retomar la presidencia, puede estar jugando con llevar las cosas a un punto extremo, que podría resultar de no retorno. Situación para la cual, todos debemos estar preparados, incluso sus históricos aliados.
11 de mayo del 2020.


viernes, 8 de mayo de 2020

CUBA: Alerta roja contra la corrupción


Patricia Grogg entrevista al politólogo ESTEBAN MORALES

LA HABANA, ago (IPS) - "Sigo viendo la corrupción como un peligro
extraordinario" para el país, pues su "poder corrosivo" la convierte en un asunto de "seguridad nacional", enfatizó Esteban Morales, separado de las filas del Partido Comunista de Cuba (PCC) luego de hacer públicas sus
advertencias.

Morales presentó su apelación ante el PCC, recurso al cual tiene derecho según los estatutos de ese partido que ejerce el gobierno y es el único permitido en este país.

"Una comisión debe analizar el asunto y decidir. Si no me satisface la respuesta, puedo llevar el caso hasta el congreso del partido. Seguiré apelando porque creo que tengo razones para ello", dijo a IPS.

Mientras tanto, continúa "muy activo" como académico e investigador, aunque en septiembre dejará de pertenecer a la plantilla del Centro de Estudios Hemisféricos sobre Estados Unidos, de la Universidad de La Habana, del cual es fundador y al que dedicó buena parte de su vida
profesional.

"Me jubilaré con 68 años. Tendré más tiempo y mayor libertad para dedicarme a mis labores académicas y de investigación", añadió este doctor en ciencias y en economía, experto en las relaciones cubano-estadounidenses y autor de ensayos, libros y numerosos artículos sobre el no menos delicado tema del racismo en su país.

IPS: Luego de hacerse pública su separación del PCC, usted prefirió evitar contactos con la prensa, sobre todo la extranjera acreditada. ¿Qué lo hizo cambiar esa decisión y acceder a esta entrevista?

ESTEBAN MORALES: Considero saludable aclarar ciertos puntos. Algunas personas han dicho que fui un privilegiado, un agente de la seguridad
(servicios secretos) y ahora me propongo decir estas cosas. Nunca encontrarán mis privilegios, no los tengo. En cuanto a la seguridad, si así lo fuera, no lo tengo a menos, porque eso en Cuba es un honor.

Lo que habla por mí es mi currículo. Soy un académico de verdad, no soy un inventado, son decenas de trabajos los que he escrito y no siempre de asuntos sencillos, además de impartir mucha docencia, dictar conferencias
y hacer asesorías académicas. Si alguien aún duda, que ponga mi nombre en Google (el motor de búsqueda en Internet).

Otros se han afilado los dientes pensando que voy a cambiar de bando, a pasarme a la "disidencia". Quizás la contrarrevolución, tan falta de liderazgo, pudo pensar que yo les llenaría ese vacío. Pero quienes me conocen de verdad, saben que eso es imposible, que soy un revolucionario inclaudicable. Además, nunca he tenido ínfulas de líder, ni busqué protagonismo.

IPS: ¿Ni siquiera ha dudado de sus convicciones políticas?
EM: No, nunca. El sol, con ser el sol, tiene sus manchas, puede haber apreciaciones diferentes. Uno también puede dar lugar a malas interpretaciones, aunque el espíritu de mis textos está claro y se ve que fueron escritos desde posturas revolucionarias.

Antes de ser militante del partido, ya era revolucionario y lo seguiré siendo. Es una militancia política que decidí hace más de 50 años, por mi propia voluntad. Jamás me ha gustado jugar a los "mentirazos".

Lo sucedido no me paraliza. Simplemente tendré mucho más cuidado al expresarme y escribir, pero no dejaré de hacerlo, como un intelectual que la Revolución ha preparado para alertar con honestidad de aquellas cosas
que nos pueden hacer daño. Es lo que he hecho siempre. Son los riesgos que hay que correr.

IPS: El hecho de que a usted se lo sancione tras expresar públicamente sus criterios sobre la corrupción y sus riesgos para la estabilidad política y social del país, ¿no contradice al propio presidente Raúl Castro, quien el
1 de este mes dijo que la unidad "se fomenta y cosecha en la más amplia democracia socialista y en la discusión abierta de todos los asuntos, por sensibles que sean, con el pueblo"?

EM: Yo creo que el debate y la crítica son promovidos por Raúl y la dirección del partido. Pero puede haber circunstancias en que alguien en algún nivel piense que las cosas no son tan así.

Diría que el proceso de aplicación de la crítica es mucho más complejo que la mera decisión de ejercerla, tiene que ver con las estructuras, con los hombres y el modo diferente en que algunos a veces comprendemos las cosas.
O tal vez, de lo que dije, algo pudo ser dicho de otra forma. Hay mucha distancia entre deseos y práctica concreta.

IPS: ¿Qué es lo que considera más preocupante de la corrupción?
EM: Su poder corrosivo desde el punto de vista moral. Cuando la moral y la ética se afectan, nuestro sistema político se desprestigia, va abajo todo.
Por eso estoy de acuerdo con quienes dicen que es un problema de seguridad nacional.

Pero eso no se resuelve sólo a partir de inspecciones o de crear más papeleos, sino de estar muy vigilantes y creando continuamente mecanismos para que esas cosas no ocurran. Para que la gente que maneja dinero y
recursos tenga que rendir cuentas continuamente. En nuestro país es una realidad que los bienes son del pueblo, no es un mero discurso.

IPS: Usted es muy conocido por temas sobre Estados Unidos, las relaciones de Cuba con ese país y el racismo. ¿Qué lo llevó a escribir sobre la
corrupción, un asunto que, según sectores oficialistas, alimenta "campañas de desprestigio" contra el país si se ventila públicamente?

EM: Escribí esos artículos porque creo que son los peligros de ahora. Y tengo un lema: en medio de la situación que hemos vivido estos años, creo
que quien quiera ser revolucionario tiene que tener su propia guerra, librar sus propias batallas y correr los riesgos que sean. En caso contrario, que se quede en su casa, bajo la cama.

Eso de que el enemigo va a aprovechar las cosas tampoco me inmoviliza, porque el enemigo no nos va a resolver el problema, sino al contrario. Soy de los que piensa que a veces es más saludable que seamos nosotros mismos
quienes reconozcamos nuestras deficiencias a que sea el enemigo quien nos las lance luego a la cara, o nos las guarde, que es peor.

IPS: ¿Cuándo dice enemigo, a quién se está refiriendo?

EM: Nosotros no podemos obviar que desde fines de los años 80 el foco de la política de Estados Unidos hacia Cuba cambió. Ahora, todo lo que está ocurriendo internamente en la isla está siendo observado, monitoreado por los políticos estadounidenses y en particular por los servicios especiales de Estados Unidos.
Es en ese contexto que veo el problema de la corrupción, que lo sigo viendo como un peligro extraordinario.

(FIN/IPS/pg/dm/ip pr fc sl la qa/10)


Patricia Grogg
Corresponsal Jefa
IPS - Inter Press Service
Corresponsalía Cuba

Calle 28 No.108 Apto 2 entre 1 y 3
Miramar, Ciudad de La Habana, Cuba
Tel: (537) 206-6813 ext 105
www.cubaalamano.net



Esta entrevista que ofrecí a IPS, no ha perdido vigencia. Se trata de un problema contra el cual venimos batallando hace mucho tiempo. 

Las circunstancias han cambiado y en el contexto de la Pandemia del Covid-19 se hace aún más peligroso el problema. Afortunadamente nuestro Gobierno, ha arreciado el ataque contra este mal que no se puede hacer endémico, porque siempre amenaza con destruir nuestro proceso.

Insistí entonces, en que nuestra prensa apenas reflejaba el problema y nunca dába a conocer el rostro de los corruptos. Hoy hay cambios, se ve actuando con mucha fuerza a la policía y los rostros de los implicados son a menudo de conocimiento público. Sin embargo el pueblo necesita saber de donde han salido los sacos de arroz, los metros de alambre, las frutas, hortalizas y viandas, carnes, que son acaparadas y robadas por individuos sin escrúpulos. Nadie está en condiciones de apropiarse de esas cantidades de bienes, si no lo hace con la complicidad de quienes están dentro de la propia estructura administrativa estatal.

Era muy preocupante como tratábamos el problema, cuando un miembro del Buro Político del PCC, dio órdenes de retirarme la militancia del partido, cuando alerte sobre el asunto. Sigámosle la pista, que los aliados de los corruptos, acaparadores y ladrones, se encuentran entre los mismos que administran los recursos del estado. Además, bajo las condiciones en las que se encuentra el país ahora, el crimen de desviar, robar y especular con los bienes del pueblo, es un delito mucho más grave, por lo que el castigo tiene que ser mucho mayor. Se trata de enemigos de la revolución, del pueblo, los que hacen esas cosas y el castigo tiene que ser siempre publico y ejemplarizante.

La gente que realiza esos actos, no solo no están dispuestos a los sacrificios del momento y se acodan en el sacrificio de los demás, sino que apoyados en la honradez y el esfuerzo del pueblo, satisfacen de la manera más egoísta, sus ansias de riqueza. Eso amerita un tipo de castigo con el que es licito privarlos de la libertad por mucho tiempo y ponerlos a trabajar duro para que paguen los daños. 

Una revolución que es benévola con el crimen de apropiarse de los bienes del pueblo no sobrevive y a los dirigentes, que lo permitan, el pueblo está en todo su derecho de exigírselo.

11 de mayo del 2020.