El tema de la llamada racialidad, posiblemente sea el más “desconocido” y difícil de nuestra realidad social actual.
Existen personas que no desean escuchar nada sobre el mismo. Las reacciones ante el tema racial son impredecibles, cubriendo una amplia gama de actitudes, que van desde la negación y el cinismo, hasta su aceptación mas preocupada.
Al racismo, históricamente en Cuba, siempre se le ha enfocado mas con el temor de crear la división social, que con la determinación de resolverlo. Por lo cual, negros, mestizos y muchas personas, poseedoras de una conciencia sobre el tema, han tenido que esperar demasiado tiempo ya por un debate. Lo cual hoy deviene en la más flagrante contradicción y disfuncionalidad, dentro de una sociedad, extraordinariamente humanista, en la que se ha luchado por la justicia social y la igualdad, hasta el mismo borde del igualitarismo.
Existen opiniones muy diversas, que incluso llegan hasta negar que el tema racial este vigente en nuestro país. Sin dudas, hay en ello mucha ignorancia, un falso criterio de cómo eso afecta la unidad nacional; pero no ha faltado tampoco la intencionalidad de evitar que el tema se discuta .Lo cual se ha expresado, durante largo tiempo, en la acusación de “racista”, que ha tenido, casi siempre que sufrir, quien haya pretendido traer la cuestión racial a la superficie.[1]
Lamentablemente, después de haber devenido, durante muchos años de silencio, en un “tabú”, tenemos hoy en nuestro país un gran atraso en el tratamiento del tema racial, tanto en el orden intelectual y científico, como político. Incluso, una parte importante de nuestros intelectuales ni siquiera lo menciona en sus enfoques actuales sobre la realidad social y cultural de la nación cubana. Lo cual refleja, sin lugar a dudas, dentro de nuestra intelectualidad, la existencia de concepciones muy diferentes , acerca de en qué momento histórico del proceso de desarrollo de la nación cubana nos encontramos.
Creemos, que hay que acabar de aceptar, que a todos los que hoy son cubanos, no les toco el mismo lugar dentro del proceso y espacios de formación de la nación, resultando imprescindible tener en cuenta esas diferencias, aportadas por los distintos puntos de partida históricos, para lograr asumir una actitud más realista ante la existencia de los grupos raciales, las desigualdades sociales y la cuestión “racial” en la Cuba de hoy.
El discurso público es aun sumamente discreto, incompleto y no pocas veces irreproducido. Las acciones que se realizan para trabajar sobre las realidades que alimentan las desigualdades aun existentes, continúan teniendo un sentido global, aun y cuando estén enfocadas también hacia los sectores más vulnerables. Sin embargo, la variable “raza o color de la piel”, aun dentro de una práctica existente de “Acción Afirmativa “, sigue sin aparecer abiertamente, como un asunto de consideración, dentro de la política social, o al menos no se le menciona abiertamente como algo que se toma en consideración.[2]
Nuestra sociedad cubana es, sin lugar a dudas, una sociedad “multirracial”, mas bien “multicolor”, pero resta mucho aun para que esa multicoloridad, que no es un simple problema de matices, pues encierra un largo y complejo trasfondo histórico, domine en todos los ámbitos de nuestra vida social. No tratándose tampoco de un asunto de representatividad numérica, de blancos, negros y mestizos en las diferentes posiciones, sino de terminar por asumirnos como lo que somos y lograr compartirlo en igualdad de condiciones .Dentro de lo cual, la cuestión de la distribución del poder aparece con mucha fuerza. Porque no todos los grupos raciales están en condiciones de imponerse por igual, para lograr los tan necesarios equilibrios de una sociedad verdaderamente multirracial (multicolor).
Decía ese gran sabio y tercer descubridor de Cuba, Don Fernando Ortiz, que Cuba es un “Ajiaco”. Idea que compartimos plenamente, solo que modestamente agregaría: “el ajiaco aun se está cocinando”.
Tenemos personas que no se sienten metidas dentro de la Olla, y que incluso quisieran lograr disminuir la intensidad de la llama. Por otro lado, dentro de la Olla, tenemos algunas carnes y viandas, que son más de las que hubiéramos imaginado, antes de la crisis económica de los años noventa, que aun no se han ablandado. Entonces, parafraseando a Isaac Barreal, al ajiaco no debemos solo calibrarlo por el resultado esperado, sino también por el proceso de la cocedura. Realidad que no todos estamos de acuerdo en asumir, pero que es de una importancia vital para el proceso de consolidación de la unidad de la nación, así como también, para sus alianzas políticas, con el resto de los pueblos colonizados( indígenas y afro descendientes ) del mundo y en particular con los de nuestro continente.[3]
Ante esa encrucijada nos encontramos los cubanos de hoy. Aunque muchos no la entiendan o no la acepten. O tomamos acciones concretas, en todos los órdenes, para que el “ajiaco” termine su cocción, o perderemos la única oportunidad histórica, de terminar de construir la sociedad en la que de verdad deseamos vivir la inmensa mayoría de los cubanos .De no hacerlo, ello, al mismo tiempo, afectaría nuestra alianza con los 150 millones de afro descendientes y la población indígena, que en nuestro continente, ven a Cuba no solo como un paradigma de emancipación política sino también social .Pues no es posible compartir con tales grupos las ideas de que “un mundo mejor es posible” y continuar soslayando los “desafíos del color” internamente.[4]
Cultura y Educación, son en nuestra opinión los ejércitos principales de esa batalla. Porque ya esta más que demostrado, que aunque el racismo se haya cómodamente instalado dentro del capitalismo, acabar con este régimen social no es suficiente, para terminar con la discriminación racial y sobre todo, los prejuicios y estereotipos que la alimentan. Por lo cual, parafraseando a Gramsci, hay que acabar con la simple “cultura popular” y el inocuo “sentido común” de las cosas; hay que librar la batalla por la formación de la verdadera cultura revolucionaria. Pues la ideología burguesa es tan fuerte, que ha sido capaz de hacernos creer a muchos, que todas esas lacras del racismo y la discriminación, son la “cosa” más natural de la vida.
Tengo un amigo que me dijo un día: “¿para qué tu quieres que los negros estén más en la televisión?, si ya tienen un canal para ustedes solos: el deportivo”. Reproduciendo así, aunque no lo quisiera, el cinismo con que aun muchos cubanos abordan el tema. Por lo que solo un debate abierto, desde la cultura y la ciencia, puede acabar con esa suerte de hipocresía, que nada tiene que ver con la cultura de una sociedad verdaderamente revolucionaria.
Contamos con una amplísima producción cinematográfica, literaria e histórica, cultural en general, que reivindica la presencia africana en la formación y desarrollo de nuestra cultura nacional, pero no mucho de esa encomiable labor enfrenta directamente nuestra realidad actual, donde están presentes aun los estereotipos negativos sobre los no-blancos, prejuicios, discriminación racial y racismo.[5]
Las tres investigaciones más amplias, de los últimos 40 años, sobre el tema racial en Cuba, no han sido producidas en el país, o por intelectuales que vivan en la Isla.[6]Nacionalmente, muy poco se ha publicado, que aborde el tema como algo contemporáneo a resolver.
Tenemos una historia escrita, en la que negros y mestizos aun están insuficientemente recogidos, dentro del proceso de formación de la nación y su cultura. Lo cual afecta seriamente nuestra identidad nacional.
Hay que acabar de introducir los Estudios etno raciales a todos los niveles. Estos tienen que estar presentes constante y sistemáticamente en nuestra educación y en nuestros medios, sobre todo en la televisión.
Hay que educar para ser cubanos, no para ser blancos, como a veces hacemos. Asumiendo los retos, aunque también las ganancias, de introducir el color en la formación de nuestros jóvenes.
Nuestra Educación no puede ser calificada de racista, porque todos los cubanos acceden a ella por igual, aunque sus limitaciones quedan. Sin embargo, todas las raíces formativas de nuestra nacionalidad y de nuestra cultura, comparten por igual nuestros planes y programas de estudio. Por lo que no excluimos a negros y mestizos de nuestra educación, pero estos últimos, en la práctica diaria, no se sientan en las aulas a recibir una enseñanza, que por igual los asuma, como parte de una sociedad que es objetivamente uní étnica y multirracial. Lo que no entra a la educación, no pasa a la cultura, y si nuestra educación es tan débil o casi nula en el tratamiento de las cuestiones relativas al “color”, el problema del racismo y la discriminación que ello trae aparejado, no se podrán solucionar nunca.
Los asuntos relativos a la formación de una identidad “multirracial” o “multicolor” tienen que acabar de tomar su lugar dentro de la educación cubana. Pues se trata de un problema que nos afecta a todos, al afectar la identidad de la nación vista como totalidad. Mientras ello no sea así, no estaremos realmente educando para ser cubanos de manera integral.
Julio del 2007.
[1] Ya en marzo de 1959, cuando Fidel castro planteo la cuestión de la discriminación racial, como una lacra necesaria de darle solución, hubo quienes no lo apoyaron e incluso llegaron a predecir situaciones difíciles y desagradables .Hoy, después de haberlo considerado, por tantos años, como un asunto ya resuelto, no es extraño que esas mismas actitudes continúen existiendo . (Nota del Autor).
[2] Sin dudas, todas las medidas recientemente adoptadas, en el 2005, relativas al incremento de las pensiones, el salario mínimo y la distribución de productos de primera necesidad de forma subsidiada, profundizan en una política social, que siempre ha tenido un contenido profundamente humanista. La que sin dudas, beneficia a negros y mestizos, como los grupos raciales, proporcionalmente mas presentes entre los pobres. (Nota del Autor).
[3] Isaac Barreal “Retorno a las Raíces”, Fuente Viva, La Habana, Cuba, pp. 154-155.
[4] No es posible oponernos internacionalmente al racismo y la discriminación, sin combatirlo, abierta y profundamente, dentro de nuestra realidad social actual. Sin abrir un debate publico, que termine con el cinismo y la hipocresía con que muchos cubanos, lamentablemente, de todos los grupos raciales, aun abordan, ignoran o niegan la existencia del problema. (Nota del Autor).
[5] Ver: Pedro e la Hoz, “África en la Revolución Cubana: nuestra búsqueda de la mas plena justicia. Editorial Letras Cubanas, La habana, 2005.
[6] Se trata de los libros de Aline helg, Jorge de La Fuente Y Carlos Moore. (Nota del Autor).
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