Esteban
Morales Domínguez
UNEAC
Los
vientos del Impeachment (juicio político) soplan una vez más,
ahora por cuarta ocasión en la política interna norteamericana. Se
trata del presidente Donald Trump, que parece haber colmado copa de
la de la líder de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi. Antes
de Donald Trump, que ahora se asoma peligrosamente a ser enjuiciado, otros tres Presidentes han afrontado el proceso de juicio político.
Andrew
Johnson (1865-1869).
Richard
Nixon (1969-1974).
William
Clinton (1993-2001).
Ninguno
de los tres resultó destituido. Johnson y Clinton salieron absueltos
y solo Nixon perdió la presidencia, renunciando antes de ser
enjuiciado, por el conocido Escandalo Watergate.
Donald
Trump se ha convertido así en el cuarto presidente en la historia de
Estados Unidos, que afronta la amenaza de Juicio Político, después
de que el líder de la mayoría de la Cámara de Representante Nancy
Pelosi, anunciara que abrirán una investigación de impeachment
contra él, por haber presionado a Ucrania. Con
más de tres años en el poder, Trump podría tener que “rendir
cuentas “tras conocerse que bloqueó fondos de asistencia a
ucrania y que habría coaccionado a su Presidente Vladimir
Zelenski en julio pasado, para que investigue a Joe Biden y su hijo
por supuesta corrupción.
La
transcripción de la conversación entre Trump y el Presidente
Ucraniano, muestra que el primero pidió varias veces a Kiev que
investigara a Biden, ex vicepresidente de Obama y ahora aspirante a
la candidatura demócrata en las elecciones presidenciales del 2020.
Esta transcripción aparece como muy manipulada con la intención de
la Casa Blanca de ocultarla y variar los verdaderos términos en que
tuvo lugar la entrevista. Según un miembro de la CIA que denuncio
esta situación.
Para
que prospere el primer paso del Juicio Político, se debe contar con
218 votos, la mayoría simple de la Cámara de Representantes, que
está controlada por los demócratas. Aunque
sería finalmente en el Senado, dominado por los conservadores, donde
tendría lugar el juicio político en sí, que deberá tomar la
decisión o no de destituir al Presidente con la aprobación de al
menos dos tercios de sus integrantes, es decir 67 votos.
Se
trata de una situación, en la que los demócratas, pueden lograr
llegar al juicio político, pero que es muy difícil lo ganen. Depende mucho de cómo las cosas se le vayan complicando a
Trump, en medio de sus intentos nada ortodoxos, de quitarse de
encima el ser enjuiciado. En lo que hasta ahora el mandatario no parece
exhibir mucha habilidad, amén de que van saliendo cosas de la
actuación del Presidente, que pueden complicarle aún más el
escenario político, incluso entre sus propios partidarios.
Trump ha adoptado dos actitudes básicas: minimizar los
motivos de la investigación en su contra y tomar como un asunto a su
favor, que los demócratas quieran llevarlo al impeachment. O sea,
Trump ve este proceso último, como una ventaja en las
próximas elecciones presidenciales del 2020, al haber realizado
mucha propaganda alrededor de que se trata de un acoso y una
persecución a la que los demócratas lo han venido sometiendo. Por
lo que ha dicho que someterlo a juicio político sería positivo para
su posible reelección, al presentarlo como una víctima de la
persecución demócrata.
Los
republicanos, por su parte, parece han aprendido a caminar sobre la
cuerda floja política durante la turbulenta presidencia de Trump. No obstante puede que los republicanos estén a punto de poner a
prueba su lealtad al presidente Trump. De
hacerse continua la acumulación de evidencias incriminatorias de que
Trump presiono al Presidente Ucraniano, para investigar a un posible rival o hasta ahora el rival más importante en
las elecciones presidenciales próximas, algunos republicanos en
busca de su reelección al congreso, podrían verse forzados a entrar
en un doloroso encuadre político.
Es
que darle las espaldas a Trump, implica correr el riesgo de poner en
peligro su presidencia y enfurecer a sus leales partidarios.
Dado que las encuestas más recientes muestran que Trump tiene el
apoyo de 8 de cada 10 republicanos, por lo que cualquier legislador
del Partido Republicano que lo abandonase podría tener que enfrentar
un desafío en las elecciones primarias, que no sería nada fácil
lograr sortear.
Pero
si la evidencia contra Trump es suficientemente incriminatoria,
apoyarlo podría poner en riesgo el apoyo de los votantes moderados
para la elección general en noviembre del próximo año. Aunque
la mayoría de los legisladores republicanos representan áreas
seguras para el partido, aquellos de distritos y estados que no
tienen tendencias políticas definidas, no podrían darse el lujo de
irritar a los votantes.
Declaró
el senador Mitch McDonnell “… muy pocas cosas animan a las bases
de ambos partidos políticos, como una discusión sobre un juicio
político”. El intento de un juicio político podría ayudar a los
candidatos republicanos de estados con tendencias republicanas, pero
los republicanos de estados predominantemente demócratas “deberán
moverse con el cuidado de averiguar cómo vadear esas aguas”. Los
republicanos han dicho que hay muchas preguntas sin responder sobre
las acciones de Trump antes de que el juicio político se convierta
en una amenaza verdadera para su presidencia.
La
cantidad que no parece oponerse al juicio político va creciendo
peligrosamente para Trump y los republicanos intentan encontrar un
lugar donde aterrizar para mantener su credibilidad y lealtad a
Trump; pero en algún momento tendrán que elegir. Hasta
ahora en comentarios de la prensa, la mayoría de los republicanos
no han mostrado señales de vacilar y dijeron que la publicación de
la transcripción no les preocupaba. Dijeron además, que se trataba de la narrativa usada por los demócratas mientras Trump
luchaba contra preguntas sobre la colusión con Rusia en el 2016. Lo
cual para los republicanos, no hace sino confirmar que los
demócratas están obsesionados con deshacerse de Trump y que el
intento juicio político es parte de esa obsesión.
Sin
embargo, el exlíder de la mayoría del Senado Trent Lott, un
republicano veterano en intentos de juicio político contra Nixon y
Clinton, dijo que el proceso puede ser peligroso para ambos partidos. Se
refiere a que se debe recordar que los republicanos fueron castigados
en las urnas, durante su infructuoso intento de destituir a Clinton
en la década del noventa. Pero que los republicanos también deben
tener cuidado, si llegan a la conclusión de que deben apoyar la
destitución de Trump. Todo lo cual, no es más que expresión de la
crisis en que se encuentra el sistema de partidos en los Estados
Unidos.
Habrá
que tomar en consideración los instintos básicos y la forma de
actuar de Trump, para lograr comprensión de la forma caótica en que
la Casa Blanca ha respondido al intento de impeachment.
Sin dudas hasta ahora, no parece haber una estrategia colectiva
coherente que esté dando respuesta al movimiento realizado por los
demócratas. Todo parece desenvolverse en medio en medio del caos, la
improvisación y errores que podrían lejos de ayudar a Trump a salir
de la situación en que se encuentra, más bien acabar
perjudicándolo.
La
salida de la crisis política, la mayor de la presidencia actual, no
es tal, caracterizándose por la falta de rumbo, situación ante la
cual “Trump está siendo más Trump que nunca”. Eso es lo que
puede ayudar a sacarlo del juego político. Algunos
especialistas, como el Profesor de Política en American University
Chris Edelson, considera que Trump no tiene ningún tipo de
estrategia frente al juicio político.
Edelson
considera que Trump “…es un mafioso, sé cree que es el jefe de la
mafia, es un abusón y un autoritario y cuenta con que los
republicanos lo apoyaran sin importar lo que pase”. Lo cual estaría
por ver. Una
prueba de ello, es la conversación telefónica entre Nancy Pelosi y
Trump, filtrada a los medios de comunicación.
Trump
le decía a Pelosi “… Oye, ¿tú crees que podríamos hacer algo
con esa denuncia del informante? ¿Podríamos resolverlo de alguna
forma? La
respuesta de Pelosi fue tajante.” Si, podrías decirle a tu gente
que obedezca la ley”.
Esa
forma de resolverlo puede ser en el modo de actuar de Trump, hasta
tratar de hacer la barbaridad de sobornar a la Pelosi. En
realidad, aquí con Pelosi y más adelante en otras situaciones,
Trump emplea a fondo siempre sus métodos y lenguaje mafioso. Eso es
lo que podría matarlo políticamente.
El
lenguaje de la distopia domina a Trump. Este dice que no lo hizo,
pero luego afirma que, en caso de haberlo hecho, no habría pasado
nada. Es el lenguaje del doble pensar. Entonces en
la posibilidad o no del impeachment contra el presidente Trump,
apenas nos encontramos en los comienzos de la confrontación. No hay
nada seguro hasta ahora de ninguna de las partes.
Los
demócratas enfrentan lo impopular que puede ser su decisión de
juzgar a Trump, mientras que este último enfrenta la posibilidad de
que el escenario se le complique al punto de perder el apoyo
republicano con que cuenta hasta ahora. Todo esto transcurre en la
complejidad electoral, por lo que no hay nada decidido hasta ahora en la
compleja batalla por someter a Trump al impeachmente.