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Este Blog está dedicado a mi padre, a su obra de vida, a sus ideas, pero por sobre todas las cosas a su constancia. Al académico, padre y abuelo.
Se agradecen los comentarios inteligentes, que aporten al debate intelectual, que complementen o contrasten los artículos publicados, desde una óptica de respeto por las ideas, incluso aquellas que no se comparten.

jueves, 28 de febrero de 2013

CUBA: LOS RETOS DE SU COMPLEJA IDENTIDAD CARIBEÑA.



Por Esteban Morales.-
UNEAC.
ALGUNOS ANTECEDENTES.-
Cuba era un país racista antes de 1959, como herencia del régimen colonial esclavista implantado por España hasta finales del siglo XIX. El racismo se fortaleció bajo  la intervención de Estados Unidos en la isla durante los primeros años del siglo XX y los gobiernos republicanos y dictatoriales que gobernaron al país. La revolución que triunfa en 1959,  heredó por lo tanto ese problema como uno de los más complejos de la sociedad cubana y a pesar de la amplitud de la política social que ha llevado a cabo durante más de cincuenta años, los negros y mestizos aún están en desventaja con los blancos en muchos aspectos y persisten manifestaciones de racismo en una parte de la población cubana.
La sociedad cubana, con una proporción importante de sus habitantes negros y mestizos, estaba integrada hasta el año 1959, por un minoritario sector económico  poderoso, una exigua clase media y una gran masa de trabajadores y campesinos pobres. Los negros y mestizos, ocupaban las peores posiciones en la sociedad, eran los de menor  acceso a la riqueza y los de más bajo nivel de vida. Los negros en particular, integraban la masa de los más pobres, desatendidos y eran los más discriminados por el color de la piel
Hasta mediados de los años ochenta del siglo pasado,  el problema racial fue  casi  siempre abordado bajo el  temor de provocar una división social, eludiendo el análisis de sus  componentes,  lo que no ha  permitido resolver el racismo existente y   fortalecer consecuentemente, la identidad  cultural  y nacional. Por estas y otras razones históricas, se encuentran hoy personas en Cuba, que no desean  escuchar y hablar sobre el tema.  Históricamente, raza y unidad de todos los cubanos, han formado una dinámica muy negativa, que ha retrasado el tratamiento del racismo, como un asunto que la sociedad debe solucionar, por miedo a que ello afecte la unidad de todos los cubanos,  ante las necesidades de supervivencia de la nación. En medio de todas las encrucijadas que esta ha tenido que atravesar.  

Ya  en enero  de  1959, Fidel  Castro,  abordaba el problema del racismo, calificándolo como una lacra a extirpar del cuerpo de la sociedad cubana. Sus discursos reclamaban  justicia para los negros y mestizos sobre todo,  en el plano laboral pero también en el  social y cultural. Sus planteamientos  provocaron preocupaciones en algunos y alegrías en otros. Para  los negros y mestizos representaron la esperanza de que el asunto comenzaría a solucionarse, pero en algunos casos, fue  uno de los motivos para abandonar el país, previendo el proceso de radicalización de la revolución Ello evidenció  la sensibilidad de un problema, para el cual  una buena  parte de la sociedad cubana de entonces, no estaba preparada para asimilarlo.
No obstante,  partir de esas declaraciones, se comenzó a producir un cambio político  sustancial,  para la población pobre de Cuba y dentro de ella, para los negros y mestizos. Se crearon  oportunidades de todo tipo nunca antes conocidas por ese sector de la sociedad: trabajo, educación y salud gratuitas, un amplio sistema de seguridad social y  mejora de las condiciones materiales de vida.  Por primera vez  de modo masivo, los negros aparecieron en todos los sectores  laborales y pudieron acceder a las universidades y demás centros de estudio. Algunos desempeñaron cargos estatales y pudieron participar en general en la vida social,  económica y cultural  del país. 
A pesar de desarrollar  una política social de  altísimo contenido humanista, existían problemas que  limitaban el aprovechamiento de las oportunidades que la revolución abría  a los negros y mestizos: la pobreza también había sido masivamente  blanca, pero la riqueza nunca había sido negra y los puntos de partida históricos  de blancos negros y mestizos eran muy diferentes, lo que ponía ese grupo en desventaja para alcanzar las oportunidades que la política social brindaba. El color  de la piel  por tanto, continuaba operando como una  solida variable de diferenciación social que con independencia  de la existencia o no del  racismo, agravaba en última instancia, la situación de negros y mestizos. Esas diferencias no se tomaron en cuenta al elaborar la política social. 
De manera voluntarista se declaró en 1962, que el problema racial estaba resuelto y el ambiente social que comenzó a prevalecer y la política social igualitaria, de múltiples oportunidades para todos, produjo una mejoría considerable de los niveles de vida, también para  negros y  mestizos. En medio de esta situación las organizaciones en las que se agrupaban los negros y mestizos, comenzaron a desaparecer. A  partir de considerar que no eran necesarias, ya que el nuevo estado y la dirección gubernamental revolucionaria, habían tomado en sus manos la defensa de los intereses que ellas defendían. Al pasar de los años se discute si fue correcto que  los negros y mestizos  decidieran disolver esas organizaciones y pusieran en manos del  gobierno la lucha por lograr el lugar que le correspondía dentro de la sociedad cubana. 
Se vivió  un largo periodo dentro del cual, dejó de percibirse por muchos, la cuestión racial como un  problema  que frenara el desarrollo social de los negros y mestizos  como había ocurrido anteriormente.  A tal ambiente contribuyó la creación de organizaciones sociales, políticas y de masas, en cuyos estatutos no se incluían limitaciones por motivo de color de la piel. 
La declaración de Fidel Castro en el discurso de clausura del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba en 1975, en que se proclamó a Cuba como un país afro latinoamericano, la  colaboración médica en África,  la participación de Cuba en la Guerra de liberación en Angola, la creación de escuelas para niños africanos en la Isla de la Juventud, conjuntamente con las campañas en relación con la igualdad social, también contribuyeron a un ambiente, en que la cuestión racial se vio como un asunto en proceso de superación. Juntos los cubanos,  con independencia  de su color y  procedencia social, compartían las tareas revolucionarias, comenzaban asistiendo juntos a los círculos infantiles, a la escuela, a la universidad, a la preparación militar y juntos compartieron la lucha contra los ataques terroristas y militares proveniente de Estados Unidos. 

Todo ello tendía a generar una nueva cultura de colectividad y solidaridad, lo que  genero una  situación  que contribuyó a dar credibilidad al discurso oficial  de que en Cuba no había problemas raciales, lo cual no quiere decir que ello  fuese totalmente aceptado. Una parte  exigua de la intelectualidad negra, alertaba sobre el hecho de que el  problema racial no había desaparecido, que se continuaba viviendo dentro de una hegemonía blanca, que el concepto de cultura que se estaba defendiendo no correspondía aun a lo que los negros y mestizos debían lograr,  pero el ambiente político  prevaleciente,  no compartía  esas preocupaciones, ni contribuía  a su discusión dentro de la sociedad cubana.
Muchos  ciudadanos, en particular negros y mestizos, estaban conscientes de que todos los problemas no estaban resueltos, sin embargo, el nivel alcanzado en la vida económica, social y política, hasta la primera mitad  de los años ochenta, dibujaban un claro y esperanzador escenario en el que Cuba se aproximaba a un nivel óptimo de soluciones en todos los planos de la vida interna.
Es decir, el triunfo de la Revolución en 1959, trajo a parejado también un fuerte proceso de rescate de la  identidad nacional y cultural del país. Que lo hicieron avanzar hasta un nivel que le permite hoy enfrentar la solución de los retos históricos  de su identidad caribeña  y latinoamericana.
CUBA Y LAS NACIONES DEL CARIBE.
Las   naciones del Caribe, a pesar de la voluntad  expresa  de integrarse,   presentan un conjunto de retos, que van desde los problemas de la  falta de complementariedad de sus economías,  las dificultades de transportación, un turismo que las empuja más  a la competencia que a la cooperación, idiomas diferentes, las conexiones con sus antiguas metrópolis, control  de sus economías por parte de Estados Unidos, etc.
España  durante el siglo XVI dominaba el Caribe Insular. Pero después lo fue perdiendo,  hasta que le quedaron solo Cuba y Puerto Rico. Estas últimas islas  las mantuvo hasta finales del siglo XIX,  cuando ya Estados Unidos, nación imperial emergente, comenzó a disputárselas. Un continuo batallar entre las intenciones de Estados Unidos por tener a Cuba, las ansias inglesas por poseerla y las intenciones de España por mantenerla,  caracterizaron todo el siglo VXIII y XIX. Pero  la partida no fue decidida hasta finales del siglo  (1898) en que  Estados Unidos, valiéndose de los más sutiles ardides,  se apropió de ella, comenzando  la aplicación del modelo  neocolonial que le había  prediseñado.
Estados  Unidos   había  formulado  política respecto a Cuba entre 1805 y 1823, su teoría del  “destino manifiesto”  anticipaba lo que ocurriría cuando la Isla se independizara de España. Pero no  estaba dispuesto a esperar  tanto, por lo que en no menos de siete  ocasiones, trató de comprar La Isla a España u obtener la autonomía para ella. La tozudez española lo impidió, aunque Estados Unidos continuó con su plan de apoderarse de Cuba, arrebatándosela a España.  Aunque entonces  no estaba en condiciones de hacerlo, pues ella misma estaba  consolidándose como nación, cosa que no logró hasta finales del siglo XVIII. 
Cuba estaba  muy cerca geográficamente del nuevo imperio americano emergente y  muy lejos de España,    pero el primero  no disponía de flota marítima para lanzarse a la aventura de apoderarse de Cuba, por lo que asediado también en su empeño por Inglaterra, prefirió i continuar preparando las condiciones.
Hacia 1826, Bolívar hizo sus intentos de enrolar a Cuba  en los procesos independentistas latinoamericanos,  pero la entonces  fiel y reformista Isla de  Cuba no estaba preparada para ello. Estados Unidos también se había preparado provisoriamente, dotando a su llamada “doctrina de la fruta madura”  con  un corolario que  la complementaba: “mientras Cuba no fuera de Estados Unidos, no podía ser de mas nadie”. Razón por la cual ante la acción bolivariana,   Estados Unidos declaró, alto y fuerte,  “que lo que ocurriera en Cuba era como si estuviese ocurriendo    en la boca del Mississippi”. No olvidemos que en el pensamiento   geopolítico   dominante de  la época, la Isla de   Cuba aparecía como el  resultado de la sedimentación de las arenas del Mississippi  en el Golfo de México.
En realidad, Cuba era parte del Caribe,  objetivamente  lo formaba, pero su destino como nación y la formación de su identidad, quedaron  fuertemente  enmarcados  dentro de la potencia colonial española, que deseaba mantenerla eternamente, las fuertes apetencias imperiales de Estados Unidos  y  las ansias de Inglaterra, que ya había logrado ocupar parte del país,  entre 1762 y 1763.
En la historia de Cuba, para esta época, el Caribe solo  aparecía en términos de las cosas que compartía con Cuba,  histórica y geográficamente: el sistema colonial, la plantación, la trata negrera, la esclavitud, la masiva procedencia de África de su  población  y  ciertos contactos, que la industria azucarera  le  hacía compartir con el Caribe Insular más cercano. Que no son pocas cosas, porque constituyen una plataforma histórica de identidad  común  importante. Sin embargo, políticamente, Cuba quedaba totalmente atada a los designios de las dos potencias imperiales que la dominaban;  España y Estados Unidos.
Pero a partir de que la cultura y la identidad nacional cubana comenzaron a  perfilarse,  hacia mediados del siglo XIX,  todos los rasgos caribeños quedaron subsumidos dentro de  un triangulo de fuerzas  formado por  la identidad blanca española y  la fuerte penetración  norteamericana, sobre todo después de la intervención  entre 1898-1902, diluyéndose  el  aporte de la población de origen africano y con ello, la participación del Caribe en la formación de la identidad cubana. A este grupo poblacional,  prácticamente no les tocó nada en la distribución del poder que Estados Unidos lideró.  .
Estados Unidos había comenzado a penetrar en la vida cubana  mucho  antes de que esta última quedara liberada de la tutela  política española.  Hacia mediados del siglo XIX ya la economía cubana era controlada por Estados Unidos de un modo  que  había convertido a la Isla en su neo colonia. Faltaban nada más que forjar  el éxito de las presiones políticas, que harían saltar definitivamente a Cuba a las manos de Estados Unidos. Esto ocurrió entre 1898 y 1902.
Es por ello  que la  identidad caribeña cubana  resultaba  sumamente compleja. Algo así como el componente que no terminaba  de emerger, porque las dos identidades más poderosas, la española y la norteamericana, la mantuvieron siempre aplastada. Fenómeno  del cual  la identidad cubana también tenía  que ser rescatada. Pues ambos componentes (negros) de la identidad cubana,  resultaron  víctimas del  mismo proceso.
En resumen, son  varios y bastante complejos los procesos   que tienen que producirse   para que la identidad caribeña  acabe de  afianzarse   como un  componente  de la identidad cubana.
  1. Entre el régimen colonial  esclavista español  y la intervención norteamericana, que no comenzó en  1898, sino mucho antes, dotaron a Cuba de una identidad donde el Caribe aparece solo en el trasfondo  negro de la identidad cubana. Dotando  a la Isla de una identidad, donde lo caribeño tiende a aparecer  subsumido, aplastado.
  2. El propio cubano,  en particular   los  negros,  consideraron  siempre al negro caribeño como un  individuo  de segunda categoría. Una negra o mestiza cubana raramente formaba familia con un negro haitiano o jamaicano;  mucho menos  una blanca cubana, que apenas lo hacía con un negro cubano. Un blanco cubano no se casaba con una caribeña, en casos raros lo hacía con una negra cubana. Aunque el caribeño fue paulatinamente asimilado  y asimilándose como cubano, se mantenía cierta segmentación. Que no era más  que  parte de la propia segmentación de los negros y mestizos en Cuba, pero que afectaba de manera especial al llamado antillano.
  3. Los gobiernos cubanos neocoloniales discriminaban al antillano, ofreciéndole cierta aceptación solo por la importancia que tenían como brazos para la industria azucarera. Prácticamente durante los primeros 30 años de la república, los obligaban a regresar  a sus países de origen, una vez  concluidas  las  labores de la zafra azucarera.
  4. Los antillanos,  soportaron  siempre  las más brutales condiciones de explotación, los peores  empleos y salarios,  condiciones de vida, prácticamente equiparables a condiciones de esclavitud. Con ellos las condiciones del  trabajo  esclavo, prácticamente se mantuvieron hasta bien entrado el siglo XX. Situaciones perfectamente visibles en las provincias de Camagüey  y Oriente. También en Matanzas.
  5. En términos de identidad caribeña, Cuba es el país menos caribeño de todo el Caribe. Del mismo modo en que resulta el país menos latinoamericano de toda América Latina. Eso obedece  a que el componente indígena  apenas sobrevivió, España mantuvo la esclavitud del negro mas allá de lo concebible  y la intervención norteamericana  aplastó la formación de una identidad   que quedara integrada    de manera  equilibrada por todos sus componentes. Lo que existe en Cuba es la voluntad política de ser latinoamericanos y de ser caribeños,  pero las condiciones bajo las cuales se forjó nuestra identidad  contradicen   nuestra pertenencia  real al Caribe y a América  Latina. Tales identidades tienen que ser forjadas, en realidad  no existen.
  6. La conciencia que tiene hoy  el cubano de ser caribeño,   funciona como un espejismo, que no se identifica directamente con  costumbres, realidades, sentimientos, ni  casi  con expresiones concretas. Sino  más bien  con una   voluntad de serlo. Porque se intuye que lo somos, pero sin mucha capacidad de señalar  hacia nada que nos lo concrete.
  7. En medio de esa situación, el tratamiento dado durante muchos años a la cuestión racial, que llega hasta nuestros días, ha perjudicado mucho  la conciencia de ser caribeños, pues aun no queda claro  ni qué es   la conciencia racial cubana propiamente dicha.  Aun la definición de nuestra propia identidad racial, se debate en medio del racismo y la discriminación racial  todavía existente. El  negro  fue siempre y ha sido el ingrediente de nuestra identidad   nacional  precisamente mas negado y excluido 
  8. Uno de los  máximos  y más destacados   esfuerzos, durante los años de revolución,  se ha realizado en Santiago de Cuba, que  si  cuenta con un Centro de Estudios del Caribe, una revista  y un festival anual. Pero no resulta  suficiente, pues no se trata de algo que abarca  a todo el país. Bajo  la cobertura  de reconocer  que Santiago  es la ciudad  más caribeña de Cuba, el resto de la Isla vegeta en los marcos de la desatención del tema. 
  9. Existe también El Centro de Estudios del Caribe en Casa de La Américas. Con una destacada labor en el ámbito latinoamericano y caribeño. Dirigido por la Dra. Yolanda Wood.
  10. Otro esfuerzo importante es el de Rigoberto López, con su Muestra de Cine del Caribe y africano, junto a los eventos que cada cierto tiempo desarrolla. El resto de los cineastas, a penas aparecen en estas actividades. Como si el interés cultural, cinematográfico,  así como la conexión África-Caribe,  pudiera ser un acto aislado.
  11. Se han producido pocos libros sobre  el  Caribe, pocos  artículos y los eventos científicos sobre el tema escasean. En los Festivales nacionales de Ballet, salvo por  la presencia de Cuba, El Caribe  apenas aparece. Los festivales de música caribeña están casi ausentes. La música caribeña, con excepción de la Steel  Band  y cierta música procedente del Caribe continental, apenas se escucha  o comercializa en Cuba.
  12. La cultura del Caribe en Cuba es desconocida y no es promovida. Pero es que la africana tampoco. De qué modo se puede     generar la actitud hacia el Caribe que se necesita para integrarnos, si el Caribe no se conoce en Cuba. Existiendo solo una conciencia elemental,   no fundamentada ni alimentada, de que Cuba es una Isla del Caribe.
  13. Solo Puerto Rico  es identificado  por el cubano común, de manera elemental  como parte del Caribe.
  14. Milagros Martínez   en La  Universidad de La Habana  lidera, junto a la profesora Digna Castañeda,  un Grupo de Estudios del Caribe,   pero   este  tampoco logra abarcar todas las necesidades del tema. Ni parece contar con el apoyo institucional necesario. Pues nunca ha podido cuajar en un Centro de Estudios, que de coherencia a los esfuerzos que se hacen. Cayendo el tema caribeño en el mismo nivel de desatención que sufren los estudios raciales en la Universidad y la Educación Superior en general. Tratándose  de  temáticas  que  ambas entroncan  con la cuestión  afrodescendiente. Otros temas, como los estudios europeos, asiáticos, latinoamericanos, incluso africanos, han tenido mejor suerte dentro de nuestra política científica nacional.

En realidad, no estamos haciendo nada nuevo o que  simplemente  no  debamos hacer,  si trabajamos  por  fortalecer nuestra identidad caribeña, por  rescatar  lo que nos une al Caribe, porque se trata de un componente de nuestra propia  identidad  que no está concluida.
Hace falta realizar esfuerzos mayores, más  reconocidos por el gobierno cubano y más institucionales,  para que el Caribe ocupe en Cuba  el lugar que le corresponde. Defender nuestra identidad caribeña  es  acercarnos al vértice histórico que mas inmediatamente nos vincula con África,  con la población afrodescendiente dispersa por el mundo, sobre todo si entendemos los continuos intentos coloniales, ya históricos, tanto de España como de Estados Unidos,  por des africanizarnos y por blanquearnos. Entonces,  fortalecer  ese espíritu dentro del  cuerpo  de la nación, es defender  el componente de nuestra identidad que nos peculiariza y que nos hace fuertes   para compartir, en igualdad de condiciones,  en particular,  con la hispanidad, que siempre fue hegemónica y que aun se bate en retirada por serlo. De lo contrario podemos continuar siendo la Cuba a que nos empujaron durante siglos: una  cuba  blanca.
En los marcos del Caribe hay que defender su unidad dentro de la diversidad. Tratándolo como uno y diverso  al mismo tiempo, que es donde radica su fortaleza como región económica y cultural del mundo. Lo contrario sería  permitir su balcanización, ofreciendo la oportunidad de que las potencias imperiales, apoyándose en las diferencias que presenta,  lo dividan,  evitando que se  logre la verdadera integración, que solo será  real y factible si se logra respetando la  diversidad  caribeña como algo endógeno  y no como un obstáculo a la propia  integración. La región de conjunto  posee todos los recursos naturales, de biodiversidad y humanos, para constituirse en una región, que junto con América Latina, devenga en una potencia mundial.
No hay otro modo de presentarnos ante el mundo,  o ante cualquier parte del,  que  como la Cuba que lucha aun por fortalecer su verdadera identidad. No se puede decir que la hayamos ganado aun totalmente,  pero el solo hecho de reclamarla todos los días, en todos los lugares y de todas las formas posibles,  ya nos convierte en lo que verdaderamente  debemos ser: cubanos completos. Mezcla de españoles, africanos, caribeños, asiáticos.
Ahora que Cuba presidirá la  CELAC  hay que tratar de aunar todos los esfuerzos internos  para dotar  a  los estudios caribeños,  de una plataforma  académico-científica;  que permita un avance  mayor en el orden del conocimiento del Caribe. Los acercamientos e intercambios culturales deben proliferar;  fundar un Centro de Estudios del  Caribe en La Habana, que en coordinación con el existente en Santiago de Cuba, y el de La casa de las Américas,  produzca libros, promueva más el conocimiento de los países que  integran el Caribe.
Si de verdad  queremos hacer un buen trabajo,  no se trata simplemente de cuatro cubanos  o caribeños brillantes,  haciendo magníficos  informes   en la CELAC, sino de mucha gente, que las tenemos, generando una amplia producción intelectual y cultural  que apoye  una política sistemática  sobre el tema caribeño y  la  integración.  Pues no se trata de simplemente  de generar política, por muy brillante que esta pueda resultar, porque  las   políticas, finalmente,   se agotan  en su propia ejecución, sino de construir una buena plataforma científica y cultural,  para  generarlas   continuamente.

La Habana, febrero 25 del 2013.

Obama ante una decisión difícil , pero no imposible: El caso de Alan Gross



Por Esteban Morales
UNEAC

  • Los que apuntaban a ser avances en la política de Estados Unidos hacia Cuba, con Obama, ahora parecen estancarse.
Obama había dividido en dos el bloqueo, echando por tierra las medidas que George Bush había tomado contra Cuba, en  términos de remesas, viajes, visados, paquetes,  etc. aunque manteniéndolo como herramienta agresiva contra el Gobierno Cubano.
Parecía que se trataba de dos cosas: concederle a la sociedad civil de ambos lados, mejores condiciones para el intercambio familiar; y mantenerlo como una medida de presión  contra el gobierno.   No parecía una medida definitiva, sino más bien encaminada a jugar  con el comportamiento que se lograra por parte de Cuba. 
Las medidas  beneficiosas se mantienen, no ha sido posible derogarlas, a pesar de las presiones que la derecha cubano-americana ha ejercido. Pero Obama continua esgrimiendo el bloqueo, considerando que estas  ahora, en medio de la transición que vive Cuba, hacia un nuevo modelo económico, tendrían más efectividad. Al parecer, al mismo tiempo, tratando de aparecer duro ante aquellos, que aun aspiran a  mantener la  agresividad  en la política hacia Cuba.
En tal sentido, aunque habiendo esgrimido una política, en parte más inteligente, Obama no parece ser mucho  menos rehén de las fuerzas de derecha  dentro de la política norteamericana, que cualquier presidente anterior. Ahí están los republicanos de derecha, tratando de retomar el mando en el 2016 y como todo presidente en su segundo mandato, haciendo todo lo posible por dejarle el camino expedito  al futuro candidato de su partido.
Según la administración norteamericana, ha surgido un obstáculo, que parece infranqueable para seguir avanzando: la detención de Allan Gross. Abiertamente  la administración declara, que esta es ahora su prioridad de política con Cuba. ¿Pero tiene peso el asunto de Gross  como para que Obama esté dispuesto a  sacrificar lo que pareció ser desde el principio su estrategia de política hacia Cuba? Sobre todo, tiene el peso que se le quiere dar? Pienso que no, que Obama  se está cerrando él mismo.
No es difícil recordar  todas las veces que Estados Unidos ha  esgrimido  obstáculos  para no continuar avanzando en asuntos de la política hacia Cuba. Ahora resulta que la condición para continuar adelante, tal vez en una mejoría de las relaciones, es que Cuba  entregue a Allan Gross de manera incondicional. Sin dudas,  con esa posición, las cosas vuelven a complicarse. Porque nunca Cuba le ha aceptado a Estados Unidos condiciones para negociar sobre ningún asunto. Cualquier   administración norteamericana  puede recordar, que plantear las cosas de modo tan prepotente,  nunca ha ofrecido soluciones, ni bajo los peores y más peligrosos momentos del enfrentamiento entre ambos países durante más de 50 años.
Pero veamos detenidamente, que es lo que ahora se esgrime como un obstáculo por la administración,  para, según Obama,  seguir avanzando en las relaciones.
Cuba tiene que devolver a Allan Gross, sin condiciones y no se  acepta la posibilidad planteada de cambiar a Gross por los cinco.
Esta posición no se sostiene  más que a partir de la prepotencia  con que Estados  Unidos ha tratado siempre de negociar con Cuba. Lo cual se ha comportado como una constante del enfrentamiento. Debido a las razones siguientes:

  1. La administración de Obama contrató a Gross para realizar en Cuba  actividades,  que ahora el propio Gross reconoce, que fue una empresa en la que no debió haberse metido. Incluso vendiéndose como engañado.
  2. La administración insiste en que  no hay nada en la actividad de Gross como para haberlo tomado preso y condenarlo a 15 años.
  3. Tal parece que Estados Unidos insiste en que Gross debiera ser liberado porque la acción realizada por Cuba es ilegal. ¿Qué diría Estados Unidos, si las cosas hubieran sido a la inversa?
  4. La administración no acepta negociar, hasta ahora, la liberación de los Cinco por Allan Gross. Algunos llegan a ver ese intercambio  hasta sobre la base de reglas aritméticas  de que cinco no vale uno.

Pero, en  realidad, Obama, se encuentra en total desventaja dentro de esa confrontación. Existen toneladas de documentos  y no pocas declaraciones de miembros de la propia justicia norteamericana,  que demuestran,   que el caso de los Cinco  fue  y será, una mancha en la justicia norteamericana, que tiene que ser limpiada.
Es reconocido, que los Cinco fueron condenados en un proceso totalmente amañado, carente de legalidad, esgrimiendo condenas cuyas causas no son demostrables ni han  sido demostradas,   y cuyas sentencias son  extremo exageradas, lo cual rompe  además con el asunto de la precedencia, regla clave del derecho norteamericano. Como si fuera poco, existen informaciones, y múltiples quejas,  de  que el gobierno norteamericano se niega a desclasificar informaciones,   que pudieran poner aún más en evidencia lo amañado del proceso. 
La administración Obama no acepta algo que se ha hecho totalmente evidente, que Estados Unidos, al liberar a los Cinco  podría quitarse de encima el desprestigio tan grande que esa condena ha representado para la justicia norteamericana. Por lo que en realidad no perderían nada, sino que ganarían con liberarlos. No son pocos los que en el mundo impugnan el proceso y no pocas tampoco,  las personalidades que se han dirigido de manera directa  al Presidente reclamando la liberación de los  Cinco.
Cuba, por su parte, no perdería nada tampoco con liberar a Allan Gross¸ aunque nunca bajo las condiciones que Estados Unidos exige. Mientras liberar a los Cinco  para estados Unidos representaría una rectificación de ética;  para Cuba liberar a Allan Gross bajo las condiciones que Obama exige, devendría en un peligro para la  seguridad nacional de Cuba, pues entonces Estados Unidos  se sentiría  siempre en  el derecho de  exigir a Cuba   que actué  simplemente para satisfacer sus intereses. 
El proceso se encuentra estancado, porque si algo ha quedado demostrado en esta confrontación,  es que Estados Unidos  siempre puede apoyarse en las exigencias aceptadas, para exigir más. Pues en la lógica de la política imperial norteamericana  la sensatez es  tomada  siempre como una señal de cobardía y no de madurez política.
Pero existen otros  dos asuntos complejos para Estados Unidos, que aun la Administración parece  no se ha decidido a considerar y que son los siguientes.
1-Aunque Allan Gross recibe en Cuba todas las atenciones necesarias, correspondientes a un hombre de más de 60 años, las cosas podrían complicarse, si Gross se  enferma y muere en Cuba. Es cierto que Cuba perdería su “pieza de canje”,  pero Obama no tendría como justificar haber convertido en una cuestión de principio, lo que no lo es y cargaría con la culpa principal, porque es la Administración la que envió a Gross a Cuba  y  la que está ahora  poniendo todas las condicionalidades. 
2- La familia de Gross, en particular la esposa, considera, con mucha razón, que si fue el gobierno norteamericano quien mandó a Allan Gross a Cuba, es  quien tiene  la máxima responsabilidad de sacarlo de Cuba.
3- Por lo que es  la Administración de Obama, en particular el presidente, quien  debiera considerar el caso de manera más inteligente, sin pretender imponer condiciones a Cuba que esta última nunca aceptará, pero sobretodo, impedir que las cosas lleguen a complicarse, de modo que una posible solución,  ya pueda  resultar tardía 
Ese argumento esgrimido por el gobierno de Estados Unidos, sobre todo de miembros del Congreso, de que no es posible cambiar   uno  por cinco,  se trata de  pura aritmética tonta,  que nada tiene que ver con un problema político tan serio  como el que se debate.
Es cierto que el caso de Allan Gross   no es nada  fácil. Es posible entender el atolladero en que está metido el  Presidente, pero bastaría con que pasando por encima de los prejuicios esgrimidos  y  las manipulaciones del caso de los Cinco,   investigara a fondo ese caso y reuniera todos los elementos  para tomar una decisión  teniendo en cuenta las injusticias que lo rodean  y el hecho de que en realidad, nunca pusieron en peligro la seguridad nacional de Estados Unidos.  Liberar a los Cinco quedaría como un acto de ética ante la  justicia mal aplicada  y liberar a Allan Gross, por parte de Cuba, quedaría como un simple gesto de buena voluntad. Y así sería posible continuar adelante.
Ya una administración, la de W. Clinton, ante un asunto mucho más complicado, el caso del niño Elián Gonzales, entendiendo que Cuba tenía la razón y aceptando también el componente de prestigio que tenía para Estados Unidos, tomó la decisión correcta. 
Es cierto que no es lo mismo tomar una decisión, frente a los prejuicios, justificados o no, que un caso como el de los Cinco, levanta dentro de la opinión pública norteamericana, pero Obama no debe dejarse guiar por simples prejuicios  y debe adoptar la decisión sobre  bases  objetivas,  en una situación, que en realidad  tiene solución, si se actúa con madurez política y no con prepotencia. Sobre todo si reconoce como lo ha hecho en varias ocasiones, de que  es el obstáculo que le impide continuar avanzando en sus planes contra Cuba.
La Habana, 23 de febrero de 2013