Por Esteban Morales
UNEAC
- Los que apuntaban a ser avances en la política de Estados Unidos hacia Cuba, con Obama, ahora parecen estancarse.
Obama había dividido en dos el bloqueo, echando por tierra las medidas que George Bush había tomado contra Cuba, en términos de remesas, viajes, visados, paquetes, etc. aunque manteniéndolo como herramienta agresiva contra el Gobierno Cubano.
Parecía que se trataba de dos cosas: concederle a la sociedad civil de ambos lados, mejores condiciones para el intercambio familiar; y mantenerlo como una medida de presión contra el gobierno. No parecía una medida definitiva, sino más bien encaminada a jugar con el comportamiento que se lograra por parte de Cuba.
Las medidas beneficiosas se mantienen, no ha sido posible derogarlas, a pesar de las presiones que la derecha cubano-americana ha ejercido. Pero Obama continua esgrimiendo el bloqueo, considerando que estas ahora, en medio de la transición que vive Cuba, hacia un nuevo modelo económico, tendrían más efectividad. Al parecer, al mismo tiempo, tratando de aparecer duro ante aquellos, que aun aspiran a mantener la agresividad en la política hacia Cuba.
En tal sentido, aunque habiendo esgrimido una política, en parte más inteligente, Obama no parece ser mucho menos rehén de las fuerzas de derecha dentro de la política norteamericana, que cualquier presidente anterior. Ahí están los republicanos de derecha, tratando de retomar el mando en el 2016 y como todo presidente en su segundo mandato, haciendo todo lo posible por dejarle el camino expedito al futuro candidato de su partido.
Según la administración norteamericana, ha surgido un obstáculo, que parece infranqueable para seguir avanzando: la detención de Allan Gross. Abiertamente la administración declara, que esta es ahora su prioridad de política con Cuba. ¿Pero tiene peso el asunto de Gross como para que Obama esté dispuesto a sacrificar lo que pareció ser desde el principio su estrategia de política hacia Cuba? Sobre todo, tiene el peso que se le quiere dar? Pienso que no, que Obama se está cerrando él mismo.
No es difícil recordar todas las veces que Estados Unidos ha esgrimido obstáculos para no continuar avanzando en asuntos de la política hacia Cuba. Ahora resulta que la condición para continuar adelante, tal vez en una mejoría de las relaciones, es que Cuba entregue a Allan Gross de manera incondicional. Sin dudas, con esa posición, las cosas vuelven a complicarse. Porque nunca Cuba le ha aceptado a Estados Unidos condiciones para negociar sobre ningún asunto. Cualquier administración norteamericana puede recordar, que plantear las cosas de modo tan prepotente, nunca ha ofrecido soluciones, ni bajo los peores y más peligrosos momentos del enfrentamiento entre ambos países durante más de 50 años.
Pero veamos detenidamente, que es lo que ahora se esgrime como un obstáculo por la administración, para, según Obama, seguir avanzando en las relaciones.
Cuba tiene que devolver a Allan Gross, sin condiciones y no se acepta la posibilidad planteada de cambiar a Gross por los cinco.
Esta posición no se sostiene más que a partir de la prepotencia con que Estados Unidos ha tratado siempre de negociar con Cuba. Lo cual se ha comportado como una constante del enfrentamiento. Debido a las razones siguientes:
- La administración de Obama contrató a Gross para realizar en Cuba actividades, que ahora el propio Gross reconoce, que fue una empresa en la que no debió haberse metido. Incluso vendiéndose como engañado.
- La administración insiste en que no hay nada en la actividad de Gross como para haberlo tomado preso y condenarlo a 15 años.
- Tal parece que Estados Unidos insiste en que Gross debiera ser liberado porque la acción realizada por Cuba es ilegal. ¿Qué diría Estados Unidos, si las cosas hubieran sido a la inversa?
- La administración no acepta negociar, hasta ahora, la liberación de los Cinco por Allan Gross. Algunos llegan a ver ese intercambio hasta sobre la base de reglas aritméticas de que cinco no vale uno.
Pero, en realidad, Obama, se encuentra en total desventaja dentro de esa confrontación. Existen toneladas de documentos y no pocas declaraciones de miembros de la propia justicia norteamericana, que demuestran, que el caso de los Cinco fue y será, una mancha en la justicia norteamericana, que tiene que ser limpiada.
Es reconocido, que los Cinco fueron condenados en un proceso totalmente amañado, carente de legalidad, esgrimiendo condenas cuyas causas no son demostrables ni han sido demostradas, y cuyas sentencias son extremo exageradas, lo cual rompe además con el asunto de la precedencia, regla clave del derecho norteamericano. Como si fuera poco, existen informaciones, y múltiples quejas, de que el gobierno norteamericano se niega a desclasificar informaciones, que pudieran poner aún más en evidencia lo amañado del proceso.
La administración Obama no acepta algo que se ha hecho totalmente evidente, que Estados Unidos, al liberar a los Cinco podría quitarse de encima el desprestigio tan grande que esa condena ha representado para la justicia norteamericana. Por lo que en realidad no perderían nada, sino que ganarían con liberarlos. No son pocos los que en el mundo impugnan el proceso y no pocas tampoco, las personalidades que se han dirigido de manera directa al Presidente reclamando la liberación de los Cinco.
Cuba, por su parte, no perdería nada tampoco con liberar a Allan Gross¸ aunque nunca bajo las condiciones que Estados Unidos exige. Mientras liberar a los Cinco para estados Unidos representaría una rectificación de ética; para Cuba liberar a Allan Gross bajo las condiciones que Obama exige, devendría en un peligro para la seguridad nacional de Cuba, pues entonces Estados Unidos se sentiría siempre en el derecho de exigir a Cuba que actué simplemente para satisfacer sus intereses.
El proceso se encuentra estancado, porque si algo ha quedado demostrado en esta confrontación, es que Estados Unidos siempre puede apoyarse en las exigencias aceptadas, para exigir más. Pues en la lógica de la política imperial norteamericana la sensatez es tomada siempre como una señal de cobardía y no de madurez política.
Pero existen otros dos asuntos complejos para Estados Unidos, que aun la Administración parece no se ha decidido a considerar y que son los siguientes.
1-Aunque Allan Gross recibe en Cuba todas las atenciones necesarias, correspondientes a un hombre de más de 60 años, las cosas podrían complicarse, si Gross se enferma y muere en Cuba. Es cierto que Cuba perdería su “pieza de canje”, pero Obama no tendría como justificar haber convertido en una cuestión de principio, lo que no lo es y cargaría con la culpa principal, porque es la Administración la que envió a Gross a Cuba y la que está ahora poniendo todas las condicionalidades.
2- La familia de Gross, en particular la esposa, considera, con mucha razón, que si fue el gobierno norteamericano quien mandó a Allan Gross a Cuba, es quien tiene la máxima responsabilidad de sacarlo de Cuba.
3- Por lo que es la Administración de Obama, en particular el presidente, quien debiera considerar el caso de manera más inteligente, sin pretender imponer condiciones a Cuba que esta última nunca aceptará, pero sobretodo, impedir que las cosas lleguen a complicarse, de modo que una posible solución, ya pueda resultar tardía
Ese argumento esgrimido por el gobierno de Estados Unidos, sobre todo de miembros del Congreso, de que no es posible cambiar uno por cinco, se trata de pura aritmética tonta, que nada tiene que ver con un problema político tan serio como el que se debate.
Es cierto que el caso de Allan Gross no es nada fácil. Es posible entender el atolladero en que está metido el Presidente, pero bastaría con que pasando por encima de los prejuicios esgrimidos y las manipulaciones del caso de los Cinco, investigara a fondo ese caso y reuniera todos los elementos para tomar una decisión teniendo en cuenta las injusticias que lo rodean y el hecho de que en realidad, nunca pusieron en peligro la seguridad nacional de Estados Unidos. Liberar a los Cinco quedaría como un acto de ética ante la justicia mal aplicada y liberar a Allan Gross, por parte de Cuba, quedaría como un simple gesto de buena voluntad. Y así sería posible continuar adelante.
Ya una administración, la de W. Clinton, ante un asunto mucho más complicado, el caso del niño Elián Gonzales, entendiendo que Cuba tenía la razón y aceptando también el componente de prestigio que tenía para Estados Unidos, tomó la decisión correcta.
Es cierto que no es lo mismo tomar una decisión, frente a los prejuicios, justificados o no, que un caso como el de los Cinco, levanta dentro de la opinión pública norteamericana, pero Obama no debe dejarse guiar por simples prejuicios y debe adoptar la decisión sobre bases objetivas, en una situación, que en realidad tiene solución, si se actúa con madurez política y no con prepotencia. Sobre todo si reconoce como lo ha hecho en varias ocasiones, de que es el obstáculo que le impide continuar avanzando en sus planes contra Cuba.
La Habana, 23 de febrero de 2013
Es de notar que si Gross hubiese entregado voluntariamente ese mismo equipo que trajo, a algún miembro del PCC o funcionario del gobierno de Cuba o a alguien a quien el gobierno de EEUU considerara como tal, a su regreso a Estados Unidos habría enfrentado cargos con pena de prisión de muchos años.
ResponderEliminarSr. Morales, sobreestima usted el papel que Cuba contiene en el política exterior norteamericana. El presidente Obama debe centrarse en crisis más importante alrededor del mundo. El caso de los cinco espías condenados de cuba en EEUU es todavía desconocido a la mayoría de los norteamericanos. Lo que es importante a usted y a la mayoría de los cubanos son sin sentido a más 97% de mi país.
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