Esteban Morales Domínguez
UNEAC
Los
resultados del proceso electoral presidencial de noviembre último, vienen matizando el denominado cambio de política
hacia Cuba y otros procesos que tienen
lugar en el mundo.
Varios
acontecimientos son responsables:
1-
Obama se retira de la
presidencia, absteniéndose en la
votación de la Resolución Cubana contra el bloqueo en Naciones Unidas.
2-
Trump arrebata la presidencia a Hillary Clinton.
Propinadole una derrota que agudiza la
crisis dentro del partido Demócrata y aun dentro del propio partido
Republicano.
3-
Fallece el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Líder
indiscutible de la Revolución Cubana y mundial.
4-
Trump finalmente emite declaraciones irrespetuosas contra Fidel castro y contra Cuba.
5-
Trump sintiéndose ya
elegido presidente, se propone atacar a Cuba, dándole marcha atrás a la
política seguida por Obama.
6-
Finalmente Obama se retira sin haber logrado ningún éxito
evidente en su política exterior.
7-
La Hilary pierde su
última oportunidad para llegar a la presidencia
y con su derrota queda en entredicho la política exterior seguida por el
duo Presidente-Secretaria de Estado.
8-
Pero lo más importante de todo lo ocurrido, es que Trump gana
la presidencia como un “Lobo Solitario”,
sin aliarse al Partido Republicano, ni a ningún otro partido, como el Demócrata y lo hace echando por tierra la “ideología del
stablishment clásico”.
Lo
primero que salta a la vista, en el
contexto actual, es que Cuba y estados Unidos
no avanzaron lo suficiente en sus negociaciones como para hacer irreversible
las cosas que se han alcanzado hasta el momento.
El propio Quinto Paquete de Medidas de Obama y la Directiva
Presidencial de Politica hacia Cuba, no decían en esencia nada nuevo de lo que ya podíamos presuponer desde que
Obama dividió el bloqueo en dos y
utilizo, durante todo su mandato, el garrote y la zanahoria, sobre todo durante el último año y medio, como no se
recuerda que lo haya hecho ningún presidente en los más de 50 años de política agresiva contra
Cuba.
No
obstante, Obama se va con el legado de haber sido el presidente que mas hizo
por cambiar la política hacia Cuba, aunque no lo haya hecho en sus elementos
esenciales.
Pues
cuando Obama el 17 de diciembre del2014, declaro que la política hacia Cuba
había sido un fracaso y que realmente Estados Unidos había resultado aislado
con ella, no lo hizo desde una posición derrotista ni renunciando a sus
intereses imperiales. Obama ya tenía una alternativa de política a seguir con
Cuba, pues también había declarado, que no es posible hacer las cosas de un
mismo modo y esperar resultados diferentes.
Entonces,
Obama no hizo un cambio estratégico esencial en la política hacia Cuba, sino
solo táctico, de cómo conducir en esencia la misma política, para obtener los
resultados por siempre esperados.
Por
lo que si Trump interpreta de manera inteligente lo que Obama hizo con
Cuba, se dara cuenta de que él puede
tratar de hacer lo mismo. Lo cual podría significar ventajas mutuas para el
futuro mediano plazo, hasta que fuera
posible estirar la cuerda. Lo que podría
desembocar en el mediano plazo en
que Trump se percate de que con tal política, al igual que Obama, no podría vencer a Cuba; o que esta
última en un intento de Trump por
apretar en las negociaciones, finalmente se rompiesen.
Ya
que otra alternativa no parece viable,
pues no creo que aun Estados Unidos se
sienta conforme con una política que permitiese a Cuba seguir libremente su
camino, sin que Estados Unidos tratase de controlarla de nuevo. dado que ya
Cuba escapo de las garras de Estados Unidos y no está entre sus alternativas de
relacionarse con Estados Unidos, que este ultimo vuelva a frustrar su
independencia.
Por
eso el futuro Presidente, si ahora quiere dar marcha atrás al legado del anterior,
de manera inteligente, no podría hacerlo más que
apoyándose en la propia Directiva Presidencial de Obama; solo supuestamente apretando un poco más las tuercas, para que
según sus deseos, el Gobierno Cubano, se viese obligado a hacerle las
concesiones que no le hizo a Obama. Lo cual deviene un
verdadero sueño para Trump. Que
parece no tomar en cuenta, que Cuba se ha mantenido firme en su política por
más de 11 administraciones sin dejarse engañar ni doblegar.
Creo además, que de manera inmediata, aunque
se decidiese por la variante de política seguida por Obama, Trump, chocara con la realidad de que la
situación de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos, va mucho más allá de
una relación bilateral, para haber pasado a ser hace tiempo, un asunto en que tienen participación, tanto
el resto del hemisferio, como la sociedad norteamericana, así como el
conjunto de países, que dieron su voto
en Naciones Unidas para que Estados Unidos levantase el bloqueo a Cuba.
O
sea, que aunque debimos lograr avanzar más con Obama, de todos modos se avanzo
lo suficiente, como para que ahora tratar ahora de volverse atrás, ya haya
devenido un asunto político nada fácil de manejar para la presidencia de Trump.
Por
lo que también, visto el asunto de la
política hacia Cuba externamente, Trump
chocara con una voluntad internacional, ante la cual ya Estados Unidos ha
perdido mucho de su anterior prestigio.
Cuba
no está sola y el nuevo Presidente tendrá la oportunidad de comprobarlo, cuando
intente darle marcha atrás a las flexibilizaciones, que aunque no muchas, se lograron con la política de Obama hacia
Cuba.
No
se trata de ilusiones, sino de realidades,
con las que el nuevo Presidente se las tendrá que ver. El peligro aquí,
es que Trump no es un político y puede hacerse
asesorar con personas que traten
de encaminarlo por una una via que puede resultarle muy contradictoria.
No
obstante, el asunto de la política hacia
Cuba será uno más de los que Trump tiene que enfrentar y tal vez no el más complicado.
Miles
de hispanos se lanzaron a la calle, cuando lo supieron elegido presidente,
después de una campaña en que los tomo de base material de estudio para
pronosticar agresividad en su política
migratoria. Lo cual continuara siendo contradictorio con los privilegios
que reciben los cubanos, por medio de la
Ley de Ajuste y la agresividad que desea
desplegar hacia los hispanos.
La intención de
Trump por construir un muro, supuestamente haciéndolo pagar a México y
el sentido unitario y familiar con que reaccionan aquellos, que aun
estando legales en el país, se oponen
fuertemente a que expulsen de los Estados Unidos a sus congéneres, aunque sean
ilegales, representara un fuerte valladar para que Trump cumpla sus promesa de
expulsar a tres millones o más que permanecen ilegales en el País. Situación
dentro de la cual, el propio México tendría que intervenir en defensa de sus
nacionales.
Otros
asuntos amenazan convertirse en piedras para la administración de Trump como los siguientes:
1-
Su promesa de
declararle la guerra a los tratados económicos internacionales, como el NAFTA,
el TPP, el APC, a las relaciones con China y otros; supuestamente para evitar
la salida de los empleos norteamericanos, chocaran con la realidad de lo que
las transnacionales norteamericanas se han beneficiado con esos tratados y las relaciones
económicas como las que Estados Unidos lleva adelante con China.
2-
Obama y la Clinton no fueron exitosos en su política
exterior. Por lo que Trump tropezará con el cansancio propio existente de tres
Golpes de Estado y 5 guerras, que nada solucionaron y que han sido muy costosas para Estados Unidos.
3-
La política de la alianza Atlantista, con Estados Unidos
al frente, será un verdadero dolor de cabeza para Trump, si
como parece ser su pretensión desea que cada miembro asuma sus propios costos de los conflictos que provoca. Y no
involucrar más a estados Unidos
4-
Trump parece querer una relación más constructiva con Rusia,
pero algunas fuerzas políticas internas parecen no ser partidarias de ello.
Por lo que ya tuvo las correspondientes acusaciones durante la
campaña.
5-
Trump se verá obligado a tratar de reconstruir las relaciones
de Estados Unidos con el hemisferio; pero si trata de hacerlo, siguiendo al mismo
tiempo una política agresiva con Cuba, chocara con las fuerzas más progresistas,
que van, atacar el bloqueo, deplorar la política hacia Venezuela, hasta
negarse al retroceso de los procesos que tienen lugar en Bolivia,
Ecuador, El Salvador; hasta apoyar el proceso de paz en Colombia; negándose al neoliberalismo de Macri en Argentina
y atacar el retroceso en Brasil. Contexto dentro del cual un conjunto de países caribeños apoyan a
Cuba, teniendo un comportamiento similar contra los movimientos
de derecha que tratan de poner de nuevo al hemisferio bajo la influencia
de Estados Unidos; tal y como parece
estarse poniendo de manifiesto aun dentro de la propia OEA y otras
instituciones hemisféricas.
Trump, en
general, tropezara con la realidad de
que una cosa es la campaña, en la que el compromiso es con los potenciales
votantes y otra es la presidencia. Donde el compromiso es con el pueblo
norteamericano y el mundo. Situación en la que operan mecanismos de política,
que no siempre y diría pocas veces, permiten hacer lo que se quiere.
De todos modos, Trump es de preocupar, pues su
declaración contra Fidel y contra Cuba, ahora es expresión del hombre carente de la ética y
la moral suficiente como para saber que a los muertos se les respeta, aunque se trate de enemigos
y que los hombres como Fidel mueren, pero queda su legado. Por lo que
asumir el momento actual de Cuba de manera oportunista y ventajista, no le traerá ningún beneficio político y si un
nivel de desprecio que le impedirá sacar
cualquier tipo de ganancia.
Trump, como hombre de negocios al fin, está habituado
al aprovechamiento de cuanta oportunidad se le pueda presentar para lograr sus
propósitos; pero si se mete con Cuba, especialmente en momentos con este, el
futuro Presidente va a hacer el ridículo
más grande de su vida.
Diciembre 4 del
2016.