Autor. Esteban Morales Domínguez.
UNEAC
Con posterioridad al triunfo de la revolución, Las ciencias naturales y exactas, siempre han tenido el privilegio de ser las punteras en el desarrollo científico de Cuba.
Bajo la dirección del compañero Fidel, se crearon los polos científicos del este y del oeste. Los grandes centros de investigación de los años setenta y ochenta. Las ciencias exactas y naturales, han alcanzado un nivel que tienen muy poco que envidiar al desarrollo científico en el hemisferio en que vivimos. No visita Cuba un científico de renombre que no se interese en visitar nuestros centros de Investigación y la Escuela Latinoamericana de Medicina. En las ciencias económicas se crearon muy tempranamente por Fidel los llamados Equipos de Investigaciones Económicas. Que dieron lugar después a diferentes Centros de Investigación en el área económica de la Universidad de La Habana.
Pero las ciencias sociales y humanísticas tomaron otros derroteros.
Esto ha sido así, por muchos años, debido, tanto a las lógicas prioridades establecidas para esas ciencias, ampliamente mencionadas, como, contradictoriamente, por los errores que se han cometido en la conducción de las ciencias sociales y las humanidades.
Paradójicamente, siendo la revolución cubana un fenómeno, esencialmente político, se habló siempre mucho de política, pero, sin embargo, sin prestar mucha atención al campo científico que la sustenta: un desarrollo científico de las ciencias sociales y humanísticas, sólidas, en La Universidad de La Habana.
La labor educacional convirtió a Cuba, a partir de la gigantesca tarea de la alfabetización, en una inmensa escuela. Y entonces comenzaron a crearse las bases reales para un verdadero desarrollo científico nacional.
Desde muy temprano, muchos cubanos, que antes no habían tenido la menor oportunidad, llegaron a las Universidades y a los posteriores centros de investigación que se crearon.
Pero ciertos fenómenos lastraron ese proceso, y nos llevaron a lo que se constituyó después, en el pecado original de nuestro desarrollo científico, afectando sobremanera el avance de las Ciencias Sociales y las Humanidades. Que ha traído como resultado la disparidad existente en el desarrollo científico, caracterizado por el desnivel en el desarrollo entre las Ciencias Naturales y Exactas y las Ciencias Sociales y Humanísticas.
Con las consecuencias de egocentrismo, tecnocratismo y autosuficiencias, que ello nos puede acarrear. Pues puede hacer aparecer el criterio de que basta con las Ciencias naturales y exacta para construir el socialismo.
El ineludible acercamiento al campo socialista, a la URSS en particular, desde principios de los años sesenta, vincularon de modo muy fuerte, nuestra formación científico social y humanística a las universidades soviéticas en particular.
Al no ser Cuba un país europeo, si caribeño, subdesarrollado y pobre, con muy poca tradición científica; pues hemos tenido siempre lumbreras intelectuales, pero nunca escuelas de pensamiento, ello significó que la ciencia, sobre todo, las ciencias sociales, nos comenzaran a llegar masivamente del campo socialista. Es cierto que tuvimos verdaderas lumbreras intelectuales nacionales, pero la formación masiva resultó muy sesgada. Las ciencias naturales y exactas se beneficiaron bastante, pero las sociales y humanísticas, comenzaron a tomar un camino, que evidentemente habría que tratar de rectificar después.
3-En particular el Marxismo Leninismo, del cual contábamos con muy pocas referencias; a no ser por la fundación temprana del primer Partido Comunista en 1925, alrededor del cual comenzó a formarse una intelectualidad socialista. Aunque cómo es posible suponer, una intelectualidad, con ideas y en política, muy dependiente de la Internacional Comunista de entonces y de la URSS en particular, ya fundada como Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, en 1925.
De ese proceso salió una vanguardia política, que lucharía por cambiar a Cuba y que finalmente constituiría una de las tres fuerzas políticas (Junto al Directorio Revolucionario 13 de marzo y el Movimiento 26 de Julio) que fundarían, las ORI primero (Organizaciones Revolucionarias Integradas), el Partido Unido de la Revolución Socialista, después y el Partido Comunista de Cuba en 1965.
4-Como es de suponer, vino del entonces Campo Socialista y de la URSS en particular, parte de nuestra formación política, e incluso, la forma de dirigir políticamente. A la que no le faltó tampoco cierta influencia de los métodos estalinistas.
5-Solo el genio de Fidel castro, nos salvó de la mecánica repetición de la influencia soviética; el poder fortalecer una identidad propia y saber, que la experiencia de la URSS, no era repetible en Cuba. Aunque liberarnos totalmente del copismo, no fue entonces posible.
6- El marxismo soviético entró masivamente en Cuba, a partir de la gran cantidad de estudiantes que en la URSS y otros Países Socialistas se formaron; incluidos muchos profesores de Filosofía y Economía Política; el asesoramiento de profesores soviéticos; y la masiva entrada de bibliografía del Campo Socialista y de métodos de trabajo académico, sustentados en esa experiencia.
Algún esfuerzo bibliográfico se hizo, para evitar la exclusión de otras producciones científicas, ejemplo, con la editora “Polémica”, pero ello no fue suficiente para equilibrar la influencia que ejerció la bibliografía venida especialmente de la URSS y otros Países Socialistas. En lo cual, las ciencias naturales, exactas y económicas, corrieron mejor suerte, teniendo acceso a bibliografía que procedería de otras latitudes: me refiero a las Matemáticas, la Física, la Teoría Económica, las Estadísticas, la Psicología, entre otras muchas.
6-En el orden político, estuvieron presente los métodos de trabajo, tanto partidarios como administrativos, copiados de algunas soluciones estructurales y administrativas, provenientes de la URSS, cómo lo fueron, en su momento, los Comités Estatales, para solo citar un ejemplo.
8- Nuestras Fuerzas Armadas también fueron formadas en la URSS y otros Países Socialistas. Por lo que, desde el principio, estuvieron dotadas de una capacidad defensiva, que el Ejército Rebelde no llego a poseer nunca y ni siquiera el ejército batistiano que luchó contra él.
9- Nuestra estructura partidaria no poco copió de la experiencia soviética, con la consiguiente reproducción de ciertos métodos de trabajo, en la prensa y el trabajo ideológico, que muy poco, tenían que ver a veces con nuestra experiencia nacional.
Al llegar los años setenta, la academia cubana reproducía íntegramente, la enseñanza del llamado Marxismo Leninismo, en sus acepciones de Economía Política y Filosofía Marxista Leninista, dividida esta última, en Materialismo Dialectico, Materialismo Histórico y el llamado Comunismo Científico. Que, junto a la Filosofía, devenían en la supuesta base teórico-metodológica para la investigación científica en las ciencias sociales.
Nuestra investigación social, entonces en “pañales” y la negación de la Sociología y de la Antropología, en los años setenta, junto a la tendencia a no considerar que ciertos problemas sociales, como la prostitución, el racismo, el machismo y la discriminación racial, entre otros, no eran asuntos internos a investigar, pues se consideraba que nuestro socialismo no los reproducía, por lo que tales fenómenos, durante mucho tiempo, no recibieron la atención científica que requerían. Resultando una verdadera tarea titánica demostrar, que debían ser investigados en el contexto de la realidad cubana.
No pocas veces, lo que se investigaba iba parar a la gaveta de algún buró, del que resultaba prácticamente imposible sacarlo. Tal y como ocurrió durante largo tiempo con las investigaciones sobre las Relaciones Raciales, del Centro de Antropología de la Academia de Ciencias de Cuba.
Por supuesto ello se hacía bajo el erróneo criterio político, de que las cosas que se investigaban y denotaban ciertos problemas de nuestra realidad, debían permanecer reservadas, o solo ser de conocimiento de un grupo privilegiado al más alto nivel. Secuestrándole a nuestra intelectualidad y al pueblo, el conocimiento de sus propios problemas.
Es decir, nuestras ciencias Sociales y Humanísticas, atravesaban una situación difícil, por lo que estaban requeridas de un tratamiento propio, nacional que, además, nos sirviera para poner a la sociedad socialista que emergía, bajo el microscopio de la ciencia.
Numerosos investigadores de afuera, se percataban de problemas que los cubanos debíamos investigar, pero lo hacían ellos, valiéndose, además, de nuestras propias fuentes bibliográficas e informativas, por lo que entonces los resultados obtenidos, nos venían de rebote. Muchas veces se trataba de científicos honestos que compartían con nosotros sus resultados; otras veces, de gente malintencionada para hacer daño a la revolución. Múltiples ejemplos de solidaridad, mala intención y también de estupidez, abundaron.
Además, era indispensable tratar de contar con un proceso de formación teórica y metodológica, pues el aun existente no se correspondía con nuestras ingentes necesidades nacionales.
En tal contexto, promovido por la propia Reforma Universitaria, emergería el Departamento de Filosofía, de La Universidad de La Habana; que, Junto a la Revista Pensamiento Crítico, hacían nacer una interesante experiencia. La que más allá de académica, era esencialmente política. Pues como había dicho el Che, se hacía necesario, rescatar a Cuba de los “caminos trillados “y construirle los propios.
Tal vez, muchos piensen que se trataba solo de un Departamento Académico y una simple Revista Teórica. Pero no, con ello se pretendía un avanzar más allá. A la búsqueda de la experiencia propia, que al ser la de una revolución, por primera vez en un país subdesarrollado, pobre, caribeño y latinoamericano, con una experiencia histórica muy particular, no podría nunca encontrar los derroteros a seguir, en la experiencia europea. En una experiencia socialista, que en muy poco, se parecía a la cubana.
Pero de manera casi inmediata, al comenzar sus labores, el Departamento de Filosofía y la revista Pensamiento Crítico, dieron lugar a la emergencia de dos corrientes de pensamiento, para la enseñanza universitaria; en particular, dentro de la Universidad de La Habana. Estas corrientes provenían de los mismos que integraban el cuerpo profesoral universitario. Entre los que sobrevivían aun las tendencias, que ya antes se habían manifestado con el sectarismo y el dogmatismo, fuertemente, combatidos por Fidel.
Los que, aferrados al llamado Marxismo Leninismo, procedente, principalmente de la URSS, lo consideraban, como la “biblia” de las ciencias sociales; palabra sagrada, a la que nadie podía oponerse, o tratar de revisar; y la de los que asentados en la experiencia del Departamento de Filosofía y la Revista Pensamiento Crítico, deseaban, sin apartarse de un Marxismo verdadero, modernizar la enseñanza, dotando a las Ciencias Sociales Cubanas de un cuerpo de pensamiento propio. Que ya hacía evidente su necesidad, dentro del Marxismo procedente de la URSS y el resto del Campo Socialista.
Más que un asunto de enseñanza universitaria, detrás de ambas corrientes, supuestamente académicas, se ocultaban dos posiciones políticas diametralmente opuestas. Una de ellas, con fuertes antecedentes históricos, ya aquí esbozados; la otra, con la frescura y el enfoque de los cambios, que requería el momento que para entonces se vivía en la academia cubana.
La corriente de los que miraban a la URSS y al supuesto marxismo clásico procedente de ella, como el camino a seguir por la revolución; consideraban entonces como una herejía la experiencia del Departamento de Filosofía y la Revista Pensamiento Crítico. Y los que, basados en esta última experiencia, consideraban que se trataba del camino propio a seguir por la academia universitaria. Lo cual generó, las contradicciones y el ambiente político, para el “encontronazo” político que vino después.
Sin dudas, que de eso se trataba. De no seguir los “caminos trillados”, ni en el orden teórico, ni en el práctico.
Puesto que, en el orden práctico, significaba superar la experiencia estalinista de la URSS. A lo que no estamos en condiciones de dedicar mucho tiempo en este ensayo.
Mientras en el orden teórico, significaba asumir una concepción propia, que, sin apartarse del verdadero Marxismo, buscara las raíces de este en los clásicos y no en la experiencia histórica y teórica de la URSS; la que ofrecía un Marxismo castrado, oportunista, dogmático y anti dialéctico, tergiversado y malogrado por la experiencia estalinista. Como quedaría demostrado más tarde. Intención y tarea a cumplir, que parecía bastante difícil, para una masa de renovadores jóvenes, pero que no resultaba imposible de lograr.
De todos modos, a pesar de lo que se avanzó y del apoyo que tuvo, la experiencia no resultó finalmente aceptable, para las estructuras del poder político, que conducían el trabajo ideológico. El Departamento de Filosofía y la Revista Pensamiento Crítico, fueron eliminados.
Lo que había comenzado a ser un camino propio para el desarrollo de las ciencias sociales y las humanidades cubanas, se frustró. Historia esta última recogida en nuestro ensayo titulado, La Enseñanza delas Ciencias Sociales y Humanísticas en La Universidad de La Habana: experiencias y dificultades. Pues como explicamos en ese trabajo, las conjunciones de varios factores destruyeron la experiencia, que hoy muchos lamentamos y de cuya destrucción, jamás podremos arrepentirnos lo suficiente.
Un ambiente universitario, administrativamente contrario a la existencia de tal experiencia; el dogmatismo presente en el llamado Departamento de Marxismo Leninismo del Ministerio de Educación Superior. Ciertas corrientes y orientaciones políticas provenientes de la Dirección Política del MINFAR y del Departamento de Ideológico, del Comité Central del Partido, formaron la “tormenta perfecta” que se tragó, tanto al Departamento de Filosofía de La Universidad de La Habana, como a la Revista Pensamiento Crítico. Todo lo cual fue sustituido por un trabajo guiado a restituir la enseñanza masiva del llamado Marxismo Leninismo, en todas las universidades. Sin producir ajustes, ni modificación alguna de esa enseñanza; por lo que, como recogen opiniones y encuestas múltiplemente repetidas, se le comenzó a hacer insoportable, la enseñanza del Marxismo, a una parte significativa del estudiantado universitario.
Se declaró la experiencia, de Filosofía y la Revista Pensamiento Crítico, como algo nocivo, revisionista, y contario a la revolución; por lo que académicamente no tendría posibilidades de repetirse. Dado que se había tratado de introducir el revisionismo en la enseñanza de las ciencias sociales y las humanidades cubanas y, por tanto, dentro del marxismo, la ideología de la revolución y del partido.
Los líderes de tal experiencia fueron casi todos sancionados políticamente por el Partido Comunista de Cuba y dispersados, como para que no pudieran volver a juntarse nunca más.
Emergió entonces, con gran fuerza, una contradicción absurda, que nos ha perseguido por años, lastrando nuestro desarrollo científico en el campo de las Ciencias Sociales y Humanísticas.
Esa contradicción radicaba, en considerar, que ciencias sociales e ideología son equivalentes y ambas, al estar basadas en el Marxismo Leninismo, que es la ideología de la revolución, hacían imposible hacer algo dentro de estas ciencias que contradiga o trate de rectificarlas: una gran confusión entre ciencia y política, que casi hemos arrastrado hasta hoy.
Por lo que, con este criterio, las Ciencias Sociales y Humanísticas, nunca gozarían de la independencia relativa como ciencias; que les permitiera investigar, para mejorar el proceso de formación de la política y la ideología que de ellas dimanan. Lo cual ha traído como consecuencia, el oportunismo, el dogmatismo y la cobardía, presente en algunos científicos sociales y humanistas, que, entonces, esperaban siempre, por el discurso político, por el miedo a equivocarse.
Por supuesto, los años han pasado, se cumple aquello de que “los muertos que vos matasteis, gozan de buena salud “y salvo las irreparables pérdidas de Hugo Ascuy y Fernando Martínez -este último después reivindicado y colmado de los honores y reconocimientos, que siempre mereció- todos hoy continúan luchando por las ideas que un día defendieron. Han sido leales a la revolución y cargan con gran honor la experiencia vivida en esos años.
Pero, como resultado de todo ello, las ciencias sociales en nuestras universidades, en particular, La Universidad de La Habana, perdieron presencia en el quehacer nacional. Con las excepcione lógicas, casi ningún intelectual de renombre científico, artista, pidió durante mucho tiempo, visitar La Universidad de La Habana, como ocurría años atrás.
Buena parte de lo que más vale y brilla en el campo de las ciencias sociales y las humanidades, se ha ido de la Universidad de La Habana, buscando lugares más propicios para su actividad intelectual.
Son escasos los miembros del claustro universitario con producciones teóricas destacadas y que participen de los múltiples centros de debate organizados por la UNEAC, la organización Hermanos Saiz, Dialogar, dialogar, la revista Temas y Criterios, entre otros. Solo ahora, comienzan a estar en la televisión, en las mesas redondas; apenas celebraban conferencias científicas, talleres, ni se les veia participando en ellas. Apenas participan aun, en las polémicas teóricas, ni en la discusión que suscitan los múltiples artículos o ensayos críticos que sobre nuestra realidad nacional se publican. Tampoco están presentes en la prensa. Todo lo cual hace que las Ciencias Sociales y Humanísticas en nuestras Universidades, hayan perdido presencia nacional.
La Universidad, de La Habana, en particular, ha perdido fuerza y presencia nacional; en la creación científica intelectual de las ciencias sociales y las humanidades y solo ahora, comienzan a recuperar el lugar que antes tuvieron en la política y la cultura nacional.
En los últimos tiempos, lo que ha trascendido sobre su accionar, ha sido la eliminación de profesores de sus claustros, sobre la base de unos procesos críticos cuestionables, que nadie entiende. Y por la salida de una considerable cantidad de buenos profesores que se van, hacia otros centros, buscando mejor ambiente para la creación científica.
No ha habido nunca un análisis crítico por parte de las autoridades, ni una autocrítica pública de esos lamentables acontecimientos, que, sin dudas, son el resultado de errores y del pecado original, del cual nuestras Ciencias Sociales y Humanísticas, aún no han podido recuperarse de manera total.
Hoy, por suerte, historias como las de Filosofía y Pensamiento Crítico. También, no podrían repetirse, las que ocurrieron posteriormente, con el Centro de Estudios de América, Europa, Asia, África, que también sufrieron los residuos de semejante periodo de “oscurantismo académico y político”.
Ello es así, porque nuestra intelectualidad ya ha vivido, además de las mencionadas, experiencias, la llamada “guerra del email”, el denominado “quinquenio gris” y porque nuestra masa de intelectuales revolucionarios, se ha convertido en un gremio sólido, que no se deja amedrentar por nadie ni por nada y que está dispuesto a librar cuantas batallas sean necesarias, contra la burocracia, para salvar a la revolución.
Razones por las cuales, esa masa intelectual, continúa avanzando para evitar que los errores de dogmatismo, cometidos contra los intelectuales revolucionarios en la antigua URSS, no se repitan entre nosotros.
Diciembre 8 del 2021.
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