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martes, 5 de abril de 2016

Los retos políticos, sociales y económicos de la Cuba de hoy



Conversando con el  economista, politólogo  e intelectual cubano Esteban Morales

Por Ute Evers

MONCADA – 01 de abril de 2016

El problema fundamental, en Cuba, no era solamente ser negro,
sino ser pobre“, Reyita, sencillamente,

Daisy Rubiera Castillo, 1997

Releyendo la historia oficial  y no oficial de Cuba, uno puede tropezarse con varias figuras que han sido y son transcendentales en cuanto a la lucha contra la discriminación racial, sea a través de la lucha real, sea a través de la palabra, la literatura[1], es decir, existe desde la historia moderna de Cuba ya una tradición en el tema del racismo. ¿Cuál es su percepción de la sociedad cubana actual en relación con la segmentación social según el “color de la piel“?

RESPUESTA:

Sí existía una tradición de lucha contra el racismo en Cuba. Que  ha quedado plasmada en la historia del tema desde principios del siglo XX  en especial. Pero con el  triunfo de la Revolución, la actitud de nuestros principales líderes ante el problema y la extraordinariamente humanista política social  de la revolución, junto a la combinación entre el  potencial componente de división social del tema y los ataques del imperialismo a Cuba, en especial la política agresiva de Estados Unidos, se abrió la tendencia a decir que el asunto se había solucionado(1962 ) , que el  tema nos dividía, que había que estar muy unidos para enfrentar a la contrarrevolución. Junto a la política social mencionada,  el peligro de dividirnos frente a los enemigos  y el trato social prodigado a todos casi  por igual, el tema encontró un contexto propicio para que fuera negado y relegado.

Solo nos percatamos de que habíamos sido idealistas al considerarlo como algo resuelto, cuando la crisis económica de finales de los ochenta y principios de los noventa, puso de manifiesto que eran los negros y mestizos los que más la sufrían, por venir de más atrás que los blancos, que en Cuba nunca habían sido esclavos. También con la cierta revitalización del mercado, el turismo, las inversiones extranjeras etc. Los empleos se hicieron más competitivos, se produjo cierta competencia social por la economía del dólar  y el racismo como instrumento de diferenciación social emergió nuevamente de donde se había escondido, hasta encontrar el momento propicio para resurgir. El racismo no desapareció, pero hasta los años 80 el ambiente no le era propicio, predominaba el igualitarismo, la política social igualitaria, etc. Solo reemergió a partir de la segunda mitad de los 80, cuando el momento le  fue más propicio.

Entonces, al ganar  un grupo de nuestra intelectualidad conciencia del problema, comenzó la etapa actual de lucha contra el racismo y la discriminación racial. Ahora el debate crece, la lucha se agudiza, la sociedad es cada vez más consciente del problema y se va reproduciendo y recuperando la  tradición que ya existia. Ante la realidad de que no ha pasado aunque el color de la piel en Cuba, continua siendo una variable de diferenciación social, que afectar  el proyecto humanista y no se le puede permitir avanzar.

¿En qué se manifiesta ese “racismo cotidiano“, que parece contradictorio, al considerar los numerosos funcionarios e intelectuales afrocubanos, que son muy reconocidos en Cuba y ocupan un importante papel en la sociedad cubana a nivel oficial y público? Pienso en Esteban Lazo (presidente del Parlamento cubano), Zuleica Romay (presidenta del Instituto Cubano del Libro), Nancy Morejón (directora de la revista UNION), Roberto Zurbano (hasta hace poco director de la Editorial  de la Casa de las Américas), y usted mismo, reconocido más allá de Cuba...

RESPUESTA:

Se manifiesta principalmente, en que Cuba es una sociedad multirracial, multicolor más bien, pero  esa muticoloridad aún no ocupa todos los espacios que debe tener. Dentro de  una sociedad, que aunque vendida durante mucho tiempo por los sectores dominantes como una sociedad blanca, no lo es;  pero  esa multicoloridad no ocupa aun todos los espacios que debe ocupar. Porque paradójicamente, en realidad, en  Cuba,  lo que no hay  son blancos. Porque, los españoles, que nos colonizaron, llegaron con credenciales de blancos y así se quedaron, pero no eran  blancos, y aun  para su  vergüenza, no asumen suficientemente sus ancestros árabes y africanos. Ese reconocimiento se abre paso  cada dia. Recuerden que nuestra cultura es racista, aunque mestiza y  aun vivimos dentro de una sociedad de hegemonía blanca, que no asume el color en la escuela, no habla de él y aun nuestro censo califica como blanca a más del 60% de nuestra población y como negra y mestiza solo a menos de un 40%; negros en específico solo el 10%.

Por eso faltan negros en posiciones relevantes en el turismo, en  las corporaciones, el ballet etc. pero se trata de un problema no simplemente racial sino cultural. La propia familia negra cría aun a sus hijos con los prejuicios sobre el color. Aun nuestra policía le pide más la  identificación a los negros en la calle que a los blancos;  aunque Usted nunca verá ofender a un negro abiertamente. Porque nuestro racismo no llegó a ser el de los bebederos para negros separados de los blancos, como en los Estados Unidos; pero sí  el racismo solapado, hipócrita, dentro de la familia, racismo de negros y blancos, que heredamos de España. Pero el tema apenas está en los medios, en las universidades, en la televisión, etc. Lo que trae como resultado de que aun casi que eduquemos para ser blancos y vivamos dentro  de una sociedad mestiza pero con una hegemonía blanca aun subyacente. No se trata de un asunto agresivo, que provoque guerras entre nosotros, ni debates desagradables, pero que existe y hay que combatir. Entre  muchos que lo ignoran, voluntaria e involuntariamente, que lo niegan, que no  lo comprenden, etc.

Muchas veces se puede leer que en Cuba aún existen las “antiguas raíces“ del racismo.[2] ¿Está de acuerdo con ello? ¿Cómo hacer para arrancarlas de una vez?

RESPUESTA:

Las raíces del racismo tienen que ser extirpadas aún. Como un problema cultural, como una disfuncionalidad social que aún nos afecta. Pero es principalmente un problema cultural, que solo se soluciona con el desarrollo educacional y todo lo que debe acompañarlo, la televisión, la radio, el discurso político, la distribución de los espacios de poder, la penalización de los que lo mantienen como rasgo del comportamiento social. Se trata de que Jose Martí nos dejó un gran tesoro para luchar contra el racismo y la discriminación, pero aún no logramos desterrar  de nuestra ideología social a Jose Antonio Saco, padre del racismo, el blanqueamiento, de concebir al cubano solo como blanco, del  criterio de mejorar  la “raza“ blanqueando. Por eso no se trata de una batalla entre negros y blancos, sino de toda la sociedad en su conjunto,  con la conciencia de extirpar el problema de la sociedad cubana.

El racismo y la discriminación racial en Cuba son una disfuncionalidad social.

Acerca del problema racial en Cuba, usted  ha escrito que no solo existe preocupación sino también rechazo, “y más aún, ignorancia“. ¿En qué sentido se da ese “rechazo“ y esa “ignorancia“?

RESPUESTA:

Muchos cubanos lo rechazan y ese rechazo crece con el desarrollo cultural de la nación. Pero también existe ignorancia, real y asumida,  voluntaria e involuntaria,  para no tratar  a veces el problema. Realidad e hipocresía.

La ignorancia sobre el tema es lo que más afecta, por la inconciencia ante el problema, la indefensión, pues  se necesita un pensamiento claro para percibirlo. Se necesita preocupar acerca de sus posibles manifestaciones, porque de lo contrario se comporta como enemigo en las sombras, lo cual lo hace más  peligroso. Nadie acepta ser racista en Cuba, muchos lo son sin darse cuenta, otros incluso lo utilizan como instrumento en la sombra ,muchos no prestan atención al problema. Muchos van tomando conciencia del problema. Pero se agazapa y hay que descubrirlos siempre. Para que todos ganen conciencia del  daño que hace y lo combatan.

En medio del ambiente de paz social  que existe en Cuba, entre los cubanos, predomina la confraternidad, la solidaridad, la aceptación del otro, pero el problema está ahí, como una herencia de la esclavitud, no superada y más bien agudizada  resultado  de las imperfecciones aún existentes dentro de la sociedad cubana de hoy,  que se manifiesta muchas veces sin que nos percatemos de ello,

En uno de sus ensayos sobre la sociedad cubana usted dice que los años noventa del siglo pasado propiciaron una nueva desigualdad social en la sociedad cubana, sobre todo en cuanto a la población afrocubana. ¿Nos podría explicar por qué y en qué sentido?

RESPUESTA:

Ya expliqué un poco esto. La desigualdad no pudo desaparecer, no dió tiempo a extirparla. Además, la política social atacó la pobreza, pero no tuvo en cuenta el color. Ahora tenemos más conciencia de que pobreza, desigualdad y color, se coligan, forman un triángulo terrible. Al ser el color una variable de diferenciación social en Cuba. Entonces, después de combatir mucho contra ella, la desigualdad reapareció acompañada por la discriminación racial que también reemergió en medio de las condiciones propiciadas por la crisis.

En su artículo Corrupción: ¿Hasta cuándo?[3] usted concluye “que los trabajadores no deben permitir que ningún organismo burocrático luche solo contra la corrupción, sin su explicita participación y fiscalización“ y antes duda de la eficiencia de la prensa nacional y constata que “la corrupción contamina todo la estructura estatal de gobierno y política, deviniendo en un problema de seguridad nacional. Por lo que como tal debe ser atacada, atendida por la estructura gubernamental y política y penada, con todo rigor, por la estructura legal.“ ¿Se están creando mecanismos que mejoren el diálogo entre este triángulo PRENSA-GOBIERNO-PARTICIPACIÓN POPULAR para contrarrestar la corrupción, que Fidel Castro llamó el “enemigo más grande de la Revolución cubana“?

RESPUESTA:

La burocracia no puede por sí misma solucionar la corrupción. Ni siquiera luchar sola contra ella. Porque, aunque todos los burócratas no son corruptos;  la burocracia resulta ser corrupta por su propia naturaleza y tiene  que ser muy controlada  para que no se desvíe. Viven de los bienes estatales sin producirlos  y cuando usufructúan  esos bienes de manera indebida,  se protegen unos a otros. Por eso no son la fuerza principal de choque contra la corrupción. Tienen muchas limitaciones, se paralizan ante los niveles superiores, no miran suficientemente hacia arriba, no golpean hacia arriba, oportunistamente  cuidan sus cargos y posiciones.

Por eso la confianza mayor de la lucha contra la corrupción hay que ponerla en los que la sufren.  Sin la participación de los trabajadores no se puede resolver el problema, hay que darles  un papel fundamental a los trabajadores y sus organizaciones en la lucha contra la corrupción, pues son los que menos se corrompen. Entonces, un sólido mecanismo de prensa, gobierno y participación popular, es lo que mejor puede combatir  a la corrupción.

En los últimos años, mucho más desde que Raúl Castro preside el gobierno, la sociedad cubana ha experimentado numerosos y fundamentales cambios políticos y económicos, hasta llegar al 17 de diciembre, cuando empezó oficialmente el diálogo entre los presidentes Raúl Castro y Barak Obama, el cual continuó en la reciente Cumbre de las Américas en Panamá. ¿Cuáles son ahora los retos para el gobierno cubano a corto y largo plazo ante la creciente presencia norteamericana y ante la futura “entrada“ de lo estadounidense en todos los ámbitos de la vida cubana?

Antes la lucha contra Estados Unidos se desenvolvía de trinchera a trinchera, ellos estaban allá y nosotros acá. Ahora los tenemos en el estómago. Por lo cual habrá que trabajar muy duro para digerirlos, antes de que ellos nos traguen  a nosotros.

La sociedad cubana tendrá que probar su fortaleza de asimilarlos, primero en la economía y también  aprovechar todo lo que traen que nos pueda fortalecer;  digerir y expulsar todo lo que nos pueda hacer daño. Para  eso nuestra fortaleza económica y la  cultura fuertemente integrada, nuestro patriotismo, nuestra capacidad de negociar con sus intereses y nuestra capacidad de dar a los que vienen lo que buscan dentro de la sociedad cubana, en términos culturales, científicos, humanos, serán las claves.

Estados Unidos no solo no pudo aislarnos del ámbito internacional sino tampoco de la sociedad norteamericana y hoy Cuba cuenta con una influencia en los Estados Unidos, que fue uno de los factores que obraron para  impulsar el cambio de política hacia Cuba. Además, ideológicamente hablando, nosotros  hemos vivido durante mucho tiempo bajo la influencia de Estados Unidos;  los conocemos, en muchas cosas  somos una versión de ellos mismos.  Conocimos al pato donald, somos   los más norteamericanos de este hemisferio, nos parecemos mucho, a veces nos diferencia solo el idioma. Hemos visto como se asombran de todo  lo que la sociedad cubana les ofrece que no conocen, en términos culturales, humanos, de amistad, solidaridad, convivencia, cultura que los deslumbra, los  atrapa, lo enamora, y la mayoría se van de Cuba queriendo volver.

Encuentran  en Cuba un nivel de convivencia social  humanizada que desconocen, que les  interesa, por su sencillez, su humanismo, su sinceridad, su  austeridad, su vivir feliz con poco, con solo lo indispensable, sin la abundancia estúpida, ante el  consumismo  que no ofrece ningún placer. La  música los atrapa, la convivencia familiar, el desinterés y la frescura de buena parte de nuestra juventud, etc.

Tenemos armas con qué  combatir  que   desconocen. No todos los que vienen a Cuba tendrán el interés  de subvertirnos,  aunque quieran hacerlo. Demasiados no llegan a Cuba con ese plan. Por tanto, también  podrán ser  objeto de nuestra influencia.

No tenemos por qué ponernos paranoicos. Tenemos las armas de nuestra cultura y  de una convivencia social que ellos desconocen.

Usted siempre ha tocado temas muy delicados en relación con la sociedad, la política y la economía de su país. Su posición crítica le llevó al extremo de que en 2010 fuera separado de las filas del Partido Comunista Cubano, aunque luego fuera aceptado nuevamente.  Y este año usted fue con una delegación oficial  a Panamá para presenciar en  la Cumbre de las Américas. ¿Cómo se percibe usted dentro de la vida oficial política en Cuba? ¿Cuáles serían las fronteras, los límites entre una participación oficial y una participación independiente?

RESPUESTA:

Yo no formé parte de la delegación que usted llama oficial cubana a la Cumbre de Panamá. Más que oficial, fue una delegación compuesta por diferentes organizaciones e instituciones sociales  y culturales  de nuestra vida social y política. Lo que se ha dado en llamar a veces  como sociedad civil.

Yo fui a la Cumbre contratado como experto de TELESUR,  solicitado por ese  canal multinacional. Consideraron que debía ser  el comentarista de sus noticias e informaciones durante  la cumbre y por eso me llevaron. Nadie, ni el gobierno cubano ni la UNEAC de la cual soy miembro de su  consejo  nacional, tuvieron nada que ver con esa designación. Fue algo exclusivamente entre  TELESUR  y yo.

Yo creo que lo de oficial  o no oficial  es una trampa. Yo no acepto ese lenguaje. Yo soy una sola persona, con mis compromisos académicos,  políticos y sociales. Cualquiera que me lleve a un lugar, el Estado, el Gobierno o TELESUR, siempre tendrán que cargar conmigo con todo lo que yo soy. En primer lugar un revolucionario cubano.

La militancia en el 2010  me la quitaron por ser un revolucionario cubano en aquel momento, pues los que estaban desfasados  fueron los que consideraron dentro del partido,  que por escribir lo que yo había escrito  no podía continuar  siendo militante. Muy  poco tiempo después de haberle escrito,  el Cro. Raúl Castro orientó  devolverme  la militancia.

Por mi parte, la persona que escribió el artículo, por el que le quitaron la militancia, la persona a la  que le quitaron la militancia y la persona a la que le devolvieron la militancia,  es la misma  persona, antes de escribir el artículo, después de escribirlo, después  de quitarle la militancia y después de devolvérsela.
Mi posición continua siendo la misma de siempre y haré lo que tenga que hacer, siempre que sea porque considere que con ello  estoy defendiendo a la revolución cubana.

Yo simplemente tengo un lema:  “Quien  en los momentos que estamos viviendo quiera continuar siendo revolucionario,  deberá  tener su propia guerra, librar sus propias batallas y correr  los riesgos que le vengan encima, de lo contrario que se quede en su casa debajo de la cama”.

Espero con esto haber logrado  satisfacer  su interés.

Saludos

Un abrazo fraterno

Esteban Morales


1] Ahí están, sólo por nombrar unos pocos, José Antonio Aponte (asesinado en 1812), Antonio Maceo (1845-1896), el poeta Nicolás Guillén (1902-1989), el ensayista Walterio Carbonell (1920-2008) o, “sencillamente Reyita“.
[2] Pedro de la Hoz, «Una pelea cubana por la dignidad y plenitud humanas», en: Granma Digital 01.04.2015, cita, según el ensayista y Premio Nacional de Ciencias Sociales Fernando Martínez Heredia.
[3] Moncada, UNEAC, diciembre 2013.

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