Esteban
MoralesDomínguez
UNEAC
Creo
que además de respirarse en el pueblo un ambiente de apoyo, tengo la
impresión de que muchas de las ideas que circulan por la WEB están
siendo tomadas en consideración.
Esas
ideas aun pocas, aparecen en la prensa a pesar que no se hace eco de ellas,
ya que el Gobierno parece estarlas tomando en cuenta. Apareciendo en opiniones expresadas en las reuniones del gobierno, decisiones,
criticas de asuntos que han sido por mucho tiempo objetos de
debate. Eso satisface y estimulam, pues se trata de lo que ya Raúl tantas veces dijo sobre la necesidad de la crítica.
Desde mi modesta posición social, he combatido mucho el
asunto de la corrupción y ahora veo que, por fin, comienzan a
aparecer los nombres de los corruptos y sus caras. Hay mucha y más
detallada información sobre lo que está ocurriendo, pero con
inspecciones empresariales no es suficiente; hay que metérsele en
sus “guaridas” y llevárselos presos, como recientemente se está
haciendo. El pueblo honrado se siente feliz y no hay nada más
importante que eso, porque esa es la esencia de la batalla que tenemos que librar contra la corrupción.
Claro que el pueblo tiene que conocer a los corruptos para lograr escapar
de sus garras. De lo contrario, les estamos dejando el camino libre
para sus fechorías y lo que es aún peor, estamos dejando que
contaminen a gente honrada.
En
este combate siempre pondré como ejemplo, cuando nuestro magnifico
periodista Boris Fuentes entro en el mercado de Carlos Tercero pesando las bolsas de pollo y descubrió que ni pesaban lo que
debían, ni los precios coincidían con lo que tenían dentro. O el
mal ejemplo que dio la tienda de Línea y L, cuando no dejo a la
periodista que todos conocemos, entrar a tirar fotos. ¿Qué
trataban de ocultar entonces? ¿Por qué no permitían que la prensa
los auscultara?
Solo
falta que nuestra prensa, se haga eco de todas las ideas que
considere positivas y las maneje en la información diaria, que
publiquen todos los artículos que considere útiles; que reproduzcan
las ideas que se despliegan para mejorar al país. Que termine de
jugar su papel como orientadora de esta batalla, que es de todos y
que usen las fuerzas intelectuales que tenemos, para cumplir con
calidad su papel y hacer un mejor periodismo.
También para opacar aquellas fuerzas que, por prejuicios
ideológicos contra los avances de las reformas económicas, durante
la administración de Raúl Castro, frenaron los avances necesarios
hacia la pequeña y mediana empresa, la dinámica de las inversiones
extranjeras y se opusieron fuertemente a admitir la inversión
interna de aquellos recursos que, acumulados por ciertos sectores
económicos, hubieran podido hacer avanzar más la economía cubana y nos habrían acercado más a la existencia de un nuevo modelo
económico, sin el peligro de darle entrada al capitalismo.
Se
ve al Gobierno trabajando fuertemente ahora también, para evitar los
frenos que sufrimos hasta ahora para el avance de las reformas
económicas. Visitando lugares, tomando medidas, sancionando,
instruyendo a los Miembros del Consejo de Ministros y del
Consejo de Estado, que deben dar la cara al pueblo, informar,
exponerse. Casi nunca lo han hecho, dirigen desde una oficina y no
tienen mucho contacto con la gente que se beneficia o perjudica de
sus acciones. Eso no sería entonces un gobierno, sino una elite
burocrática que vive de nuestro trabajo y disfruta de sus
prerrogativas como una aristocracia más. Los hay aún, pero con la
política que el Presidente está siguiendo entraron en extinción.
El pueblo es el mejor juez, el mejor inspector, el que debe estar en
capacidad de defender de manera directa sus intereses.
De
todos modos cuidado con algunos, porque pueden estar asustados de
perder sus privilegios y se les podrían ocurrir las más disimiles
artimañas para sobrevivir, para burlar los mecanismos que persiguen
exponerlos al escrutinio popular. Por eso lo que se está haciendo a
nivel del Consejo de Ministros y del Consejo de Estado, hay que
exigirlo a cada nivel, haciéndoles que copien la metodología qué
parece estar dando muy buenos resultados.
Es
determinante eliminar la costumbre de que solo los más altos
dirigentes daban la cara. Especialmente Fidel que siempre hablo con
el pueblo, escucho sus quejas y se expuso al escrutinio de la gente,
por eso es el líder respetado, querido, amado y su palabra era
ley. Pero esa ley no venía solo de su historia y genialidad
política, sino de su ejemplo, que nadie olvida ni podrá olvidar, su
liderazgo venia de que el pueblo sintió que siempre defendía sus
intereses, que siempre estaba donde se le necesitaba. Esa forma de
dirigir no se pude abandonar, pues es la única que puede garantizar
la legitimidad de la vanguardia política.
Eso
mismo debemos exigirles a nuestros dirigentes actuales, y si no son
dignos de esa herencia no podrán dirigir. Qué se aparten entonces.
Ese legado que Fidel nos dejó bebemos exigírselo a toda la
dirección del país, a todos los niveles. Porqué esa es la forma de
cumplir con lo que nuestro Comandante en Jefe nos dejó y quien no
sea capaz de seguir ese ejemplo que se retire a descansar. No sería
ningún demerito, algunos ya tienen mucha edad y pueden sentir que
les faltan las fuerzas.
Deben
aparecer en la televisión, rendir cuentas de sus gestiones. Que el
Presidente ya hace rato, que está dando el ejemplo. El ejemplo del presidente es la clave del éxito, que el pueblo ya espera del
gobierno. Está
bueno ya de que ningún ministro da una entrevista a la prensa, casi
nunca se les ve hablando, no aparecen en la televisión y a veces el
pueblo no conoce ni sus caras, olvida sus nombres y el gobierno
entonces parece ser como un fantasma, que solo aparece en los actos
públicos.
Me
agrada mucho esa medida de Díaz Canel de que los dirigentes
tienen que aparecer dando la cara al pueblo, informando, en la
televisión, etc. Porque, estoy seguro, ese es el mejor antídoto
contra la impunidad, con que algunos han estado habituados a actuar
en sus cargos. Un gobernante que no rinde cuentas al pueblo de lo que
hace, no merece serlo y esa es una buena regla para medirlos.
Deben
exponerse continuamente a la valoración del pueblo que los eligio y
que le ha depositado su confianza, no para que exhiban el cargo
como una condecoración o un título nobiliario, sino para que
trabajen en beneficio del pueblo. Muchos lo han hecho, incluso hasta
entregar la vida; pero otros se han recostado. Algunos
se han habituado a que no se les pida cuenta de lo que hacen; a que
no se le discuta ninguna decisión, a decir siempre la última
palabra sin que nadie se atreva a discutírsela. A que quien
discute, o se opone a alguna medida, es un “conflictivo” que
nunca tiene la razón, a quien hay que apartar porque obstaculiza
las tareas. Lo cual entonces hace del oportunismo y de la
incondicionalidad, un mérito para ocupar cualquier cargo.
La persona puede ser buena, honesta, honrada; pero no está demás,
que existan los mecanismos, para obligarlas a poseer esas virtudes y
que las incrementen y perfeccionen cada día. Por eso, ponerlos a
todos continuamente, a rendir cuenta de sus actos, del cumplimiento
de las tareas que se le dan, de la actitud con que se comportan,
resulta una excelente medicina preventiva para evitar que se
malogren.
Porque
del mismo modo que José Martí dijo, que” … para ser bueno,
había que ser prósperos” y alcanzar la prosperidad no es ningún
delito, hay que evitar que alguien la alcance por otra vía que no
sea la de su trabajo honrado y honesto.
No
hay campañas políticas en nuestro país; pero el que no se exponga
al escrutinio del pueblo, habrá que mandarlo a descansar, o hacer
otra cosa. Sin trabajo no se van a quedar, la revolución es benigna.
Pero no pueden dirigir y en el pueblo, creo firmemente, hay muchos
que los pueden sustituir. En Cuba hay cubanos suficientes, con
condiciones para sustituir a cualquier ministro,
dirigente del partido del estado y el gobierno, o de cualquier
institución. Nadie es indispensable, tenga la historia y los méritos
que tenga. Tener que prescindir de alguien, porque no da la talla, no
es ninguna desventaja, todo lo contrario.
El
Presidente entonces está imponiendo un ritmo de trabajo muy bueno, el que no pueda seguirlo que lo diga o que busque otra cosa que
hacer. Qué a ese tipo de acompañante el pueblo no lo necesita y
mucho menos ahora, en que debemos apurarnos, porque los retos son
muchos, sobre todo en la economía y el tiempo no sobra para ganarle
la pelea a los que aun quieren acabar con la revolución.
La
extrema derecha en los Estados Unidos, aliada al presidente Trump,
cifra sus esperanzas en que no podremos cumplir con todas las tareas,
principalmente económicas y que nos van a agarrar cansados. Que van
a poder penetrar en Cuba, llevándonos a donde una inmensa mayoría
no quiere. No
podemos darnos el lujo de cansarnos, tenemos que mostrar más
vitalidad que nunca, más capacidad de solucionar nuestros problemas
que nunca antes.
Los
revolucionarios no podemos aceptar a los que no dan la cara, a los
que actúan desde las sombras, sin saber lo que están haciendo. Púes
estos últimos son carne fresca para la corrupción, para el maltrato
al pueblo, para disfrutar de las ventajas del cargo, para poner al
pueblo en contra del gobierno, para actuar con la impunidad que
quisieran y que otros carguen con las culpas. Y de ahí a la
contrarrevolución, no va más que un pequeño paso.
Así
se hace: el presidente dando el ejemplo y que lo sigan los que
quieran y puedan.
No
hay en ello deshumanización alguna, ni descuido por la salud de
nadie, ni por los años, ni abuso de derechos humanos. Lo que hay es
una gran conciencia, de su parte, de que, o nos apuramos, o nos pasan
por encima.
Julio
1 del 2018.
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