La
Habana, octubre 28, 2018
Querida
membresía de la UNEAC:
Carta
abierta a la UNEAC para expresar mi inconformidad y al mismo tiempo
una reclamación del derecho a participar como membresía del debate
nacional al que ha sido convocada la sociedad cubana para emitir sus
criterios sobre la consulta del proyecto constitucional. La
reclamación está avalada en el derecho como ONG del país a la
inclusión junto al resto de los grupos sociales dígase maestros,
médicos, juristas, campesinos, obreros, científicos de las ciencias
y las ciencias sociales, estudiantes, cuentapropistas, iglesias, amas
de casa y de toda persona que sienta el deseo de decir sus puntos de
vista.
Considero
pertinente hacer una aclaración de una información que hace
referencia a la realización de una reunión en la Sala Villena, un
encuentro con los trabajadores de esa organización a donde fueron
invitados personalidades escogidas. En ese caso la UNEAC tiene todo
el derecho de elegir quienes participaran. Las cartas que han
circulado incluida ésta no se refieren a ese tipo de reunión. Lo
que se está reclamando con fuerza es la participación de la
membresía, dígase el conjunto de escritores y artistas donde la
información ofrecida lejos de justificar la exclusión muestra el
déficit político y la débil comprensión acerca de los derechos
individuales de quienes integran esta organización.
Cuando
Fidel dijo que lo más importante que había para salvar de la
revolución era la cultura, sentí que sus palabras eran un
llamamiento colectivo pero a su vez, lo interpreté también como una
tarea personal para cumplir la misión de salvaguardar la cultura
como una prioridad, algo que seguramente entendieron del mismo modo,
muchas personas.
Quizás
con ingenuidad y orgullo asumí que sus palabras formaban parte de un
deber pero también de un derecho social que me comprometía en la
defensa de la revolución.
La
convocatoria nacional para discutir el proyecto de la nueva
constitución convertida en expresión del consenso social ocupa un
lugar trascendente en la
consciencia social,
lo
que
es para la sociedad como los latidos del corazón para los seres
humanos. Un rasgo distintivo e intransferible de la
consciencia social
es que su existencia está condicionada precisamente a su carácter
participativo a través de discusiones, intercambio de opiniones y
disensos, de lo contrario la consciencia social, prácticamente muere
de muerte natural, o simplemente languidece, porque pierde su energía
creadora.
Escribir
un libro, una pieza musical, una obra de teatro, filmar un
audiovisual, pintar un cuadro, hacer una escultura puede ser y
generalmente lo es, una acción en solitario, pero la
consciencia social,
tiene una función colectiva que solo crece y se fortalece a partir
del debate permanente por eso esta carta abierta plantea la urgencia
de reclamar el espacio de participación.
Así
las cosas, parece inconcebible que mientras que millones de personas
han encontrado los espacios para discutir el proyecto de la llamada
ley de leyes, la membresía de la UNEAC no ha sido convocada a ese
debate.
¿Cómo
es posible que la ONG que reúne a intelectuales y artistas no
incluya a su membresía para ofrecer sus reflexiones haciendo uso de
ese derecho como parte de la sociedad cubana? Se dice que
participemos del debate barrial. Aunque debatir el proyecto de la
constitución en el barrio es un honor, porque allí participan casi
todas las personas que cumplen las funciones sociales o privadas del
país, considero que no debe ser solo el barrio el único contexto de
participación para la membresía de la UNEAC.
Aprovecho
esta carta abierta para recordarle a la UNEAC, con el debido respeto,
el derecho ciudadano que asiste a su membresía como ejercicio
participativo en su acompañamiento como representación de una
organización no gubernamental que reúne a intelectuales y artistas.
La reclamación enfatiza desde un posesionamiento histórico, el
derecho de participación en el espacio correspondiente para ofrecer
también su contribución al debate nacional para preservar y
enriquecer la obra revolucionaria. No se trata de un favor ni de un
privilegio sino del derecho de participación junto al resto de la
sociedad, como membresía de la organización de intelectuales y
artistas, que por cierto, no es poca cosa…
Gisela
Arandia Covarrubias
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