Autor.
Esteban Morales Domínguez
La sociedad Socialista, requiere de una economía y esta es una economía de transición. Ello significa, en primer lugar, que, dentro de ella, todas las formas de propiedad deben funcionar de manera coherente, sistemática y respetándose mutuamente. Quiere decir, la propiedad estatal (que aún no es socialista), la propiedad privada, la Cooperativa y la inversión extranjera. Deben funcionar al unísono. Tales planteamientos, los he reiterado, casi hasta el cansancio.
El estado, como principal representante de la Propiedad Estatal, debe garantizar el funcionamiento de todas las demás formas, que es lo que, en última instancia, permite, que la Empresa Estatal, pueda llegar a ser la forma dominante, aunque ya, como propiedad social sobre los medios fundamentales de producción. La que lleva implícito un conjunto de características propias de la sociedad socialista. Qué tocan en primer lugar, al funcionamiento de la propiedad estatal. La que debe gozar de prerrogativas que le permitan funcionar como tal, a modo de irse acercando a la propiedad social. Entre ellas, funcionar económicamente, con la producción, en Empresas, que son controladas por los obreros, distribuyen ganancias resultado de su actividad y eligen a sus propios directores y empresarios.
No obstante, el funcionamiento de la Empresa Estatal entre nosotros, es aun deficiente, por las razones siguientes:
-Está excesivamente controlada, por una planificación, que aún es demasiado burocrática y centralizadora. Impidiéndole bastante, correlacionarse con las otras formas de propiedad, especialmente con la privada y la inversión extranjera.
-Por medio del Sistema de Acopio, el Estado, presiona de manera excesiva sobre la producción agropecuaria, con bajos precios, un acopio excesivo de los productos y no pocas veces, no paga, o demora de manera excesiva los pagos al productor. Lo cual trae el desestimulo correspondiente.
-La propiedad privada, bajo la forma del trabajo por Cuenta Propia, la pequeña y mediana propiedad agropecuaria y las cooperativas, no se ven estimuladas por los precios que el Estado paga a estas últimas. Exigiéndoles altas cuotas de aporte a la actividad social del estado.
-Existe un desequilibrio importante, entre lo que el Estado toma, de lo recogido por Acopio, para satisfacer las necesidades de la Salud, La educación, El Deporte, La Cultura y otras actividades, subvencionadas por el Estado, y lo que deja como excedente de la producción agropecuaria, para ser comercializado, de manera libre, por parte de los productores. Lo que genera insuficiencias de oferta, altos precios, inflación, colas y mercado negro.
-El comercio de alimentos y de otros productos de primera necesidad, cargan sobre sus hombros, un peso muy grande, como resultado de que el Estado no tiene una relación de mercado con la producción agropecuaria, ni industrial y toma altas cuotas de productos, para satisfacer necesidades sociales. Generándose por esta via, insuficiencias de oferta, inflación, mercado negro y corrupción. Situación que se ve agravada por la Pandemia, dado los recursos que esta consume, para satisfacer las necesidades de la población que debe ser atendida, sin costo personal alguno. De aquí las insuficiencias de oferta que al país está sufriendo, de medicinas, alimentos y otros recursos. Que son absorbidos por el Sistema de Salud.
-Se han malogrado, a veces, una buena cantidad de productos agrícolas, que debieron ir al consumo de la población y que se pierden, como resultado de que Acopio no recoge productos, porque no les resultan costeables, o porque demora sus recogidas, con las consiguientes pérdidas y las insuficiencias de oferta que ello genera.
-Contribuyen al alivio de la situación, antes mencionada, los resultados financieros de las contrataciones de la salud, la educación, el deporte, la fuerza laboral contratada en el exterior, la aun limitada exportación y otras actividades que generan recursos para el presupuesto del Estado.
No obstante, si nuestro Estado, pudiera ser menos “parasitario”, estimulara mejor a los productores agropecuarios, pagara mejores precios y lo hiciera más en tiempo, la afectación sería menor y los desequilibrios entre oferta y demanda, en el proceso de satisfacción de las necesidades a la población, también podrían ser menores. Habría más oferta, los precios podrían ser más asequibles, se aliviarían las colas y habría menos mercado negro y corrupción.
-Las deformaciones y desequilibrios entre oferta y demanda también se producen, porque el Estado, no extiende la relación mercantil hacia sí mismo, acumula deudas con la producción agropecuaria, pagando tarde o no pagando, cuando debe. No exigiendo más al Sistema de Acopio, que muchos se preguntan porque no ha sido eliminado. O porque, todos, incluyendo el propio Estado, no actúan como comprador de la producción en el mercado.
-Es que, si aceptamos la existencia de las relaciones mercantiles, el Estado, como consumidor, también debiera regirse por ellas. Pero nuestro Estado no está habituado, a que, si toma una parte del producto social, también debiera pagar por él. Siendo esta, aquella parte de las gratuidades, que aún nos afectan, aunque estén justificadas, por una política social extraordinariamente humanitaria.
Como decir, que el estado paga por La Educación, La salud, La Seguridad Social. Cuando en realidad, el estado no paga nada, porque no produce nada; quien lo paga todo es el pueblo. Que es quien produce los bienes materiales con su trabajo. Es ahí donde, se hace indispensable utilizar todas las potencialidades para poner en funcionamiento las fuerzas productivas disponibles.
-Aquí se trata de que el Estado, aparece como bienhechor del pueblo, lo cual no está mal, pero debe hacerlo con una economía que pueda sostener todas sus erogaciones, como resultado de la política social. Lo cual nos obliga a poner en funcionamiento todas las fuerzas productivas, que nos permitan romper el desequilibrio existente, entre una política social, extraordinariamente costosa y una economía que no satisface sus necesidades.
La sociedad cubana, tiene una política social, que no logra satisfacer con la economía que tiene. De aquí, en parte, provienen sus limitadas capacidades para la exportación, el continuo y creciente endeudamiento externo, las excesivas importaciones de alimentos y de otras producciones, los problemas de repatriación de utilidades por parte de las empresas extranjeras, las dificultades de materias primas para algunas producciones, etc.
Ahora mismo, con el Ordenamiento Monetario, se nos presenta el problema de que la población quisiera comprar dólares, con pesos cubanos, lo cual es permitido, pero no lo puede hacer, por no existir los dólares disponibles en la banca cubana.
Además, resulta un verdadero contrasentido, mantener un país, que “no deja a nadie desamparado”, pero lo hace a costa de una economía que no crece, porque no funciona, acorde con las reglas que serían necesarias aplicar para hacer crecer nuestro PIB. El que además de buenos salarios, debe aportar los recursos para cubrir todos los gastos que están a cargo del Estado, aunque ellos fuesen para beneficiar también a toda la sociedad. Pues de lo que se trata es de cumplir con las reglas económicas, que permitan al estado distribuir en beneficio de la sociedad, bienes por lo que no se exige pago alguno. Esas reglas son las de una Economía de Transición, en la que aun, resulta imposible prescindir de la existencia de la propiedad privada y la empresa capitalista. Es una ilusión pensar, que es posible prescindir de la propiedad capitalista, para construir el socialismo.
El salto hacia el socialismo solo se puede producir, a través de una Transición Económica, en la que la propiedad privada y su utilización, es condición de que de que lleguemos a una Economía Socialista. Y esta última, es aún una Económica de Transición. Por lo que Cuba hoy, está más atrás de la que debiera ser una Economía de Transición. Por haberse negado continuamente a aplicar, las reglas económicas, que corresponden a una Economía Socialista.
Algo más que demostrado por Marx, cuando en el Tomo Tercero de El Capital, señalo, que el valor de la Mercancía: C más V más P, se distribuye de tal modo, que de él salen, la reposicion del capital consumido, el salario de los obreros y la Plusvalía, en este caso el plusvalor, que en una economía socialista, va dirigido a satisfacer las necesidades sociales y la acumulación. Donde, mientras más altamente se reproduzca Vmas P, como efecto del crecimiento de la productividad del trabajo; mas hay para distribuir como salario, satisfacer los gastos sociales y realizar nuevas inversiones. Reglas que siguen siendo válidas también en una economía socialista.
Un asunto que el estado debe movilizar, además, son los créditos al sector agropecuario. Se han adoptado varias medidas al respecto, pero aún falta que entren en funcionamiento efectivo. Siendo el banco a nivel del Municipio, quien debe establecer las relaciones con los productores. (Ver: artículo de Benavides, Crédito, Banca y Agricultura. Sumamente ilustrativo.)
Otro asunto sobre el cual, muchos nos preguntamos, es, ¿cuándo vamos a movilizar los recursos monetarios, existentes en manos privadas?, convirtiéndolos en inversión. Las cuentas en el banco, se dirigen a los mercados extranjeros, a comprar piezas de repuestos de carro en Rusia, ropas y zapatos en Panamá, alimentos en Haití, etc. Lo cual quiere decir, que con esos recursos se podría generar un mercado privado interno. El Estado tiene los locales, la capacidad para cobrar impuestos, dar créditos, inducir empleo. Ello podría generar un mercado interno organizado, que en la práctica ya existe, solo necesitaría ser reconocido y a la inversión que hacen sus promotores, darles las facilidades, para que esas mercancías entrasen por la via legal, no como simples bultos de aduana; sino, permitiéndoles importar, pagando el impuesto como comerciantes.
Sera tal vez no nos percatamos, de que las relaciones mercantiles son autopropulsadas y si no las oficializamos, ellas de todos modos entran, sin dar su verdadera cara y sin cumplir con las reglas.
Tampoco está permitido que trabaje la fuerza laboral calificada. Me he preguntado muchas veces, ¿qué daño pudiera hacerle al país, darle posibilidades de empleo, a una fuerza laboral calificada, que lo que hace, a veces, es emigrar? Después que nos costó tanto crearla.
¿Qué daño nos puede hacer, establecer Oficinas de Contadores, Abogados, Arquitectos, Ingenieros, Diseñadores, etc.? ¿Es que preferimos acaso, que esa fuerza laboral emigre? Parece un absurdo, inducido, por una idea de lo que debe ser Cuba, que no tiene sostén. Mucha de esa gente, emigra, o se queda en Cuba frustrada, molesta, o descalificándose; aspirando a un empleo y un salario, que no encuentra en Cuba. Ya dije incluso, una vez, que esa podría ser gente, que, aunque emigrase, tal vez, podría volver a Cuba a trabajar en algún momento, traer calificación y ayudar al país. ¿No sería mejor que el país creara las condiciones para tratar de absolverla? ¿Estamos dispuestos a perder el capital que nos costó? Regalándosela a otros, que ya bastante se están nutriendo de nuestra fuerza calificada.
Me pregunto, ¿que justifica una medida como esa? ¿En que Cuba estamos pensando?
Nos encontramos de nuevo en una Etapa de Rediseño de Medidas. Pero lo que necesitamos, es que tales medidas diseñadas, una vez más, es que entren en funcionamiento.
El bloqueo continúa presionando sobre nosotros. Ya el presidente Biden cumplió sus primeros 100 días de gobierno y no ha hecho nada por cambiar la política hacia Cuba. Pareciendo estar dispuesto a esperar, para ver si Cuba, logra o no, superar la situación crítica por la que está atravesando.
Nuestra transición entonces, sigue considerando, ahora, una etapa en que, de nuevo, tenemos que avanzar bajo las presiones de la política norteamericana. Lo que ha sido siempre una particularidad distintiva de la lucha cubana por la construcción del socialismo. Por lo que todo lo que Cuba ha conseguido hasta hoy, lo ha logrado bajo condiciones políticas apremiantes y muy difíciles.
Hoy nuestro país, asediado por la crisis económica y la Pandemia, está de nuevo, viviendo un ciclo de continuidad, bajo una administración norteamericana, que nos vuelve a presionar, por cuanto las 242 medidas de bloqueo, aplicadas por la administración Trump, han pasado a manos de Biden, como instrumentos de presión también, incumpliendo entonces, sus promesas de campaña. La administración Biden, no ha movido nada respecto a lo que declaro en la campaña, de que sería una nueva política hacia Cuba y las medidas tomadas contra nosotros, permanecen intactas.
Sin dudas, nuestra situación política interna, con grupos, tratando de moverla hacia la desestabilización, aunque no lo estén logrando. Y están siendo derrotados. De todos modos, la derecha anticubana y la propia administración de Biden, la sobredimensionan, viéndola como una oportunidad para cumplir sus propósitos destabilizadores.
A cuba, entonces, no le queda más remedio, que, en el corto plazo, trabajar fuertemente, por superar la situación interna, también matizada por una contrarrevolución, que Biden apoya, poniéndola sobre el cojín, del reciente Informe sobre Derechos Humanos del Departamento de Estado.
Mayo 4 del 2021.
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