ESTEBAN MORALES.
UNEAC.
Cuba era un país racista antes de 1959, como herencia del régimen colonial esclavista implantado por España hasta finales del siglo XIX. El racismo se fortaleció bajo la intervención de Estados Unidos en la isla durante los primeros años del siglo XX y los gobiernos republicanos y dictatoriales que gobernaron al país. La revolución que triunfa en 1959, heredó por lo tanto ese problema como uno de los más complejos de la sociedad cubana y a pesar de la amplitud de la política social que ha llevado a cabo durante más de cincuenta años, los negros y mestizos aún están en desventaja con los blancos en muchos aspectos y persisten manifestaciones de racismo en una parte de la población cubana. Aunque la igualdad racial es un derecho constitucional desde 1959, fortalecido en las constituciones posteriores, en particular la actualmente vigente, según la última Constitución de la República, publicada en la Gaceta Oficial de Cuba No. 3 del 31 de enero del 2003, Capitulo V, artículos 41,42 y 43.( Constitución de la República de Cuba, Editora Política, ; La Habana, 2003 )
Uno de los problemas más complejos
La sociedad cubana, con una proporción importante de sus habitantes negros y mestizos, estaba integrada hasta el año 1959, por un minoritario sector económico poderoso, una exigua clase media y una gran masa de trabajadores y campesinos pobres. Los negros y mestizos, ocupaban las peores posiciones en la sociedad, eran los de menor acceso a la riqueza y los de más bajo nivel de vida. Los negros en particular, integraban la masa de los más pobres, desatendidos y eran los más discriminados por el color de la piel, pues una peculiaridad del racismo cubano era que operaba según una escala descendente. Aunque no existe un solo tipo de racismo en Cuba, el que presenta sus ciertas características regionales, donde como en, la zona oriental, digamos, Santiago de Cuba, la percepción de identidad es diferente respecto a la Habana, o en Holguín, donde la población de raza negra es menor. Generándose circunstancias, visualizaciones, vías y espacios para el ascenso social que son relativamente diferentes.
Hasta mediados de los años ochenta del siglo pasado, el problema racial fue casi siempre abordado bajo el temor de provocar una división social, eludiendo el análisis de sus componentes, lo que no ha permitido resolver el racismo existente y fortalecer consecuentemente, la identidad cultural y nacional. Por estas y otras razones históricas, se encuentran hoy personas en Cuba, que no desean escuchar y hablar sobre el tema. Históricamente, raza y unidad de todos los cubanos, han formado una dinámica muy negativa, que ha retrasado el tratamiento del racismo, como un asunto que la sociedad debe solucionar.
Ya en enero de 1959, Fidel Castro, abordaba el problema del racismo, calificándolo como una lacra a extirpar del cuerpo de la sociedad cubana. Sus discursos reclamaban justicia para los negros y mestizos sobre todo, en el plano laboral pero también en el social y cultural. Sus planteamientos provocaron preocupaciones en algunos y alegrías en otros. Para los negros y mestizos representaron la esperanza de que el asunto comenzaría a solucionarse, pero en algunos casos, fue uno de los motivos para abandonar el país, previendo el proceso de radicalización de la revolución. Ello evidenció la alta sensibilidad social ante el problema.
No obstante, a partir de esas declaraciones, se comenzó a producir un cambio político sustancial -para la población pobre de Cuba y dentro de ella, para los negros y mestizos- que conllevó un profundo cambio cultural y de las mentalidades.
Esa lucha para cambiar las mentalidades, y la cultura heredada, comenzó, porque desde el principio, la dirección del país, apoyo fuertemente un trabajo cultural dirigido al rescate de los valores africanos dentro de la cultura cubana. Fundación del ballet Folklórico Nacional, del Instituto de Etnología de la Academia de Ciencias, rescate de la obra de Don Fernando Ortiz, El carnaval, con una fuerte presencia de las comparsas tradicionales, etc. (ver: Pedro de la Hoz. África en la Revolución cubana. Nuestra búsqueda de la más plena justicia, Conferencia Internacional Cultura y Desarrollo, La Habana, 2005)
Se crearon oportunidades de todo tipo nunca antes conocidas por ese sector de la sociedad: trabajo, educación y salud gratuitas, iguales salarios, un amplio sistema de seguridad social y mejora de las condiciones materiales de vida. Por primera vez, de modo masivo, los negros aparecieron en todos los sectores laborales y pudieron acceder a las universidades y demás centros de estudio. Algunos desempeñaron cargos estatales y en general pudieron participar con amplitud y reconocimiento de la vida social, económica y cultural del país.
A pesar de desarrollar una política social de altísimo contenido humanista, existían problemas que limitaban el aprovechamiento de las oportunidades que la revolución abría a los negros y mestizos: la pobreza también había sido blanca, pero la riqueza nunca había sido negra y los puntos de partida históricos de blancos negros y mestizos eran muy diferentes, lo que ponía ese grupo en desventaja para alcanzar las oportunidades que la política social brindaba. El color de la piel por tanto, continuaba operando como una sólida variable de diferenciación social, que con independencia de la existencia o no del racismo, agravaba en última instancia, la situación de negros y mestizos. Esas diferencias no se tomaron en cuenta.
De manera voluntarista se declaró en 1962, en la II Declaración de La Habana, que el problema racial estaba resuelto .El ambiente social que comenzó a prevalecer y la política social igualitaria, de múltiples oportunidades para todos, produjo una mejoría considerable de los niveles de vida, también para negros y mestizos. En medio de esta situación las organizaciones en las que se agrupaban los negros y mestizos -que habían sido un importante espacio de convocatoria y representación, con raíces en las luchas sociales del negro desde el siglo XIX- comenzaron a desaparecer. A partir de considerar que no eran necesarias, ya que el nuevo estado y la dirección gubernamental revolucionaria, habían tomado en sus manos la custodia de los intereses que ellas defendían. Al pasar de los años se discute si fue correcto que los negros y mestizos decidieran disolver esas organizaciones y pusieran en manos del gobierno la lucha por lograr el lugar que le correspondía dentro de la sociedad cubana.
Se vivió un largo periodo dentro del cual, dejó de percibirse por muchos, la cuestión racial como un problema que frenara el desarrollo social de los negros y mestizos como había ocurrido anteriormente. A tal ambiente contribuyó la creación de organizaciones sociales, políticas y de masas, en cuyos estatutos no se incluían limitaciones por motivo de color de la piel.
UNA NUEVA CULTURA QUE NECESITA SER MAS IMPULSADA.
La declaración de Fidel Castro en el discurso de clausura del Primer Congreso del Partido Comunista de Cuba en 1975, en que se proclamó a Cuba como un país afro latinoamericano, la colaboración médica en África, la participación de Cuba en la Guerra de liberación en Angola y Etiopia. Particularmente la lucha de Cuba contra el apartheid en África y por la liberación de Nelson Mandela, tuvo un impacto muy fuerte en la autoestima dentro del país y entre los negros en particular. Al mismo tiempo de que no era difícil percatarse de que la gente en general se sentía parte de un capitulo histórico de la lucha por la igualdad y la justicia social en el mundo.
La creación de escuelas para niños africanos en la Isla de la Juventud, conjuntamente con las campañas en relación con la igualdad social, también contribuyeron a generar un ambiente, en que la cuestión racial se vio como un asunto en proceso de superación. Juntos los cubanos, con independencia de su color y procedencia social, compartían las tareas revolucionarias, comenzaban asistiendo juntos a los círculos infantiles, a la escuela, a la universidad, a la preparación militar y juntos compartieron todas las luchas peligros y las glorias de esos años.
Se produjo sin duda, un cambio cultural importante dentro del país, donde a pesar de persistir los estereotipos, la discriminación y el racismo, se produjo un cambio en las mentalidades, que se expresa claramente en el incremento de la mezcla y de los matrimonios interraciales, incrementándose el mestizaje desde todas las perspectivas de la vida social y cultural. Lo cual hace muy difícil, para los medios en el país presentar la problemática racial, con profunda objetividad, claridad y, sobretodo, porque la población, según grupo de edades, no tiene la misma percepción ni siente el problema del mismo modo .Por ejemplo, los jóvenes lo sufren, pero más por los lastres y retroalimentación de la cuestión racial dentro de la familia, que por la importancia que ellos mismos le dan al asunto. Mientras en las generaciones de principios de la revolución, no es fácil ver parejas mezcladas, entre las jóvenes generaciones esto ha devenido en algo casi normal. Convirtiendo al racismo, en la Cuba de hoy, más en lo que llamamos “una cuestión de peros”, que de sentimiento profundamente racista”, para una gran parte de la población cubana. Lo cual hace muy rara la situación en Cuba, contentiva de una gran dosis de subjetivismo y de hasta ignorancia de muchas personas, que al debatirse el problema, es decir al enfrentarlo, llegan a enterarse de que son racistas, sin haberse nunca percatado de ello. De aquí la importancia de debatir ampliamente el asunto a todos los niveles y por todos los medios disponibles. Y es así, porque, como una cuestión normal, no se observa el odio racial en Cuba, ni la animadversión abierta al color diferente, ni la resistencia a compartir lugares comunes con personas de otra raza. Formándose de hecho, una cierta ética antidiscriminatoria, dentro de la cual, muchas veces, el que posee el prejuicio lo oculta, no pocas veces, por vergüenza, de saber que lleva dentro un sentimiento que lo demerita socialmente ante los demás. Lo cual lleva implícito el peligro, de que al tratar los problemas de racismo en Cuba, tenga que hacerse con gran cuidado, para no exacerbar sentimientos que a veces no es posible encontrar en la magnitud que se podría presuponer. (Ver: Informe-capitulo XV, Dra. Sonia Catasus Cervera y Dr. Eduardo San Marful Orbis, La población cubana por color de la piel. Oficina nacional de estadística (ONE), La Habana, Cuba, 2006, pp.236. Cuadros 43 y 47).
Todo ello tendía a generar una nueva cultura de colectividad y solidaridad, lo que genero una situación que contribuyó a dar credibilidad al discurso oficial de que en Cuba no había problemas raciales, lo cual no quiere decir que ello fuese totalmente aceptado. Una parte exigua de la intelectualidad negra, alertaba sobre el hecho de que el problema racial no había desaparecido, que se continuaba viviendo dentro de una hegemonía blanca, que el concepto de cultura que se estaba defendiendo no correspondía aun a lo que los negros y mestizos debían lograr, pero el ambiente, sobre todo, político prevaleciente, no compartía esas preocupaciones, ni contribuía a su discusión dentro de la sociedad cubana.
Muchos ciudadanos, en particular negros y mestizos, estaban conscientes de que todos los problemas no estaban resueltos, sin embargo, el nivel alcanzado en la vida económica, social y política, hasta la primera mitad de los años ochenta, dibujaban un claro y esperanzador escenario en el que Cuba se aproximaba a un nivel óptimo de soluciones en todos los planos de la vida interna del país y que en especial el racismo, estaba despareciendo.
Hacia la mitad de los años setenta, comenzó un proceso de recuperación económica, particularmente, en el periodo 1975-1985, en que el crecimiento económico promedio anual fue superior al 4% (Esteban Morales, Revista Economía y Desarrollo, La habana, No. 4-5, 1995), lo que indicaba que la economía cubana y en general, la sociedad cubana toda, había entrado en un periodo de superación de sus dificultades históricas, para satisfacer masivamente sus necesidades. A ello contribuyeron las excelentes y ventajosas relaciones económicas con los países socialistas y en particular con la URSS.
La entrada de Cuba en el CAME (Consejo de Ayuda Mutua Económica) en 1972, a pesar de que no era vista por muchos como una panacea, sino como la “tabla salvadora”, fue decisiva en los favorables resultados de la economía cubana en esos años. Los países socialistas y específicamente la URSS pasaron a ser los principales socios comerciales de la Isla y tenían una influencia decisiva en los logros económicos alcanzados.
Por medio de estas relaciones, muchos cubanos, en particular negros y mestizos, acumularon un potencial científico y de experiencia social, a través de los estudios realizados en el extranjero. Un amplio y muy beneficioso proceso de becas, contribuyó sobremanera al surgimiento en Cuba de una intelectualidad negra y mestiza que nunca hubieran tenido oportunidad de formarse al ritmo con que ello tenía lugar, bajo las reglas de preferencia que la república imponía antes de 1959, cuando las familias blancas pudientes, eran las únicas que podían mandar a estudiar a sus hijos al exterior, particularmente a Estados Unidos. Una paradoja del bloqueo, especialmente positiva para los negros y mestizos cubanos, fue que pretendiendo encerrar a los cubanos en los marcos de la Isla, ello provocó, que masivamente, adquirieran una experiencia internacional y particularmente científica, a la que nunca habían tenido acceso. Los niveles de vida de la población aumentaron sensiblemente y dentro de ello a los negros y mestizos le correspondió una cuota nada despreciable.
COMIENZAN LAS DIFICULTADES DEL CONTEXTO ACTUAL
En 1986, Raúl Castro, segundo secretario del Partido Comunista de Cuba, planteó la necesidad de que dentro del partido hubiese más mujeres, jóvenes y negros. Lo que trajo como resultado la implantación de cierto tipo de “cuota” para el ingreso a esa organización. Muchas organizaciones de base del partido, para cumplir esa orientación, concedían el ingreso a la organización sin el debido análisis a mujeres jóvenes y negras o mestizas, Desvirtuándose el propósito que encerraban las palabras del entonces Segundo Secretario del Comité Central del Partido. Pronto se olvidó esa orientación y quedó demostrado que ese no era el camino para lograr la representación de negros y mestizos en el partido ni en ninguna otra organización ni sector de la vida nacional. No se disponen de cifras oficiales, pero hoy al observar la composición racial, tanto de los cuadros del partido, como de las organizaciones y sobre todo de la Asamblea Nacional del Poder Popular, se comprueba una sustancial participación, que diferencia mucho la situación de la existente en el censo de 1981.
Sin embargo, a partir de la segunda mitad de los ochenta la economía cubana entró en un periodo de dificultades, al ir perdiendo sus mercados en los llamados países del campo socialista, situación que inmediatamente comenzó a cambiar el panorama económico y social en Cuba. Conjuntamente con ello, se agudizó el bloqueo estadounidense mediante la aprobación por ese país de nuevas leyes que penalizaban a las embarcaciones que tocaran puerto cubano y a los empresarios extranjeros que comerciaban con Cuba.la llamadas Ley Torricelli y la Ley Helms-Burton. Estos factores, conjuntamente con deficiencias de la economía cubana, inauguraron un periodo dramático para la vida de la sociedad cubana, que se vio inmersa en una profunda crisis económica.
La crisis económica trajo una afectación socioeconómica seria y se evidenció que eran negros y mestizos los que más la sufrían. El punto de partida histórico de estos últimos y la fuerza con que la cultura de la pobreza reproduce sus esquemas de supervivencia actuaban en su contra y se puso de manifiesto que ellos se encontraban entre los que menos habían logrado forjarse un proyecto de vida estable y aprovechado las numerosas oportunidades de superación que la Revolución inauguró. Según esta dinámica, seguían siendo los menos favorecidos laboralmente, sobre todo, en términos de calidad de los puestos de trabajo, salarios e ingreso.
Junto a ello, las medidas económicas adoptadas para salir de la crisis, incluyendo la entrada en Cuba de inversiones foráneas y representaciones de firmas extranjeras, así como el desarrollo del turismo extranjero no los beneficiaron a la par que al resto de los grupos raciales. Quedaban en desventaja para acceder a los mejores puestos de trabajo; muchos afectados por la crítica situación familiar abandonaban los estudios universitarios y en general, la nueva economía, no los asimilaba en condiciones de igualdad.
Sin duda, la crisis de 1989 a1994, y las profundas afectaciones sociales que conllevó hizo que surgiera en la mente de muchos cubanos la convicción de que se había sido idealista considerar que se había solucionado definitivamente la cuestión relativa a las diferencias en los niveles de vida, entre los tres grupos raciales (blancos, mestizos y negros), así como los prejuicios raciales, la discriminación y el racismo.
“Los negros y mestizos eran y continúan siendo los que menos remesas reciben del extranjero, ya que son solo el 15% de los emigrados cubanos en Estados Unidos, que es el país de donde se envía hacia Cuba la mayor parte de las remesas. Esta cifra marca una diferencia importante en cuanto a las agendas políticas con las que se enjuicia el presente en proceso de debate y los derroteros futuros de Cuba”. (Ver: Clinton Adlum Anuario CEAP, 1997-1998, Universidad de La Habana) Los negros y mestizos además, emigraron tarde y sin apoyo de familiares residentes en ese país, cuando Estados Unidos ya dejaba de ser el país de las amplias oportunidades. El grueso de ellos emigró en los años ochenta, llevando sobre sus espaldas el estigma de El Mariel, formando parte de un grupo de cubanos considerado de menor nivel cultural y formas de vida, de comportamientos sociales y modales, inaceptables para la sociedad norteamericana. Por lo que son entonces hoy, en general, los que en peores condiciones están para ayudar a sus familiares en Cuba.
La crisis económica sacó a flote la cuestión racial, con el dramatismo propio de aquello que, considerado como resuelto, realmente no lo estaba. Se comenzaba a poner claramente de manifiesto, que el racismo no había desaparecido como se pensaba, ni estaba desapareciendo al ritmo que muchos imaginábamos, sino que solo se había ocultado, esperando un momento propicio para resurgir. Cuba, sin proponérselo, devenía en un paradigma, expresando de manera evidente, que no basta con derrotar las bases del capitalismo, ni desplegar una política social igualitaria para derrotar al racismo. Pues se trata de un problema multidimensional, que solo puede realmente desaparecer, cuando desaparezca la cultura, sobre todo económica y política que lo engendró. Mientras no sea así, existe el peligro de que el racismo reemerja, como ocurre hoy en Cuba.
A partir de entonces, muchos cubanos comenzaron a tomar conciencia de que se había sido idealista y voluntarista al declararlo como resuelto.Iniciandose una nueva etapa de lucha por erradicarlo.
El propio Fidel Castro, en septiembre del año 2000, en un discurso en la ciudad de Nueva york, se refería al problema, cuando dijo: “…tiempo tardamos en descubrir…que la marginalidad, y con ella la discriminación racial, de hecho es algo que no se suprime con una ley ni con diez leyes, y aun, en 40 años, nosotros no hemos logrado suprimirla” (Citado del Prologo del Libro, esteban Morales, La problemática Racial en Cuba. Algunos de sus desafíos. Editorial José Martí, La habana, 2011, p.6)
. Continuaría refiriéndose al problema, trayendo a colación entonces su concepto de discriminación objetiva. Raúl Castro se referiría a al problema, como una vergüenza, en su reciente discurso de clausura del VIII Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas (Raul castro, Discurso de Clausura del VIII Congreso de la UJC, Periódico Granma,). Lo cual es expresión clara de la preocupación existente dentro del máximo liderazgo político cubano, de que la lucha contra el racismo en Cuba no había terminado, más bien recomenzaba.
En una investigación realizada en La Habana y Santiago de Cuba, por el centro de Antropología del CITMA, en 1995, el 75% estuvo de acuerdo en que el prejuicio racial seguía siendo común en la Isla. En tres barrios habaneros, la encuesta dio como resultado que: 58% de los blancos consideró que los negros son menos inteligentes; 69% afirmó que los negros no tienen los mismos valores y decencia que los blancos; y 68% se opuso al matrimonio interracial. (Ver: Juan A. Alvarado. Revista Temas, No.7, julio-septiembre de 1996, pp.37-43)
A partir de entonces recomienza a librarse una batalla para tratar de superar los problemas del racismo en su nueva etapa. Asunto que no es esencialmente nuevo, por lo que no parece una batalla que vaya a durar poco tiempo. Pues se trata ahora de un sistema de estereotipos, discriminación y racismo que se asienta sobre las desigualdades aun no superadas, la ignorancia voluntaria e involuntaria de una buena parte de la sociedad cubana, el cinismo con que aun es asumido por muchas personas y las indefiniciones de un modelo económico-social, inconcluso, que forma un complejo sistema, en los que el problema, existe como lastre, pero también se retroalimenta de las imperfecciones que la sociedad arrastra, manifestándose dentro de un marco de contradicciones, que lo convierten en un reto, que amenaza con reinstalarse en la macro conciencia de la sociedad cubana actual.
LA SITUACION PRESENTE
Dentro de Cuba, siguiendo la dialéctica de que un problema social no resuelto adopta sus expresiones políticas propias, se está produciendo con una dinámica dentro de la sociedad civil, que ha comenzado a generar una institucionalidad alternativa, al margen del sistema político cubano. Tenemos como el grupo “Color Cubano”, emerge, produciendo un cierto dinamismo inicial en el tratamiento del tema racial, auspiciado por la UNEAC, que lo apoyo. Dando origen a una redimension del tratamiento del tema, que produjo el surgimiento de dos Comisiones Nacionales, una en la propia UNEAC, de Lucha contra el Racismo y la Discriminación racial, para fortalecer el trabajo desde la cultura y otra en la Biblioteca Nacional, orientada a la investigación científica para la asesoría sobre el tema.
Desde mediados de los años ochenta, se ha incrementado mucho la producción cultural que refleja los problemas del racismo, tales como documentales, artículos, libros, obra teatrales, música Rap, pinturas y audiovisuales, rescate de tradiciones históricas, escultura, monumentos, conmemoraciones, etc. Que indican que, como nunca antes, el tema es abordado desde la cultura, no solo en términos de un rescate de los valores de la cultura africana dentro de la cultura cubana,( porque ya eso existía mucho antes), sino como un tratamiento directo del tema racial y sus desafíos en la contemporaneidad. Se realizan investigaciones científicas. Existe también una inmensa obra historiográfica de gran valor, así como una producción bibliográfica muy ligada al tema racial, aunque son muchos menos aun, las que tratan el tema racial desde la contemporaneidad, sus desafíos actuales y perspectivas de solución, dentro de la sociedad cubana de estos tiempos.
Han proliferado además, muchos grupos informales, proyectos comunitarios, institucionalidad al margen del estado, el gobierno y sus instituciones, tales como la Cofradía de la Negritud, el CIR (Comité Ciudadano por la Integración Racial), Observatorio Critico, proyectos barriales y otras ligadas a las instituciones no gubernamentales, como la Comisión de lucha contra el racismo y la discriminación racial de la UNEAC, que no sintiéndose satisfechas con la institucionalidad existente, sobretodo como los medios reflejan el problema, buscan alternativas nuevas para luchar contra el racismo y la discriminación racial.
También el Estado, en sus diversas variantes, continua haciendo numerosos esfuerzos para enfrentar el racismo (en Cuba muy asociado a la pobreza); ese fue, por ejemplo, el sentido del plan de instalar miles de bibliotecas sucursales en barrios marginales (dentro del Proyecto Libertad) , que personalmente dirigía Fidel Castro y que, por dificultades económicas del “período especial”, apenas pudo ser comenzado) o el de reforzamiento alimentario para niños de bajo peso , que se implantó en 19 97, luego del estudio que se hizo sobre los efectos del Período Especial, y que aun funciona.
. El problema cubano es que, por condicionamiento histórico, toda medida contra la pobreza debe ser entendida también como algo pensado para impedir que la población negra se hunda en la hecatombe o para su mejoramiento; por ejemplo, hoy día, los comedores subvencionados para ancianos cumplen ese papel. También encaja en este tipo de acciones, que sin dudas son “afirmativas”, la apertura de los llamados Talleres de Transformación del Barrio, abiertos en lugares marginales.
LAS POSICIONES ANTE EL RACISMO.
Pero no todos los que se preocupan por la existencia del racismo en Cuba, tienen la misma posición política ante el problema racial, sus causas, potenciales y soluciones; existiendo actualmente lo que puede reconocerse como dos corrientes de pensamiento o posiciones fundamentales.
Una posición, considera que los problemas raciales en Cuba, son responsabilidad del gobierno cubano, de la falta de una política de derechos humanos, democracia y libertades civiles para los negros. Según los que sustentan esta línea de pensamiento y acciones, los líderes de la revolución, particularmente Fidel Castro, son racistas, que no han atendido el problema racial con vistas a solucionarlo. Comparten el espacio del tema racial, con posiciones políticas llamadas “disidentes” y al leer sus documentos, se observa en ellos, cierta tendencia a no reconocer o disminuir la obra de la revolución con los negros y mestizos, condicionando la solución del problema racial a la posibilidad de un cambio de régimen político en Cuba.( Ver: Negra Cubana tenía que Ser, CIR Feeds, “Mujer Negra ante el espejo”, posted: 15 de febrero-2011 y “Por Una Revolución Ética” , CIR Feed. Posted 01- diciembre del 2010)
La otra posición, parte de reconocer los avances logrados por la revolución, aunque critica sus errores en el tratamiento del tema: como la falta de un debate más amplio; la ausencia del tema en los programas que se imparten en los centros de educación; el no haber considerado desde el principio a la variable “color de la piel”, como una variable de diferenciación social en Cuba, así como la falta de un sistema estadístico que refleje mejor los problemas sociales y económicos de los negros que permita investigaciones más objetivas sobre el tema. Al mismo tiempo, se considera que los negros han avanzado mucho y que si no hubiera habido una revolución en Cuba, estos últimos habrían tenido que hacerla para haber alcanzado lo que han logrado hasta hoy. Para los que sustentan esta posición, las soluciones están en profundizar el socialismo, desarrollando un debate, en el que los problemas de la raza, formen parte del proceso de perfeccionamiento de la sociedad cubana actual. No ven la solución en un cambio del régimen político cubano, que consideran no podría beneficiar a los negros, al no existir un paradigma que guie y justifique una posición de esa naturaleza.
La nueva batalla contra el racismo en Cuba, lleva implícito la lucha entre las dos posiciones más arriba mencionadas y el intento de cada una de ellas, por encontrar y producir cambios en la sociedad cubana. Para ello, ambas posiciones despliegan sus acciones, dentro de un marco de tolerancia política, por parte del gobierno cubano, por lo que la confrontación, no tiene un carácter violento, sino pacifico, ni siquiera de enfrentamiento directo, sino de mutua observación e interpretación de las posiciones adversas que se enfrentan.
Los principales retos, para ambas, es eliminar la ignorancia que aun prevalece sobre el tema en Cuba; que es necesario incluir mas líderes negros en los libros de historia, personalidades negras y fortalecer el estudio de África, Asia y Medio Oriente; estudiando también la historia del desarrollo humano, como estudio simultaneo, de los diversos grupos que componen la especie, pues de lo contrario no acabaríamos de encontrar el camino para hablar de África en términos de desarrollo, en lugar de verla únicamente como un continente en crisis. Fortalecer la conciencia racial que es aun una carencia dentro de la sociedad cubana, estimular la autoestima de los negros, lograr que el tema racial ocupe el lugar que debiera tener dentro de la educación cubana a todos los niveles y lograr que aumente el nivel de atención institucional a esta cuestión. Logrando esas cosas, solo quedaría una batalla política, que no se diferencia sustancialmente de la lucha que aun se libra en Cuba, por el perfeccionamiento de la sociedad y el mantenimiento de su independencia.
La polaridad conceptual y la coincidencia temporal entre los libros “El problema negro en Cuba y su solución definitiva “de Pedro Serviat en 1986, y “Castro, The Black and Africa “de Carlos Moore en 1988, evidencian dos posiciones contrapuestas, pero que no aportan la solución definitiva a la que Cuba ahora tiene que enfrentarse. El primero, porque no hay tal solución definitiva del problema negro en Cuba; y el segundo, porque tiende a preconizar posiciones que no superan las trampas del racismo.
Lamentablemente, es preocupante que la primera posición, se pueda estar alejando, de los intereses de una lucha directa y verdadera contra el racismo en Cuba, para aproximarse a formar parte de una confrontación política, que la llevaría a tomar partido por una actitud que los separa de la lucha, de brindar sus esfuerzos por una sociedad, dentro de la cual, los negros y mestizos , de verdad , logren una ubicación como les corresponde dentro de la sociedad cubana, como sin duda no la tiene ningún grupo no blanco en cualquiera de las sociedades del continente americano.
Septiembre del 2012.