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Este Blog está dedicado a mi padre, a su obra de vida, a sus ideas, pero por sobre todas las cosas a su constancia. Al académico, padre y abuelo.
Se agradecen los comentarios inteligentes, que aporten al debate intelectual, que complementen o contrasten los artículos publicados, desde una óptica de respeto por las ideas, incluso aquellas que no se comparten.

lunes, 20 de mayo de 2013

Los negros y el régimen político en Cuba


ESTEBAN MORALES.
UNEAC.
Hay negros y mestizos en cuba, que defienden la tesis de que un cambio de régimen político resulta necesario para mejorar la situación de este sector, no blanco de nuestra población, ante las dificultades  de estereotipos, discriminación y racismo que aun arrastramos.
Los negros y mestizos, durante más de tres siglos, sufrieron el embate de los estereotipos raciales, la discriminación y el racismo. Ningún gobierno republicano, salvo el gesto demagógico de Fulgencio Batista de darle espacio en las fuerzas armadas, hizo absolutamente nada por ellos.
Y no es porque se  ignoraba  la existencia del problema, pues Carlos Prio Socarras, durante su campaña presidencial, hizo un discurso en el Club Atenas, en el que se adueño de la causa de los negros, para al final, no hacer nada tampoco.
Los negros y mestizos, antes de la llamada guerrita de 1912, ya habían esperado  pacientemente, que las campañas presidenciales en Cuba, trajeran aparejada alguna mejoría de su situación.
Pero a pesar de que desde esa época ya representaban más del 30% de los votantes potenciales en la isla, nunca ocurría nada y terminadas las campañas, como he dicho tantas veces, todos volvían al “cuarto de desahogo”.
Solo la revolución  cubana, a partir de 1959, comenzó a preocuparse por los negros y mestizos  en Cuba y por los pobres en general.
Escuchar decir, que un cambio del régimen político actual beneficiaria a los negros y mestizos, lo único que produce es “lastima” hacia los negros que dicen semejante barbaridad histórica.
¿Qué significaría hablar de un cambio de régimen político en la Cuba actual? Entre otras cosas, ¿qué los que esperan en Miami retornaran a tomar poder en Cuba, trayendo nuevamente el racismo que domino en la isla antes de 1959 y que ahora allá practican  abiertamente en el enclave miamense?
Contra lo cual, hasta el intelectual negro Carlos Moore, partidario y promotor de la tesis del cambio de régimen, se ha proyectado tantas veces. Haciendo del intelectual mencionado un enemigo acérrimo de los blancos de Miami. Porque los sabe, en su inmensa mayoría, unos consumados racistas.
¿En qué lugar de este hemisferio, incluyendo a los Estados Unidos, que cuenta con la clase media negra más poderosa, los negros están mejor, respecto a sus históricas reivindicaciones  que en la Cuba actual?
¿Dónde está el paradigma, en el mundo de hoy, que justificaría decir que los negros en Cuba, si cambiara el actual régimen político de la isla, pudieran estar mejor? ¿Cuándo los negros en Cuba tuvieron derecho a empleos, iguales salarios, educación y salud gratuitos, para solo mencionar algunas de las cosas alcanzadas por ellos? ¿En  qué lugar del mundo actual, eso es una realidad masiva para los no blancos?
Es cierto que el régimen político en Cuba tiene aun muchas deficiencias e imperfecciones, que la riqueza no está todavía distribuida como aspiramos, que las posibilidades para acceder a las oportunidades no son aun iguales para negros y blancos; véase mi reciente artículo en Havana Times.
Asuntos que son precisamente los que hacen que digamos que la discriminación y el racismo existentes aun en Cuba no sean simplemente lastres históricos, sino resultados de esas imperfecciones que todavía la sociedad cubana no ha logrado resolver.
Eso es una cosa y otra es creer que tales imperfecciones se solucionarían renunciando al socialismo, que a pesar de sus dificultades, ha sido el único que ha logrado para los negros en cuba, lo que nadie, masivamente, en ninguna parte del mundo, ha podido lograr aun.
Luego de lo que se trata es de perfeccionar  y profundizar el régimen con el que hemos mejorado  nuestra situación social y no de eliminarlo. Lo contrario sería consuelo de tontos.
Obsérvese  la lucha de los casi 140 millones de afrodescendientes regados por América Latina. Para todos, los logros que hemos mencionado en Cuba, son metas para ellos a alcanzar todavía, asuntos que ya Cuba ha resuelto y que únicamente lucha por preservar y desarrollar.
Para estos que denominamos muchas veces, una “derecha racial”, en su supuesta lucha contra el racismo en Cuba, lo que ellos sostienen, no es más que una “careta”, detrás de la cual ocultan sus verdaderos objetivos, que no son más que mover el tema de la racialidad en la isla, como parte de la campaña política subversiva del  “cambio de régimen”, que defiende la actual  política de Estados Unidos contra Cuba.
Por lo cual, estos negros de que hablamos, no son, en realidad, luchadores contra el racismo y la discriminación racial en cuba, sino solo los “esquiroles”, la “quinta columna” de la actual política de Estados Unidos contra Cuba.
Para estos señores, sus afinidades principales, no son entonces con la lucha contra el racismo y la discriminación racial en Cuba, sino con la actual política de Estados Unidos contra Cuba,  tomando la cuestión racial solo como simple “sombrilla”  o cobertura.
Pues creo que estos señores, son lo suficientemente inteligentes como para haberse  percatado, hace mucho tiempo ya, de que su tesis acerca de que la cuestión racial cubana  podría solucionarse con un “cambio de régimen político en cuba” no se sostiene ni históricamente ni en sentido práctico político.
La inmensa mayoría de los negros en Cuba entiende bien esa situación y no se dejan llevar por los “cantos de sirena” que entona la derecha racial contrarrevolucionaria.
Estos negros, de la derecha racial, elevan a la categoría de luchadores contra la discriminación racial en Cuba, a negros que están en las cárceles por cometer delitos comunes.  También son aliados de las Damas de Blanco y fundan partidos y organizaciones para oponerse al gobierno en Cuba.
Se identifican con los intereses de la política norteamericana, para disfrutar el dinero de la AID y disfrutar de los privilegios que le concede la Oficina de Intereses de Washington en Cuba.
Ellos deben acabar de exponer a la luz pública cuáles son sus verdaderas afinidades políticas e intenciones y no pretender tomar el tema racial como bandera y cobertura de una lucha que en verdad no les pertenece, pues ellos son solo, en última instancia, defensores de que los partidarios del capitalismo vuelvan a dominar en Cuba, ese capitalismo, que nunca hizo nada por los negros y mestizos en la isla.

MAYO 18 DEL 2013.

11 comentarios:

  1. Que raro que en su blog, no hay comentarios. ¿Es que usted tiene un privilegio de escribir un blog, pero su pueblo no tiene el derecho a opinar sobre sus escritos?

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  2. Michael Cervantres22 de mayo de 2013, 15:12

    Que bueno que salió mi comentario. El hombre que definió mi carácter, mi padre espiritual fue un cubano de piel oscura y nariz ñata; se llamó Rufino Montalvo y fue profesor por más de 40 años. En 1964, era profesor de 6to grado de la escuela primaria Antonio Maceo situada en Campanario entre Concepción de la Valla y Figuras. Era masón, patriota, martiano y pedagogo graduado de la Universidad de la Habana. ¿Como me va a decir usted que los afro-cubanos no tenían derecho al empleo, estudio o derechos civiles antes de 1959?

    ¿Por qué no nos habla de la vida de su padre antes de 1959? así podemos comparar.

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  3. “ESCUCHAR DECIR, QUE UN CAMBIO DEL REGIMEN POLITICO ACTUAL BENEFICIARIA A LOS NEGROS Y MESTIZOS”
    No amigo Esteban no solo a los negros y a los mestizo. Un cambio político beneficiaria a todos los cubanos y todas las razas. Qué horror cuando un hombre como Zurbano tiene que explicar o cambiar por miedo una frase tan simple como “no ha comenzado” a “no ha terminado” Atrévase a sonar con una Cuba sin dictadura, donde el derecho no lo limiten dos hermanos blancos y de descendencia gallega. Quizás sea mucho pedir. Hay quienes ya no pueden vivir sin el resuello de Seguridad del Estado en el cogote.

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  4. Desde que Esteban Morales era profesor de Economía -en el entonces Instituto de Economía de la Universidad de la Habana- se sabe que es un oficial de la inteligencia castrista sembrado en el mundo académico.

    Saludos a Katia, Esteban.

    Manuel Castro Rodríguez.

    castropanama@yahoo.es

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  5. Los que deseen conocer sobre el racismo en la Cuba de Fidel Castro, pueden hacerlo en

    http://profesorcastro.jimdo.com/el-racismo-en-cuba/

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  6. A Esteban Morales (El Racismo y el oportunismo en Cuba):
    Robert C. Díaz
    (Holloway Road, London)

    Estimado Esteban, Gracias por este apéndisis sui generis, que me brinda su blog y la posibilidad que desde el mismo me permito, para hacer uso de mi derecho de expresión, haciéndole saber mi repulsa frente a esa loa de “linchamiento” verbal con que usted, desde sus páginas, acaba de arremeter contra aquellos pacíficos defensores de los derechos civiles de la raza negra, a quiénes por “no estar alineados” ni comulgar con la voz de ordeno y mando de la oficialidad, ha preferido etiquetarles de vulgares “esquiroles de la derecha contrarrevolucionaria”, tan a tono con la típica parafernalia salida de los laboratorios propagandisticos y laudatorios del castrismo. Una tenebrosa suerte de “psicosis o pandemia destabilizadora” devenida en trauma que, de a poco, el totalitarismo insular, ha ido encubando hasta convertirse en metástasis. Sin dudas, una retórica intimidadora contra todo aquel que disientan o simplemente desvaríe del monopensamiento totalitario y omnipresente, que por más de medio siglo carcome los designios de la sociedad cubana.

    Si se quiere, un tópico escabroso y polémico, todo lo concerniente al racismo y los derechos civiles, pero que no esquiva el intercambio y la reflexión. Sieguiendo lo que se intuye de tal apreciación, debo admitir que siempre, le tuve por una persona con virtudes y defectos, como todos, pero con la entereza y firmeza de propósitos consecuentes; un auténtico defensor de la hidalguía, de las verdaderas y merecidas aspiraciones de la comunidad negro-mestiza de mi país, y sobre todo, con la convicción de haberle tenido, durante años, por un legítimo paladín del derecho a la civilidad que la afrocubanía (no institunacionalizada) la misma que tras siglos de luchas, sigue exigiendo sin descanso y en aras de reveindicar, todo un calvario de insidias, abusos, vejámenes y humillaciones sufridas y acumuladas en la piel de generaciones de cubanas y cubanos afrodesendientes, que a día de hoy, continúa siendo acentuada por las huestes de la tiranía más anciana del hemisferio occidental, cual coincidentemente y de manera exacerbada, ahora una vez repuesto de la “caída en desgracia”, usted se desboca en defender con uñas y dientes.

    Qué pena Esteban, haya optado usted por obrar de la manera tan baja y servilista con que lo ha hecho. A usted, a quién aun estando en aceras distintas de un mismo barrio y pese a las naturales y elementales discrepancias que nos separan, siempre hube de verle y hasta admirarle como un acrisolado ejemplo de abanderar la libertad al precio que fuere, en defensa de legitimizar a la afrocubanía como grupo social, con todos sus reclamos a cuestas. Y créame, ahora mismo, resulta repugnante verle reducido, alistado y domesticado al sometimiento, que por igual, la arbitrariedad de la cúpula gobernante cubana ha querido “maquillar” o peor aun, utilizar como “prenda de festín” a la "vilipendiada" étnia.

    Sinceramente, hoy me averguenza y mucho, la celosía con que en su día, hube de estrecharle por sus convicciones y sentido común, lo que de alguna manera, con o sin usted, sigo considerando, una lucha de principios más que elementales... Pero ese es el precio a pagar por ciertos sortilegios, lo que en palabras de Martin Luther King Jr. sonaría como una definición de voluntades: In the End, we will remember not the words of our enemies, but the silence of our friends.

    Qué verguenza Esteban, qué azco sería semejante ignominia para los ideales por los que pagaron con sus vidas, los Maceo, Quintín, los Estenóz, Jesús Menéndez... y hasta para usted mismo, Esteban... Qué verguenza, pero sépalo bien, la patria es un prado inmenso con todas las hierbas, las que invitan a andar por sobre su frescor y las que simplemente, evitan el más leve roce de su pisada !!! Porque un día, Esteban, las praderas de mi país, también suyo, dejarán de ser campo minado y afixiado por el aburrido paisaje de una sola hierba!!!Téngalo presente!!!



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    1. El Negro Santiago23 de mayo de 2013, 16:15

      Congratulaciones por el serio y certero articulo Profesor Esteban.
      No haga caso a los comentarios recuerde como dijo el Ingenioso Hidalgo.

      ¡Nos ladran Sancho!, señal de que avanzamos!

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    2. En su comentario no puede caber mas desconocimiento de la literatura .... tal frase, de que por mucho se le ha atribuido a la obra de Cervantes , nada tiene que ver con la misma y no se encuentra entre sus paginas, cosa que sabría usted si en algún momento de su vida la hubiera leído. La frase en cuestión pertenece a el poema Labrador (1808) de Goethe: «Pero sus estridentes ladridos / sólo son señal de que cabalgamos». Debería solicitar horas extras con su excelso "profesor" Esteban para profundizar en la cultura general, ya que de cultura política , tanto su profesor como usted, son un caso mas que perdido.

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  7. Son tiempos en que hay que tener muy presente como claro de donde se viene y hacia donde se va, mas aun si se trata de fortalecer la evolucion social del ciudadano en la Republica de Cuba.

    Por ejemplo me llama la atencion como las Señoras y Señores que alegan o defienden las ideas de " cambio de regimen en Cuba " podemos observar que algunos de ellos cuando participan en reuniones publicas, o programas de radio o de television en Miami al referirse a sus compatriotas negros y mestizo en Cuba utilizan el termino " la gente de color ", al escuchar esta expresion no me queda duda que los reflejos de clase conciente o subconciente de antes de 1959 son bien presente en estos promotores del " Cambio ".


    Un saludo fraterno

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  8. 25 de mayo Dia de Africa
    El apellido
    (De Elegías, 1948-1958)

    I
    Desde la escuela
    y aun antes... Desde el alba, cuando apenas
    era una brizna yo de sueño y llanto,
    desde entonces,
    me dijeron mi nombre. Un santo y seña
    para poder hablar con las estrellas.
    Tú te llamas, te llamarás...
    Y luego me entregaron
    esto que veis escrito en mi tarjeta,
    esto que pongo al pie de mis poemas:
    las trece letras
    que llevo a cuestas por la calle,
    que siempre van conmigo a todas partes.

    ¿Es mi nombre, estáis ciertos?
    ¿Ya conocéis mi sangre navegable,
    mi geografía llena de oscuros montes,
    de hondos y amargos valles
    que no están en los mapas?
    ¿Acaso visitasteis mis abismos,
    mis galerías subterráneas
    con grandes piedras húmedas,
    islas sobresaliendo en negras charcas
    y donde un puro chorro
    siento de antiguas aguas
    caer desde mi alto corazón
    con fresco y hondo estrépito
    en un lugar lleno de ardientes árboles,
    monos equilibristas,
    loros legisladores y culebras?

    ¿Toda mi piel (debí decir),
    toda mi piel viene de aquella estatua
    de mármol español? ¿También mi voz de espanto,
    el duro grito de mi garganta? ¿Vienen de allá
    todos mis huesos? ¿Mis raíces y las raíces
    de mis raíces y además
    estas ramas oscuras movidas por los sueños
    y estas flores abiertas en mi frente
    y esta savia que amarga mi corteza?
    ¿Estáis seguros?
    ¿No hay nada más que eso que habéis escrito,
    que eso que habéis sellado
    con un sello de cólera?
    (¡Oh, debí haber preguntado!)
    Y bien, ahora os pregunto:
    ¿No veis estos tambores en mis ojos?
    ¿No veis estos tambores tensos y golpeados
    con dos lágrimas secas
    ¿No tengo acaso
    un abuelo nocturno
    con una gran marca negra
    (más negra todavía que la piel),
    una gran marca hecha de un latigazo?
    ¿No tengo pues
    un abuelo mandinga, congo, dahomeyano?
    ¿Cómo se llama? ¡Oh, sí, decídmelo!
    ¿Andrés? ¿Francisco? ¿Amable?
    ¿Cómo decís Andrés en congo?
    ¿Cómo habéis dicho siempre
    Francisco en dahomeyano?
    En mandinga, ¿cómo se dice Amable?
    ¿O no? ¿Eran, pues, otros nombres?

    ¡El apellido, entonces!
    ¿Sabéis mi otro apellido, el que me viene
    de aquella tierra enorme, el apellido
    sangriento y capturado, que pasó sobre el mar
    entre cadenas, que pasó entre cadenas sobre el mar?
    ¡Ah, no podéis recordarlo!
    Lo habéis disuelto en tinta inmemorial.
    Lo habéis robado a un pobre negro indefenso.
    Lo habéis escondido, creyendo
    que iba a bajar los ojos yo de la vergüenza.
    ¡Gracias!
    ¡Os lo agradezco!
    ¡Gentiles gentes, thank you!
    Merci!
    Merci bien!
    Merci beaucoup!
    Pero no... ¿Podéis creerlo? No.
    Yo estoy limpio.
    Brilla mi voz como un metal recién pulido.
    Mirad mi escudo: tiene un baobab,
    tiene un rinoceronte y una lanza.
    Yo soy también el nieto,
    biznieto,
    tataranieto de un esclavo.
    (Que se avergüence el amo.)
    ¿Seré Yelofe?
    ¿Nicolás Yelofe acaso?
    ¿O Nicolás Bakongo?
    ¿Tal vez Guillén Banguila?
    ¿O Kumbá?
    ¿Quizás Guillén Kumbá?
    ¿O Kongué?
    ¿Pudiera ser Guillén Kongué?
    ¡Oh, quién lo sabe!
    ¡Qué enigma entre las aguas!

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  9. 25 de mayo Dia de Africa
    El apellido
    (De Elegías, 1948-1958)

    II
    Siento la noche inmensa gravitar
    sobre profundas bestias,
    sobre inocentes almas castigadas;
    pero también sobre voces en punta,
    que despojan al cielo de sus soles,
    los más duros,
    para condecorar la sangre combatiente.
    De algún país ardiente, perforado
    por la gran flecha ecuatorial,
    sé que vendrán lejanos primos,
    remota angustia mía disparada en el viento;
    sé que vendrán pedazos de mis venas,
    sangre remota mía,
    con duro pie aplastando las hierbas asustadas;
    sé que vendrán hombres de vidas verdes,
    remota selva mía,
    con su dolor abierto en cruz y el pecho rojo en llamas.

    Sin conocernos nos reconoceremos en el hambre,
    en la tuberculosis y en la sífilis,
    en el sudor comprado en bolsa negra,
    en los fragmentos de cadenas
    adheridos todavía en la piel;
    sin conocernos nos reconoceremos
    en los ojos cargados de sueños
    y hasta en los insultos como piedras
    que nos escupen cada día
    los cuadrumanos de la tinta y el papel.
    ¿Qué ha de importar entonces
    (¡qué ha de importar ahora!)
    ¡ay! mi pequeño nombre
    de trece letras blancas?
    ¿Ni el mandinga, bantú,
    yoruba, dahomeyano
    nombre del triste abuelo ahogado
    en tinta de notario?

    ¿Qué importa, amigos puros?
    ¡Oh, sí, puros amigos,
    venid a ver mi nombre!Mi nombre interminable,
    hecho de interminables nombres;
    el nombre mío, ajeno,
    libre y mío, ajeno y vuestro,
    ajeno y libre como el aire

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