ESTEBAN MORALES DOMÍNGUEZ
No me resulta difícil escribir sobre La Universidad de La Habana y de los estudios universitarios en general; sobre todo de la mencionada, a la que ingresé en 1962 y de la que me jubilé en el 2010.
Desde
1964 no tuve otro centro de trabajo. O sea que le dedique
46 años de mi vida laboral activa. Y aun continúo
impartiendo cursos de maestría: sobre Economía
Norteamericana, Relaciones Cuba-Estados Unidos, Relaciones
Raciales en Cuba, Raza y Cultura en los Estados Unidos.
No me he arrepentido de hacerlo, porque el contacto con
los estudiantes, que a veces son personas mayores, me
rejuvenece y estimula mucho. Además de que colaboro con la
Cátedra del Adulto Mayor.
Sirviéndome
todo de un perenne aprendizaje. Soy maestro desde 1960,
en que me incorporé al primer contingente de Maestros
Voluntarios de Minas del Frio, en la Sierra Maestra y
para mí el magisterio ha sido mi vida toda.
Por
tanto, particularmente, el tiempo en la Universidad de La
Habana, ha sido prácticamente mi completa vida laboral,
por lo que me siento en condiciones de hablar sobre
ella, casi como de mi propia casa.
La
Universidad de La Habana cuenta con una bellísima
historia. Fidel ha dicho que en ella se hizo
revolucionario.
Fue
siempre una institución, en la que ciencia, política y
lucha revolucionaria, se coaligaron para hacer de la
misma un símbolo paradigmático de nuestra historia
cultural y política.
No
se puede escribir la historia de Cuba, desde su fundación
en 1726, sin mencionar a la Universidad de La Habana.
Fue la primera universidad. Después se fundaron otras dos:
en Santiago de Cuba y Villa Clara como universidades
públicas, para sumar tres en todo el país. Por lo cual
resultaba prácticamente imposible para muchos jóvenes,
realizar estudios universitarios si no disponían de
recursos para vivir en las capitales de provincias donde
existían universidades. Situación que fue resuelta, a
partir del plan de becas universitarias creado con
posterioridad al triunfo de la revolución. Decisión que
coronaba la importancia que la Revolución Cubana siempre
le ha dado a la educación.
Durante
el siglo XX la Universidad de La Habana, se destacó por
jugar un papel fundamental en la lucha revolucionaria. Una
de las organizaciones, que desempeñó un papel fundamental
en esa lucha fue la FEU, fundada en 1923, que se
caracterizó siempre por su espíritu combativo y
revolucionario. Nombres como los de Julio Antonio Mella
(fundador), Jose Antonio Echeverría, y otros muchos
revolucionarios, pasaron a engrosar la larga lista del
martirologio revolucionario. Actividades como los
enfrentamientos con la policía de la dictadura de
Fulgencio Batista y el asalto al palacio presidencial en
1957, La Carta de Méjico, firmada por Fidel Castro y Jose
Antonio Echevarría, forman parte de la larga historia de
la lucha estudiantil, que contribuyó al derrumbe de la
dictadura bastitana en 1958.
La
Revolución del 30, en la que los estudiantes desempeñaron
un gran papel y que la restauración echo a bolinas sin
embargo, no logro revocar la autonomía lograda y de la
cual solo cabe decir, que se prescindió de ella ante la
convicción de que la sociedad que lanzaba el proyecto
revolucionario de 1959, aportaba la respuesta a las
demandas que justificaron la lucha por la Autonomía
Universitaria.
La
universidad de La Habana, hasta el comienzo de la segunda
mitad de los años setenta, albergaba en su seno todas
las carreras universitarias, desde las ciencias naturales
y exactas, hasta las humanidades, las ciencias sociales,
agropecuarias y las médicas, incluida las veterinarias.
Durante
los años 60 y 70, la Universidad se vistió de obreros,
campesinos y sus hijos. Quienes por primera vez, de
manera masiva, tuvieron oportunidad de acceder a los
estudios universitarios, lo cual varió sustancialmente su
composición social. Se puede decir que desde entonces la
universidad fue para los revolucionarios. Tanto por su
alumnado como por el profesorado, engrosando su claustro
por medio del fuerte Movimiento de Alumnos Ayudantes,
los que desempeñaron una función fundamental, al suplir la
ausencia de muchos profesores que se marcharon del país.
Vivimos esa época, en que uno se paraba y explicaba
Economía Política y otro del grupo se ponía de pie y
explicaba Estadística Matemática. Siendo en medida
importante, nuestros propios profesores.
Hacia
la segunda mitad de los años 70, se produce un cambio
estructural, de la organización académica universitaria, que género las modificaciones generales siguientes:
Las
antiguas denominadas escuelas, en su mayoría, se
transformaron en facultades universitarias.
De
la Facultad de Humanidades, que contaba con siete
escuelas, emergieron, como facultades independientes,
Ciencias de la Información o Periodismo, Lenguas
Extranjeras, Derecho, Filosofía e Historia, Letras y
Artes y un nuevo Departamento de Sociología.
Al
reformular la estructura de la antigua Facultad de
Humanidades, formada hasta entonces por un grupo de
Escuelas; en mi opinión, se cometieron dos errores
básicos que afectaron el desarrollo de las ciencias
sociales en general, incluidas las humanidades.
Decisiones que fueron tomadas por razones meramente
burocráticas, dado que se fundamentaban en la necesidad de no tener tantas facultades. Cuando en
realidad, el desarrollo alcanzado ya sugería pasar a
facultades, todas las áreas que hasta entonces habían
sido escuelas.
El
primero de los errores, de este periodo, fue eliminar el
antiguo departamento de Sociología, que ya tenía las
condiciones para devenir una facultad; obedeciendo tal
decisión al prejuicio de considerar a la sociología como
una ciencia burguesa de actitud contestataria al
Materialismo Histórico. Es decir, más de 20 años después,
cometíamos con Sociología, el mismo error que habían
cometido los soviéticos en la década del 50. En medio de
esta situación, el departamento de sociología se disolvió,
se perdió la experiencia acumulada y casi todos sus
profesores más experimentados, abandonaron la
Universidad, buscando ocupación en otras áreas. También
en 1976, seria eliminado el entonces Departamento de
Antropología, por similares razones. Lo cual comprometió
sobremanera la formación de antropólogos en Cuba.
Situación que aún no ha podido ser regularizada.
Posteriormente,
se fundaría otro departamento de sociología, que aun hoy,
no ha logrado acumular la experiencia académica del
primero. Estas decisiones estuvieron vinculadas a
concepciones dogmáticas subyacentes en el llamado
Departamento de Marxismo-Leninismo del Ministerio de
Educación Superior (MES) y cierta corriente ideológica,
compartida entonces dentro de la estructura partidaria
y alimentada por un grupo de viejos e ilustres
profesores dentro de la propia Universidad de La Habana,
apoyados por instancias externas, y que habían sido
las mismas que preconizaron la liquidación del primer
Departamento de Filosofía y la eliminación de la revista
Pensamiento Crítico. Se trataba de una lucha ideológica
que se libraba entre los que pretendíamos ir más allá del
llamado” Marxismo Clásico” importado de Europa socialista
y los que pretendían, sin negar ese Marxismo, tomarlo,
para asentar más la teoría en nuestras experiencias
nacionales.
El
segundo error, fue cometido al unir a la antigua Escuela
de Historia con el nuevo Departamento de Filosofía
(Llamado entonces de Marxismo Leninismo). A lo que se
sumó también la antigua Escuela de Ciencias Políticas.
Sacrificando el nivel ya alcanzado por la Escuela de
Historia, que estando entre las que más se destacaba por
su claustro, hubiera podido convertirse en una facultad,
uniéndola con Filosofía y Ciencias Políticas, que
pudieron haber quedado como simples departamentos de
servicio docente.
Para
la época mencionada dominaba en la mayoría de las áreas
de Ciencias Sociales y Humanidades, excepto en Economía, la que podemos llamar una corriente “docentista”; es
decir, una actitud que priorizaba a ultranza la docencia,
poniéndole muchos obstáculos teóricos y estructurales a
la investigación. Siendo este también el momento en que
el Cro. Fidel, fundó los conocidos como Equipos de
Investigaciones Económicas, dentro del Instituto de
Economía de la Universidad de La Habana.
Por
nuestra parte, entonces, dentro del vicedecanato de
investigaciones de la antigua Facultad de Humanidades,
se fundaron también Grupos de investigación, como
fueron los de América latina, Religión, Estudios Cubanos,
África y Medio Oriente, y Estados Unidos, los que en su
mayoría devendrían posteriormente en Centros de
Investigación.
Estos
grupos de investigación estaban integrados por figuras muy
destacadas de la academia de entonces, tales como:
Fernando Portuondo, Hortensia Pichardo y Juan Pérez de La
Riva, profesores con los que la academia Universitaria
tiene una deuda impagable. Junto a ellos, despuntaban
algunos entonces jóvenes profesores de los cuales no
menos de cuatro, hoy ostentan el Premio Nacional de
Ciencias Sociales y Humanidades, tales como: Fernando
Martinez, Aurelio Alonso, Juan Valdés Paz y Rolando
Rodríguez; aunque haya que recordar también que no pocos
eran rechazados por la “cavernaria ortodoxia”,
subyacente en la entonces docencia de las Ciencias
Sociales y Humanísticas en la Universidad de La Habana.
Para
entonces la confrontación entre docencia e investigación,
llenó un espacio importante en la lucha ideológica dentro
de la antigua facultad de Humanidades y de la Universidad
de La Habana en general. No pocos defendían la
absolutización de la docencia como la única tarea
fundamental. Mientras otros defendían la idea de que sin
investigación la docencia no tendría la calidad necesaria
para cumplir con el cometido científico que debía
desempeñar la Universidad. Para entonces, ya hacía tiempo,
que el Cro. Fidel había dicho que “…Cuba debía ser un
país de hombres de ciencia y de pensamiento”.
Como
histórico primer error ya había sido disuelto el
antiguo Departamento de Filosofía, el que incluso se
había creado al amparo de la Reforma Universitaria y
también se había eliminado la revista Pensamiento
Crítico. Dos acciones de las que considero nunca
podremos arrepentirnos lo suficiente. Dado que ambas
áreas, tanto el departamento como la revista, habían
servido para introducir dentro de un camino propio e
independiente a las ciencias sociales y humanísticas
cubanas. Habiendo respondido tales decisiones más a
ciertas actitudes de dogmatismo, ortodoxia negativa y de
enfrentamiento político- ideológico mal interpretado y
comprendido, que a necesidades reales de defender la
ideología de la revolución.
La
revolución estaba en peligro entonces, como lo ha estado
siempre; pero para la época, el peligro ideológico
como tal, provenía de la confusión entre la defensa de
depender de un marxismo importado, o trabajar
inteligentemente para generar nuestra propia versión.
Dentro de eso líderes políticos como Fidel Castro,
Osvaldo Dorticós, Carlos Rafael Rodríguez y Armando
Hart, se percataban de ello, por lo que visitaban
frecuentemente el Departamento de Filosofía.
Por
él pasaron casi todas las personalidades intelectuales y
políticos de ese tiempo y muchos impartieron cursos y
conferencias. Desarrollando actividades de debate que
nutrían fuertemente los esfuerzos por encontrar los
denominados por Ernesto Guevara, “caminos propios”. Por
oposición a los que el mismo les llamo “Los caminos
trillados”.
Pero
la corriente dogmática, triunfó, resultado de la
influencia soviética, con no pocos representantes entre
nosotros. La experiencia particular, que habría de
conducirnos por los ya exigidos caminos propios, se
frustró. A lo que le siguió una época de cierta confusión
ideológica y hasta de cierto “oscurantismo”. Lo que
comenzaríamos a superar, con posterioridad a la
implosión de la antigua URSS y el resto del llamado
Campo Socialista, sobre lo cual ya el Cro. Fidel había
alertado. Lo que a su vez trajo como consecuencia que no
tuviéramos más remedio que tratar de andar por nuestros
propios caminos, aunque ello no significo nunca una renuncia al Marxismo verdadero.
Sin
embargo, para entonces, ganó el dogmatismo y las fuerzas
que se oponían a lo que estaba ocurriendo en el orden
ideológico, ganaron la batalla. El Departamento de
Filosofía “voló en pedazos” y la revista Pensamiento
Crítico no volvió a publicarse. Hoy muchos conservamos
la colección y otros la buscan afanosamente.
Tratándose
de una historia, que en el contexto político-ideológico
entonces prevaleciente, siempre sería posible de
repetirla. Como ocurrió pocos años después, cuando fueron desmembrados otros Centros de Estudio: CEA, Europa
y África más tarde. Salvo el Centro de estudios sobre
Estados Unidos. Más tarde desaparecería también el
Departamento América, a cargo de los asuntos de Estados
Unidos, dentro de la estructura del Partido.
Hoy
pretendemos restañar los errores y solucionar las
ausencias, pero de un modo que no considero para nada
acertado. Pues tratar de gestionar y formular la política
exterior solo desde las propias instituciones del
gobierno, no resulta un buen método para enfrentar la
experiencia de siglos que se nos viene encima. Además la experiencia acumulada que yo creo fue exitosa, no
dice que las instituciones de investigación que tienen
que ver con la política exterior, puedan estar dentro de
los propios organismos gubernamentales. Lo cual se
convierte en una trampa, porque el enemigo, afanoso por
acercarse a las interioridades de nuestro proceso de
formulación de política, conoce de antemano donde
buscarlo, sabe dónde está y de donde sale, quienes
participan. Mientras que años atrás eran tantos los
centros participantes, las correlaciones
gobierno-instituciones académicas “bajo cuerda”, que no
era posible saber a dónde estaba la verdad y donde la
“mascarada”. Estando ahora al descubierto, cuando más
necesitamos el ocultamiento y las fachadas falsas. A no
ser que todo ello, no sea más que la vitrina de
exhibición para una diplomacia encubierta. Aunque no
olvidemos que la política exterior de Estados Unidos tiene
vitrina, tienda y trastiendas.
Así,
desaparecieron áreas del campo de las ciencias sociales y
Humanísticas y del campo de las Relaciones
Internacionales, que habían logrado un nivel de
desarrollo, que nos indicaba, que dentro de la Isla, el
marxismo leninismo, la formación de política, lograría
tomar sus propios caminos, evitando la copia del marxismo
soviético, que lamentablemente prevaleció por muchos años
y que produjo un retraso en las Ciencias Sociales y
Humanísticas en Cuba, que solo recientemente hemos
comenzado a superar. Creo que ahora necesitaríamos mucho, de casi todo eso que hemos eliminado.
Recuperación,
que en parte, se va logrando sobre la base de un proceso
de producción científica de nuestras Ciencias Sociales y
Humanísticas, e internacionales, que en ciertas
Instituciones Académicas, miran mucho más hacia nuestras
realidades propias y sus particularidades históricas que
para las experiencias ajenas; no siendo posible
despreciar lo que estas experiencias mencionadas,
contribuyeron a nuestra actual formación. Una formación
que nos enseñó a formular política, sin que nos la
adivinaran tan fácil. Aunque solo fuera ello necesario
para no repetir las cuestiones negativas del periodo
analizado.
No
estoy en condiciones de explicar cómo fue este proceso en
el resto de las universidades, pero lo que sí me es
posible afirmar, es que lo ocurrido especialmente en La
Universidad de La Habana y otros centros, afectó a todo
el país. Tanto por las instancias y niveles de donde
provinieron los errores cometidos, como por Las
afectaciones a La Universidad de La Habana, la que
siempre fue una institución líder en los campos
mencionados.
Sin
dudas, las decisiones tomadas entonces, produjeron un daño
casi irreparable al desarrollo de las Ciencias Sociales y
Humanísticas y de las Relaciones Internacionales,
particularmente, en La Universidad de La Habana, pero
también en el país, de lo que no ha sido posible aun
recuperarnos totalmente.
No
hay más que observar detenidamente, las dificultades en
que se encuentran las Ciencias Sociales y Humanísticas en
el resto de nuestros centros de educación superior. No se
ve que necesitaríamos campos del conocimiento que aún
están en pañales. Como son los Estudios Raciales y los de
Estados Unidos. Habiéndose alertado ya hace tiempo sobre
estos últimos, acerca de la necesidad de que en cada
Universidad existiera al menos un Grupo de Trabajo que le
hiciera frente a estos temas para dar atención a esa
avalancha de visitantes, que ahora exploran nuestras
Universidades. Preguntando casi siempre por como son
estudiadas las relaciones raciales en Cuba y como son
abordados los temas de las relaciones con Estados Unidos.
Adicionalmente,
me preguntaría cuanto de lo valioso que se publicaba y se
publica en Cuba hoy será utilizado en las aulas; y
pienso en los libros de muchos de esos profesores de los
que se ha prescindido, o de revistas especializadas que
incluyen la ensayística histórico-social, y el debate
actual, revistas tales como Temas, Casa de las Américas,
Caminos, Catauro, La Gaceta, Unión y otras.
He
constatado que muchos estudiantes conocen nuestros
trabajos sólo después de que se gradúan, o porque los
descubren casualmente en internet. Claro, no es algo que
pueda mostrarse estadísticamente, pero estoy seguro que la
producción en materia de literatura llega a las aulas de
las Facultades de Letras y Artes más fluidamente que la
de la problemática política, social y de Relaciones
Internacionales, Relaciones Raciales y sobre Estados
Unidos, a las de Filosofía, Derecho, Historia,
Sociología, Comunicación social y otras.
Mención especial merece, qué trabajos enfocados al tratamiento
de la problemática de las Relaciones Raciales en Cuba,
apenas circulan en nuestras Universidades. Produciéndose
la realidad de que ese lado complejo y “oscuro” de nuestra
cultura, apenas es enfocado en nuestros estudios
universitarios.
Cuanto
de lo positivamente crítico para el desarrollo de la
Revolución y del País se pierde para la lectura de
nuestros estudiantes y nuestro pueblo. Sobre todo, si
tomamos en consideración, que nuestra prensa nacional
apenas los publica de manera sistemática.
Sobre
todo, si también tomamos en consideración, que en años
recientes y aun hoy se adoptan decisiones políticas, que
limitan sobremanera la relativa independencia que se
debe tener en estos campos de las ciencias para lograr
hacer avanzar la creación científica. Son varios los
ejemplos de profesores que han sido objeto de represalias
administrativas y políticas por criterios expresados, o
por las publicaciones donde los han expresado. Lo cual
creo valdría la pena analizar detenidamente.
Tales
acontecimientos son relativamente recientes, por lo que
en medio de las situaciones que hoy vivimos, no es posible
pensar que las Ciencias Sociales y Humanísticas, e
Internacionales, al menos en nuestras universidades,
estén en condiciones de enfrentar fuertemente los nuevos
desafíos presentes, ante la guerra cultural con Estados
Unidos en la que ya estamos inmersos.
Solo
la Facultad de Economía pudo, en cierto modo, liberarse
de los errores cometidos, al contar con una fuerte
tradición curricular, un profesorado más cercano a la
investigación, y un claustro que no pudo ser llevado a
seguir la línea que si fue impuesta en otras áreas. En
esta, por iniciativa de nuestro Comandante en Jefe Fidel
Castro, docencia e investigación tendieron siempre a
marchar juntas.
En
particular, La Universidad de La Habana, que cuenta
todavía con un fuerte potencial científico en las ciencias
sociales, y Humanísticas, hoy atraviesa una situación, en
la que la mayoría de sus profesores en el campo
mencionado, apenas aparecen en los eventos científicos,
casi no escriben, no aparecen en los medios, apenas
producen resultados de alta calidad, y casi no opinan
sobre los fenómenos actuales del país. La inmensa
mayoría de los que logran hacerlo, es porque han buscado
refugio para la creatividad en otras instituciones fuera
de las Universidades, no viéndose entonces atrapados en
la madeja burocrático académica y de cierta intolerancia
para la crítica, que a veces domina nuestras
instituciones universitarias.
Por
lo que las personas que más se destacan en el campo de
las Ciencias Sociales y Humanísticas en nuestro país, por
lo general, ya no están dentro de Las plantillas
Universitarias. Historiadores, economistas, sociólogos,
politólogos, internacionalistas, etc. Todos van buscando
un espacio que se les abra para la creatividad, la labor
crítica y la creación científica. Ambiente que por lo
general no encuentran en las Universidades, sino en otras
instituciones, como el Centro de Estudios de la Cultura
Cubana Juan Marínelo, el Centro de Estudios Sicológicos y
Sociológicos, La casa de África, El Centro Martin Luther
King, el Centro pablo de la Torriente, Casa de las
Américas, centro Che Guevara, la UNEAC; Fundación
Fernando Ortiz y en Grupos de Debate como Jueves de
Temas, Dialogar Dialogar, Criterios, y otros.
Por
lo que dado los acontecimientos que han tenido lugar, no
es difícil percatarnos de que, políticamente hablando, no
se ha sido capaz de generar un ambiente de verdadera
libertad de pensamiento, independencia académica y
creatividad, que tan necesarios son al avance de las
Ciencias Sociales y Humanísticas. Por lo que solo al
margen de ese ambiente viciado por el dogmatismo, la
persecución del pensamiento propio e independiente y la
sanción de toda idea que no comulgue con lo que es
considerado por algunos como lo establecido, ha
resultado posible en estos años, la emergencia paulatina
de un pensamiento saludable, crítico, creativo y
salvador.
La
enseñanza universitaria se va quedando carente de
sus mejores cuadros, en el campo de las ciencias sociales
y Humanísticas, imposibilitados de sobrevivir en el
ambiente que en estas se ha generado para el
pensamiento creador y la crítica revolucionaria de la
realidad que nos rodea.
No
me refiero a otros campos de la ciencia universitaria,
como las Naturales y Exactas, que no domino; aunque viví
la realidad de que durante muchos años en ellas se está
logrando mucho más.
Muchos
de los centros de los polos científicos, tuvieron su
Alma Mater en la Universidad de La Habana. Ella misma fue
generando centros en la Facultad de Economía, tales como
el Centro de Estudios de la Economía Cubana, centro de
Estudios de Economía Internacional, Centro de Estudios
Demográficos, FLACSO, Centro de Estudios sobre Estados
Unidos, Administración Pública, Centro de Técnicas de
Dirección; que por particularidades del área económica,
ya explicadas, lograron escapar a los problemas políticos
que afectaron al resto de las Ciencias Sociales y a las
Humanidades.
En
el área de Ciencias Naturales y Exactas dentro de la
Universidad de La Habana, hubo sus polémicas entre los
Físicos y los Químicos, pero terminaron generando dos
centros de investigación muy importantes. Dedicados a la
producción de componentes para la Electrónica.
Los
Médicos y Veterinarios que salieron de la Universidad,
fundaron centros como el CENIC, el CENSA, la Estación
INDIO HATUEY, el ICA, y otros, que aun siendo más jóvenes,
puede considerarse también herederos de los avances que
han tenido las Ciencias Naturales y Exactas dentro de la
Universidad de La Habana.
Pero
respecto a las Ciencias Sociales Humanísticas, de manera
inmediata, dentro de La Universidad de La Habana, no tengo
esperanza alguna de que la situación pueda solucionarse.
Considero
que urge investigar a fondo la situación y adoptar las
medidas necesarias para que el potencial científico e
intelectual, en el campo de las Ciencias Sociales y
Humanísticas, no se afecte y para que se pueda
disfrutar, cuanto antes, de un ambiente de confianza,
respeto y consideración política, que les permita a
nuestros científicos sociales, desplegar la crítica
revolucionaria tal y como la ha reclamado nuestro
Presidente Raúl Castro, y como el país lo necesita en
estos momentos de sumo peligro para la supervivencia de
la Revolución.
La
Habana, Enero 20 del 2017
profesor, dos años hace ya de esto, y creo que vamos hacia atrás... es lamentable
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