Esteban Morales Domínguez
UNEAC.
En la Cuba actual, el racismo está en la
conciencia de las personas. Pero lamentablemente también en la
realidad. Conciencia y realidad se retroalimentan. Produciendo una
situación en que resulta indispensable trabajar sobre los dos planos
del fenómeno, para lograr comprenderlo y eliminarlo. Por supuesto,
lograr avances en la conciencia será siempre mucho más difícil que
en los marcos de la realidad material.
A ello se agrega, que, durante muchos años, desde
1959, la realidad que se vivía no contribuía a la persistencia de
los estereotipos raciales, discriminación y racismo. El ambiente
social predominante presentaba las características propias de una
sociedad que avanzaba en sus proyectos de crear un nuevo modo de
producción y junto con él, nuevas formas de vida y de convivencia
social. El triunfo revolucionario en 1959 había abierto esas
posibilidades. El Líder de la Revolución también había alertado
sobre la existencia de la discriminación racial y sus consecuencias.
En momentos tan tempranos, como marzo s de 1959, había abordado el
problema.
Pero, a partir de la segunda mitad de los años
ochenta, las cosas empezaron a cambiar, trayendo un conjunto de
problemas que comenzaron a afectar seriamente el curso del
desarrollo de la nación.
No se trataba de la contrarrevolución, ésa había
comenzado a afectarnos desde el propio año 1959, pero lejos de
desmembrar el proyecto revolucionario, sirvió para cohesionar al
pueblo alrededor del proyecto revolucionario y de su liderazgo
político. La contrarrevolución, en esos años, sirvió para
radicalizar el proceso, elevar la conciencia antiimperialista,
cohesionar al pueblo alrededor de las tareas principales, elevar la
capacidad de respuesta ante los intentos por destruir a la
revolución, comprender la capacidad del internacionalismo como arma
de defensa y de contraataque.
Los proyectos sociales desplegados, con profundo
sentido de justicia, sirvieron para formar a un pueblo que se núcleo
más profundamente que nunca alrededor de una identidad nacional
rescatada y de una identidad cultural fortalecida e inclusiva. Que
elevo a planos insospechados su instrucción y nivel cultural. Que
hizo de la solidaridad un principio básico de la convivencia social.
Que logro creer, sobre una base de realizaciones objetivas, que las
lacras del pasado desaparecerían. No todo fue bueno, en términos de
experiencias acumuladas. Se cometieron errores, hubo fallas y
desaciertos de todo tipo, que ahora nos laceran y obstaculizan las
rectificaciones y los avances. Nos percatamos de que muchas cosas
deben ser cambiadas, rectificadas, incluso desplazadas de nuestra
realidad. Pero se avanzó y la sociedad cubana comenzó a ser
diferente, mejor, más sólida. Dentro de ello, aunque las
preocupaciones sobre la cuestión racial permanecieron en muchas
personas, reclamar el tratamiento de los asuntos negativos que aun
sobrevivían no parecía tener la prioridad, que tal vez si ameritaba
darles. Porque en medio de los avances que se iban obteniendo, no
parecía legitimo ni prudente reclamar sobre un problema que al
parecer se iba solucionando. Y que siempre había encerrado el
peligro de dividirnos. Por eso, negros blancos y mestizos, todo el
pueblo dio su voto de confianza a la altura de 1962, cuando se
declaró que el problema racial estaba resuelto.
Algunas cosas, que al parecer estaban muy bien, no
lo estaban en realidad. Entre ellas:
-Casi nadie se cuestionaba de que las cosas podían
hacerse de otro modo y los pocos que se atrevían a manifestar sus
discrepancias, terminaban aplastados por el pensamiento social único,
que casi todos apoyaban.
-Creíamos que el proceso que llevábamos adelante
era irreversible y todo lo que parecía cuestionárselo terminaba
demonizado.
-De los Países Socialistas parecía venir todo lo
mejor. Reproducíamos sus errores y modelos con casi religiosa
disciplina. Particularmente en el trabajo científico de las Ciencias
Sociales cubanas, así como en el campo de la economía.
-Nuestro socialismo vestía un uniforme que no
podía diferenciarse ni en el mínimo detalle del uniforme que
vestían los llamados Países Hermanos.
-Comenzamos a tener conciencia de nuestras
diferencias, solo cuando estas se convirtieron en mecanismos de
defensa. “La revolución a Cuba no vino con las tropas del Ejército
Rojo”. El llamado campo Socialista comenzaba a desmoronarse y nos
negábamos casi intuitivamente a caer como fichas de dominó.
Entonces, como mecanismo de defensa, comenzamos a insistir más en lo
que teníamos de diferente y con ello, a saber, que debíamos
apoyarnos más en nuestros valores nacionales.
-Así emerge el llamado “Periodo de
Rectificación de Errores y Tendencias Negativas”, que hacia
mediados de los ochenta, comenzó a diferenciarnos definitivamente,
porque se apartaba de un camino por donde comenzaban a moverse los ex
países socialistas europeos y que nosotros teníamos la idea de que
no debíamos seguir. Ganando así la conciencia de no copiar, de la
que antes casi carecíamos. Ya habíamos copiado demasiado y por ese
camino, sobre todo, con Estados Unidos al lado, llegaríamos al
laberinto que ya conocíamos y que no queríamos repetir. Pues
volveríamos a ser, como antes de 1959, una neo colonia de Estados
Unidos.
-Ese mismo liderazgo político, bajo el cual se
construyeron los avances, aunque también se cometieron los errores,
fue el que en definitiva nos salvó. Porque Fidel Castro, “con su
visión de al doblar de la esquina”, intuyo el derrumbe y
comenzó a prepararnos y a prepararse él mismo para lo que se
avecinaba.
-Pero lo que más nos afecto fue el derrumbe
económico. Con el perdimos casi todas las seguridades. Nuestro PIB
cayó un 35% en tres años y se esfumo el 85% de nuestro mercado. El
golpe fue brutal y aunque “chocamos con la terapia”, no usamos
“la terapia de choque”, pues el estado absorbió el costo de la
crisis y el pueblo sufrió bastante, pero mucho menos de lo
imaginable bajo aquellas condiciones. Aunque se derrocharon recursos
y sobre todo petróleo, de todos modos se puso de manifiesto que
también se crearon capacidades técnicas, materiales y sobre todo
humanas, que desempeñaron un papel clave para detener la crisis
económica en 1994 y comenzar a crecer nuevamente.
- Los resultados sociales de aquella crisis
económica, con atisbos de crisis social, nunca política, nos
sirvieron para percatarnos de que nuestro patio era particular “pero
que en el llovía y nos mojábamos como en los demás”. Se
agudizaron las diferencias sociales, apareció la prostitución, hizo
su emergencia algo de droga, creció la delincuencia, bajo el nivel
de vida y en ese contexto, los grupos raciales negros y mestizos,
comenzaron evidenciar, de que a pesar de lo que habían avanzado, no
habían logrado un proyecto de vida a la par con la mucha de la
población blanca, equilibrado y sostenible.
De ese contexto social y sobre todo económico de
la crisis de finales de los años ochenta y principios de los
noventa, reemergió el racismo. Nos percatamos de que no había
desaparecido, de que no estaba desapareciendo al ritmo que habíamos
presupuesto, sino que lo que había ocurrido, era que se había
“escondido, esperando situaciones propicias para su re emergencia.
Como las que ahora se presentaban.
Cuba, en la cuestión racial, devenía así en un
paradigma. Ningún país del hemisferio había cambiado tanto como
Cuba, En ningún lugar como en la Isla se había desplegado una
política de justicia social, que persiguiera la desigualdad hasta
los mismos bordes del igualitarismo, en ninguna nación del
hemisferio en que vivimos se había logrado hacer retroceder el
racismo y la discriminación de todo tipo como en Cuba. Y sin
embargo, se ponía claramente de manifiesto que no había sido
suficiente. Mostrando fehacientemente, que 50 años de revolución,
aunque muy radical, no eran suficientes para borrar más de 400 años
de esclavitud y neocolonialismo.
Hoy, a nivel de los años transcurridos del 2000,
las estadísticas recogidas muestran claramente, que no solo fueron
negros y mestizos los más golpeados por la crisis, sino que esas
diferencias se mantienen y que, en los años más recientes, incluso
se han agravado.
No solo los puntos de partida que han
caracterizado la situación de blancos, negros y mestizos, continúan
siendo difererentes, sino que las desigualdades existentes continúan
constituyendo el parámetro fundamental, que como punto de partida
debe ser tomado en consideración para la política social y que
dentro de esa política, hay que tener en cuenta el color, pues
continua siendo una fuerte variable de diferenciación social.
Hoy los cubanos somos más que nunca antes
iguales ante la ley, pero continuamos siendo desiguales, en términos
raciales, para alcanzar las oportunidades que la propia política
social pone a nuestra disposición.
Negros y mestizos son los que peor viven, los que
menos remesas reciben, los más representados en la población penal,
los que menos tienen a su alcance un empleo en la llamada economía
emergente ( del dólar y las corporaciones), los que menos
representados estuvieron hasta hace muy poco en las estructuras del
poder político y administrativo.
Sin embargo, continúan existiendo problemas y
deficiencias que afecta más a los grupos negros y mestizos que al
resto de la población y que impacta negativamente en el trabajo a
realizar para solucionar la situación, especialmente en nuestros
jóvenes: ellos son:
-
El
racismo y la discriminación racial aun existente provienen también
de la limitada atención, que, de manera específica, le dimos a
este problema durante muchos años, hasta que a la altura de
mediados de los años ochenta el Liderazgo Político de la
Revolución se percató de que había que hacer serios ajustes en la
política social seguida hasta esos años. Tomando en consideración
el color de la piel, como lo que es, una variable de diferenciación
social.
-
Que
es necesario fortalecer la identidad cultural y racial, dentro de la
identidad nacional. Priorizada esta última dentro del
enfrentamiento político, pero descuidadas las otras
-
Que
son necesarios ajustes en la educación a todos los niveles, entre
ellos, fortalecer la enseñanza de la historia.
-
Que
es necesario que el color y los estudios raciales entren en la
escuela a todos los niveles. Fortaleciendo los estudios engráciales
en las universidades. Los estudios sobre África, Asia y Medio
Oriente. Desterrando el occidentalismo, ese fenómeno de
absolutización de un componente ideológico y cultural que nos
induce a una forma maniquea, hegemónicamente blanca y racista de
asimilar la cultura occidental, la universal y nuestra propia
cultura cubana.
¿Cómo es posible que en una nación multicolor,
como Cuba, con una herencia neocolonial tan cercana, no haya un
tratamiento científico de esos problemas en nuestra educación
superior?
¿De qué desarrollo de la ciencia podemos hablar
en nuestras universidades, si el núcleo de ese desarrollo, que es,
en primer lugar, auto reconocernos como pueblo y como nación, se
presenta incompleto, apenas se aborda o se les da un tratamiento
prejuiciado, a esta parte esencial de la identidad nacional?
¿De qué cultura general e integral podemos
hablar hoy en Cuba, con esos lastres neocoloniales en nuestra
enseñanza?
Se trata de que un abordaje científico de los
problemas de la llamada “raza” y el color, aspectos esenciales
de la identidad, que deben entrar en la escuela cubana, a todos
los niveles, para que puedan pasar definitivamente a la cultura,
lográndose así combatir a fondo las aristas negativas, que aun
permiten espacio al racismo, los estereotipos raciales, la
tendencia al blanqueamiento y la discriminación racial existente en
nuestro país. No se trata simplemente de dar a nuestro estudiante
una formación cultural, sino de una formación cultural
antirracista.
-
-
Nuestro sistema estadístico debe aún mejorar considerablemente,
para que el color, pueda quedar recogido en las mediciones
socioeconómicas que generamos. No basta que contemos a nuestra
población, esta también tiene que ser registrada en todos sus
rasgos, siendo particularmente el color una variable de
diferenciación social muy importante en un país como Cuba .No
tomar en consideración esta variable mencionada, deja fuera del
análisis de la población un conjunto importante de indicadores de
diferenciación social, que impiden caracterizar de manera real la
situación socioeconómica de la gente, introduciéndose entonces
sesgos inadmisibles, que afectan a la política social y a la
dirección de la sociedad en su conjunto.
Categorías económicas y socioeconómicas como,
desempleo, calidad del empleo, niveles de ingreso, salario, estado y
calidad de la vivienda, marginalidad, violencia familiar, remesas,
acceso a los niveles de educación superior, migración interna,
migración externa, promedio de vida, mortalidad infantil,
mortalidad materna, mortalidad general, niveles de la jubilación,
acceso a la recreación, equipamiento doméstico y otros, deben ser
estadísticamente cuantificados tomando en consideración el color de
la piel.
No toda la población cubana disfrutaba, al mismo
nivel, de las ventajas que la política social pone a su disposición.
Porque la distribución social, durante muchos años, fue
igualitaria, pero la población no es homogénea, por lo que, debido
a razones, que también puede ser de orden racial, no todos los
ciudadanos han estado en similares condiciones para alcanzar las
oportunidades puestas a su disposición. Lo cual en la educación se
observa con claridad. Pues, no es lo mismo provenir de una familia de
universitarios, que de una familia obrera, sin antecedentes de
contacto con la vida intelectual. Lamentablemente, aun, no es lo
mismo vivir en Nuevo Vedado que en Parraga o Pogolotti.
Aquello de que “todos somos iguales” fue un
slogan de la demagogia republicana. No, todos los cubanos no somos
iguales. Hay que reconocer, que por término medio, según seamos
blancos, mestizos o negros, aunque iguales ante la ley y frente a una
política social extraordinariamente humanitaria, hemos tenido
puntos de partida históricos diferentes, que se trasladan de
generación en generación y que aun arrastramos de una historia
colonial y neocolonial de 500 años. Por lo que, el único modo de
borrar esa compleja realidad, es fundamentar la política social
en las desigualdades aun existentes. Por lo tanto, hay que tener
cuantificadas y bien localizadas esas desigualdades. Para atacarlas
allí donde se estén produciendo.
Nuestras estadísticas, de todos tipos, tanto
demográficas como socioeconómicas, deben recoger el color. Pues
tienen que ser el reflejo de la nación, que no es otra cosa que
al pueblo que la compone. Cuba no es Suecia ni Holanda .Estamos en
el Caribe. Con una historia muy peculiar. No se trata de un simple
deseo; no, es que cuando no reflejamos el color, estamos echando
al cesto del olvido siglos de historia. Estamos ignorando la
reproducible herencia del colonialismo que aun padecemos todos.
Me pregunto ¿cómo entender y dirigir
científicamente a la sociedad cubana sin tomar en consideración
el color? ¿De qué pueblo estamos hablando? ¿A qué nación nos
estamos refiriendo, cuando no tomamos en consideración el
color?Pongamos
un ejemplo que nos ilustra un poco.
En los Estados Unidos, la nación económicamente
más desarrollada del planeta, cuando a nivel federal la tasa de
desempleo es un 7 %, entre los hispanos es de un 10 o 12 % y entre
los negros de un 15 a un 20%.¿ A qué se deben esas diferencias?
Incluso en la nación más rica del mundo. Si introducimos al
estado, en el análisis, la comparación se hace aun más compleja.
La multicolaridad, rasgo que caracteriza a
nuestra nación, tiene que estar presente en todos los escenarios en
que el pueblo se desenvuelve. Y cuando no este, debemos exigirla,
todos los que tengamos conciencia de su importancia: blancos,
mestizos y negros .Pues se trata de que nuestra sociedad no sería
definitivamente democrática, culta ni para todos, sin considerar
ese ingrediente. Democracia, justicia social, derechos humanos y
equilibrio racial, son inseparables.De
lo contario, aunque no lo queramos, contribuimos a perpetuar el
desequilibrio, que no es solo de color, sino clasista, que subyace
como herencia del colonialismo. Pues clase y color se dieron siempre
la mano en la historia de nuestro país. Donde decir blanco, era
decir hegemonía cultural, riqueza, cultura; mientras que negro,
era decir esclavitud, pobreza, deculturacion, cultura sojuzgada.
Entonces, la llamada
Acción Afirmativa debe tener su espacio entre nosotros .De lo
contrario va a ser imposible que, dentro de un periodo de tiempo
medianamente aceptable, podamos equilibrar los diferentes puntos de
partida histórico de los grupos raciales que componen hoy nuestra
sociedad.
Un problema social, que aun no esté resuelto,
adopta siempre expresiones concretas, que no pocas veces son
directamente políticas. Vivimos hoy momentos muy difíciles y
complejos. Estos se caracterizan porque los problemas tienden a
institucionalizarse. Razón por la cual, la sociedad civil cubana
actual está hoy generando, paulatinamente, respecto a la cuestión
racial, una institucionalidad propia, al margen del estado, sus
dispositivos y aparatos. También al margen del gobierno y las
organizaciones políticas y de masas. Lo cual quiere decir, que
existen sectores de la sociedad, especialmente afectados por la
cuestión racial, blancos, negros o mestizos, que no encuentran en
ella la institucionalidad que termine de dar respuestas a sus
nuevas necesidades, inquietudes y preocupaciones.
Entonces, particularmente los afectados
directamente o aquellos para los cuales el tema racial es un
objeto de preocupación, con independencia del grupo racial al que
pertenezcan, no encuentran todavía una respuesta política en las
instituciones existentes. Siendo este uno de los retos a que hoy se
tiene que enfrentar la sociedad cubana y que no puede dejar de
formar parte del debate para su perfeccionamiento.
El debate racial aun no es promovido desde esos
niveles. El tema racial no está en las agendas de ninguna de las
organizaciones políticas y de masas, ni en la de la Asamblea
Nacional del Poder Popular. El tema racial no aparece en ninguno
de los documentos puestos a debate público recientemente. No se
debatió en el Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas, aunque
Raúl Castro lo menciono; ni en los Comités de Defensa de la
Revolución. Tampoco aparece en el trabajo del Movimiento
Sindical.Salió
al calor de las críticas realizadas por Raúl Castro a la política
de cuadros en el VI Congreso del Partido y continuara emergiendo
cuando se discutan los problemas sociales y políticos en la próxima
Conferencia del partido.
Salvo para un número muy limitado de
instituciones, como el Ministerio de Cultura, la UNEAC y la
Fundación Fernando Ortiz, junto a otras fundaciones, Proyectos
Comunitarios y grupos informales, el tema racial no tiene una
presencia explicita amplia en la vida nacional. Los medios de
información lo reflejan muy limitadamente y sin ninguna
sistematicidad, así como tampoco son muy divulgadas aun las
actividades que se realizan sobre el tema.
Sin embargo, el marco de las preocupaciones
respecto al tema racial se están ampliando y sus expresiones
en el trabajo cultural van tomando cada vez mayor espacio.
Se ha venido formando un consenso alrededor del
tema, su importancia y necesidad de su tratamiento, sobre todo, en
medio de la compleja situación económica actual. Se van acumulando
expresiones de los líderes principales del país, en los
discursos de Fidel y Raúl; la institucionalidad gubernamental y
política, está reaccionando. Existiendo múltiples señales de
que se están generando medidas y potenciales políticas que tienen
que ver directa o colateralmente con el tema racial, dando
continuidad a las ya existentes.
Entonces, se ha comenzado a trabajar fuertemente
para institucionalizar el tema y sus posibles soluciones, desde una
perspectiva que contribuya y forme parte del conjunto de políticas
que el país está debatiendo para hacer avanzar el socialismo.
Sobre todo, porque también hay que brindar batalla a ciertos
grupos, que lo están enfocando como un problema de ausencia de
democracia, derechos humanos y libertades civiles para los
negros, en nuestro ambiente social actual.Con
posiciones que están vinculadas a un manejo contrarrevolucionario
del tema. Aprovechando las consecuencias del debate recientemente
abierto en la Comisión de Derechos Humanos y Raza, celebrada en
Ginebra. Se está produciendo aquello sobre lo que tantas veces
han alertado varios intelectuales revolucionarios en Cuba. Tema de
nuestra realidad, que nosotros mismos no abordemos, otros lo toman
en sus manos y no siempre con las mejores intenciones.
Tratándose, sobre todo, de un asunto en el que
existen diferentes posiciones ideológicas y puntos de vista
políticamente contrapuestos. Que vinculan ya el asunto racial con
la actual política de subversión de Estados Unidos hacia Cuba. Por
lo que pensamos que hay que trabajar fuertemente en las direcciones
siguientes:
- Hay que tratar de crear un dispositivo
institucional específico, a nivel estatal del gobierno o de
ambos, para atender el tema racial.
Finalmente, los cubanos tampoco podemos limitarnos
a ser meros espectadores, del llamado Movimiento Afro descendiente,
bajo el pretexto, sobre todo, de que en Cuba no hay pueblos
originarios o de que en Cuba todos somos afro descendiente.
En cada uno de los tres encuentros continentales
de la campaña “500 años de resistencia indígena, negra y popular
“, y en otras conferencias Internacionales sobre los Afro
descendientes, se han producido declaraciones de solidaridad con
Cuba. Porque un movimiento que tiene como eje la reivindicación del
derecho de autodeterminación de los pueblos indígenas y
afrodescendientes, perciben al pueblo cubano como un símbolo de la
resistencia continental en la defensa de la soberanía y la dignidad.
Entonces, ¿Cómo podría Cuba no identificarse con este
movimiento?, ¿Cómo podría no considerarlo un aliado importante en
la lucha antiimperialista, es decir, en la lucha liberadora del
continente?
Septiembre del 2011.