Esteban Morales Domínguez
UNEAC
Hemos cumplido el primer año de una
iniciativa histórica, promulgada por
ambos gobiernos. Aun nos puede parecer un sueño haberlo logrado. Se trata de un
acontecimiento que muchos han disfrutado. Aunque tampoco han faltado las preocupaciones. Sobre todo,
de los que han vivido en las “entrañas del monstruo”.
Después de más de cincuenta años de tensas, agresivas y peligrosas relaciones entre Cuba y Estados Unidos, Obama
presentó su iniciativa de lo que pudiéramos llamar, el comienzo del desmontaje de la vieja política y el inicio de las que pudieran ser nuevas
relaciones entre ambos países. El presidente Raúl Castro asintió. No tenía otra
cosa que hacer, después de 18 meses de negociaciones en que ya se habían logrado los acuerdos preliminares. No era Cuba la que debía quitarle de encima a Estados
Unidos una política agresiva de más de
50 años.
Pensamos
que comparado con el lugar donde estábamos, hasta hace muy poco tiempo,
hemos avanzado bastante. Estados Unidos ha reconocido a Cuba como
interlocutor, respetando su soberanía e independencia. Lo que no tiene
precedentes en la historia de nuestras
relaciones.
Ambos países se han sentado a la mesa de
negociaciones sin los condicionamientos
históricos que obstaculizaron
siempre ese paso, los que incluso
llegaron a frustrar las negociaciones que se desarrollaron durante el periodo
de la Administración de James Carter.
Obama varió inteligentemente la ruta
crítica, proponiéndonos primero tener
relaciones y sentarnos a negociar después.
No obstante, los condicionamientos continúan
existiendo, aunque estos
han dejado de funcionar como obstáculos inmediatos para que ambos
países hayan tomado el camino de los
acercamientos. Sin dudas, las negociaciones
van avanzando, aunque todavía se muevan más por las ramas que por
el tronco. Pero no hay que desesperarse, para llegar a la
sustancia de los problemas que nos han
enfrentado por más de 200
años, aún falta mucho tiempo.
Sin embargo, ya existen relaciones diplomáticas entre
ambos países, Obama trató de apurarlas,
para llevarlas a la Cumbre de Panamá, pero se establecieron al ritmo que Cuba
exigió. Primero tenían que sacar a la Isla de la lista de países promotores del
terrorismo. Se trata de relaciones
bastante normales, tenemos de nuevo
embajadas en La Habana y
Washington. Es posible decir que
para dos países entre los que durante mucho tiempo no se concebían
posibles aproximaciones, es bastante. Pues antes primaba solo la agresividad, la desconfianza,
el temor y hasta el peligro de “irse a
las manos”. Creo que ello es suficiente para sentirnos optimistas y hasta relativamente tranquilos también.
Ya ese solo hecho ha servido para generar
un cierto ambiente político, en que a pesar de las dificultades y obstáculos que aún permanecen, nos llena de
esperanzas de que con la voluntad
mostrada hasta hoy por ambas partes,
se pueda
continuar avanzando.
Los encuentros bilaterales han funcionado
sobre la base de la profesionalidad, el
respeto mutuo y la intención de encontrar soluciones que nos permitan avanzar. Parece que hay voluntad
política para hacerlo y no debemos perder el
tiempo.
No es poco lo que se ha negociado. Correo
directo, narcotráfico, vuelos
comerciales, medioambiente, aspectos de seguridad marítima, fraude migratorio, telefonía e internet, reglas para las embajadas, etc.
Sin embargo, durante el año, No se ha
avanzado en ninguno de los asuntos que son claves para Cuba: bloqueo,
devolución de la base naval, agresividad mediática y compensación por daños.
Sobre el
primer asunto, ni siquiera
es posible decir que las medidas adoptadas por Obama en enero
y septiembre de este año hayan
servido para aliviar la situación de
Cuba frente al bloqueo, mientras este espera a que el Congreso lo levante.
A pesar de que, como ya hemos mostrado
fehacientemente, Obama posee más que
suficientes prerrogativas presidenciales para erosionarlo. No obstante
y a pesar de eso, deja el asunto al Congreso, al que le ha pedido eliminarlo y
ahora lo reitera, lo cual no causa buena impresión.
Además, Obama no levanta la prohibición del
uso del dólar, tampoco suaviza las reglas del sui generis comercio que continúa disminuyendo. No
levanta la prohibición al ciudadano norteamericano de
hacer turismo en Cuba; no libera al
capital norteamericano para que invierta en Cuba; mientras que sí trata de empoderar al mediano
y pequeño inversionista, estableciendo algunas reglas un tanto enrevesadas para
facilitar el comercio con el aún incipiente sector privado. Esas
medidas que no ha tomado y que podría hacerlo, son las que contribuirían a un avance real de la economía cubana. Sobre todo,
si el reto fundamental de la Isla es tratar
de hacer avanzar su nuevo modelo económico.
Sin embargo, Obama libera el correo, favorece el crecimiento de las
remesas, libera los vuelos comerciales, aumenta el contenido de los paquetes
que pueden ser enviados a los cubanos desde Estados Unidos, amplía las
categorías de visados para que los
norteamericanos viajen a Cuba, , tendiendo también a mejorar otros aspectos que
tienen que ver con medio ambiente, narcotráfico, seguridad marítima, ya
mencionados y la vez,, aumenta el financiamiento
a la disidencia.
Es decir, si nos fijamos en cuáles son las
cosas que Obama tiende a facilitar y las que aún no facilita, no es difícil percatarnos de que
apoya con vehemencia todas aquellas medidas que lo colmarían de una aureola favorable ante la sociedad civil
cubana, mientras que presiona de manera
negativa y fuertemente, contra todos aquellos aspectos que facilitarían al
liderazgo político cubano avanzar en sus planes de fortalecer la economía
estatal y concretar la formulación del nuevo modelo económico. Tal y como ha
hecho con las brutales multas impuestas
a la banca internacional.
Por eso, a pesar de que hemos avanzado en
el año transcurrido, lo cual es
innegable, también lo es , el que su estrategia de política continúa siendo la
misma que fue diseñada a principios
del 2009: utilizar el bloqueo como instrumento de
presión , dividiéndolo en dos: con zanahoria
tratar a la sociedad civil;
mientras que con garrote, tratar al gobierno cubano.
Razón por la cual, mi actitud
desconfiada, ya desde entonces, continúa
teniendo una base sólida de
sustentación. Desconfianza que incluso se ve
afianzada cuando tratamos de
respondernos algunas preguntas:
¿Por qué permanece como espada de Damocles la posibilidad de que
Obama continúe presionando sobre la banca internacional contra Cuba?
¿Por
qué continúa sin utilizar las
prerrogativas presidenciales que le permitirían aliviar a Cuba los dolores del
bloqueo?
¿Por
qué no libera al inversionista
norteamericano para permitirles invertir en Cuba?
¿Por qué no libera la utilización del
dólar?
¿Por qué continúa la propaganda negativa
contra Cuba a través de emisoras de radio y televisión que tienen la finalidad
de transmitir para la Isla,
¿Por qué continúa la asignación de dinero
para la disidencia y las presiones contra
el sistema político cubano?
Y más recientemente,
¿Por
qué Obama sujeta su visita a Cuba a la condición de poder hablar con la
disidencia?
Diciembre 22 del 2015
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