De: Dr.C. Esteban Miguel Morales Domínguez.
Cuba.
Escenario de Enfrentamiento
Ningún proceso revolucionario verdadero y el cubano lo es, puede ser liquidado desde afuera, hay que metérsele a fondo para lograrlo. Las fuerzas llamadas a consumar esa tarea deben entonces brotar desde adentro .A la URSS, en lo fundamental, no la venció el imperialismo, más bien, hizo implosión.
En el período 1986-1994, la política norteamericana, cambia de foco e insiste con particular agudeza en que se generen ciertas condiciones negativas al interior de Cuba. George Bush no lo hacía de manera inteligente, cuando imponía restricciones que provocaban el rechazo no solo del gobierno cubano, sino también de la mayoría de su población y ayudaba a unir más al pueblo de Cuba con su gobierno.
Bush cometió varios errores en su política hacia la Isla, no sólo por su discurso demasiado agresivo y estridente, sino especialmente porque puso en práctica medidas que afectaban directa y visiblemente al ciudadano cubano, enajenándose así, a potenciales aliados dentro de la sociedad civil de la Isla y liquidando la posibilidad de crear una plataforma común de intereses de las familias cubanas de ambos lados del Estrecho de La Florida.
Obama trata de invertir la ecuación, utilizando el bloqueo como un puñal de doble filo, dividiéndolo en dos partes y moviendo cada una de ellas simultáneamente, en sentidos completamente opuestos; una parte en dirección a su eliminación y otra, a su agudización. La tesis de que Obama había “partido en dos” el bloqueo, esgrimida por mí, desde principios del año 2009, se confirma cada vez más y puede decirse, por lo tanto, que cada parte del bloqueo se mueve actualmente en sentidos opuestos. Es decir, que continúa, como sus predecesores, utilizando el bloqueo como instrumento de presión, pero diferencia a sus receptores y esgrime sus herramientas, según a quienes vayan dirigidas las acciones
La parte del bloqueo, que afecta directamente al ciudadano común y la que éstos perciben más fácil y rápidamente , Obama la ha suavizado, levantando las restricciones a las remesas y los viajes, aumentando los vuelos entre ambos países, ampliando los puertos de salida y entrada, incrementando el contenido y el valor de los paquetes que pueden ser enviados a Cuba desde Estados Unidos, rompiendo con la restricción en la denominación de “familia” que había impuesto Bush, aumentando el gasto autorizado a los cubanos americanos que viajan a Cuba y además, facilitándole a los cubanos residentes en la Isla, el pago de los servicios de Internet y telefonía celular por los familiares residentes en Estados Unidos.
La otra parte del bloqueo, que es menos visible al ciudadano común, porque su afectación es indirecta, a través de múltiples mediaciones y con la que tiene que cargar el gobierno cubano, sus medidas se mantienen y recrudecen; continúan las presiones sobre las empresas que comercian con Cuba, las multas a los bancos, la persecución a los que viajan sin licencias a Cuba, las condiciones de compras al contado con pago en efectivo y antes de que las mercancías lleguen a Cuba, prohibición de créditos, las restricciones de viaje a los ciudadanos norteamericanos, así como también la llamada lista negra, en la que se incluye a los barcos que han tocado puertos cubanos, a no tocar puertos norteamericanos pasados 180 días, más otras medidas que harían excesivo este listado. Mientras, Obama continúa manteniendo los condicionamientos políticos para una mejora de las relaciones entre ambos países.
Sin embargo, Obama también mantiene las conversaciones en la Base naval de Guantánamo, negocia con Cuba la posible colaboración médica en Haití, conversa sobre migración, negocia el correo, y “juega al zorro”, dejando sobre la mesa otros posibles temas de conversación. Como dijo en la campaña, está conversando con Cuba, aunque hasta ahora, sólo sobre asuntos puntuales, mientras hace silencio frente a múltiples proposiciones cubanas, que pudieran ser sometidos a negociación.
Esas diferencias entre el trato dispensado al ciudadano común y el trato al gobierno, no busca sino, entre otras cosas, enfrentarlos a ambos .Es decir, tratar de que cuando el gobierno, más conciente y vigilante de algunos peligros, se oponga a alguna de las medidas, se genere descontento en la población. Esta nueva táctica no es fácil de contrarrestar, porque Obama utiliza “el garrote y la zanahoria” de manera inteligente, como nadie lo había hecho hasta ahora.
Obama esta jugando con la realidad de que la conciencia revolucionaria, o simplemente patriótico-ciudadana, no es la misma para todos los cubanos. Unos, los más conscientes, saben que el bloqueo va en contra de nuestra soberanía, nuestra dignidad, identidad e independencia; pero también existen otros, a los que eso no les importa mucho o casi nada. Por tanto, las medidas mercantilistas, no debemos simplemente descalificarlas como inútiles en la partición en dos del bloqueo que está haciendo Obama, porque ésta tiene un potencial impacto moral negativo en parte de nuestra población , entre la que cuenta con adeptos, especialmente entre aquellos que no hacen la menor valoración política y que a veces, aun siendo revolucionarios, simplemente, son ingenuos respecto a lo que esas medidas significan para el país.
Nuestro pueblo, incluso, nuestra masa revolucionaria, es hoy mas heterogénea que nunca y Obama sabe que la verdadera contrarrevolución hay que construirla a partir de un pueblo ansioso, cansado, inconforme, cercado por necesidades a las que no haya solución inmediata. Por eso su mano flexible
El escenario en que Cuba debe enfrentar ahora la política norteamericana esta cambiando, sin que podamos precisar con exactitud a que velocidad lo está haciendo, aunque sabemos, que Obama es persistente y trata de mantener las simpatías con que se recibió por gran parte del pueblo cubano, su elección, mediante la adopción de medidas que embellecen su imagen y argumentando, cínicamente, que es el gobierno cubano el que no quiere el acercamiento con Estados Unidos.
La Secretaria de Estado Hilary Clinton, por su parte, ha llegado a decir, recientemente, que los “hermanos Castro” no quieren que Estados Unidos levante el bloqueo, porque pierden su plataforma política de control interno.
Entonces, la política de Obama, podemos decir, que ahora se despliega en cuatro frentes fundamentales:
- Se apoya fuertemente, como instrumento fundamental, en tratar de subvertir la situación interna. Basándose en una toma objetiva de las dificultades reales que Cuba tiene hoy.
- Sigue instando a sus aliados al acompañamiento de la política norteamericana en las presiones internacionales sobre Cuba.
- Continúa manteniendo a Cuba en todas las listas: terrorismo, derechos humanos, país no democrático, narcotráfico, maltrato y prostitucion infantil, etc.
- Trata de promover interlocutores viables, que le permitan liderar desde las sombras un potencial dialogo con Cuba.
Asunto este último al que pienso es necesario prestar una atención especial en los últimos tiempos.
Cuba tiene hoy incomparablemente muchos más amigos a nivel internacional, que hace veinte años atrás. Además, cuenta ahora con una situación favorable en su entorno internacional, político, económico e ideológico inmediato, como no la había tenido en los últimos cincuenta años. Pero como sabemos, las fuerzas de cualquier país para enfrentar los retos, no surgen a partir de tener muchos defensores en el exterior, sino a partir de sus fortalezas internas. El entorno internacional puede contribuir mucho a potenciar las capacidades del país pero, en última instancia, aun esas mismas capacidades, vistas de conjunto, dependen de la dinámica de la situación interna.
Los enemigos siempre han estado atentos a la búsqueda o aprovechamiento de un contexto, en el que Cuba esté ofreciendo oportunidades para desestabilizarla internamente. Es que nuestros adversarios, ahora más inteligentes, no operan con simples mentiras, ni tampoco con tontas sobredimensiones de nuestra realidades negativas, sino con nuestras dificultades internas reales y con los espacios que a veces los revolucionarios cubanos dejamos en blanco, en temas de nuestra realidad, a los cuales no siempre les prestamos la atención que merecen.
Pero, precisamente ahora también, la dinámica interna del país, especialmente económica y financiera, no nos ayuda, para potenciar esa situación favorable que se nos presenta en el orden externo, y a terminar de dar el salto hacia la sostenibilidad, que ya no es sólo económica ni militar, sino también política. Nuestra situación no parece ser nada cómoda, mas bien, es bastante difícil, sobre todo la financiera.
La situación política que Cuba atraviesa hoy, tiene su origen en problemas internos y no se debe ni a la disidencia contrarrevolucionaria, ni a los ataque mediáticos externos, cuyos impactos negativos no son suficientes para desestabilizarnos. Sino a nuestras propias dificultades y deficiencias, ligadas fundamentalmente, al deterioro de la economía, al descontrol, a las ilegalidades, al mercado negro y a la corrupción, sin que aun hayamos logrado concretar las soluciones en gran escala que necesitamos para revertir la situación.
Todo ello, ha tornado la dinámica social actual como más difícil que la vivida durante el llamado periodo especial, en que la crisis, aunque profunda, estaba circunscrita al marco económico. Ahora sin embargo, se observa un deterioro de la situación social y política como nunca antes se había visto. Evidencia de esto es que, en mi opinión, el último Primero de Mayo ha sido el peor de toda la historia revolucionaria, ya que la asistencia al desfile fue muy inferior a la acostumbrada, muchas personas retornaban de la Plaza de la Revolución, antes de que comenzara el desfile y se observaron grandes claros en la marcha, así como bloques poco compactos y algo inédito, como carteles que manifestaban consignas, que aunque no eran contrarrevolucionarias, no habían sido orientadas por nuestra CTC.
Pienso que la clave de todos nuestros problemas está en que nuestra economía manifiesta una incongruencia muy seria, entre la actividad laboral, el nivel de los salarios que se reciben y los precios de los productos, a veces inaccesibles, lo que provoca un insuficiente nivel de satisfacción de las necesidades apremiantes de la vida cotidiana, para una gran masa de la población y que se refleja en todo el resto de las relaciones sociales y la convivencia diaria.
Sería ingenuo siquiera imaginar que esas realidades negativas las observamos sólo los cubanos de adentro. Nuestros enemigos de adentro y de afuera también las observan y más que observarlas, las registran continuamente, tratando siempre de tergiversarlas y magnificarlas.
Sólo que ahora esa observación la hacen de modo más inteligente, con elementos de modernización y tecnología, gran sentido de urgencia oportunista y una administración norteamericana que incrementa su apoyo descarado a la llamada disidencia, la abastece financieramente y tratan de crearles un ambiente político interno favorable a sus intenciones.
Cuba ha mostrado, más de una vez, su capacidad para elevarse sobre cualquier situación, por difícil que ésta haya sido y para desacreditar cualquier campaña que se haga contra ella. Pero la razón no basta, tampoco la buena voluntad, ni los discursos, hay que hacerse acompañar de la fuerza y esa fuerza sólo está en que el pueblo sienta, como sólida realidad de todos los días, que mientras combate contra la ideología enemiga y contra nuestras propias insuficiencias, los problemas que le aquejan, en su vida cotidiana, también se van resolviendo. De lo contrario, ese pueblo no estaría en las mejores condiciones para ningún tipo de enfrentamiento político.
Es necesario tomar en consideración, que nuestro pueblo no es ya una fuerza revolucionaria compacta y homogénea, como la de los primeros años de la Revolución. Lo cual se expresa, sobre todo, en disímiles grados de consolidación de la relación entre conciencia social y conciencia individual, entre lo colectivo y lo personal. Asunto este sobre el cual volveremos mas adelante.
Es hora ya, de que nuestro Gobierno acabe de poner en práctica las medidas que se están analizando y que la población comience a sentir que la relativa quietud, que ha caracterizado nuestra situación, en los últimos mas de tres años, va dando paso al movimiento. Que comenzamos a salir de la inercia, que en definitiva, es más dañina políticamente que la “premura”. Porque el pueblo ha admitido siempre mejor la rectificación de errores que la carencia de acciones para cambiar una situación.
Es que a pesar de lo complejo de la situación y de lo peligroso que puede ser apresurarse, la población no entiende por qué, en medio de una situación tan crítica, ya no hayan sido tomadas las medidas necesarias para revertirla. Tan confusa situación ha dado lugar a especulaciones de la población, especialmente a aquellas que atribuyen la falta de medidas al hecho de que dentro de la máxima dirección del país existen contradicciones sobre qué hacer. Ello y no la prudencia es la explicación que la gente encuentra de que ya no se este actuando como se espera.
Raúl ha llamado en varias ocasiones a no apresurarse, llegando a decir que la impaciencia es producto del desconocimiento sobre lo compleja que es la situación. Esta es una afirmación que considero políticamente desafortunada, porque tiende a dar la impresión de que no hay conciencia en el gobierno de las privaciones que sufre la población y porque el propio Cro. Raúl, por ejemplo, en el discurso del VIII Congreso de la UJC, habló de la inmensa gravedad de problemas, que amenazan con tragarse a la Revolución. Fue en este discurso, que hizo referencia al dramático asunto del millón de trabajadores sobrantes.
Ese es el contexto en el que la corrupción agrava las cosas, al agregar, sobre las dificultades ya existentes, una imagen de que a partir de las posiciones que ostentan algunos por sus cargos, en la estructura estatal y de gobierno, se roba, malversa y se vive por encima de las posibilidades. En cada barrio se sabe quienes son los corruptos, quienes tienen privilegios inadmisibles, quienes viven por encima de sus sueldos, quienes no padecen lo que de común esta padeciendo la gente del pueblo.
Corrupción y Contrarrevolución
La corrupción mina la confianza del pueblo en los dirigentes, en las instituciones y crea el ambiente moral que permite a la contrarrevolución avanzar. Constituye el mayor peligro interno que tenemos actualmente porque provoca un deterioro moral y político- ideológico, que produce o va generando, dentro de la población, la desconfianza en los dirigentes, facilita el terreno, el ambiente moral y político, para que la contrarrevolución avance.
El beneficio monetario, el amiguismo, la corruptela, el favoritismo, el nepotismo, la vida fácil, son factores que conducen a las concesiones políticas inconvenientes, es decir, contrarrevolucionarias. Por medio del funcionario corrupto, el enemigo puede penetrar al gobierno y al estado e incluso, al Partido.
La corrupción, forja un ambiente, que en nuestro caso, ya en parte existe, aunque no sin retroceso (algunos la consideran generalizada, yo no) dentro del cual, el individuo pierde valores, poniéndolo en condiciones de aceptar aquellas variantes de comportamiento que sustentan de manera prioritaria, la comodidad, el privilegio no ganado, y el beneficio personal. Otro es el daño que hace que muchos revolucionarios se sientan incapaces de cambiar la situación y entonces, bajan la guardia. Adoptando la posición de “no buscarse problemas, no coger lucha “.
La corrupción es una enfermedad social, altamente contagiosa, que nadie ha resuelto hasta ahora, por lo que debemos evitar que esta se propague, como irremediablemente ha ocurrido en otros lugares. Es necesario reconocer que la lucha contra la corrupción es parte de la lucha de clases dentro de la revolución, (porque son en ultima instancia los corruptos los que se benefician y los obreros y trabajadores los que se perjudican, aunque ellos también participen) el asunto no se va a resolver.
Pero los verdaderos corruptos no son los que venden leche en polvo, ni siquiera los que venden bienes duraderos a las mismas puertas de los supermercados, sino los que desde sus cargos en el gobierno y en el estado, controlan y abren los almacenes.
Son esos, los que debemos remover de los cargos estatales, pues son los que de verdad manejan los recursos del estado y las posiciones cómodas, que a veces les facilitan a sus amigos. ¿O de donde salen los colchones, televisores, aires acondicionados y otros productos duraderos, que se vocean y venden a las mismas puertas de las Shoppings?, ¿de donde salen esos productos, duraderos¿ Se trata del propio funcionario estatal corrompiendo hacia abajo. Porque nadie importa esos productos, ni compra la leche en polvo en el exterior, ni disfruta del poder como ellos, de abrirles los almacenes a los delincuentes.
Está demostrado que la disidencia no tiene arraigo en el pueblo, que es en general revolucionario y antiimperialista o antiyanki al menos. Pero ese mismo pueblo, que la disidencia no logra mover ahora, si se ve afectado por un ambiente de corrupción, desconfianza en la dirección del país e inmoralidades en el manejo de sus recursos (porque los recursos son del pueblo, y eso no es solo discurso) en medio de un ambiente de crisis económica, no superado, se desmoraliza y aflojan su resistencia en el combate político a la disidencia, la cual se aprovecharía muy bien de ello dentro de ese tipo de ambiente social. Por eso, como fundamento en mi artículo, digo que, sin considerar no importante a la disidencia, es ahora la corrupción la verdadera contrarrevolución.
Son los revolucionarios los primeros preocupados con esto. Luego entonces, ¿Quien favorece de manera más directa e inmediata a la contrarrevolución? La disidencia o la corrupción?
Fidel dijo, que nosotros mismo podíamos destruir a la revolución. ¿Por que lo dijo, por qué hizo una declaración tan dramática que no se había hecho nunca? ¿Estaría pensando en la corrupción también? ¿Cuales son esas fuerzas que están dentro de nosotros mismos y que pudieran acabar con la Revolución? Creo que debemos haber pensado en eso. Fidel habló de revolucionarios destruyendo a la Revolución, es decir, que dentro de la propia Revolución podía estar la fuerza que la destruiría. ¿Se puede vivir tranquilo con esa premonición, de quien nos conoce mejor que nosotros mismos?
Mi artículo, La corrupción ¿ La verdadera contrarrevolución? no pretendía desviar la atención de la cuestión de la disidencia, ni de la campaña mediática contra Cuba, sino que simplemente no le otorgaba a esos asuntos la primera prioridad, y centraba su interés en lo que considero lo fundamental ahora: la corrupción y la política de Obama hacia Cuba, que se dan la mano en algún punto, que aun no identificamos plenamente, pero que nos inclinamos a pensar que esta en alimentar la corrupción y seguirle creando un ambiente de silencio para que avance. ¿No nos parece sintomático, que la corrupción no ocupe un lugar destacado entre las críticas de Estados Unidos contra Cuba? No se le menciona.
Algunos consideran que de la corrupción no se debe hablar, que hay que ocultarla, porque nos afea la cara y porque el enemigo puede utilizarla como argumento contra la revolución y entonces apoyan que no se brinde información necesaria a los que sufren el problema. Escogen el erróneo trillo de" taparle la bola a la gente". Eso es pura paranoia, el enemigo más inteligente, y ahora lo son, no se apoya en simples mentiras, sino en la sobredimension de nuestros problemas reales y en las páginas que nosotros dejamos en blanco. En los temas de nuestra realidad que regalamos, para que después nos vengan de rebote. Los temas no se regalan, dejándolos que se conviertan en instrumentos de una diplomacia agresiva contra nosotros, o permitiendo que otros hagan su historia, dándoles la posibilidad de que te digan como o es el presente y te diseñen el futuro.
Siempre será mejor, reconocer nuestros males y deficiencias nosotros mismos, porque es el silencio sobre ellas lo que más daño nos puede hacer. Aunque los enemigos puedan tomar nuestras palabras para tergiversarlas y sacar provecho de ellas, eso no es lo más importante. Dejarle nuestros temas al enemigo, es quedar como tontos y de eso el enemigo si se aprovecha muy bien y toma ventaja.
Raúl dijo: “No vamos a dejar de escuchar la opinión honesta de cada cual, que tan útil y necesaria resulta, por la algarabía que se arma, a veces bastante ridícula, cada vez que un ciudadano de nuestro país dice algo a lo que esos mismos promotores del espectáculo no harían el menor caso, si lo escucharan en otro lugar del planeta “(Raúl Castro Ruz, Y a trabajar duro… citado por Carlos Alzugaray, Revista Temas, No. 60, p. 44).
¿COMO COMBATIR A LA CORRUPCION?
Me atrevería modestamente a sugerir, que hay que declararle la guerra campal a la corrupción, con todas las fuerzas revolucionarias organizadas, discutiendo y actuando. Crear una situación en que los corruptos sepan que no van a tener cuartel, que cualquiera los puede denunciar y que los tribunales van a funcionar rápido y que le darán cuenta al pueblo de su actuación diaria. Que las denuncias pueden ser anónimas, aunque ello se pueda prestar para dirimir cuestiones personales .No importa, más adelante eso se arregla.
No debemos temerle a que se afecte la unidad, ¿que unidad? Si en definitiva, la corrupcion es un parteaguas clasista, los que queden de su lado, son enemigos del socialismo y de los trabajadores. La unidad con ese tipo de gente, aunque algunos simulen y se digan revolucionarios, no es posible. Por muy cerca que estén al lado de la revolución, por mucho que se esfuercen en parecer revolucionarios, los corruptos están del lado enemigo, no pertenecen a nuestras filas .No se puede en eso, perder el espíritu de clase. Porque cuando se pierde el espíritu de clase se pierde todo.
En realidad, por otro lado, no tiene mucho sentido hablar de corrupción si aunque sea no mencionamos al burocratismo. Ese mal que es su hermano gemelo y que tiende a darle cobertura. Según dice el Cro. Jorge G. Barata y yo lo comparto, siempre que se le pregunte a la burocracia ¿como combatir la corrupción? Dirá que con más controles, papeles, modelos e inspecciones. Esos no son más que simples instrumentos de trabajo, pero no la esencia del problema que se afronta con la corrupción
.
La corrupción no es un problema administrativo, ni solo de modelos o controles, la corrupción es, en primer lugar, un problema político y como tal, en principio, se le debe atacar. No es el aparato burocrático, por muy eficiente que pueda parecer, el que primero nos va a defender de la corrupción, sino la acción directa del Partido. No es el aparato burocrático, porque en ningún lugar ha logrado acabar con la corrupción. Nosotros tenemos algo mas poderoso, el Partido.
Pero todo el Partido; si se les exige a las organizaciones de base del Partido circunscribirse solo a su radio de acción, los niveles superiores reciben una información, que sumada, es total, pero los núcleos no, lo que les impide proyectarse con un sentido global del problema. Además, impide que las organizaciones de base del Partido se proyecten críticamente hacia arriba, lo cual es también muy importante en términos del control de la actividad de los órganos superiores por los de la base.
Lo más importante del Partido, es su militancia, no los órganos de dirección a ningún nivel. Esa deformación costó muy caro en la URSS. Al final, no pocos directores de conglomerados industriales, aparecieron como propietarios privados de lo mismo que dirigían y no pocos dirigentes del Partido pasaron a formar parte de los nuevos ricos. La militancia, encerrada como un “rebaño” dentro de sus núcleos, no pudieron hacer nada para impedirlo. ¿Acaso pensamos que a nosotros en Cuba no podría ocurrirnos lo mismo?
Por eso pienso que el Partido tiene que hacer un pronunciamiento sobre la corrupción, abierto, fuerte, agresivo, amplio, transparente, que ponga a temblar a los corruptos donde quiera que estén, que les eche el pueblo encima y declare cosas, tales como: “no habrá intocables”, “no habrá perdón con los que atenten contra los bienes del pueblo”, “el castigo será fuerte y ejemplar”. En China los fusilan de manera casi inmediata, ¿porque no? En Cuba, después de fusilar a un Héroe de la República, lo cual fue un verdadero trauma político y lo continúa siendo, ¿A quién no es posible fusilar, o ponerlo en la cárcel de por vida?
Que tal pronunciamiento pueda dar señales al enemigo de lo grave que es el problema de la corrupción, no debe detenernos; porque no es el enemigo el que va a venir a resolverla, somos los revolucionarios cubanos.
Cuando lo del narcotráfico no se tuvo esa consideración, el que la divulgación de ese proceso podría darle armas al enemigo y se discutió todo; los juicios fueron públicos.
El enemigo, todo lo contrario, quisiera que los verdaderos revolucionarios no se percatasen de lo grave que es ese problema y cualquier problema. En realidad, el enemigo debe saber que en Cuba conocemos a fondo la gravedad del asunto y que estamos actuando con todas las fuerzas en su contra. Como hicimos cuando lo del narcotráfico, repito. Lo cual quedo exhaustivamente reflejado en materiales escritos.
Y para eso, además de tener el Partido y las organizaciones, contamos también con un ejército de intelectuales revolucionarios y preparados, a los que debemos siempre mantener lo más informados posible, para que estén en condiciones de reaccionar a tiempo y de manera eficiente.
Pero si ante un artículo, como “Corrupción: ¿la verdadera contrarrevolución?, lo que se hace es someter al autor a un proceso de sanción y separarlo de las filas del Partido, sin tener en cuenta su historial de sostenida e incondicional fidelidad a la Revolución por más de 50 años, buscando con ello, al parecer, dar un escarmiento, se hace daño al Partido y al país. Porque se trasmite un mensaje a la intelectualidad revolucionaria, a la masa partidaria y a la izquierda en general, de que el Partido va a ser implacable con quien considere que se equivocó, aunque haya sido de buena fe y que es preferible quedarse callado, practicando el oportunismo y haciéndole el juego a lo mal hecho. Lo cual, en mi modesta opinión, no tiene nada que ver con lo que debe ser el espíritu crítico, que debe primar en un Partido como el nuestro, ni lo que la situación interna actual requiere.
Es que de manera lamentable, entre nosotros, parece predominar la idea de que el único objetivo de un debate es convencer a los ciudadanos, sea cual sea su posición, de que el curso de acción trazado por las instancias superiores, en un determinado momento, es el único verdaderamente revolucionario, por lo que toda critica o disidencia surge de la confusión ideológica, la ingenuidad, o peor, de actitudes antirrevolucionarias.
Pensamos, que lo que hay es que acabar de enrumbar el camino de los cambios necesarios; terminar de quitarnos de encima los lastres burocráticos y los esquematismos que nos frenan, darle, como hemos dicho, la guerra sin cuartel a la corrupción, terminar de poner a la economía en el carril del crecimiento y veremos entonces, que ni dos Obama al mismo tiempo y toda la derecha contrarrevolucionaria, van a poder con la Cuba que hizo esta Revolución.
Julio 10 del 2010.