Esteban Morales Domínguez
UNEAC
Hace algún tiempo que no
escribo sobre fenómenos internos. Ahora volveré sobre ellos, para
hablar de algunas ideas que me inspiro el último “Dialogar
Dialogar”, dedicado al debate sobre las “Ciencias Sociales y
Humanísticas en Cuba”. Tema inagotable, sobre el cual debemos
continuar discutiendo de manera incansable. Debate al que debemos
incorporar masivamente a todo el que nos sea posible.
Estas últimas ciencias
tienen algunos enemigos potenciales. Y digo potenciales, porque
solamente pueden actuar si nosotros se lo permitimos. Aunque alguno
de ellos puede disponer de fuerzas suficientes para tratar de
aplastarnos. Estas últimas fuerzas son aquellas que pretendan
limitarnos en nuestras opiniones, o amedrentarnos para que solo
digamos lo que es del agrado de algún sector de poder.
Estos potenciales enemigos
pueden, ser entre otros, los siguientes.
1-
La
burocracia. Que siempre contiene gente prejuiciada e ignorante, que
oculta sus miedos, limitaciones e incapacidades intelectuales, bajo
la sombrilla del ejercicio del poder. El “burócrata”, que es una
categoría muy específica y experimenta una animosidad casi genética
contra el científico, y el intelectual en general.
2-
La
autosuficiencia. Siempre presta a hacernos creer que nos lo sabemos
todo y que no es necesario aprender de nada ni de nadie.
3-
El
prejuicio. Que no deja al pensamiento volar.
4-
La
cobardía. Siempre tratando de frenarnos frente a la necesidad de
trabajar con las verdades.
Nuestras Ciencias Sociales
y Humanísticas han padecido y padecen aun de todos esos males.
“Las ciencias sociales
pertenecen a un tipo de actividad diferente de la política. No solo
diferente sino independiente de la actividad política, aun cuando
están en estrecha interacción.” (Revista Contracorriente…).
“Pero ello no significa
que tenga que haber coincidencia entre las ciencias sociales y los
puntos de vista de la política”. (Contracorriente…).
“La política está muy
entrelazada con la coyuntura, por tanto, su lenguaje está vinculado
a unos códigos que permanecen mucho tiempo y se desfasan en
ocasiones del estado real que alcanza el desarrollo de las relaciones
políticas. Pero las ciencias sociales pueden ayudar mucho a buscar
alternativas, nuevos lenguajes y códigos, para en función de
objetivos estratégicos, sacar a la política del atolladero”.
Razones por las cuales, hay
que defender las diferencias entre Ciencias Sociales y política y
sobre todo, la independencia relativa de la primera respecto de la
segunda.
Dentro de esa relativa
independencia de las Sociales de la política, hay que defender que
los resultados de las ciencias sociales y humanísticas tienen varios
canales de entrada a la vida social.
Entre ellos, como los más
importantes, los siguientes:
-La publicación y
divulgación de sus resultados.
-La formulación de
política y la toma de decisiones.
-El consumo social de sus
resultados.
No obstante, no existe un
divorcio, pero aun lamentablemente, estamos muy lejos de haber
alcanzado una articulación adecuada entre ciencias sociales y
política, asunto que consideramos como vital para la supervivencia
del proyecto social cubano. Sobre todo, encontrándonos a la entrada
de un periodo histórico, donde la guerra a librar es esencialmente
cultural.
El papel más frecuente de
nuestras ciencias ha sido el de diagnosticar y no el de pronosticar.
Claro, que ello tiene mucho que ver aun con la cobardía y el
oportunismo, en no pocos de nuestros científicos sociales, de
esperar por el discurso político, para no equivocarse, o no ser
objeto de represalias. Lo cual nos queda muy mal, sobre todo, cuando
resulta que es el discurso político el que se ha equivocado.
La ciencia tiene que
prever, adelantarse, ciencia que no pronostica no es ciencia. Pero
esto último resulta mucho más difícil en las Ciencias Sociales,
más cercanas de la política y donde el factor subjetivo tiene una
función de primer orden.
Las ciencias sociales y
humanísticas tropiezan con dificultades muy particulares y
específicas, por su cercanía de la política, que es también decir
del poder.
Además, cuando como
resultado de su propia naturaleza y juventud, las ciencias sociales y
humanísticas presentan un menor desarrollo relativo que el resto de
las ciencias en el país. Compleja situación que hay que tratar de
solucionar. Dado que se trata de un muy serio problema para un país
que pretende una dirección consciente de los procesos en lo social.
Y cuando históricamente hemos padecido el estereotipo, de que, en
nuestro país, cuando se habla de ciencia, salvo que se especifique,
se está hablando solo de las ciencias naturales y exactas.
Por ello se necesita de una
ciencia social que pronostique y contra ella conspiran un conjunto de
fenómenos de orden del nivel de nuestras propias ciencias sociales,
pero también de orden político-ideológico y cultural.
¿De que modo avanzar, todo
lo rápido que necesitamos, si los políticos ejercen, no pocas
veces, una presión burocrática, engavetando el resultado de las
investigaciones, frenando su publicación y conocimiento, o tomando
represalias contra opiniones emitidas por las ciencias sociales,
sobre todo si sus noticias no son buenas?
Además, ha habido entre
nosotros una confusión excesiva entre ciencia y política, que se
traduce en la confusión entre discurso político y discurso
científico, lo cual ha traído como resultado, más su
contraposición, que su complementación.
Los científicos no pocas
veces se acobardan y se auto limitan en decir las verdades; los
políticos utilizan no pocas veces su poder, para tratar de imponer
a las ciencias sociales discursos que no contradigan a la política.
Lo que a su vez ha traído como resultado esa gran confusión entre
discurso político y discurso científico. Que termina por afectar
el vínculo entre la ciencia y la política. (Ver en mi blog. Ciencia
y Política: un duo complejo. )
Durante estos años, hemos
avanzado, yo diría que bastante, en la investigación sobre Cuba,
que debe ser el centro de nuestro quehacer científico, pero todavía
restan asuntos que ni siquiera son apenas abordados. Como la
problemática de las relaciones raciales. Uno de los temas en que
presentamos mas atraso en su tratamiento científico. De modo que en
nuestra educación superior no existe un abordaje de las relaciones
raciales en Cuba, que nos diga que disponemos de un “techo
científico” que permita asesorar seriamente a la política.
Existen trabajos aislados, individualidadades brillantes, resultados
investigativos relevantes, pero falta aun la masiva atención y
sistematicidad en el tratamiento del tema. Mucho menos un abordaje
que nos permita pronosticar en el tema.
Debemos tener claridad en
que no vale la pena recrear el conocimiento científico si ello no es
útil para proyectarse en el futuro. Si no sirve para adelantarse a
lo que pueda ocurrir. Lo cual en el caso de Cuba es cuestión de vida
o muerte. Sobre todo, tratándose de temas referidos a la realidad
interna cubana, a su economía en particular y a la confrontación
con Estados Unidos.
Si ese trabajo científico
no es de utilidad para construir herramientas, que tanta falta nos
hacen, para pronosticar los acontecimientos y tenerlos agarrados
antes de que ocurran. Para lo cual, no basta con el análisis de
la coyuntura, sino que se hace necesario “modelar” la realidad,
para lograr pronosticar su posible comportamiento. Asunto muy difícil
en nuestras actuales ciencias sociales, aunque no imposible de
lograr.
Nuestras ciencias sociales
tampoco avanzan lo suficiente por su falta de integralidad; que para
mí es lograr la capacidad de apropiarse de los instrumentos de
análisis que se desarrollan por otras ciencias .En lo cual
nuestras ciencias sociales están muy atrasadas .Las ciencias
sociales cubanas ganarían mucho en integralidad, cuando sean capaces
de apropiarse del instrumental analítico desplegados por otras
ciencias y alrededor de las ciencias matemáticas en particular:
Programación Lineal, Estadística Matemática, Procesos
estocásticos en general, Redes Neuronales.etc.
La insuficiencia anterior
que aun no logramos superar, tiene que ver con un mal casi
endémico dentro de nuestra educación, en particular dentro de la
educación superior. En la que muchos estudiantes seleccionan
como campo de su formación a las ciencias sociales y humanistias
por considerarlas más fáciles; craso error. O por la tendencia a
introducirle a los muchachos en la cabeza, que las Ciencias
Naturales y Exactas son las más difíciles. O simplemente huyéndole
a las matemáticas. Por lo cual, nuestro modelo de enseñanza
en ese aspecto, esta torcido. Pues ello nos limita mucho para la
formación de investigadores, que vean a la ciencia como una sola y
que no establezcan compartimentos estancos y prejuiciados dentro de
ellas.
Si el estudiante es
preparado con esa deformación que le introduce el propio sistema
educacional, estamos simplemente comprometiendo el futuro de nuestras
ciencias. Pues la investigación científica recibirá un producto no
idóneo para avanzar.
En resumen, hay que
alcanzar la preparación y el dominio del instrumental que nos
permita “modelar” en las ciencias sociales, porque en
definitiva, lo más importante que puede hacer la ciencia, en
cualquier campo del conocimiento, es aportar algoritmos, leyes,
métodos de comprensión de la realidad. Pues es lo único que nos
permitiría ser predictivos, cuando nos
movamos en el campo de las ciencias sociales y humanísticas,
dentro de las cuales el factor subjetivo tiene tanta importancia.
Ese factor subjetivo tan difícil de aprehender .Pero que desempeña
un papel vital en estas ciencias.
Las Ciencias Sociales en
realidad son las más difíciles, por el papel del factor subjetivo
en ellas, el fenómeno de la conciencia; porque su laboratorio es
la propia sociedad y porque este ultimo solo puede ser construido a
escala y de manera artificial, para lo cual hace falta la selección
de muestra, la Estadística Matemática y otros métodos. Razón por
la cual, las ciencias sociales son las más complejas, difíciles,
más atrasadas y por además, nuevas. Incluso, porque se
requiere para el trabajo dentro de ellas, de una acumulación de
lecturas, revisiones bibliográficas e informativas, conocimientos
acumulados durante años, e integralidad en el proceso de
autoformación, como no se exige para ninguna otra ciencia
particular.
Lo último a lo que me
quiero referirme ahora, es a la cierta relación “incestuosa”
de las Ciencias Sociales y Humanísticas con la política y entre
los científicos sociales y los políticos. Lo que tanto nos ha
abrumado y retrasado en estos años. Ha provocado tantas
equivocaciones y tanto sufrimiento le ha traído aparejado a
muchos de nuestros científicos sociales.
Recordemos la historia del
Departamento de Filosofía y la desaparición de la Revista
pensamiento Crítico así como la eliminación del
Departamento-Escuela de Sociología, todos en La Universidad de La
Habana, durante los años setenta. O la “Historia del llamado
“Cubanologo sin Carnet”, cuando fueron desmembrados los
Centros de Estudios de América y el Centro de Estudios Europeos. Lo
que sin dudas provoco un retraso de más de 10 años en el
desarrollo de nuestras Ciencias Sociales y Humanísticas en nuestro
País.1[1]
La Humanidades, la
literatura y las artes en particular, tuvieron también su llamado
“quinquenio gris”, historia ya recogida, en lo cual sería
imposible aquí adentrarnos. Pues haría demasiado largo este
ensayo.
Todo lo cual estuvo muy
ligado al sectarismo, el dogmatismo, la ignorancia y la polémica
con la enseñanza del marxismo; ciertos métodos de trabajo
partidario de entonces, la búsqueda del camino del socialismo, la
penetración dogmatica soviética en nuestras ciencias sociales y
humanísticas; el alejamiento de las raíces culturales históricas;
el desdén por los resultados de las ciencias sociales y
humanísticas que no vinieran del campo socialista; todo lo cual
generaba un tipo de lucha ideológica interna, que tendía a
confundir ciencia, política e ideología, dentro de un discurso
por el que siempre se esperaba para no equivocarnos. Lo cual tendía
a generar un quietismo que paralizaba el estudio crítico de nuestra
realidad concreta, lo que en definitiva frenaba aquello que debía
ser la búsqueda perenne para producir la mescla dialéctica de lo
nacional y lo internacional en la búsqueda de nuestro modelo propio
de socialismo.
En la Sociología en
particular, estaríamos más avanzados, si no hubiéramos cometido
los errores de la segunda mitad de los año setenta. Cuando volamos
en pedazos al antiguo Departamento de Sociología, con 15 años de
experiencia. Repitiendo así los errores cometidos en la URSS 20
años antes.
Además, creamos el
engendro de una Facultad de Filosofía E Historia, solo por una
cuestión burocrática de no agregar más facultades. Errores todos
a los que no pocos trataron de oponerse, pero que el Ministerio de
Educación Superior Y el Departamento de Educación y de Educación
Interna del Comité Central del Partido contribuyeron a cometer,
haciendo caso omiso a los que sabían que se trataba de un craso
error contra el futuro desarrollo de las ciencias sociales cubanas.
También ha operado, con
mucha fuerza, la confusión entre Marxismo Leninismo y Ciencias
Sociales; entre discurso científico e ideología revolucionaria,
confundiéndola con el Marxismo leninismo y el discurso político,
lo que produjo durante mucho tiempo, el fenómeno de que
equivocarse en las ciencias sociales era prácticamente equivalente
a equivocarse con la ideología del partido. Lo cual no se ha
independizado aun totalmente. Sobre todo, cuando se ha tratado de
criticar asuntos de la economía u otros aspectos de la realidad
interna, como fueron recientemente los problemas con la
corrupción.
Se ha avanzado mucho
durante estos años, pero esclarecer en la práctica política
cotidiana las diferencias y correlaciones entre marxismo-leninismo,
ciencias sociales, ideología y discurso político, es un reto que
aun esta por ser vencido en su totalidad. Pues aun produce sus
víctimas.
Continua existiendo
políticos que creen que pueden “ordenar”, pedir a los
científicos sociales su opinión para justificar las políticas;
han monopolizado lo que se investiga, teniéndolo en una
gaveta todo el tiempo que desean, como tuvo lugar con las
investigaciones del Centro de Antropología; olvidándose
continuamente de que la producción de nuestras ciencias es
también y en primer lugar para la sociedad. Criticándonos cuando no
decimos lo que les gusta, o mandando a “sancionarnos” cuando
decimos lo que no les gusta.
Ese control de la Ciencias
Sociales, heredado de los ex países socialistas, en particular de la
antigua URSS, y que tanto daño nos ha hecho en estos años, tiene
que terminar de desaparecer. Porque en realidad la ciencia solo
produce de verdad, para hacer avanzar la economía, la política y
todo lo demás, cuando esta se hace dentro de un ambiente de
confianza, libertad y democracia. Esa relación incestuosa, de que
hablamos, tiene que terminar.
Además, eso de que las
ciencias sociales sirven solo si solucionan algún problema
práctico, tiene que acabar. Las ciencias Sociales tienen que
trabajar desde el origen de los proyectos investigativos y también
para sí mismas. De lo contario como se van a desarrollar.
¿Prestándole atención solo a las investigaciones para la práctica
social? ¿Y sus investigaciones fundamentales, donde quedan? Esto
último ha terminado entendiéndose bastante bien para el
resto de las ciencias, pero en las Ciencias Sociales, aun es un
problema sin resolver de manera total y que compromete el
desarrollo de las Ciencias Sociales.
Tal vez se piensa aun por
algunos, que manteniendo un férreo control sobre la producción
científica de las Ciencias Sociales, es como más se avanza. Lo
cual es un absurdo. Si el científico social no tiene la libertad de
producir y esta siempre acosado por el miedo de decir algo que no
sea del agrado de algunas estructuras de poder, o que contradiga
a la política; sus resultados no servirán para nada. ¿Cómo
hallar alternativas para superar los errores de la política, si el
científico social siempre debe equivocarse solo cuando la política
también equivoca? ¿Cuál es la alternativa? ¿Equivocarnos todos
y hundir al país?
Me parece ver ya una
importante superación de estos problemas planteados, se observa,
desde hace algunos años, un ambiente más abierto y propiciatorio
para la creación, pero aun a niveles que resultan todavía
insuficientes.
Un ejemplo de lo anterior
es nuestra propia prensa, en la que la critica está bastante
ausente. No aprovechando casi nada, el amplio y atractivo
caudal de análisis crítico que está en buena parte de nuestra
intelectualidad revolucionaria.
La prensa nacional sigue
sin publicarle a la inmensa mayoría de los intelectuales cubanos,
desaprovechando también un extraordinario potencial para su propio
mejoramiento y ampliación del interés de nuestra población por
leerla. Y como si fuera poco, regalándole a la prensa extranjera
muchas de nuestras producciones intelectuales.
Se prefiere el artículo
de un intelectual extranjero, en lugar de darle espacio al que se
escribe en Cuba.
Creo que todo ello es
resultado de que hace más de cuarenta años asumimos una
estructura para la conducción de nuestra prensa, que ya resulta
obsoleta. Por lo cual, hasta que no “volemos en pedazos” esa
estructura, junto con los que se acostumbraron a ella, no
solucionaremos el problema.
O nuestra prensa alcanza el
nivel que ya le están exigiendo las condiciones en que ahora se
desenvuelve el país, o será una de las responsables de que no
logremos lo que nos hemos propuesto.
De los problemas planteados
al principio solo nos quedaría rendir cuentas con los prejuicios y
la autosuficiencia. Males que están presentes, tanto en los
políticos como en los científicos, pero que entre los científicos
ocupan un lugar prominente.
He visto a no pocos
científicos que presentan prejuicios con determinados temas; por
ejemplo, con el tema racial, lo cual les limita para echar a volar
su pensamiento. A un científico nada le debe ser ajeno y el
científico con prejuicio para lo primero que no sirve es para la
ciencia. Un científico debe siempre estar dispuesto y preparado para
que su pensamiento vuele hacia los rincones más apartados. Un
científico que no se asume o le tiene miedo a un tema, está
incapacitado para asumir las complejidades del trabajo científico.
Un científico
autosuficiente, que cree saberlo todo y piensa que no necesita
aprender de nada, está anulado para la adquisición de nuevos
conocimiento y por tanto para la ciencia. Porque el conocimiento es
infinito; comienza con el nacimiento y termina con la muerte.
Julio del 2017.
1[1]
Lo de los 10 años, viene de haber comprobado en nuestra experiencia
del CESEU, que solo después de ese periodo de preparación, es que
un investigador adquiere la experiencia necesaria para comenzar a
producir intelectualmente. ( Nota del Autor )
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