Esteban Morales Domínguez
UNEAC
No hay que hacer mucho
esfuerzo para percatarnos de que el “Zarpazo de Trump” parece
solo eso. Un intento, fuera de toda lógica, por cambiar la
política de Obama hacia Cuba.
Aunque no sabemos siquiera,
que Trump realmente este trabajando para cambiar la política de
Obama. Porque sus cambios visibles, aun no van fuertemente en esa
dirección.
Al comparar la actitud de
ambos mandatarios, se observa lo siguiente:
Obama no
facilito mucho las inversiones; ahora Trump las mete en el saco de
la prohibición de negociar con los militares cubanos; el comercio no
lo hace avanzar; Obama tampoco hizo avanzar el comercio; el dólar
no circula a voluntad de la banca norteamericana pues Obama finalmente tampoco liberó el dólar, lo cual fue uno de sus engaños, con Trump, todo hace indicar
que el dólar no circulará oficialmente en Cuba.
Trump no ha eliminado las
relaciones diplomáticas; lo más importante de las relaciones,
pues las Embajadas continuan fucionando; al parecer no eliminara
las remesas; tampoco las 12 categorías migratorias que Obama
estableció; aunque si Trump elimina el visado de viaje
individual llamado “Pueblo a Pueblo”; tampoco Trump elimina
los vuelos Comerciales ni los viajes de cruceros. Por lo cual, todo
hace indicar se mantendrán los viajes masivos a Cuba, como hasta
ahora en que han venido creciendo de año en año.
Entonces, realmente, que ha
eliminado Donald Trump? Creo que lo sabremos si se hace pública la
Directiva Presidencial que en gran acto teatral firmo y que nadie
leyó, ni la escucho dentro de los pronunciamientos del discurso.
Considero que se trata, como
decimos habitualmente en Cuba, de un “Gallo tapado””.
Entonces, ¿que está tratando
de hacer Trump? no lo sabemos, porque sus principales ideas de cómo
actuará, están en la Directiva que firmo y de esa nadie conoce su
contenido a no ser los mismos que la elaboraron. Lo cual nos dice,
que Trump, tiene cosas que ocultar, a todos los que escucharon su
discurso en Miami y a los demás también de ambos lados del
estrecho de la Florida. Por eso digo que ese teatro concluyó con un
“Gallo tapado”, con un vulgar juego de Charada, no sabemos aun
quien se llevara el premio. Y veamos cuantos meses demoran las
instrumentaciones de las medidas, pues eso es otro asunto
indeterminado, pueden resultar tan complicadas las
instrumentaciones, que tampoco podemos estar seguro que demoraran 3
meses.
Pero para entender que puede
estar ocurriendo ahora con la política hacia Cuba, creo que debemos
regresar a Obama.
Cuando el 17 de diciembre del
2014 Obama caracterizaba la política seguida por más de 50 años,
como una política fracasada, que había aislado a Estados Unidos;
lanzaba un discurso que se correspondía con el momento que
estaba viviendo la ya vieja y destartalada política.
Por eso el discurso fue
apoyado tanto dentro como fuera de los Estados Unidos y la
popularidad de Obama creció y no ha dejado de crecer; ahora a
contrapelo de las medidas que se mal conoce trata de implantar
Trump; pero sobre todo crece, por el discurso que sirvió de
contexto a las medidas de Trump. Por eso la gente habla más del
discurso de Trump que de las medidas anunciadas por este; en las que
a la gente no le parece encontrar sustancia sugerente alguna, para
poder hablar de un verdadero cambio de política por su parte.
Obama comenzaba a cambiar la
vieja política de más de 50 años, para que correspondiera más
con el momento que se vivía. Por supuesto, esa idea de
cambiar la política hacia Cuba era algo bastante viejo. El
presidente J.F. Kennedy al parecer ya lo intentaba, pero le costó
la vida. Acercarse a Cuba entonces, que
no fuese más que con malas intenciones, era algo demasiado
atrevido y peligroso. Los intereses que la defendían eran demasiado fuertes, formaban una coalición
de sujetos políticos, que apartaban agresivamente, toda
posibilidad de un cambio real en la política hacia Cuba.
La prueba clave de que las
condiciones para tratar de cambiar la política eran inexistentes,
lo fue el propio asesinato del presidente Kennedy. En lo que pueden
haber coincidido otras razones, pero donde el caso Cuba aparecía
como una razón extremo poderosa.
Otros Presidentes después
hicieron algunos intentos; entre los cuales, J.Carter se llevo la
corona durante la segunda mitad de los años 70. Fue James
Carter, hasta entonces, el presidente que mejor capto la necesidad
de modificar una política, que ya había entrado en flagrante
contradicción con los verdaderos intereses de Estados Unidos. Pero las condiciones
necesarias para el cambio, quedaban muy por debajo y eran
sobrepasadas aun, de manera negativa, por la posibilidad de
cambiar la política, a pesar de la voluntad existente dentro de la
propia administración, en las personas del Presidente y el
Vicepresidente: James Carter y Walter Móndale.
Todo esto concluyó,
tomando
expresión en la actitud asumida por Zbenie bresezinsky, quien
garrándose de una actitud de condicionamiento, empleó todas sus
fuerzas y el contexto político, aun desfavorable, para frustrar lo
que habría sido entonces una nueva política hacia Cuba, logrando
su frustración hacia finales de los años setenta.
Finalmente todo se desmorono,
aunque quedaron de los resultados entonces obtenidos, las Oficinas
de Intereses en ambas Capitales, como para probar que resultaba
imposible ya hacer política hacia Cuba, solo sobre la base de
prejuicios y percepciones a larga distancia.
Reagan, por su parte, promotor
de la negociación de la retirada de las tropas cubanas en Angola,
negociaba, pero siempre aclarando que no se trataba de ir más allá.
Gerald Ford, también había
logrado algunos acercamientos, dentro de un contexto latinoamericano
favorable, que le impidió a esa administración entre otras cosas,
frustrar la llegada a Cuba de técnica automovilística procedente de
Argentina.
Fue entonces W. Clinton el
que más avanzó dentro de una coyuntura que se presentaba como
favorable. Con posterioridad a la agresividad
contra Cuba, mostrada por R.Nixon, Reagan y la de Bush
padre, Clinton había quedado como un periodo en
que parecía que la política hacia Cuba podría haber dado algunos
pasos conciliatorios.
Finalmente, Obama derrota a
Hillary Clinton en el 2008 y es entonces cuando comienza un
verdadero proceso de cambio de la vieja política. Se producen señales de cambio. El final de la campaña
presidencial de Obama en el 2008 y el caso de Allan Gross, generaron
un cierto contexto movilizador, que se acrecentó en la campaña
por el rescate de los Cinco Héroes.
Por otra parte, Bush (hijo)
había impuesto una serie de medidas contra Cuba, que desde el primer
trimestre de su mandato Obama comenzó a eliminar. Ello también nos dio otra
pista de que Obama se proponía, al menos, cambiar las reglas del
juego. No obstante, se hacía
necesario seguir la otra pista: Obama, en su discurso final de
campaña había dicho que conversaría con Cuba, aunque también, que
no levantaría el boqueo.
¿Cómo era posible que Obama
dijera que no levantaría el bloqueo; una política tan
desprestigiada a nivel internacional y que ya cargaba con tantos
ataques y desacuerdos internos?
Pero Obama, no solo
no hizo todo lo posible durante su mandato por levantar el bloqueo, además sus astronómicas y sistemáticas multas contra
la banca internacional e incluso la propia, indicaban claramente que
para Obama el bloqueo continuaría siendo un instrumento de presión
para manejar en las relaciones con Cuba. Por eso vimos tempranamente
que Obama tenía una estrategia de política contra Cuba
y que ella estaba basada en haber dividido el bloque en dos: Garrote
de bloqueo contra el gobierno cubano y zanahoria de bloqueo suavizado
para la sociedad civil cubana. Finalmente, cercano a la
terminación de su administración, lo que hizo entonces Estados
Unidos fue abstenerse en la última votación de Naciones Unidas.
Entonces, se puede decir, que
Obama permitió avances en la política hacia Cuba, aunque no tanto
por levantar el bloqueo; pero también dejo deudas, las que
permiten decir que avanzamos en las relaciones, pero no lo
suficiente como para hacer irreversible los avances hacia una nueva
política con Cuba y alcanzar la normalización de las relaciones
entre ambos países.
En lo anterior,
hay unos “puntos de agarre” que Trump puede aprovechar, si de
verdad tiene la intención de dar marcha atrás a la política de
Obama.
Aunque continuo poniendo en
dudas de que Trump quiera realmente dar marcha atrás a la política
de Obama, porque esa voluntad solo se ha hecho expresa en
lo que dijo en el discurso de antemano comprometido, pero no sabemos
lo que hará. Lo dicho por Trump se corresponde más con
la intención de “pagar favores “a Marco Rubio, que con la
intención de echar a perder los negocios que significarían una
aceptable relación con Cuba. Y esa es su verdadera encrucijada.
¿Qué es lo que gana o
pierde? Si Trump es de verdad un hombre de negocios la respuesta es
bien simple. Basta que alguien con un poco de lógica le aclarara.
¿Qué vale más, sacrificar los negocios que podrían hacerse con Cuba, o darle apoyo a una minoría política sin futuro ya en
la política hacia Cuba?
Claro, no debemos olvidar que
Trump se encuentra sumamente presionado por situaciones harto
peligrosas, que amenazan su posición presidencial; entre otras, los
asuntos relativos a las conexiones con Rusia durante su campaña
presidencial; la polémica sustitución del Secretario del FBI;
las contradicciones de intereses entre su posición como presidente y
el capital que posee; Sus complejas declaraciones de impuestos, etc.
Además, de su baja popularidad por los múltiples escándalos que
ha provocado con la prensa; la harto peligrosa y estratégica
impopularidad de que goza frente a los aliados; sus acusaciones de
estar loco y ser incapaz de llevar la presidencia de Estados Unidos.
De modo, que no se recuerda
otro caso, en la historia de Estados Unidos, que apenas a 6 meses de
su mandato, haya tenido que chocar con tantos problemas en su
ejecutoria presidencial. Por lo que es, para muchos, candidato seguro
al impeachment.
Pero además, las medidas de
Trump resultan totalmente contradictorias con los sectores que dice
defender dentro de Cuba.
-
La prohibición del viaje “pueblo a pueblo” afecta más al sector privado. En términos de la búsqueda del guía, el alojamiento, lugares para cenar. Mientras que el turismo solo en grupos se mueve más por la via estatal, oficial. Lo que además resulta más caro, limitando mucho también el contacto personal, que es lo que más agrada al turista norteamericano en particular.
-
Muchos proyectos de colaboración medica y de investigación, en los que Cuba posee un gran potencial, que benefician a ambos países, podrían sufrir serios daños e incluso paralizarse. Habiéndose creado ya redes de interés que han comenzado a funcionar.
-
A pesar de las dificultades de crédito, Cuba recibió en el 2016 221 millones de dólares en productos agrícolas. Por lo que tendría potencialidades para responder a este interés, de varios estados Norteamericanos. (Ver Granma )
-
En realidad las medidas de Trump perjudican a quienes dice quiere beneficiar. Se trata de incluso de un conjunto de proyectos privados, que beneficiaria a muchos de ambas partes individualmente.
-
Aunque Trump considero declarar en el discurso que las remesas se mantendrán. Estas podrían verse eliminadas para varias categorías de ciudadanos; cuantía que aun no es posible determinar con precisión. William Leogrande, de American University, considera que la cifra de afectados puede llegar a 1 millón de ciudadanos cubanos.
-
La actitud negativa ante las medidas de Trump de una cantidad considerable de congresistas, también empresarios, personalidades de todos los sectores de la sociedad, tanto demócratas como republicanos, puede devenir en un verdadero dolor de cabeza para Trump al momento de implantar las medidas.
Sobre todo, por las
iniciativas que pueden ser impulsadas para contrarrestar las
medidas. Habiendo en estos momentos varios proyectos de ley que
pueden complicarle la vida a Trump en el congreso.
-
Tratandose el 2018, de un año de elecciones congresionales, a Trump le será imposible hacia el futuro mantener una correlación congresional que le permita llevar adelante todo lo que el congreso deba aprobarle. Y no es posible decir que los congresistas de la extrema derecha cubano-americana, podrían tener fuerza para ayudarle.
Por último, sería una
verdadera ilusión por parte de Trump, pensar que va a lograr
negociar con Cuba, bajo presión.
Creo que las condiciones que
ha puesto para negociar son inaceptables para Cuba. Por su parte,
esta última, de manera muy inteligente, ha dejado entreabierta la
puerta, por si Trump desea reglamente negociar.
Pero hay que decir, que ni en
los más difíciles momentos, con una administración agresiva y una
extrema derecha fuerte, Cuba ha aceptado negociar con Estados Unidos
haciéndole concesiones.
Precisamente, la fortaleza
principal de Cuba cuando ha negociado con Estados Unidos, ha sido
no aceptarle presiones, ni hacer concesiones de ningún tipo a
Estados Unidos. Recordemos que después de más de 50años, de
bloqueo y presiones de todo tipo, Obama tuvo que aceptar las
condiciones de Cuba.
Existe un incidente, relatado
en el libro “De la confrontación a los intentos de normalización:
la política de Estados Unidos hacia Cuba”, cuando Bresezinsky,
entonces jefe del Consejo de Seguridad nacional de Carter, tratando
de presionar a Cuba, le mando a decir a Fidel, que si Cuba quería
tener buenas relaciones con Estados Unidos, debía salir de África-,
dejar de apoyar a los movimientos revolucionarios y romper relaciones
con la Unión Soviética. El ya fallecido, Robert Pastor, entonces
asesor de seguridad nacional, había advertido a su jefe, en
memorando recogido dentro del mismo libro mencionado, que eso no
sería posible, que la parte cubana no lo aceptaría. De todos modos
R. Pastor y P. Tarnof, se vieron obligados a negociar con Fidel
bajo tales condiciones que les habían indicado.
Relata, entonces, Robert
Pastor en entrevista hecha (por los autores del libro, Elier
Ramirez y Esteban Morales) Que Fidel lo primero que dijo fue, que
Cuba nunca se había metido a decirle a estados Unidos a donde debía
ir y a donde no, entonces ¿quién era Estados Unidos, para poner en
cautiverio la soberanía de la política exterior cubana? y
continuaba argumentando el Jefe de la Revolución. Dijo Robert
Pastor, “que escuchando a Fidel argumentar, contra la proposición
que le traían, el sintió como si un tren le hubiese estado pasando
por encima”.
Lamentablemente, ya Fidel no
está. Pero de seguro, es eso, un tren lo que le pasara a Trump por
encima, si se atreve a presionar a Cuba en cualquier negociación que
se pueda llevar a cabo.
Ya que podemos estar seguros
no lograra negociar con Cuba bajo presión, a Trump creo no le
quedan más alternativas que las siguientes:
-
Negociar por la fuerza. Lo cual podría ser muy bien el más peligroso fruto de su estupidez y su ignorancia.
-
Descubrir su cartas (seguro tiene varias escondidas) tratando de llevar a Cuba a una negociación razonable. Que tendría que ser secreta, porque estoy seguro, que varias de esas cartas afectan la credibilidad de Trump para cumplir el compromiso hecho con la derecha cubano-americana.
-
Aceptar que con Cuba tiene que negociar en igualdad de condiciones y resistir lo que le venga encima.
-
Que nada de ello le sea posible, porque no le alcanzara el tiempo de que dispone para hacerlo. Por lo cual, todo su intento de presionar sobre Cuba se desmoronará y podríamos retornar a la política diseñada por Obama. Que parece seguir siendo la más realista y aceptable para todos.
Por lo cual, Trump,
terminaría, siendo no más que un desagradable bache en el proceso
de asentamiento de la política que Obama diseño, sobre la base de
unas experiencias anteriores y propias, que le permitieron, por vez
primera, entenderse con Cuba, sin hacer dejación de los intereses
estratégicos de la política norteamericana hacia Cuba. Que siguen
siendo traer a Cuba nuevamente, al área de dominio de Estados
Unidos. Cosa para lo cual, Cuba siempre ha estado preparada.
Junio 8 del 2017.
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