ESTEBAN
MORALES
UNEAC
Entre
el 17 de diciembre del 2014 y el 20 de julio del 2015,
con el tránsito anunciado hacia el 14 de agosto de este año,
en que ya quedarían establecidas oficialmente las dos
embajadas, hemos avanzado un buen trecho. Un acontecimiento
fundamental ha sido el que Estados Unidos haya reconocido a
Cuba como una nación soberana e independiente, lo que sin dudas ha
ocurrido.
Ese
17 de diciembre, Obama admitió que la política seguida con Cuba
en los últimos cincuenta y cinco años había sido un fracaso y que
con esa política era ese país el que había resultado aislado y no
Cuba. En consecuencia, propuso negociar un cambio de las
relaciones entre ambos países.
Estados
Unidos siempre había dicho que para negociar con Cuba, la Isla
debía dar señales. Por su parte, Cuba durante mucho tiempo puso
como condición de que para negociar con Estados Unidos,
ese país debía levantar el bloqueo.
Poco
después, cuando se aprobó la ley Helms-Burton, con la
que el presidente cedía al congreso las prerrogativas de la
política hacia Cuba, la Isla planteó que una negociación con
Estados Unidos sobre las relaciones entre ambos países, debía
tener lugar sobre una base de equilibrio, es decir, en
igualdad de condiciones, con respeto a la independencia y soberanía
de la Isla.
Por
su parte, Obama abandonó el requisito de que Cuba diera señales y
después de dieciocho meses de negociaciones secretas entre
ambos países, el 17D, Obama planteó abiertamente la
posibilidad de negociar con Cuba, para tratar de lograr un
cambio en las relaciones entre ambos países.
El
discurso de Raúl Castro el mismo día, fue breve, pues
se trataba solo de aceptar la proposición de Obama; dado que
reiteradamente había planteado la disposición del gobierno de
conversar con Estados Unidos y la Isla no tenía que hacer ningún
cambio en su política hacia Estados Unidos, pues lo único que
había hecho todos estos años había sido defenderse de
la agresividad de la política estadounidense. Las cosas comenzaron
como debían; Obama calificaba como fracasada
la política que hasta ese momento habían llevado los gobiernos de
ese país hacia Cuba y tomaba la iniciativa, anunciaba un
cambio daba los primeros pasos para que el proceso de negociaciones
comenzara.
Sin
embargo, aunque ya existen acuerdos que han llevado al
restablecimiento de las embajadas en ambas capitales, la
posibilidad del retroceso aun no está conjurada. Todavía
pesan sobre el proceso algunos asuntos que amenazan no
solo con obstruir el camino hacia la normalización, sino
también con afectar las relaciones diplomáticas.
Cuáles
son esos principales obstáculos:
- El bloqueo es todavía una realidad. No se ha movido un milímetro el sistema por el que aún se realiza el limitado comercio, exigiendo los pagos en efectivo, antes de que las pocas mercancías autorizadas lleguen a Cuba. Estas además no pueden ser transportadas en barcos cubanos y sigue sin estar presente el crédito. Como si fuera poco, continúan las sanciones contra aquellos que se atreven a facilitar el uso del dólar en las operaciones financieras con Cuba. Sólo recientemente un Banco de Miami aceptó llevar las cuentas a la Oficina de Intereses de Cuba en Washington.
- Aunque el listado de categorías que permite los estadounidenses viajar a Cuba es bastante amplio y se ha establecido que todo aquel cuyo viaje esté comprendido en esas categorías, puede hacerlo sin solicitar licencia, aún deben de viajar en grupos y no pueden hacerlo por motivos que no están comprendidos en ese listado, por lo que no tienen total libertad de visitar la Isla, lo que atenta seriamente contra la posibilidad de que hacer turismo a Cuba.
- Continúan asignándose fondos para la subversión, que este año fueron elevados a treinta millones de dólares.
- Continúan las trasmisiones radiales y televisivas ilegales desde Estados Unidos hacia Cuba.
- Continúa el apoyo político a los mercenarios internos.
- Continúa vigente la llamada Ley de Ajuste Cubano de 1966, que afecta seriamente la normalización del proceso migratorio entre ambos países.
- Ya el Secretario de Estados declaró que el reclamo de Cuba sobre la devolución del territorio de Guantánamo, ilegalmente ocupado por la base militar estadounidense, no está dentro de la agenda de debate por ahora.
- Aunque el interés de invertir en Cuba va creciendo, todavía el capital norteamericano no está autorizado a entrar en la economía de la Isla.
- Existe un grupo formado por un conjunto de congresistas de extrema derecha que se ha propuesto obstruir la que podría ser considerada como una nueva política hacia Cuba.
- Aún pesa sobre el proceso de negociaciones, la posibilidad de que se vea afectado el próximo cambio de administración a partir de principios del 2017.
Existe
un cierto debate de si el Presidente cuenta o no con las
prerrogativas ejecutivas que le permitirían aliviar a Cuba las
consecuencias del bloqueo, mientras este no sea
levantado por el Congreso.
Tales
situaciones hacen dudar que esta administración pueda
realmente abandonar la vieja política. Aunque Obama,
recientemente declaró que no era partidario de la solución de
un cambio de régimen en Cuba. Sin embargo, quedaba muy claro desde
sus primeras intervenciones que la modificación de la política
hacia Cuba, no incluía un cambio de estrategia sino solo de
táctica. Lo que se suma a las dificultades que aún
permanecen para considerar como sostenibles las
medidas planteadas.
Observando
detenidamente las contradicciones implícitas
entre sus primeras palabras y las más recientes, tal parece
que Obama se ha decidido por una política en la que se
combinarían varios elementos:
- un manejo de las negociaciones basadas en la asimetría existente entre ambos países;
- los cambios que se están produciendo en Cuba.
- una variación de las tácticas políticas, sin abandonar la estrategia, en que considera la realidad cubana, como un proceso de transición en el que la política de Estados Unidos se insertaría para orientar los cambios, arrebatando de manos del liderazgo político la dirección de los mismos.
Cuba
tendría que enfrentarse entonces, a una “subversión pacífica”
desde dentro y Estados Unidos trataría de encauzar las
dirección en que se están produciendo los cambios en la
Isla.
Es
decir, que como Cuba ha reconocido y activa el papel de la
propiedad privada pequeña y mediana, la utilización de la
inversión extranjera, la colaboración con el capital extranjero
para desplegar ciertos proyectos económicos, la cooperativización,
la ampliación de la colaboración científica, la ampliación de su
comercio en todas direcciones. Estados Unidos agregaría todos
los ingredientes necesarios, sobredimensionándolos, para que
el liderazgo cubano perdiese el control de los límites que
permiten fomentar un modelo económico nuevo, eficiente y
sustentable, sin afectar los márgenes del
sistema político cubano.
Como
sabemos, también debemos contar con el reto del ineludible
perfeccionamiento. Acción que implica profundizar
la participación popular en el proceso de formulación de
política, superando así la visión burocrática de que la
participación social ralentiza los procesos.
A
Cuba le faltan, entre otros pasos importantes, algunos
tales como:
- La concreción del nuevo modelo económico cubano.
- Los ajustes y cambios que deben ser hechos a la constitución de la república.
- La preparación de algunas leyes pendientes, tales como: la de Comunicación y Prensa, el Código de Familia, la de Telecomunicaciones y la nueva Ley Electoral, entre otras.
A
la vez, la política norteamericana puede estar
concibiendo a Cuba como un proceso de cambios, ampliando dentro
de este, todos aquellos elementos que permitirían
la transición hacia “un régimen similar al nuestro”,
como ha dicho Obama. Ofertando a los diferentes sectores económicos
y sociales --como ya viene haciendo-- ampliar sus
capacidades de exportación, importación, de movimientos financieros
y de relacionamiento, que les permitan salir del
control del estado cubano. Es decir, empoderando al sector no estatal
para que puedan actuar al margen de la distribución de
recursos, funciones, prerrogativas y límites en que el liderazgo
político quiere mantenerlos, para no traspasar el marco del
sistema político que garantiza la continuidad y defensa de la
revolución socialista.
En
cuanto a la utilización de los elementos políticos disidentes
internos, los posibles debates sobre democracia y derechos humanos,
lo que buscan es dotar de plataformas civiles a la disidencia, de tal
modo de crearles los espacios políticos que necesitan para
cuestionar el poder interno del liderazgo revolucionario.
Del
mismo modo que en los años sesenta pretendían legitimar a la
contrarrevolución convirtiéndola en una confrontación civil
interna, ahora la política norteamericana trata de
legitimar a la disidencia mercenaria, para dotarla de las
capacidades necesarias y convertirla en el contrincante
legítimo del poder revolucionario.
De
esa forma cerrarían el círculo del contexto interno para subvertir
a la revolución socialista desde dentro. Pues teniendo a
Estados Unidos dentro, ahora habrá que digerirlo
como parte de la realidad interna cubana.
Por
supuesto, Obama tendría que hacerlo
todo sin generar preocupaciones que afecten
el proceso de negociación de las relaciones política entre ambos
países. Porque Cuba no está sola, ocupa un lugar importante y
de mucho prestigio en las relaciones hemisféricas. Hay que
recordar, la reciente actitud asumida
por América Latina y el Caribe, cuando presionó sobre Estados
Unidos para que la Isla pudiese asistir a las
Cumbres de las Américas, especialmente en
Panamá.
Adicionalmente,
muchos en el hemisferio siguen de cerca el comportamiento
de Estados Unidos en sus negociaciones con Cuba, de lo
cual depende la forma en que se perciba su futuro
comportamiento en la restructuración de las políticas con
América Latina y el Caribe. Circunstancia en la que Estados Unidos
no podrá repetir errores como el cometido recientemente
al proclamar a Venezuela como un peligro inminente para
su seguridad nacional.
A
Estados Unidos no le será nada fácil tratar de llevar
adelante sus planes subversivos contra
Cuba, si con esa actitud va a poner en peligro, no solo
sus negociaciones con la Isla, sino además, la reconstrucción de
sus relaciones hemisféricas.
Es
que ya los problemas de las relaciones entre Cuba y Estados Unidos,
han dejado definitivamente de ser una cuestión bilateral, para
pasar a ser un problema de Cuba, junto a sus aliados del
hemisferio, frente a Estados Unidos. De lo cual la VII Cumbre de las
Américas representó un buen y aleccionador antecedente, cuando en
pocos días y en medio de ese evento, la política
norteamericana dio un giro para ofrecer una buena impresión.
Por
ello es bien complejo el proceso a que se enfrentan Obama y los
presidentes que le sucedan, si pretenden seguir una
política hacia Cuba cuyo contenido no sea realmente lograr unas
relaciones normales con la Isla.
Aunque
Cuba tampoco se hace ilusiones con lo que serían unas relaciones
normales con Estados Unidos.
Las
relaciones internacionales son un gran campo de batalla en el que
Cuba siempre ha estado dispuesta a enfrentarse, aun asumiendo los
inconvenientes y peligros de la política agresiva que Estados Unidos
le ha impuesto por más de cincuenta años. Es de esperar que en el
futuro, esos inconvenientes y peligros no estén presentes.
La
Habana, Julio 24 del 2015
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